como el se metia en la ducha, pero sin abrirla aun. Julia dejo el vaso en la mesa.

– Adios -repitio sin recibir respuesta, y abrio la puerta que daba a la discoteca. Luego la cerro desde dentro con un portazo. Los latidos se le dispararon. Sentia un poco de ahogo, Marcus le daba miedo. La ducha por fin se puso en funcionamiento. La mano derecha le dolia tanto que casi no podia usarla para abrir la caja de conchas. La abrio con la izquierda. Cogio la llave, cerro y fue hacia la puerta que daba al solar. Entonces se pregunto que haria en una situacion semejante alguien con menos escrupulos que ella. Esa persona cogeria el vaso y derramaria el agua en la puerta del bano, de forma que al salir de alli, Marcus, con un poco de suerte, se resbalara y se hiciera dano. El sifonier estaba cerca de la puerta, asi que con otro poco de suerte se daria un golpe en la cabeza. Por lo menos se haria una brecha o se quedaria atontado. Asi lo hizo. Derramo el agua de manera que fuese imposible que no la pisara, habia mas de la que creia, apenas habia bebido.

Y por fin abrio la puerta trasera y salio al sol y al aire. El corazon se le apaciguo un segundo para volver a saltar con mas fuerza. Esta vez si que cerro y cruzo corriendo en direccion al coche. De haber Marcus oido el ruido ya estaria saltando de la ducha. No podia perder un segundo, las manos le sudaban. No queria pensar que el coche no arrancara. Tuvo que sujetarse la mano dolorida y temblorosa con la otra para poder meter la llave en la cerradura. Pidio al espiritu, a ese ser invisible que hacia tanto tiempo que no estaba con ella, que por favor el deposito tuviera suficiente gasolina para escapar de alli y llegar a una gasolinera.

Gracias, dijo a los seres invisibles, mientras arrancaba y se internaba por el primer camino que tuvo a mano. Echo una ojeada por el retrovisor. La puerta no se abria y el solar poco a poco iba quedando atras. Se tranquilizo, casi sintio ganas de llorar de alegria. Habia recuperado el coche. Y la aguja del deposito estaba casi por la mitad, por lo menos esto habia ganado. Apenas podia apoyar la mano en el volante. Iria a una farmacia y pediria que se la vendasen. Ese seria su siguiente objetivo, una farmacia, pero una farmacia lo mas alejada posible de La Felicidad. No sabia como podria reaccionar Marcus al ver que se habia llevado el coche. Lo mas probable es que se enfureciera y empezara a buscarla. Y era muy probable que en tales circunstancias Julia se sintiera aterrorizada. Deberia ir contando ya con esta amenaza, y con que ese extrano con el que se habia acostado y con el que habia sentido un gran placer la persiguiera. Podia notar ya en la espalda esta sensacion.

Tambien tendria que evitar a Oscar y buscar otro supermercado donde alimentarse y proveerse de lo que necesitara. Hacia nada estaba lo que se dice sola y ahora tenia enemigos, y no sabia lo que era peor, indudablemente tener enemigos, pero que nadie, absolutamente nadie sepa que existes tampoco era lo que mas le gustase. Vio a lo lejos Las Adelfas III, pero preferia separarse de la carretera lo mas posible. En cuanto pudo se interno en el pueblo. Aparco en la zona menos turistica, donde la gente no estaba ni siquiera morena y ademas iban vestidos de una manera mas formal que los que estaban de veraneo. La farmacia se encontraba entre una panaderia y un local de loteria. Le pusieron una venda advirtiendole que era provisional y que debia ir al medico, pero ella ni siquiera les oia porque de pronto se dio cuenta de algo, de pronto se dio cuenta de que le faltaba algo y que tal vez por eso el espiritu o angel protector habia desaparecido. No llevaba el anillo luminoso.

Se quedo paralizada. La farmaceutica le pregunto si se sentia mal, si le habia apretado mucho el vendaje. Julia empezo a repasar los sitios donde habia estado desde la ultima vez que recordo haber llevado el anillo. La farmaceutica cogio de las estanterias un gel espumoso que debia aplicarse por la manana y por la noche. Costaba seis euros y Julia le pregunto si no tendria algo mas barato que surtiera mas o menos el mismo efecto. La farmaceutica le aconsejo que fuera al ambulatorio mientras buscaba algo mas barato en las estanterias. Encontro un tubo de pomada que solo costaba dos euros por lo que en total Julia tuvo que pagar cuatro. No podia perder de vista su subsistencia mientras pensaba en el anillo.

Felix

Romano sin duda era un sabio, un hombre de ciencia, pero se parecia mucho a su companero Torres, que se atenia a un protocolo de actuacion bastante estricto, no por pereza, sino porque creia en el y le daba seguridad. Ahora ante la puerta de la 407 tuvo la impresion de que el despacho de Romano quedaba en la otra punta del mundo. Se acerco a Julia y le cogio la mano. Le dio varias vueltas al anillo del dedo corazon. Cada vez le estaba mas grande, asi que intento sacarselo para ajustarselo con un poco de papel higienico, pero ella trato de resistirse cerrando la mano ligeramente, con el gesto mas que nada. Aun asi se lo quito, le puso un poco de papel en el aro y volvio a colocarselo. Asi no se te caera, le dijo al oido. Julia suspiro, y Felix se quedo pensando que no estaba imaginando nada, que esta era una prueba contundente.

Esta reaccion podia significar que Julia era consciente de que llevaba el anillo y que alguien intentaba quitarselo o que lo habia extraviado, por eso habia sentido tanto alivio al comprobar que lo tenia puesto de nuevo. Aunque era imposible averiguar en que lugar se encontraba con el anillo y que estaba haciendo alli, era evidente que si protegia el anillo era porque lo necesitaba. Probablemente la unia con este mundo y le hacia recordar cosas vividas. Pero ?de que recuerdos se trataba?, ?que recuerdos saldrian a flote en un oceano repleto de recuerdos? Segun el propio Romano, al menos en teoria, con los recuerdos y con la informacion que la memoria maneja sin que lo sepamos, la mente construye la realidad que necesita para seguir viviendo, y en este sentido la diferencia entre sueno y realidad no era tanta.

Observo a Julia con toda la concentracion que podia. Tenia la boca algo tensa, la frente, la raiz del pelo. Ahora estaba en la fase de sueno REM porque las ninas de los ojos se movian con rapidez bajo los parpados y tambien respiraba fuerte, como cuando mentia.

No mentia a menudo, pero si lo hacia se notaba bastante bien. Se diria que alguna parte de ella queria dejar claro que lo que estaba diciendo no era verdad. En esos momentos debia de entablarse una desagradable lucha en su cabeza y, lejos de Felix, el pretender agravarla mas. ?Que mas daba que mintiese? Felix habia comprobado que todo el mundo mentia mucho mas de lo imaginable. Y en todos los casos, aunque de forma casi imperceptible, la propia persona emitia alguna senal de que estaba mintiendo. El problema consistia en que al no conocer en profundidad la personalidad del sujeto en cuestion no era facil detectarla. Los habia que sostenian perfectamente la mirada, pero que movian un poco una pierna o tosian ligeramente, o se pasaban los dedos por el pelo, o no hacian absolutamente nada, lo que tambien podia ser un sintoma. Habia que estar muy habituado a los gestos de alguien para apreciar la diferencia. Ni siquiera el mismo individuo podia controlarlos porque ni siquiera seria consciente de que hay pequenos musculos que se contraen cuando actua esa parte del cerebro en que se produce la mentira o el engano. Es un registro que no se puede dominar por completo porque esta unido a la intencion. Se escapa sin que el sujeto se entere y entonces ahi esta el sabueso para cazarlo al vuelo.

?A quien le estaria mintiendo Julia en su sueno?

El viernes por la manana, despues de que Julia desayunara de la forma habitual y despues de que la lavasen y le cambiasen la ropa y el la peinara y le cubriese con la sabana los brazos para que no se le viese el anillo salio todo lo deprisa que pudo del hospital camino de los apartamentos. Esperaba que una vez mas no entrase en la habitacion ningun desaprensivo, le quitara el anillo y entonces ella se encontrara perdida o vulnerable dondequiera que imaginase que estaba. No soportaba la sensacion de que la abandonaba y que ella no lo sabia. Por el pasillo se tropezo con un hombre sospechoso que asomaba la cabeza en todas las habitaciones. Cualquiera podia fingir que venia a visitar a un paciente e introducirse en una habitacion como la de Julia. Solo por evitar sorpresas desagradables soportaba la presencia de Abel. Le dijo a una enfermera que se encontro por el camino que dejaba un momento sola a su mujer, pero ni le oyo, tenian mucho trabajo, muchas medicinas que repartir, muchas pruebas que hacer. Tendria que tratar de contratar a alguien para que le hiciese compania en estos pequenos intervalos. Paso despacio por la habitacion de Abel. En la puerta, en lugar del tipo de la otra noche, estaba la mujer del bluson floreado que ya habia visto una vez, solo que ahora llevaba otro bluson con motivo etnicos y sandalias de tiras, lo que no seria muy practico a la hora de tener que correr o darle una patada a alguien. Seguramente hacian turnos ante la puerta. Felix asomo la cabeza por ella y la mujer fue detras de el.

– ?Busca a alguien?

– A Abel. Soy Felix, de la cuatro cero siete.

– Ahora esta el medico dentro. Espere aqui -dijo con enorme autoridad.

Era una mujer ancha y fuerte, que muy bien podria saber manejar un arma y hacer una llave y pegar un punetazo, una mujer calmada que dominaba el entorno sin estridencias. Era una mujer bajo cuya proteccion el se pondria con gusto.

– Dice que se vaya tranquilo, que en cinco minutos estara con ella -dijo al salir.

No estaba bien que para marcharse tranquilo pusiera a Julia en manos de alguien a quien no conocia y de quien, para ser sinceros, recelaba. La mujer tambien llevaba unas finas cadenas de oro al cuello y del hombro le colgaba un pequeno bolso, que decia a gritos, aqui hay una pistola. ?Quien podia ser tan peligroso o tan odiado

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