vez que ocurria, pero no queria desvelarse y continuo con los ojos cerrados. No habia nada que temer, no habia nadie mas que ella en el coche, de eso no cabia duda, lo que no impedia que fuera una sensacion demasiado rara, desagradable, asi que resguardo el pie. Desde que se encontraba en esta extrana situacion notaba con frecuencia respiraciones a su lado o que una mano le pasaba por la espalda. A veces como si le soplaran. Sentia de pronto algo fresco en la frente o algo humedo en la mano. Daba la sensacion de que hubiese gente invisible a su alrededor.
Estaba tan cansada que enseguida se fue quedando dormida mientras pensaba que todo eran aprensiones, una manera de no estar sola, quiza. Sin embargo, al rato -un rato que pudo consistir en dos o tres horas- oyo una voz.
– Julia, no estas sola. No debes temer absolutamente nada. Mi nombre es Abel y estoy contigo. Todos nosotros estamos contigo.
Entreabrio los ojos. La voz la habia despertado. Sin embargo, no estaba sonando con ningun Abel. ?Quien era ese Abel? Su voz habia llegado en el mismo tono de fondo en que llegaban el ruido de las olas o el mas lejano de los coches. Salto a los asientos delanteros y encontro en la guantera un boligrafo y una factura de la gasolinera, en cuyo reverso escribio la frase de Abel. «Todos nosotros estamos contigo», habia dicho.
?Quienes eran todos nosotros? Ahora si que se habia desvelado. Volvio atras y se tumbo con las manos en la nuca. El aire entraba mas frio aun por las rendijas de las ventanillas y la manta no le molestaba.
«Todos nosotros» debian de ser esos seres que le tocaban el pie, la espalda, la cara, el pelo, que respiraban a veces a su lado. Podrian ser almas sin cuerpo, almas perdidas. Aunque mejor que almas, espiritus, porque los espiritus serian como las personas, pero invisibles, no estarian desgajados del cuerpo como el alma. Las almas sin cuerpo daban pena, pero no los espiritus. Los espiritus eran algo asi como la esencia del ser humano. Tambien podria ser que significasen lo mismo el alma, el espiritu y un angel.
Los angeles eran seres superiores porque ellos podian descender hasta los humanos, pero los humanos no podian ascender hacia ellos. Era muy reconfortante pensar en angeles. Seria maravilloso que realmente fuesen angeles quienes cuidasen de Julia, quienes le pasaran la mano por el pelo y le hicieran compania. Aunque pensandolo bien, era mas facil creer en un espiritu que en un angel. Un angel estaba comprobado que era un ser imposible con su enorme esternon para sostener unas gigantescas alas, que no necesitaba porque al ser seres superiores se desplazarian de una manera inimaginable para los humanos, y por eso el ojo humano no podia captarlos. Y cuando de alguna manera se lograba verlos, no se sabia que eran ellos.
Un espiritu podria ser un ser que existiese en otra dimension. Aunque alguien que se presentaba con su nombre tenia mas pinta de angel que de espiritu. Los nombres de los angeles eran muy conocidos mientras que los espiritus eran anonimos. El angel Abel. Abel tambien podria ser un arcangel, que seria mas o menos un jefe de angeles, y por eso le hablaba a Julia de «todos nosotros».
Pero ?tan importante era Julia como para que se ocupara de ella un ejercito de angeles? ?Que habia hecho de bueno en la vida? Practicamente nada, tampoco malo. No habia matado a nadie ni habia salvado a nadie. No tenia grandes sentimientos ni grandes ideas, ?por que iba a fijarse en ella ningun angel? No se tenia por especial o diferente. No se consideraba mejor que los demas. Claro que el angel era Abel, no ella. El arcangel Abel con unas impresionantes alas de plumas blancas.
Quienquiera que fuese no habia llegado hasta ella para hacerle dano. Incluso aunque fuese fruto de su mente, el proposito seria ayudarse a si misma en esta dificil situacion, asi que volvio a cerrar los ojos y a quedarse dormida. Que me toquen, rocen y hablen todo lo que quieran, penso, si lo hacen por algo sera.
Felix
Estaba seguro de que Julia habria querido que esperase todo lo posible para llamar a Angelita, su madre. Pero este segundo dia por la noche, a eso de las once, y cuando Abel se marcho definitivamente a los que el llamaba sus aposentos, penso que ya no podia esperar mas. Tampoco Julia habria querido que por telefono le contase todos los detalles, solo lo basico, que habia ingresado en el hospital y que le estaban haciendo pruebas, callandose el hecho de que aun no habia recobrado el conocimiento, ni siquiera que lo habia perdido. Asi que Felix hablo lo mas rapido que pudo con ella para no darle tiempo a preguntar. Angelita, tal como Felix se temia, insistio en venir a ver a su hija, y no pudo hacer nada por disuadirla. Le dijo que no podia responsabilizarse de ella, y ella le contesto que estaba acostumbrada a cuidarse sola y se la imagino con la medalla que llevaba colgada del cuello en que se indicaba el grupo sanguineo y los medicamentos a los que era alergica por si se desvanecia en la calle, y el aparato de la cruz roja con un gran boton rojo en la mesa del salon de su casa para pulsarlo en caso de que se encontrase mal. Tambien le habian colocado una cartulina al lado del telefono con los numeros en grande de las urgencias y las ambulancias, y el movil estaba preparado para que pulsando una tecla le llegara a Julia una alarma por si acaso no le daba tiempo de alcanzar el boton rojo o se resbalaba al ir a comprar el pan o sufria un mareo en cualquier momento. Vivia rodeada de tantas senales de socorro que parecia milagroso que sobreviviera.
Segun lo esperado, tardo un rato largo en ir a buscar un boligrafo para apuntar la direccion del hospital y luego para escribirla. La del apartamento era tan complicada que Felix desistio de darsela. Le dijo lo mas lenta y claramente que pudo que le era imposible ir a buscarla al aeropuerto, por lo que tendria que tomar un taxi hasta el hospital, que le costaria unos cincuenta euros, y que una vez alli tendria que encontrar la habitacion 407.
– No lo olvides -le dijo-. La 407. Si tienes algun problema llamame al movil.
Angelita se despidio con un adios titubeante, como si hubiese algo que no habia quedado claro, pero que aun no sabia que era.
La llegada de su suegra suponia un problema mas y no podia evitar que la idea le inquietara. Ni siquiera sabia si su presencia le vendria bien a Julia, porque para Julia su madre significaba atadura, responsabilidad, preocupacion y sentimiento de culpa si dejaba de preocuparse por ella.
Estaba seguro de que a la Julia despierta no le haria ninguna gracia que su madre viniese sola, pero ahora la que necesitaba ayuda era ella y su madre de setenta y nueve anos tendria que arreglarselas. En cuanto a la Julia dormida era imposible aventurar que veria dentro de su propia cabeza, que en definitiva segun el doctor Romano era donde acababa todo lo que esta fuera.
Tercer dia
Felix
El doctor Romano, tras preguntarle como habia pasado Julia la noche, se levanto de detras de la mesa. Llevaba la bata blanca puesta sobre una camisa azul recien planchada con corbata de rayas, mientras que Felix, como ya iba siendo habitual, se presentaba ante el sin afeitar y con los pantalones arrugados. Le dio la mano, le dedico un gesto especial a Tito y volvio a su sitio. Abrio la carpeta que tenia ante el. A Felix el corazon empezo a latirle mas fuerte. No sabia por que le asustaba mas la Julia de los informes que la que yacia en la cama. Y empezo a dar pasos y a moverse como si tratara de calmar a su hijo, que por una vez se encontraba en sus brazos, inusualmente tranquilo, observando con el chupete puesto al doctor cuya voz parecia hechizarle.
Romano era muy serio y casi podria asegurarse que no se habia reido en toda su vida, tal vez si internamente, pero no con la cara. Y al comenzar a leer, en un mas dificil todavia, su seriedad se reconcentro. Todo venia a confirmar que Felix ahora era un habitante del lado grave de la vida y que asi era considerado y asi era mirado y en ese tono se dirigian a el.
– Se ha avanzado mucho en el terreno del cerebro y de la mente -dijo el doctor-. Sabemos que es una central electrica con millones de conexiones, que aun estamos averiguando como funcionan. Imaginese un bosque muy espeso en que las ramas se entrecruzan unas con otras y apenas dejan entrar la luz. Imaginese una selva tan tupida que apenas se puede avanzar por ella, y un firmamento oscuro, insondable y cuajado de pequenas estrellas.
Precisamente por encontrarse dentro de nosotros, ese universo es aun mas dificil de explorar. Y la dificultad para saber que lo hace trabajar para dotarnos de una vida trascendente es lo que ha creado la ilusion de lo sobrenatural.
Felix lo escuchaba con total atencion. Se imaginaba a la perfeccion la central electrica con las torres y los cables y un bosque sombrio donde uno podria toparse con cualquier cosa, una selva enmaranada y el cielo en una