aliento y huellas de dedos impresionados en las cristaleras.

Tito tenia los ojos abiertos e inquietos. Hizo ruidos como si quisiera arrancar a hablar y al no poder no tuviera mas remedio que llorar. Felix le puso el chupete y cogio el biberon y la leche de la bolsa de osos. Compro una botella de litro y medio de agua de mineralizacion baja y le pidio a un camarero nada servicial que le calentara un poco. A continuacion le pidio un cafe con leche y una ensaimada. Se fue tomando el cafe mientras le daba el biberon a Tito, pero no le apetecia tocar la ensaimada. Le repugnaba tener hambre, ?tendria hambre Julia? Se fijo en el camarero. Por muy hosco que fuese no resistiria que le pegasen un golpe fuerte en la cabeza. Si no llegaba a morir del golpe, al menos sangraria o se quedaria inconsciente como Julia. Nadie esta hecho de piedra o de hierro por duro que parezca, nadie tiene la coraza de las tortugas. A la minima nos matan o nos matamos o tenemos que estar en un hospital como este.

Un rayo de sol salia del jardin y atravesaba el cristal y se estrellaba contra la mesa. Tras tomarse el biberon, Tito empezo a llorar, tendria gases. Y al camarero no parecio hacerle mucha gracia que comenzara tan temprano el jaleo. Asi que Felix salio con el en brazos al vestibulo y paseo arriba y abajo percatandose, por pura mania de fijarse en todo, de lo que tardaban los ascensores en subir y bajar. Fue entonces cuando un paciente en pijama y bata se acerco al nino.

– Chiquitin -dijo, levantando un dedo amarillento, que Felix no deseaba que cayera sobre la cabeza de su hijo.

– Voy a cambiarle -dijo Felix emprendiendo el camino de vuelta a la cafeteria.

Pero al llegar a la mesa se dio cuenta de que el paciente le habia seguido. Le pregunto a Felix si le importaba que se sentara alli y le pidio al camarero hosco o taciturno, segun se mirase, un cafe con leche y churros. La mano le salia escualida y algo temblorosa de la manga azul claro ribeteada de azul oscuro.

– Estamos en el mismo pasillo -dijo el paciente-. Le he visto al pasar.

Felix se limito a mirarle. De pronto la imagen de Julia en la cama le angustiaba, porque Julia, ocurriera lo que ocurriera aqui y en el mundo entero, continuaba en la cama de la 407 y podria haber terremotos, maremotos y cualquier tipo de catastrofe y ella no se enteraria de nada. Tito se puso rojo y empezo a apestar, por tanto habia que subir para lavarle bien en el bano. Mientras Felix guardaba el biberon en la bolsa de osos, aquel hombre le observaba hacer.

– ?Es su mujer la que esta…?

Felix asintio. Le pidio otro cafe al camarero y la cuenta.

– Yo he tenido cuatro infartos y he estado inconsciente varias veces y ahora aqui me tiene, desayunando. ?Cuanta vida! -exclamo contemplando a Tito-. Mis hijos ya son hombres, son mayores que usted.

– Mi mujer es buena conductora, sobre todo es prudente. Asi que no se que pudo ocurrir para que se diera con un arbol. Anoche salio a buscar una farmacia y ya no volvio -dijo lamentando que cada una de estas palabras fuera completamente inutil.

Tampoco aquel hombre podia decir nada, no podia decir que no se preocupara, ni que todo volveria a ser como antes, solo podia ponerse a si mismo como ejemplo viviente de que las cosas se arreglan.

– Cuando quiera hablar conmigo, estare unos dias mas en la 403 -dijo, y dejo caer la mano transparente en la cabeza de Tito.

Dijo que se llamaba Abel. Abel a secas. Y, aunque Felix no estaba para tramites sociales, no tuvo mas remedio que darle su nombre.

Ahora, durante el camino de vuelta, Felix sabia a lo que iba, lo que le esperaba al final cuando sortease el pequeno vestibulo de entrada a la habitacion. Oyo resonar sus propios pasos por el pasillo, de la misma forma en que a veces se oye el propio corazon mientras se esta tumbado en la cama y la cama casi tiembla con los latidos. Sabia que el milagro no se habia producido. Siempre se llama milagro no tanto a que ocurra lo imposible sino a que se cumpla el deseo, porque que se cumpla un deseo es bastante dificil.

Las horas fueron transcurriendo con altibajos. Al principio se llevaron a Julia para hacerle el TAC, y luego al cabo de dos horas llego un doctor con el resultado. Primero se oyeron unos pasos cortos y rapidos y a continuacion entro el. Era el doctor Romano, de unos sesenta y cinco anos. Su recortada barba blanca y la voz grave y cuidada le daban una gran credibilidad. Era, por decirlo de alguna manera, la voz de la experiencia, que se limito a decir que el resultado era el esperado y que tendrian que tener paciencia porque podria despertar en unos dias o… en unos meses, en cualquier momento, no se podia precisar.

– Pero ?como se llama lo que tiene? -pregunto Felix tratando de controlar su ansiedad.

Parecia un coma, aunque aun era pronto para determinar que categoria de coma. Era mejor decir que estaba sumida en un profundo sueno.

Felix pregunto que podia hacer el. Y el doctor se le quedo mirando bajo sus cejas, que tambien empezaban a blanquear.

– Cuantos mas estimulos reciba del exterior, mejor. Sera bueno tocarla, darle masajes suaves, hablarle. Pero tampoco querria infundirle falsas esperanzas, nuestra comprension de las relaciones entre los procesos operados en el cerebro y la vivencia o pensamiento consciente resulta todavia muy pobre. De momento no tenemos mas remedio que esperar, observar su evolucion y confiar en que el propio cerebro se autorrepare y encuentre la forma de superar esta situacion. Personalmente quiero confiar en que los cien mil millones de neuronas de Julia no se quedaran de brazos cruzados. Sabemos que el cerebro continua activo durante el sueno. Y si Julia logra sonar todo ese engranaje, que hace que ella sea quien es, necesitara encontrar motivaciones para seguir funcionando, por lo que no es imposible que pudiera tambien encontrar alguna para despertar.

Aunque sabia que en cuanto el doctor se marchara se le ocurririan mil cosas que preguntarle, ahora la presencia de Julia convertia en inutil cualquier respuesta y cualquier explicacion que no sirviera para hacerle hablar y moverse. En este momento, el, que estaba acostumbrado a no perder de vista lo importante, solo fue capaz de pensar que la refrigeracion se habia estropeado y que apenas salia algo de aire por las rejillas.

Todo el mundo, pacientes, medicos y familiares, sudaba, asi que un operario tuvo que ir abriendo las ventanas hermeticamente cerradas con un destornillador de estrella. Del pasillo llegaba el olor de los ramos de flores que habian sacado de alguna habitacion y que habian alineado junto a la pared. Por una parte resultaba bonito, pero por otra era un intento imposible de endulzar la realidad. Felix le retiro la colcha a Julia y le bajo la sabana hasta la cintura. Tenia las mejillas sonrosadas como si hubiese estado corriendo por la playa. Se la quedo mirando, no estaba seguro de si todas las veces que le habia parecido la mujer mas guapa del mundo se lo habia dicho o solo lo habia pensado. Bajo los parpados, los ojos se le movian de un lado a otro con rapidez igual que si se hubiera despertado dentro del sueno y estuviera en pleno trabajo llevando y trayendo bebidas en la cafeteria del hotel.

La verdad era que ni el doctor Romano ni nadie podia saber que ocurria en esta mente dormida y, de sonar, el grado de confusion de los suenos. Tampoco se podia asegurar que llegase a detectar las senales de fuera como caricias o determinadas frases con un significado especial para ella. Ni era esperable que al despertar fuese a recordar algo, y en caso de recordarlo, seria un recuerdo muy vago. A veces en la prensa era noticia el sorprendente caso de alguien que de pronto despertaba a los diez anos o mas de estar inconsciente y entonces era de suponer que esa persona acababa de abandonar un largo sueno en que habia vivido una vida todos esos anos, porque en ese tiempo su mente seguiria funcionando de alguna manera, tendria sensaciones y mientras las tenia esa persona no sabia que estaba sonando y que todo lo que estaba viviendo era irreal y que al despertar se desvaneceria en su mayor parte. Pero ?que sabia nadie lo que ocurria detras de la frente? El doctor dijo que habia que procurar no convertir los intentos y buenas intenciones en ilusiones.

El sol avanzaba dentro de la habitacion volviendo dorados el suelo, el techo, el armario metalico, una silla, media cama, parte del capazo de Tito. La onda expansiva tambien capturo al doctor Romano tinendo ligeramente de rubio su pelo blanco. Lo tendria asi desde los treinta anos y por eso estaba absolutamente acostumbrado a el y no habia sentido la tentacion de cambiar el color. Pero donde el sol parecia cebarse de verdad era en la cara de Julia, por lo que Felix fue hasta la persiana para bajarla, pero el doctor lo detuvo con su extraordinaria voz.

– No, deje que sienta el calor del sol.

Y a Felix le parecio -puede que por ser lo que mas deseaba en el mundo- que a Julia la frente se le relajaba y que casi sonreia.

– Le esta gustando el sol -dijo Felix sin poder contener la emocion.

El doctor no dijo nada, parecia que ya tenia la cabeza en otro caso tal vez mas terrible que el de Julia.

– Lo siento -dijo-, tengo que irme.

Le tendio la mano a Felix y Felix se sorprendio de lo pequena que era, lo que seguramente seria una ventaja

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