los catamaranes de los lados, el mojon con dos rayas pintadas en rojo, un solar que servia como aparcamiento unos doscientos metros mas alla. El Estrella no estaba ni Heim tampoco, y esto si que me ponia nervioso, sobre todo porque me habian arrebatado a Heim. Al darse cuenta de que ya no estaba en sus cabales se habrian deshecho de el como de Elfe. Los que aun eran capaces de defenderse no querian lastres innecesarios, no tenian fuerza para tirar de los otros. Por mucho Heim que fuese, el mismo se habria reducido a material molesto.

Me tome otro cafe, este descafeinado, calculando a cuantos kilometros de distancia se encontraria ya Sandra. Me habria gustado ir a Madrid con ella, aun podia permitirme algun extra como un viaje en autobus, unos dias en algun hostal y otros cuantos menus. Pero para mi solo el viaje no me merecia la pena, ya no me daba tiempo de ver ni una milesima de todo lo que no habia visto, asi que era mejor dejar las cosas como estaban, no moverlas ni para adelante ni para atras. Me quedaria aqui, el lugar que Salva habia elegido para acabar sus dias, no habia nadie tan parecido a mi como Salva y me habia preparado el camino, ?para que rechazarlo? Desde el mismo momento en que tome el avion en Buenos Aires supe que emprendia el viaje de los elefantes y que no iba a regresar. Regresar ?para que?, mis recuerdos no se separaban de mi. Tres Olivos era una buena opcion. Con mi pension podria pagar la residencia y nadie me buscaria alli. Cuando la vida te pone algo en bandeja hay que tomarlo, porque si no acabas pagandolo caro. La vida siempre sabe mas que nosotros.

De nuevo mis piernas flacas y fatigadas, que conservaban mejor memoria que yo, me dejaron junto al coche, que habia aparcado cerca de la estacion de autobuses. Me fui al hotel sin pensar en peligros de ninguna clase. Me quite las lentillas, me puse el pijama y me meti en la cama, algo que nunca habia hecho de dia, salvo en caso de enfermedad. Pero ahora el cuerpo me pedia descanso y recuperarme de tanta tension y dormir sin pensar en nada, sin preocuparme, tratando de que las imagenes de Sandra mirandome desde la ventanilla del autobus me alterasen lo menos posible.

Sandra

Hasta que no salimos de Dianium y cogimos la autovia no repare en el pasajero que iba a mi lado. Habia estado concentrada en mis pensamientos mientras las luces del amanecer, esas luces desperdigadas entre la neblina, iban desapareciendo. Estuve mirando a Julian hasta que lo perdi de vista, me daba pena perderle de vista para siempre y no se por que no podia dejar de mirar el panuelo que llevaba al cuello. Tuve que respirar hondo. No podia evitar saber lo delgados que tenia los brazos a pesar de que en el cuarto tuvo buen cuidado de no quitarse la camisa delante de mi, pero los sentia cuando los tocaba accidentalmente, y vi en el bano el arsenal de medicinas que tomaba. Era un hombre en las ultimas y sin embargo no tenia miedo, y no creo que el miedo entienda de edades. A mi me daba mas miedo llegar al final del trayecto que el peligro que habia pasado en manos de la Hermandad. Temia mucho mas la normalidad, la vida corriente en que no tenia oficio ni beneficio. De todos modos ya no era la misma atontolinada que llego a Dianium en septiembre cuando creia que el mundo me debia algo. Ahora sentia algo distinto, algo mas agrio y al mismo tiempo mas reconfortante. No sabria explicarlo. Al despedirnos estuve a punto de darle un abrazo a Julian, de apretarle contra mi, pero en ese momento pense que no seria bueno para ninguno de los dos. ?Que tiene de bueno despedirse? El de al lado tendria unos veinticinco y se durmio nada mas sentarse. Ahora la cabeza descansaba en mi hombro y las piernas las llevaba tan despatarradas que las mias apenas tenian sitio. Le incline la cabeza para el otro lado y el volvio a buscar su punto de apoyo en mi, pero yo no estaba dispuesta a soportar aquello y le desperte. Me miro asombrado, como si yo hubiese aparecido en su cama de repente, hasta que se oriento.

– Perdona, anoche estuve de marcha.

Le sonrei muy levemente para disculparle sin darle confianza, no tenia ganas de hablar con el. Tenia ganas de pensar en los noruegos, en que harian hoy y como digeririan mi huida. Era imposible que dieran conmigo porque no tenian ni idea de donde vivia y les llevaria demasiado trabajo descubrirlo. De sentirse amenazados seria mas facil que pegaran ellos la estampida. Si le contara a este chico lo que me habia pasado se quedaria de piedra, ?que sabria el de nazis?

Le eche un vistazo de reojo, ni en mil anos podria ser como Alberto.

En Montilla paramos para ir a los banos y tomar algo en un restaurante de carretera atestado de viajeros. Mi companero de viaje se empeno en invitarme a una coca-cola y dijo bostezando que me encontraba triste.

– Eres muy observador -dije dando por terminada la coca-cola y la conversacion-. En este momento lo que mas me gusta del mundo es estar triste.

Julian

Pagaba el hotel por semanas y al pagar la ultima le comunique a Roberto que abandonaba la habitacion. Se sorprendio de que dejase una suite por un precio casi ridiculo y trato de explicarme que si comparaba con otros hoteles veria que era un cliente privilegiado y que el desagradable suceso por el que deje un cuarto normal y pase a la suite puede ocurrir en cualquier parte, pero que el personalmente se comprometio a que no se repitiera y como veia no se habia repetido. Comprendi que estabamos en temporada baja y que era su obligacion retener a los clientes como fuese. Mas valia tener ocupada una suite por el precio de una doble interior que tenerla muerta de risa.

Tuve que cortarle la descripcion de las maravillas que yo estaba disfrutando sin saberlo en el hotel para decirle que no era cuestion de dinero, sino que me marchaba del pueblo. Por supuesto si me hubiese quedado mas tiempo no se me habria ocurrido irme del hotel. Las vacaciones se me habian terminado y regresaba a mi pais. Roberto se sintio confuso: los jubilados teniamos todas las vacaciones del mundo, pero no solto nada, sabia muy bien guardar sus curiosidades para el. Le dije que dejaba tambien el coche de alquiler y que devolvia a la habitacion una manta, que habia cogido por si me sucedia alguna emergencia, y una toalla. Para ir al aeropuerto tomaria un taxi.

Roberto hizo que me bajaran el equipaje e insistio en pedirme un taxi por telefono, pero me negue en redondo. Le dije que preferia parar uno en la calle porque ademas debia hacer tiempo hasta la salida del avion. No queria por nada del mundo que luego pudieran localizar el taxi y preguntar donde me habia llevado.

– Lo siento -dije en plan de broma-. Es mi ultima voluntad.

Asi que sali del Costa Azul a las once de la manana arrastrando la maleta de ruedas y con una bolsa colgada al hombro.

Cuando estuve lo suficientemente lejos del hotel como para que nadie pudiera seguirme, le di el alto a un taxi y pedi que me llevara a la residencia de ancianos Tres Olivos. Durante el viaje mire para atras varias veces y nada. Mi decision les habia pillado por sorpresa sin que Tony se encontrara en el hotel y sin que les diera tiempo de ponerse en marcha para controlarme.

Esta vez al llegar a Tres Olivos despedi el taxi.

Me gusto el aspecto del jardin con varios tipos como yo muy abrigados jugando a la petanca, hablaban de si uno estaba mas torpe que el otro y de futbol. Me dirigi a la oficina y volvi a encontrarme con la frescachona de la vez anterior.

Hizo como que no se acordaba de mi, pero si que se acordaba y no entendi por que lo negaba, a no ser que estuviese acostumbrada a decir de entrada a todo que no.

Fui claro. Le dije que no queria ser una carga para mi hija y que si me hacian un buen precio de aqui hasta que me muriera y me daban la habitacion que habia ocupado mi amigo Salva me quedaria con ellos. Abrio la boca, pero se la cerre.

– Es usted muy guapa y muy inteligente y me gustaria pasar el resto de mis dias en un sitio donde pudiera verla, eso me alegraria mucho la vida.

– No me digas que tambien tienes buen pico como Salva.

– ?Salva tambien se quedo aqui para verte?

– Todos estan aqui por eso -dijo riendose a carcajadas.

– Esa habitacion lleva una semana ocupada -anadio un poco mas seria-, pero vere que puedo hacer para

Вы читаете Lo que esconde tu nombre
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×