por los coches que iban camino de la playa. Bajaban del interior, de la sierra de Gata, de las urbanizaciones mas alejadas y del centro del pueblo. Asi que llego al hospital media hora despues de lo planeado. No habia dormido bien pensando en Julia. Por lo menos cuando la tenia ante la vista no le daba tantas vueltas a la cabeza. Miro el movil por si le habia llamado su suegra. Tito, ?vas bien?, dijo lo mas alegremente que pudo observando a su hijo por el retrovisor. Tito agito las piernas y los brazos como si quisiera deshacerse del cinturon de seguridad. Felix puso musica y le hablaba de vez en cuando para que se entretuviera durante el atasco y porque, aunque ahora no entendiera nada, mas tarde todo lo que fuese entrando en su cabeza le ayudaria a entender otras cosas. Se reservaria en lo que Romano llamaba la memoria limbica.

Aparco con ese pequeno temor con que siempre aparcaba, el temor a lo desconocido, a lo que hubiese ocurrido en su ausencia al final del pasillo de la cuarta planta. Se sentia prisionero de este corredor, pero si lo pensaba bien nunca habia sido lo que se dice libre y nunca lo seria. ?Por que? No sabria explicar por que era como era, por que nunca sacaba los pies del tiesto, por que no tenia ganas de divertirse locamente, por que no llegaba a dar un punetazo en la mesa. Le habria gustado parecerle a Julia mas fuerte, mas energico, pero no habia sabido como y la ocasion habia pasado. Estaba ya cerca de la habitacion cuando Abel le salio al paso con su familiar pijama azul, del que sobresalian los picos de los hombros, los picos de los codos y de las rodillas.

– Tienes visita. Una senora mayor. Diria que es mayor que yo.

– Es la madre de Julia.

Tal como Felix esperaba, Abel abrio un poco mas los ojos, dejando ver el gris de la vejez.

– ?Su madre? ?En serio?

– Si -contesto Felix, cortando cualquier tipo de comentario. Su madre.

– ?Sabe?… ?Sabe algo? -pregunto Abel ya junto a la puerta. Y no contento con el interrogatorio levanto la blanca mano huesuda, la hizo gravitar sobre la cabecita de Tito y finalmente la poso alli-. Me he presentado - continuo en voz baja-. Y me ha preguntado, pero me he hecho el tonto.

– Gracias -dijo Felix sin estar seguro de no haber deseado que otro pusiera a su suegra al corriente de la situacion de Julia.

Angelita estaba sentada en el sillon con la vista dirigida hacia el armario metalico. Se notaba que habia ido a la peluqueria antes de venir y que le habian ahuecado el peinado lo mas posible. Era blanco con un interior azulado. Parecia una nube. Tambien llevaba un vestido ligero, con dibujos blancos y negros y unos zapatos blancos con un tacon demasiado alto para ella. Lo primero que hizo al levantarse fue coger a Tito en brazos. Hablaba en voz baja.

– Llevo aqui casi una hora y no se ha despertado.

A continuacion hizo el amago de salir al pasillo para seguir alli la conversacion, pero Felix la detuvo.

– No puede oirnos. Esta inconsciente o en coma, que debe de ser lo mismo con alguna diferencia. A veces me ha dado la impresion de que aprieta la mano.

Angelita se desplomo en el sillon con el nino en brazos. Su mirada imploraba algo, tal vez una mentira.

– Asi estan las cosas -dijo Felix-. No sabemos cuando despertara, si sera dentro de un rato, manana, en meses…

– Pero ?que ocurrio?

– Un accidente. No estoy seguro. Iba en el coche sola. Ademas, da igual lo que ocurriese, ya no se puede hacer nada para cambiarlo.

Felix desvio la vista de la cara de ansiedad de su suegra. En todos estos dias por mucho que tratara de concentrarse no habia logrado determinar que penso al llamarla sin que contestase y que penso cuando la policia lo llamo a el. Solo recordaba con toda claridad que intuyo que algo malo le habia sucedido y no solo porque las circunstancias lo indicasen, sino porque por algun medio Julia se lo habia comunicado. Y esto era algo que el jamas podria explicarle a nadie. El caso era que supo que Julia no volveria al apartamento porque ella se lo dijo sin palabras, ni siquiera con un pensamiento que el pudiera leer, sino de otra manera, con algo parecido a una sensacion, como cuando notas que una sombra pasa al lado o que alguien te esta observando o mejor aun, cuando piensas sin pensar, cuando te despiertas y sabes que estas despierto sin pensar en ello o cuando alguien te toca y sientes un escalofrio. Y, sin embargo, nada de esto era comparable con la forma de anunciarle Julia que le habia sucedido algo grave. Fue una impresion en la mente, una revelacion, una manera de captar algo, no con los sentidos, no con el corazon, sino solo con la mente. Lo que podria significar que Julia estaba tan dentro de su cabeza que establecia con ella relaciones de una gran complejidad combinatoria.

Angelita sujetaba a Tito con sus flacas munecas. Estaba muy delgada, lo que desesperaba a Julia, a quien siempre le rondaba un enorme sentimiento de culpa por haberla abandonado en su casita con jardin de Villalba para marcharse a vivir con Felix a Madrid. Algunas veces mientras cenaban se quedaba mirando melancolicamente por la ventana y en ese momento Felix sabia que Julia estaba imaginando a su madre sola en el mundo. Entonces Felix retiraba los platos solo para levantarse y no caer en la tentacion de sugerirle que la trajera a vivir con ellos. Seria la solucion mas comoda, pero de ningun modo la mejor. Incluso olvidandose de si mismo creia que Julia tenia derecho a vivir su propia vida. Y ahora aqui estaba Angelita, enfrente, con Tito entre sus fragiles brazos.

– No puedo verla asi -dijo Angelita y empezo a llorar.

A Felix no le conmovio lo mas minimo porque ya estaba demasiado conmovido por Julia. Podria haber pensado, pobre mujer, pero no lo penso porque no queria desperdiciar ni un gramo de compasion en alguien que no fuese su mujer. Por una vez lo que hiciese o dijese Angelita no podia influir en el animo de su hija.

Aunque su madre y Julia no se parecian nada fisicamente daba la impresion de que con el tiempo acabarian pareciendose. En cuanto al padre, no se podia saber con certeza como habia sido. Lo que Julia habia afianzado en la memoria venia a traves de su madre. Felix fue al raquitico bano de la habitacion y corto un trozo de papel higienico para que su suegra se secara las lagrimas.

Le arranco a Tito de los brazos para que se sonara a gusto y oyo los zuecos de Hortensia, que entro como un vendaval.

Jamas se habia encontrado Felix tan protegido por nadie como por esta mujer hasta ahora desconocida, guardiana del mundo en que habia aterrizado sin querer, como si su nave se hubiera desviado del rumbo previsto para estrellarse contra este hospital en medio de la noche.

– ?Como esta nuestra Julia? -dijo muy alto y alegremente deteniendose ante ella.

No miro a Felix, ya conocia la respuesta. Le tomo la tension, le regulo el suero y le inyecto algo por la canula.

– Ahora traeran la comida -le observo la frente-. La herida va cicatrizando bastante bien.

– Pobre hija mia -exclamo Angelita restregandose el papel por los ojos tan fuerte que le dejo los parpados rojos.

Hortensia la miro con rapidez, pero con atencion.

– ?Es usted su madre? -tampoco esta pregunta necesitaba respuesta-. Procure hablarle de cosas que sepa que le gustan. Recuerdele el colegio, los veraneos. Leale algun cuento de los que le leia cuando era nina. Hablele de su hijo. Por cierto, no conviene que el nino pase aqui tanto tiempo.

Cuando Hortensia salio, Felix y Angelita se acercaron al borde de la cama de Julia y se inclinaron sobre ella como sobre un pozo, un precipicio, un abismo. Ese dia llevaba el sedoso camison color melocoton y parecia que de un momento a otro estiraria los brazos y se desperezaria. Pero por mucho que la miraban y la miraban no ocurria lo que debia ocurrir. El mundo seguro de los zuecos se iba alejando. Tito estaba contento, agitaba los brazos y se reia. Por fortuna para el, no sabia lo que estaba viendo. Y tampoco Felix sabia lo que su mujer veria dentro de su propia cabeza.

Julia

Tenia pensado volver a preguntar a la comisaria y de camino entraria en alguna de las pequenas tiendas que bordeaban el paseo maritimo y compraria una botella de agua de litro y medio, solo pensar en el agua le hacia ya morirse de sed, y localizaria algun telefono para llamar de nuevo a Felix. Si la llamada como ya era costumbre no resultaba continuaria hasta la comisaria y si alli no habia noticias cogeria el coche, lo llevaria a la gasolinera mas cercana, le pondria diez euros de gasolina e iria al hospital de la Seguridad Social, que es donde Felix habria acudido si pensara que ella habia sufrido un accidente. Despues Dios diria.

Mas o menos todo fue ocurriendo segun lo esperado. Compro la botella de litro y medio mas barata, que le dieron metida en una bolsa de plastico donde iria guardando sus nuevas adquisiciones. Antes de pagar, se peino

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