era milagroso que se dieran las combinaciones necesarias para que existiera una primera vez, que ocurriera algo para que el pudiese descubrirla en este mundo lleno de millones de personas casi todas iguales.
Fue en el hotel Plaza.
Era un dia de invierno y en la aseguradora estaban preocupados por el robo de una joya cometido en una de las habitaciones. Asi que Felix prefirio ir personalmente a echar un vistazo. Se trataba de unos clientes muy buenos en el sentido de ricos. Habian asegurado en su compania casi todas sus propiedades, casas, joyas, coches, caballos, cuadros, un yate. Eran unos ricos a la antigua usanza, cuyas propiedades no eran solo inversiones sino diversiones. Repartian el ano entre sus distintas casas, montaban a caballo, viajaban en el yate cada dos por tres y lucian joyas y buen aspecto en numerosas fiestas. Felix no sabia de donde sacaban el tiempo para disfrutar todo lo que tenian. En esta ocasion habian ocupado una planta del hotel para preparar la boda de su hija pequena.
Se llamaba Rosana y era rubia y grande. Tenia unos ojos claros verdosos rasgados pero pequenos para la cara en que se encontraban encajados de piel rosacea y aspera. La frente estrecha, los labios finos y la nariz carnosa daban la impresion de que podria enfadarse enseguida. Tendria de dieciocho a veintidos anos y los dientes superiores infantilmente separados le daban aire de nina grandota, descontenta con todo, y que probablemente los padres querrian quitarse de encima de la forma mas natural posible, casandola. La mision de Felix era encontrar una diadema de oro blanco y brillantes que Rosana iba a lucir el dia de la boda y que habrian robado de la caja fuerte de la suite. La diadema habia pertenecido a su bisabuela y ademas del valor metalico poseia un valor sentimental y la aseguradora tenia un interes especial en que apareciera porque, como el padre de Rosana decia, ningun dinero podria sustituirla.
Se notaba que Alberto Cortes -a quien la gente del hotel llamaba don Alberto-, el padre de Rosana, queria mucho a su hija, pero que no sabia que hacer con ella. La miraba tiernamente y con pena, lo que de alguna manera debia de irritar mas a Rosana, en pie de guerra permanente. Cuando su padre la miraba asi, ella cruzaba los brazos retraida y malhumorada, formando un claro cuadro de familia disfuncional. Habia heredado la robustez del padre, cuyas grandes manos podrian haber construido catedrales y portado lanzas. Y el pelo rubio y los ojos claros de la madre, que se parecia lejanamente a Lauren Bacall en su madurez. Era evidente que la madre, que tenia uno de esos nombres salido de una intensa vida social, Sasa, no queria darse cuenta de nada que rompiera el ritmo de su vida. Llevaba tanto tiempo haciendo lo que hacia, fuera lo que fuere, que no estaba dispuesta a cambiar. Por supuesto la diadema la habia robado alguien cuyos motivos a Felix no le importaban. Salvo para saciar la curiosidad, su objetivo era saber quien, no por que.
Despues de conocer a la familia Cortes, Felix fue sonsacando informacion a los empleados de la manera mas informal que podia hasta que llego a la cafeteria y a Julia. Ahora pensaba que al ir al hotel a descubrir el paradero de la joya en el fondo habia ido a conocer a Julia. Mientras se tomaba un cafe lo mas lentamente que fue capaz hablaron de aquella gente forrada de dinero y de Rosana. A Julia le parecia una pobre chica y que iba a hacer una boda catastrofica porque resultaba bastante evidente que su novio se casaba con ella por dinero. La eterna historia. Y que esto era algo que no le comentaria a nadie mas, solo a el porque era policia.
Felix no pudo por menos que sonreir para aclararle que el no era policia. Era un abogado de la compania que tenia aseguradas las propiedades de la familia, incluida la pieza robada o extraviada. Preferian no involucrar a la policia en esto todavia, tal vez aun tuviera arreglo. Para entonces la Julia del otro lado del mostrador ya se habia grabado en la mente de Felix con su pelo enrojecido por el fluorescente de la barra, con sus ojos castanos si miraba en una direccion, verdes si miraba en otra, con su delgado cuello sonrosado y la fina cadena de oro que llevaba alrededor, con sus brazos pecosos, con su voz agradable y los labios finos a contracorriente de la moda, con sus orejas pequenas, con los dos pendientes claveteados en el pabellon de la oreja izquierda (que le habian quitado al desnudarla en el hospital) y con un imperceptible agujero en la aleta de la nariz como si tambien alli se pusiera de vez en cuando algo.
Tuvo que volver al hotel al dia siguiente para conocer al novio, algo mas bajo que la novia y en conjunto bastante mas menudo que ella. Un chico demasiado reservado y con cara de pocos amigos, entre guapo y feo, entre timido y displicente, de los que solian gustar a las chicas cuando Felix iba al instituto. Ante su presencia, a Rosana se le ponia cara de no creerse que pudiera tener tanta suerte. Y estaba en lo cierto porque en realidad no la tenia. Algun dia cuando se cansara de vivir bien a su costa la dejaria. Julia no habia exagerado. No tenia oficio ni beneficio pero les caia bien a los padres porque era avispado y les seguia la corriente y porque seguramente habian pensado que si podian comprar la felicidad de su hija por que no iban a hacerlo. Al fin y al cabo cuando se quiere a alguien se le quiere por algo, por guapo o por listo o por culto o por famoso o por tener poder o dinero o ambas cosas. Asi que para que iba a robar el novio la diadema cuando podia tener tanto.
Lo mejor del asunto fue que Julia y Felix empezaron a verse fuera del hotel para seguir hablando del posible paradero de la diadema. El caso se habia convertido en un pretexto para verse a solas. Se veian en la cafeteria Nebraska, y un dia Felix dijo, ?Te has dado cuenta?, esta es nuestra cafeteria, y le cogio la mano a Julia, y Julia no la retiro, sino que se la apreto un poco dandole la bienvenida a su vida, a su cuerpo y puede que a su alma. Era extrano que una persona pudiera ejercer tanto poder sobre otra, un poder completamente psicologico y por tanto bastante peligroso. Julia sin el uniforme parecia aun mas joven, solia llevar vaqueros y un anorak negro sobre el que revoloteaba el pelo rojo como una zarza encendida. Felix no pensaba en otra cosa que en acostarse con ella. Habia llegado ese momento en que la vida te recompensa.
Lo peor fue que no descubrio el paradero de la diadema, probablemente estaba tan ensimismado en las nuevas sensaciones del enamoramiento que algun detalle clave se le habia escapado. Y aunque nadie le reprocho nada, estaba convencido de que habia decepcionado a la aseguradora, que llego a pensarse si darle el caso a una agencia de investigacion externa. Al final la compania opto por pagar y contentar a los clientes en lo posible. Pero Felix ya estaba tocado, lo sentia como si le hubiesen puesto en el pecho la punta de una espada. Menos mal que el romance con Julia arrincono este fracaso e hizo que el trabajo no lo fuese todo en la vida. Se casaron y tuvieron a Tito y ahora sin venir a cuento, contra todo pronostico, el puente por el que circulaban mas o menos seguros se hundia y el no sabia que hacer ni por donde seguir. Habria que buscar otras alternativas y habria que no dejarse noquear por la sorpresa. La vida era imprevisible, eso era lo peor y lo mejor de la vida porque de la misma forma que habia sucedido el desgraciado accidente de Julia era de suponer que ocurriria algo mas, que las cosas no se quedarian asi para siempre, por lo que debia tratar de no desesperarse hasta que se diera la vuelta la tortilla.
El amor le hacia a uno sentirse un elegido. Era una borrachera con resaca segura que a unos llegaba antes y a otros despues, segun habia comprobado con sus propios ojos demasiadas veces. Pero ?existe alguien en todo el planeta que prefiera estar sobrio todos los segundos de su vida?
Siempre habia oido decir que el amor es un sentimiento de gran complejidad y que es el acto de mayor concentracion mental de que somos capaces para lograr aislar, entre millones, a una persona y hacerla deseable de una forma casi sobrenatural. El por su reciente experiencia podia decir que en ese estado el mundo se convertia en algo muy simple, en que solo gustaba lo que tenia que ver con el ser amado mientras que el resto se volvia indiferente, quiza porque no somos capaces de abarcarlo todo con la misma intensidad. Se perdian los matices, los relieves y la profundidad de lo que estaba fuera del amor. Y era ahora, tras el accidente, cuando Felix se habia pegado de bruces con el duro y frio suelo que nos sostiene y podia volver a ver hasta los minimos guijarros de la calle y las mas insignificantes grietas de la pared. Se diria que habia recobrado la vista a un gran precio.
Julia
Con los veinte euros que acababa de coger de un plato con propina de Los Gavilanes su capital ascendia a veintiocho euros.
El puerto estaba adormilado y ya no habia merluzas ni langostas, pero el olor se iba quemando y envejeciendo bajo el sol. Entro en un bar de pescadores lleno de turistas y saco las monedas para llamar a Felix. Dio la senal cuatro veces y al final oyo su propio nombre.
?Julia!, dijo su marido.
Su voz llego clara, como una senal sin ruidos, una senal que venia del lejano planeta de la vida normal.
– ?Felix! -grito Julia dando por sentado que era ella quien llamaba y dando por sentado que el estaba esperando.
– Julia, ?estas aqui? -pregunto.
– Si -contesto ansiosa y emocionada-. Estoy aqui esperandote. Estoy en un bar del puerto.