– He encargado un arroz negro y langosta -dijo-. Claro que si prefieres otra cosa pedire una carta.
Le dije que me parecia bien, lo que no le dije es que no pensaba probar bocado, ni un grano de arroz, nada pagado con su dinero.
– No me esperaba que quisieras verme -dije-. Bueno, en el fondo si lo esperaba, no se por que.
– Nunca llegaremos a comprendernos. Es imposible una reconciliacion. Tu no perdonas y yo no me arrepiento. Creo que hubo un momento en que a nosotros nos falto vision de la realidad. Nada mas.
– ?Y para esto me has hecho venir?
El camarero comenzo a llenar la mesa de manjares y le falto inclinarse de rodillas ante Sebastian, a mi no me miro.
– Te he hecho venir para pedirte que hagas algo por Sandra, la chica que vive con los noruegos -tambien el los llamaba como Sandra y yo-. Esta enferma y no quiero que le ocurra nada malo. Aquello se acabo. Perdimos. Y el dano inutil no sirve para nada. Sabemos que es tu topo, tu enlace dentro del grupo. Llevatela, nosotros no viviremos para siempre. Llevatela y que la vea un medico.
– A Sandra la conoci en la playa cuando ya vivia con los noruegos. Yo os investigaba y me tropece con ella, nos hicimos amigos, pero ella no sabe que estoy haciendo, piensa que soy un viejecito sin mas, le recuerdo a sus abuelos.
Se quedo pensativo. Me ofrecia de las bandejas, pero yo no picaba, luego volvia a dejarlas en su sitio mientras pensaba si lo que le decia era verdad.
– ?No sospecha nada?
No pensaba darle argumentos en contra de Sandra, no pensaba reconocer la verdad. En estos casos habia que negar, negar hasta morir.
– Nada en absoluto. Tu le caes muy bien, te llama el Angel Negro. No sabe nada de las SS.
– Entonces ?por que nunca te ha invitado a casa de los noruegos?
– Si me ha invitado. He sido yo el que le ha puesto excusas para no ir. Tendriais que convencerla para que se marchase, yo no tengo razones de peso, ademas hace bastante que no la veo.
– Esa chica es maravillosa -dijo Sebastian-. ?Por que me llama el Angel Negro?
Negue con la cabeza.
– Quiza porque te vio por la noche a la luz de la luna y le pareciste mejor que los demas.
– ?Mejor? -dijo con una sonrisa esceptica, sardonica, desagradable-. Soy como ellos, y ellos no son peores que mucha gente que anda por la calle.
– Pues yo tengo muchos anos y no he conocido a nadie peor.
Nos sirvieron un aromatico arroz negro en los platos, que no probe. El tomo un par de bocados y lo dejo. Esta vez habian servido vino tinto y agua. Se mojaba los labios con el vino y bebia agua. Yo aunque tenia sed no la probe.
– Te dire una cosa -dijo limpiandose con una blanca servilleta de hilo, que daba pena arrugar-, tenemos un traidor dentro y me alegra que no sea Sandra. Me alegra que no tenga que sufrir ningun accidente. Me alegra que sea pura y feliz.
Sandra
Me bajaron sosteniendome entre dos, se me iba la cabeza por las decimas y la flojedad que sentia. Al pie de la escalera me esperaban caras conocidas y otras que no habia visto en mi vida y que tambien debian de ser miembros de la Hermandad. Habia unos cuantos tipos como Martin y el mismo Martin, un senor de pelo blanco junto con dos o tres, que parecian espanoles, algun extranjero mas y el resto me resultaba familiar. Cerre los ojos para que las caras no se fundieran unas con otras.
– ?Te encuentras bien? -pregunto la voz de Karin lo mas dulcemente que pudo.
Negue con la cabeza, ?como iba a encontrarme bien? Era una pregunta absurda, ella sabia perfectamente lo mal que estaba, pero tenia ganas de montar una fiesta y cualquier pretexto era bueno.
Habia logrado vestirme con enorme esfuerzo, la verdad era que me habia vestido Frida. Me habia puesto uno de los dos vestidos que tenia colgados en el armario porque lo demas eran vaqueros, camisetas, jerseis. Ella, que no solia hablar, en esta ocasion hizo todo tipo de comentarios sobre mi ropa, las botas de montana y los pelos que llevaba, sobre los piercings y los tatuajes. Como me costaba levantar los brazos para que me metiera el vestido me zarandeo de mala manera, hasta que me cabree y le dije que no me tocara mas y que no tenia ganas de ceremonias. Vete a la mierda, le dije. Os vais todos a la mierda y me dejais tranquila, dije, y me recoste de medio lado en la cama con el vestido a medio poner.
– Voy a darte una aspirina -dijo.
– No se te ocurra darme una aspirina, no puedo tomar nada.
Los ojos le brillaban. Eran tan azules y tan brillantes que se parecian mucho a unas bombillas que colgaba mi madre en la terraza en Navidad. Tenia ganas de matarme, pero no podia. Abajo habia un monton de gente esperando verme.
– Esta bien, tengamos la fiesta en paz. Te tratare bien y tu haces lo que te diga. A ver, un brazo por aqui… La princesa ya esta lista -dijo sentandome en el borde de la cama. Frida era muy fuerte, tenia bolas en los brazos.
Como segun ella las botas de montana no pegaban con el vestido de flores que ya me habia puesto en el cumpleanos de Karin, nos decidimos por las sandalias de plataforma, aunque ya no hacia tiempo para esto. Pero puesto que ya tenia gripe, ?que mas daba? Despues fue al cuarto de bano y vino con el colorete y una brocha y me puso como un cristo.
– Asi parece que estas medio normal.
Llamo a Fred y entre los dos baje las escaleras. Busque con la mirada a Alberto y no lo vi. Fue entonces cuando Karin me pregunto con todo cinismo si me encontraba bien. Tirite y ella me puso encima su chal, que apestaba a perfume.
– En el sotano siempre hace mas frio -dijo.
No me gusto oir lo del sotano. No me hacian mucha gracia los sotanos, en las peliculas en el sotano es donde ocurria lo peor. Donde dejaban encerrado a alguien o donde lo mataban o donde escondian el arma del asesinato. Desde que vivia en esta casa solo habia bajado una vez al sotano y no volvi a hacerlo.
Lo unico bueno es que todos me trataron con amabilidad. Me preguntaron como me encontraba, y el Angel Negro se acerco a mi y me beso la mano, a continuacion la retuvo un poco entre las suyas.
– Tiene fiebre -dijo dirigiendose a alguien-. No creo que este en condiciones de participar en este acto, no va a enterarse de nada.
– Es el momento, creeme -dijo Fred.
Al sotano me bajaron entre Frida y Martin.
En efecto, hacia mas frio que arriba. Era un frio humedo.
Todos se situaron alrededor del sol grabado en el suelo y a mi me pusieron en el centro. Vi a Alberto, que me miraba muy fijamente y muy serio. Alberto, habia venido, estaba aqui. Me pase las manos por el pelo, en un movimiento reflejo de estar lo mas guapa posible. No me explicaba como no lo habia visto antes y como lo estaba viendo ahora. Entonces el Angel Negro (y ahora entendia por que me dio por llamarle asi) pronuncio algo asi como una plegaria. Mas o menos dijo: Sol de la sabiduria que iluminas el mundo verdadero, el mundo de los espiritus. A traves de ti, Sandra consagra su alma. Estas oculto tras el sol de oro, que alumbra el mundo material. Deseamos ascender a tu luz, al sol de la sabiduria para alcanzar la iluminacion y la verdadera vida. Mas alla de los cielos y en las profundidades del corazon, en una pequena cavidad, reposa el universo, un fuego arde ahi irradiando en todas las direcciones. La oscuridad desaparece, ya no hay ahora ni noche ni dia. Mas alla del dique que mantiene el mundo no hay ni noche ni dia, no hay vejez, muerte ni dolor, obra buena ni mala. Mas alla de ese dique, el ciego ve, las heridas se cierran, la enfermedad se cura y la noche se hace dia.
Empece a temblar y crei que iba a desmayarme, lo que obligo a cortar la ceremonia. Parecia que lo mas importante estaba hecho.
El Angel Negro me puso las manos en los hombros.
– Nos perteneces y nosotros te pertenecemos a ti. Conoceras nuestros secretos y nosotros los tuyos.