pense, no lo sabes todo.

– ?Y ya no bebe?

– Si continua bebiendo sera en otra parte, sin obligarnos a tener que soportar su debilidad mental.

– No se si dices la verdad, y si no me la dices ahora y a mi, la huella que dejes en este mundo sera siempre borrosa. No habras llegado a ser del todo real.

Asintio con una leve inclinacion de cabeza. Se estaba tomando muy en serio nuestra conversacion.

– No te falta razon. Ahora para bien o para mal somos invisibles, nadie nos ve, salvo tu, claro.

– Si ahora me echas a tu gente encima -dije- sera mentira que actuabas sirviendo a una causa mayor. Si me matas sera por algo puramente personal, sera porque os he descubierto y he puesto en peligro vuestra vida.

Volvio a asentir. No sabia si esta afirmacion significaba que me iba a matar o que tenia razon, y espere alguna senal.

– Hay una chica que se ha incorporado hace poco al grupo -me dirigio una mirada inquisitiva que me puso los pelos de punta-, se llama Sandra. No sabe bien donde esta metida, no es de los nuestros. Es una rosa fresca, que dentro de nada se marchitara en el mundo mediocre en que le ha tocado vivir. Se buscara un trabajo que no le llene, un marido, tendra hijos, de hecho creo que esta embarazada y envejecera sin disfrutar su vida. Tal vez podamos salvarla de todo eso. Hay que ayudar. No todo el mundo sabe como salvarse. La gente no conoce su destino.

No dije nada, fingi que no prestaba demasiada atencion, que no me decia nada el nombre de Sandra. ?Le habria dicho la Anguila que Sandra se veia a escondidas conmigo? Y en caso contrario, ?por que no se lo habria dicho?

Le deje tomandose otro cafe. Tenia una salud de hierro. Yo estaba bastante nervioso, habia tenido que controlarme tanto para no darle un punetazo o romperle la copa en la cabeza que me temblaban las manos. Fuera, dentro de un coche, estaba Martin esperandole, me vio marcharme, me siguio con los ojos. Estaba casi seguro de que Sebastian no le iba a decir quien era yo porque en el fondo yo venia del mundo que el habia perdido y querria volver a hablar conmigo. Durante la conversacion, en algun momento, me pregunte que estaria haciendo y diciendo Salva en mi lugar y creo que tendria su aprobacion a medias.

Salva era mucho mas listo que yo y seguramente habria puesto a Sebastian contra las cuerdas, le habria hecho dudar, le habria desmoronado por dentro. Del mismo modo que a mi habia sabido animarme tantas veces, del mismo modo que el dia en que intente suicidarme me convencio de que la vida merecia vivirse siempre. A Sebastian le habria hecho ver que su plan siempre, absolutamente siempre, fue una imbecilidad. Por el contrario yo le habia ofrecido armas para reforzarse.

Me sentia muy mal. Otra oportunidad perdida. Le habia dejado saboreando su copa de champan y pensando en lo que los vencedores nos habiamos perdido por tontos. Llegue al coche. Bordee la lujosa urbanizacion de Sebastian y pense que por lo menos la operacion Heim estaba dando sus frutos. Hablar nunca habia sido mi fuerte. Me gustaba hablar con Raquel de tonterias, de lo que me habia pasado al bajar a comprar el periodico, comentar las noticias de la television, discutir sobre una pelicula, decirle carino, y que ella me dijera idiota con el mismo tono que si me dijera amor. Usar las palabras en serio siempre me habia acobardado un poco porque me venia a la mente Salva y su magnifica dialectica. A Sebastian le habria correspondido hablar con Salva y no conmigo.

Sandra

Karin venia poco por el cuarto porque tenia miedo de que le contagiara la gripe. Y yo tosia lo mas fuerte posible para que lo pensara, aunque la alternativa a Karin fueran los terribles Frida o Fred, que como un abuelo carinoso solia aparecer con un zumo en la mano y algo de chocolate. Yo solo queria dormir y pensar en Alberto. Las decimas me ponian en contacto con el y me entraban tantos deseos de verle que no lo podia resistir. Me sentia dominada por una pasion que no podia controlar, puede que para combatir la situacion tan desmesurada en que me encontraba. Asi que me levante y me vesti..Era por la manana o por la tarde? Daba igual. Baje la escalera medio ida. Ni dormida ni despierta. Cuando estaba en el ultimo peldano, Karin me pregunto sorprendida adonde me creia que iba. No le conteste, le pregunte donde podria encontrar a Alberto.

Karin despues de pensarse la respuesta por lo menos cinco minutos me pregunto a su vez para que queria saberlo.

– Para hablar con el -dije.

Podria haberselo preguntado de otro modo, con mas rodeos, pero no me encontraba capaz de esa proeza, asi que fui al grano.

– ;De que?

– No se, ya se me ocurrira algo.

Sonrio y puso ojos de pillina.

– Te gusta ese chico…

Y sin darme tiempo a contestar continuo.

– No, no te gusta. Estas enamorada -hizo una pausa-. Pues lo siento porque te has enamorado de la persona equivocada.

La escuchaba con verdadera ansiedad. Por una vez lo que me decia esta charlatana absorbente me interesaba a muerte.

– Tiene novia. Lo han visto con una chica por la playa besandose. Prefiero decirtelo antes de que te hagas demasiadas ilusiones.

Esta informacion encajaba con la que me habia dado el propio Julian. Parecia que todo el mundo habia visto a Alberto besandose con esa chica, que segun la descripcion de Julian no era como para quitar el hipo.

Karin se animo, este era un nuevo ingrediente en su vida. Alguna de sus novelas de amor se hacia realidad.

– Estas embarazada y no te conviene tener disgustos. ?No te das cuenta de tu estado?, ?como se te ha podido pasar por la cabeza que con los millones de chicas de tu edad que hay sueltas por ahi te iba a elegir precisamente a ti?

Karin se estaba pasando, era una hija de puta, pero estaba sacando de mi cabeza verdades a las que no queria enfrentarme.

– Yo no he dicho que quiera nada con el.

– Entonces ?para que quieres verle? A mi no me enganas.

Estuve a punto de decirle que se habia quedado con el perro que le iba a regalar a ella y que queria saber si estaba bien. Menos mal que no abri la boca, que me quede muda y tuve tiempo suficiente para rehacerme y no dejarme atrapar por el momento y las ganas de que no machacase mas mi amor propio. Antes que irme de la lengua, preferi dejarme llevar por la fiebre y por la pena que me daba a mi misma y me puse a llorar.

Me sente en el sofa y di rienda suelta a las lagrimas. Me vencia el cansancio. Ella me miraba como si estuviera viendo una pelicula. Se puso a mi lado y me paso la mano por el pelo. Olia a ese perfume tan caro que impregnaba cualquier sitio donde estuviera y que esperaba que se fuera al otro mundo con ella.

– Quiero ver a Alberto. Quiero saber si siente algo por mi-dije.

– Si fuese Martin, podria hacer algo, en el caso de Alberto, no. Es muy suyo, muy serio, no me atreveria a decirle nada. Aunque -dijo sonriendome maliciosamente- se me ocurre una cosa. Si te hicieras de la Hermandad no tendria mas remedio que venir porque es la mano derecha de Sebastian, nuestro jefe.

Me tumbe en el sofa todo lo larga que era. Me moria de ganas de decirle a Karin que las inyecciones por las que estaba perdiendo todas sus joyas las podia comprar en la farmacia. Me moria de ganas de decirle que la estaban timando y que si no me creia que las llevara a analizar y que puede que las autenticas se las reservase Alice para si, pero no queria desperdiciar esta sabrosa informacion. Queria reservarla para algun momento critico en que necesitase urgentemente un golpe de efecto, y creo que me dormi.

Julian

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