abandonada por los de los puros cogio un billete de veinte euros de una propina incalculable y prefirio no mirar a los lados ni atras por si alguien la habia visto. Era rica.
Felix
Segun recorria los pasillos del hospital, le iba invadiendo una oleada de miedo, de sombras, de destino marcado. Hacia tantas horas que no veia a Julia. La verdad era que podria haberlo comprado todo mucho mas deprisa y no detenerse por ejemplo a mirar los precios en el supermercado. Pero se dejo llevar por la sensacion de que alli no habia ocurrido lo de Julia, de que en aquel mundo con un olor superficial que no olia a nada en concreto, sino a todo un poco, no existian las tragedias. Por un segundo en la seccion de drogueria, tras revisar la variedad de esponjas del fondo del mar, de champus de todos los aromas y cepillos del pelo redondos, planos, de puas, los tipos de geles y de desodorantes con alcohol y sin alcohol, en crema y en spray, la mente se le quedo en blanco de la misma forma que una pizarra que se borra. Tito se habia dormido en el carro sobre un monton de toallas, que iba a comprar para ir tirandolas segun se ensuciaran. Circulaba despacio, contemplando las ofertas de Nescafe, sartenes y banadores que iban surgiendo a su paso. No queria salir de alli. Se habria quedado en este blando regazo hasta que la pesadilla terminara.
Andaba por el pasillo con dos bolsas de plastico del supermercado colgando de la mano derecha, mientras que el lado izquierdo estaba ocupado por la bolsa de los osos, que pendia del hombro y por Tito, que le acababa de manchar la camisa que se habia puesto limpia al regreso de la compra con un pequeno vomito. Tambien Tito parecia percibir de algun modo que se acercaban al desastre, a aquello que no se arregla por el mero hecho de que uno desee con toda su fuerza que se arregle.
Algunos de los que esperaban en las puertas de las habitaciones que su vida volviera a ser como antes le saludaron con la cabeza, otros lo observaron de refilon. Las enfermeras y sanitarios en general del punto de control no le prestaron atencion porque estaban distribuyendo en bandejas metalicas pastillas que luego los enfermos se tomaban confiadamente, asi que Felix penso que seria mejor para todos no distraerles preguntando por Julia, abandonada tantas horas sin ella saberlo.
Aun le quedaba el pequeno vestibulo, que suponia el ultimo tramite para llegar a la verdad. Y mientras lo recorria le dio tiempo de considerar la maravillosa posibilidad de que ya hubiese despertado y la encontrase con los ojos abiertos. Pero fue cuestion de dos segundos toparse con la amarga realidad. El tiempo no habia pasado para Julia. La misma postura, los ojos cerrados, la respiracion de repente agitada como si estuviera corriendo dentro del sueno, y luego tranquila como si ya hubiese parado de correr. Julia sonaba, estaba seguro. Aun asi, una sacudida de impotencia y decepcion le desanimo profundamente. Por eso, aunque noto la presencia de otra persona en la habitacion no se volvio para saludarla. Dejo las bolsas del super en el suelo y se quito del hombro la bolsa con las cosas del nino.
– Hola -dijo esa otra persona a su espalda.
Era quien instintivamente habia pensado que era, Abel, el paciente de la 403 que habia conocido en la cafeteria. Estaba sentado en la otra cama con la misma indumentaria hospitalaria de la vez anterior. Felix busco el capazo con la mirada. Estaba sobre el sillon. Con toda seguridad lo habia puesto alli este hombre metomentodo, cuyo armazon de huesos logro milagrosamente ponerse en pie y acercarse a Tito con un dedo alargado con exageracion por la delgadez levantado, que habria dejado caer sobre su cabecita de no apartarle Felix rapidamente. Por lo menos parecia que ya habian arreglado la refrigeracion y le paso a su hijo la mano por la cabeza para quitarle cualquier resto de sudor y que no se acatarrase.
– He venido para hacerle compania a Julia. Se llama Julia, ?verdad? No tienes por que preocuparte por dejarla sola. Mientras yo este aqui puedes contar conmigo.
Felix tendria que haberle dado las gracias, pero no se las dio porque el no le habia pedido que cuidara de su mujer. Era una atribucion que se habia tomado el solo. Mas aun no le agradaba que un desconocido estuviese a solas con Julia, aunque tampoco queria echarle a patadas porque no sabia si le necesitaria en el futuro, ni estaba seguro de que no fuese mejor para Julia que alguien la observara por si de pronto sufria una crisis. Preferia disponer de mas datos objetivos para tomar una decision, mientras tanto, adopto una posicion neutra. Ni de rechazo, ni de entusiasmo.
– Tu situacion no es facil, tienes que atender a tu hijo, ?como se llama?
– Tito, y si manana Julia sigue igual no tendre mas remedio que llamar a su madre.
– Si, lamentablemente estas cosas no se pueden mantener en secreto -se dijo el hombre a si mismo abriendo alguna enigmatica puerta de su propia vida.
Su aspecto indicaba que habia estado muy enfermo y que una corriente de aire podria matarlo. La delgadez le habia compensado con una gran nobleza en el rostro. Cara alargada y nariz aguilena, ojos hundidos y despiertos a pesar de todo. En la nariz se veian las huellas de unas gafas, que no llevaba. Tenia aire quijotesco y de entrada inspiraba confianza. Todo se debia a la gran influencia de la fisonomia a la hora de hacer una valoracion sobre gente que no conocemos. Segun estos patrones en que se valora desde el tamano de las orejas o si el labio inferior es mas grueso que el superior hasta la forma de los parpados, su retrato descubria a un hombre de honor, digno y de una fuerte sexualidad contenida en sus labios flexibles y tirando a rojos, lo que combinado con dotes de mando y liderazgo y la ambicion de poder que se desprendia de su forma de sentarse con la cabeza echada hacia delante y las piernas separadas era como para no tomarselo a broma. Aunque a decir verdad Felix nunca habia llegado a confiar demasiado en estos analisis, sabia que por mucho que se intentara no se llegaba a conocer a la gente, incluso el mismo sujeto podia sorprenderse a veces de sus propias reacciones. Por eso los vecinos de los asesinos casi nunca sospechan de ellos por el simple hecho de que matar parece que no encaja con su cara y modales.
– La han lavado y le han dado de merendar, bueno… lo que ellos llaman en estas circunstancias merendar. Hortensia, la enfermera, le ha dicho para animarla que era salmon relleno de higos, ostras y uvas. Esperemos que sepa lo que hace. Para entretenerme, he puesto la television, pero habia una pelicula de crimenes y la he quitado.
– ?De verdad cree que puede oir, que puede oirnos?
– Por si acaso no le he contado nada que pueda inquietarle. La armonia y las palabras favorables no le hacen mal a nadie.
Comenzo a sacar de las bolsas del supermercado todo lo que habia traido para Julia. Luego alzo la mano hacia la rejilla del aire para comprobar que de verdad salia frio. Abel observaba la operacion sentado en la cama vacia con los brazos escualidos alrededor de una rodilla, dando a entender que en esta ocasion se recogia, que se protegia. El ruido de unos zuecos le hizo desviar la vista hacia la puerta, de donde surgio Hortensia, con aire resuelto y de poder entretenerse lo justo en cada habitacion. Se puso las gafas que le colgaban sobre el pecho y dirigio la vista a la bolsa de suero de Julia. Fue hacia ella y la regulo, lo que le hizo sospechar a Felix que hasta ahora no hubiese estado tomando la dosis apropiada. A continuacion Hortensia miro a Abel.
– ?Llevo toda la tarde buscandote! ?Vamos, tienen que hacerte un electro!
Probablemente hablaba asi de alto mitad en plan sargento y mitad en plan desenfadado para darles vidilla a los enfermos. El caso es que cuando se marcharon, Felix se sintio mas solo que nunca y tuvo que reconocer que preferia la compania de este Abel metomentodo a quedarse en el silencio de Julia. La luz de estas horas de la tarde ponia reflejos plateados aqui y alla. Le dio el sonajero a Tito y le cogio una mano a Julia. La llamo por su nombre.
– Si me oyes -dijo- enviame una senal. Haz algun gesto. Aprietame la mano o respira mas fuerte.
Para su gran sorpresa no la tenia inerte, sino que respondio oprimiendo ligeramente la suya ?o habia sido el mismo?, lo importante ocurre tan deprisa que siempre queda alguna duda. Lo que parecia cierto es que la respiracion se le agito y los ojos se le movieron mas rapido. Entonces Felix dijo: «?Estas aqui? Por favor, hablame. Di algo».
En este segundo comprimido como un atomo Felix sintio lo que iba a pasar, Julia reuniria fuerzas, su cerebro se reorganizaria y despertaria. Parecia que con este gesto Julia le habia dicho, no te preocupes y ten paciencia, en cuanto pueda abrire los ojos. Fue un segundo euforico, el segundo que necesitaba. Ahora podia mirarla sin miedo y pensar en ella abiertamente.
Tuvo la sensacion de que todo su pasado anterior a ella, de nino, de joven, de estudiante, se guardaba en un lugar apagado de la memoria, una especie de cueva sin mucha luz. Sin saberlo, sin sospecharlo siquiera, habia estado esperando que ella llegara a su vida para que se encendieran las luces y el mundo se pusiera en movimiento. Aunque en realidad solo habian estado dos anos juntos. Y echando la vista atras parecia imposible,