ella, a anos luz de distancia. Cruzo calles mas anchas y mas estrechas. De algun bar salia olor a pavos rellenos con uvas, paellas con ostras y montanas de merengue. Hasta que se topo con los carros metalicos y los coches entrando y saliendo del parking. Al llegar ante unas puertas de cristal, estas se abrieron del mismo modo que alguna vez uno espera que se le abran las puertas del mundo o del cielo. Cogio una cesta de mano. Puso en ella unas servilletas de papel y un paquete de galletas y se dirigio a la zona del agua embotellada, la leche, el aceite. Abrio una botella de Solan de Cabras de medio litro y se la bebio, luego la puso en la cesta por si las camaras de seguridad la estaban grabando. Saciada la sed, deambulo por los pasillos y en el area del papel higienico, las servilletas de tisu y los paquetes de clinex oculto la botella vacia detras de los rollos de papel absorbente para la cocina. Era casi imposible que alguien advirtiera la maniobra. Cualquiera podria dejar alli una botella sin darse cuenta, distraidamente, pensando en otra cosa.

El aire acondicionado convertia aquel sitio en un oasis. De la seccion de jardineria llegaba un reconfortante olor a humedad y sintio un agradable escalofrio. Y aun seria mejor si en lugar de cargar con el peso de la cesta empujara un carro. Se alzo de puntillas para otear el horizonte. A la altura de Menaje para el hogar descubrio un carro semivacio. Fue hasta alli. Dentro unicamente habia un juego de sartenes y nadie a la vista. Dejo la cesta sobre un microondas y comenzo a deslizar el carro hasta los expositores de Textil. Alli, a los pies de unos pijamas, deposito las sartenes que alguien habia elegido un rato antes, y ya libre de cacharros comprometedores en el carro se interno en Alimentacion.

Nadie podria pedirle explicaciones, nadie podria probar que aquel no era su carro, del mismo modo que ella no podia probar que era la titular de su cuenta corriente. De pronto Julia se encontraba en la acera de los que roban en los supermercados y hacen estas cosas y ya era casi imposible cruzar de nuevo al otro lado. En la charcuteria compro doscientos gramos del mejor jamon de york y se lo fue comiendo mientras examinaba las latas de conservas. Dejo algo en el paquete para que en caso de haber sido observada no sospecharan que no iba a pagar. Siguiendo la misma tactica, se tomo unas cerezas y un yogur liquido natural descremado a la altura de los estantes dedicados al aceite y el vinagre. Mientras se bebia el yogur, cerro los ojos un momento e imagino que estaba en la terraza del apartamento acariciada por el frescor de la brisa y que oia junto a ella una conversacion de Felix con alguien que Julia no conocia y los ruidos tipicos de Tito con el chupete. Habria jurado que por un instante su espiritu se habia separado del cuerpo y habia llegado por si solo a la vida verdadera, pero que como tal separacion no podria prolongarse porque entonces ella moriria, no habia tenido mas remedio que regresar y fundirse con los huesos, la piel, la vista y el tacto.

Podria seguir comiendo, pero ya no por hambre, sino por la inseguridad de poder hacerlo en el futuro, asi que decidio quedarse con el sabor del yogur. Sin embargo, recordaba haber visto de pasada bragas en Textil, que ahora necesitaba casi tanto como comer. Por tragica que fuese la situacion no podia estar mas tiempo sin cambiarse. No se molesto en esconder el envase del yogur, le parecio mas natural dejarlo en el carro.

Habia ofertas de tres camisas de caballero al precio de una, y cogio una de cuadros tostados, una azul claro y otra roja, que Felix solo se pondria para ir a la playa porque en el asunto del vestir sus gustos eran muy precisos aunque fuesen sobrios y normales hasta el aburrimiento. Levis 501 azul noche con camisas anchas por el codo o polos, de colores azul oscuro, granate o de pequenos cuadros negros, el pelo ni muy corto ni largo, pero siempre sin patillas, gafas con una ligera montura metalizada. En los pies, nauticos en verano y zapatos marrones o negros con cordones en invierno. Abrigo de pano beige, bufanda marron y trajes oscuros de lana fria. Calcetines de canale de seda, panuelos de algodon egipcio. Los calzoncillos tenian que ser blancos y las zapatillas de andar por casa no podian estar abiertas por el talon. En cuanto a colonias no soportaba las tipicas fuertes masculinas, preferia una sencilla de lavanda de las que venden en frascos de litro. Por no hablar del cinturon, reloj, cartera. No le gustaba llamar la atencion, ni destacar, ni que se acordaran de el en los restaurantes o las tiendas, lo que facilitaba mucho su trabajo. Segun el, habia que aprender mas de la naturaleza, como los animales tienden a revestirse con trajes de camuflaje para sobrevivir. En definitiva, que Julia nunca habia podido regalarle nada.

Busco un pack de bragas de algodon con forma de bikini, que le sirvieran tambien para banarse en el mar. Fue un pensamiento involuntario, si hubiese podido controlarlo jamas lo habria tenido. ?Como podia pensar en banarse cuando aun no habia encontrado a su marido y su hijo?

Echo el pack en el carro sobre las camisas. Debia actuar deprisa. Abrio el paquete de bragas y poniendo como pantalla una camisa cogio unas blancas, y mientras se agachaba a abrocharse las zapatillas se las metio dentro del pantalon. Se levanto y empujo el carro hacia la zona de jardineria. Empezo a mirar plantas. Una orquidea por aqui, una flor de pascua por alla, unos bonsais. Se alejo hasta los libros y de alli hasta las cajas, ante las cuales se habian formado colas considerables. Abandono el carro en la zona de paso entre las cajas y las conservas fingiendo que iba a coger algo que se le habia olvidado.

Salio por la entrada sin que con el barullo nadie reparase en ello. Y por fin ya estaba en la calle, despues de darse un festin y con ropa interior nueva. Volvio a echar de menos las gafas de sol. Los edificios parecian de goma blanca en medio de un silencio aplastante. El sitio hacia el que ahora se dirigiria seria de nuevo la sucursal bancaria.

Claro, por esto se habia hecho imprescindible para el ser humano tener un hogar, un techo, para no tener que estar buscando constantemente destinos a los que ir. No se puede estar en la calle todo el santo dia sin ir a ninguna parte. Ahora entendia por que los hombres prehistoricos no paraban de andar, de avanzar, para no quedarse quietos en medio de la nada. Ella en este momento era una mujer desplazada del clan y debia buscarse la vida como pudiera y debia buscar senales que la condujesen a su familia.

Tal como se temia, las persianas de la sucursal continuaban cerradas y no se apreciaba ningun movimiento en el interior. Por tanto, nada la retenia alli y debia seguir hacia algun otro lado, que seria el puerto.

Los locales por los que pasaba ya le eran familiares. La ferreteria Santo Domingo, la terminal de autobuses, la peluqueria Espejos, la cafeteria Bellamar y el restaurante Los Gavilanes. Entro en el restaurante, donde hacia mas frio que en el supermarket, de hecho los pocos clientes que quedaban llevaban puestos chaquetas de lino y jerseis finos de perle. Estaban eternizandose con los licores y los puros y las risotadas. Los camareros muy atareados recogian las mesas. En algunas habian dejado suculentas propinas.

Era el lugar perfecto para usar el bano. Se dirigia hacia alli cuando el encargado se materializo ante ella. Lo mal vestida que iba le sorprendio menos de lo normal, una licencia de los lugares junto al mar, en que el viento, el sol y las ganas de comodidad parece que igualan a la gente. No obstante este encargado que si llevaba traje oscuro le cerro el paso.

– Queria hacer una reserva para… el domingo que viene a mediodia -dijo Julia, improvisando algo nuevo.

– ?Cuantos seran? -pregunto el dirigiendose a un pequeno escritorio donde habia un cuaderno abierto abarrotado de nombres.

– Ocho -dijo-. No, mejor nueve. Si, nueve para mayor seguridad. Me gustaria aquella mesa de alli, junto a la ventana.

– Lo siento -dijo el maitre-. Aquella esta reservada.

– Vaya, ?que pena! -dijo Julia, sintiendolo casi de verdad, porque era el mejor sitio de todo el restaurante.

– Podemos prepararles dos mesas en este otro lado. Estaran comodos, creame.

– Perfecto -dijo Julia-. Tomaremos salmon relleno de higos y una paella con ostras y uvas para las dos y media.

Dio su propio nombre y el numero de movil de Felix porque cuando a las tres de la tarde no se hubiese presentado nadie, antes de ocupar las mesas, llamarian a ese movil y, de contestar Felix, el a su vez dejaria un mensaje para ella o se presentaria corriendo en el restaurante y todo se arreglaria. Habia elegido el nueve por ser el numero del piso de Madrid.

De acuerdo, se dijeron, a las dos y media, y Julia por fin pudo entrar en el bano.

Las paredes eran de piedra o la imitaban, el caso es que tenia el frescor de una gruta. Orino y se cambio de bragas. Dudo si tirar las usadas o lavarlas y opto por lo segundo. Los senos de los lavabos si que eran de piedra autentica. Del grifo de laton dorado caia un chorro que se estrellaba contra la piedra, a la que solo le faltaba algo de musgo. Echo jabon en las bragas y las froto, apenas se veian entre la espuma. Tambien habia toallas individuales de verdad, no de papel, que una vez usadas debian arrojarse en un cesto y se metio una en cada bolsillo. A continuacion sujeto por los bordes las bragas lavadas bajo el secador de manos. El aire las balanceaba alegremente cuando entro una senora vestida de blanco de arriba abajo y al ver la escena abrio la boca a punto de decir algo, pero se contuvo. Y Julia decidio irse antes de que saliera. Al pasar junto a la mesa recien

Вы читаете PresentimientoS
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату