otra realidad debia de haber sido traumatico. Una cosa es el sueno de una noche y otra es el sueno de muchos dias, en que las visiones se van mezclando y van creando otras parecidas. ?Como se puede dejar de sonar? Si no pudiesemos dejar de estar despiertos moririamos, por eso ella tuvo que salir, aunque fuese un segundo, a este mundo y abrio y cerro los ojos en varias ocasiones, para escapar de su largo sueno y respirar, de la misma forma que se necesita cerrarlos y pasar a otra realidad tambien para respirar.
De todos modos, bajo su aspecto enfermizo y algo confuso, Felix detectaba que ocultaba algo. Veia un gesto raro en ella que hacia en momentos determinados, un tic que se le escapaba y que Felix siempre habia dejado pasar de largo, hasta ahora en que la situacion habia cambiado y ya no podia evitar observar en Julia lo que observaria en cualquier otra persona a la que tuviera que prestar una cierta atencion. Consistia en que Julia de vez en cuando apretaba los ojos como si el sol, aunque no hiciera sol, le molestase. Era un acto reflejo que declaraba que se guardaba algo.
La playa era el mejor tonico. Andar por la arena, los banos. El sol le iba dando ese aspecto mas y mas saludable, y el pelo parecia alimentarse de todas las vitaminas, sales minerales y oligoelementos que habia por alli. La dotaba de una luz rojiza. Y mas que bella resultaba una criatura extrana, de otro tiempo, de la Edad Media. Lo bueno era que no se cansaba como antes ni parecia distraida ni ausente. Segun el doctor Romano el ser humano necesita dormir para que el cerebro se recomponga y sane, de hecho era imposible sobrevivir sin dormir, asi que en el fondo lo que le habia ocurrido a Julia es que habria necesitado un largo y profundo sueno reparador, y lo habia tenido. Casi todo el tiempo transcurrido desde que Julia salio del hospital lo emplearon, aparte de en la playa, en buscar lugares iguales o parecidos a los de su sueno, los pocos que seguramente podia recordar. Era como hacer una excursion a otra dimension.
La comisaria y la lonja existian de verdad, aunque deformados sobre todo en las partes que Julia no conocia y que en el sueno habia llenado con su fantasia, como el interior de la comisaria y los funcionarios que habia dentro y que nunca habia visto al menos alli mismo, aunque si probablemente en otro sitio. Y algo similar sucedia con la sucursal bancaria que, por la descripcion, la habia compuesto con detalles completamente reales.
Tambien disfrutaron bastante del mercadillo. La probabilidad de que en Las Marinas montaran un mercadillo algun dia de la semana era muy elevada y lo contrario habria sido raro, porque aparte de una costumbre que se remonta a los zocos arabes era una atraccion turistica que llenaba todos los paseos maritimos de la costa de puestos de artesania y gorras, gafas del sol, bolsos y todo tipo de imitaciones de grandes marcas.
El mercadillo real y el del sueno, al igual que la sucursal real y la del sueno, ofrecian pocas sorpresas. Julia habia recorrido muchos a lo largo de su vida y saco el comun denominador de todos ellos. No faltaban las flores, la fruta y la ropa disenada expresamente para los mercadillos. Julia repetia que jamas olvidaria aquel verano ni aquel lugar en que habia tenido la experiencia mas desconcertante de su vida y que le habia hecho ver las cosas de otra manera, de una manera mas relativa o menos recta. Tambien callejearon con el coche entre los intrincados complejos residenciales parecidos al suyo. Sin embargo, a lo que de momento no se atrevio Julia fue a aventurarse ella sola lejos del apartamento. Aun sabiendo que el no ser capaz de regresar al apartamento fue un argumento necesario en la pesadilla para darse tiempo a despertar en buenas condiciones, la primera vez que volvio sola de la piscina supuso casi una hazana. Despues se decidio a ir hasta la playa y recorrerla andando y a la vuelta dijo que todo se iba poniendo en su sitio. Hasta el quinto dia no fueron a recuperar el coche al taller. Aunque lo habian dejado perfecto como si no hubiese ocurrido nada, Julia aun no se atrevia a conducir.
Fue ese dia cuando cenaron en un restaurante del puerto bastante parecido a otro que en el sueno se llamaba Los Gavilanes. En realidad todos los restaurantes eran muy semejantes. Todos tenian cocina, mesas, camareros,
carta. Asi que resultaba logico que en Las Marinas existiera uno como el que describia Julia. Se le veia en una mesa redonda para ocho junto a una gran ventana. Tito donde mejor resistia era en la sillita. Se mostraba contento. Habia aprendido a arrojar lo que agarraba con la mano, y Felix se agachaba constantemente desde su asiento para recogerle del suelo los munecos de goma. Julia contemplaba embelesada a su hijo. De vez en cuando decia: «Es maravilloso que estemos aqui, juntos. No llego a creermelo». Nadie de los que pasaban ante el ventanal y los miraban un segundo, nadie de los que tambien cenaban en las mesas contiguas podia imaginarse lo dificil que habia sido que estas cuatro personas llegaran a reunirse, nadie podia sospechar que los envolvia una atmosfera especial, una atmosfera que solo respiraban ellos.
Angelita desde hacia unos dias habia ido recuperando su vestuario anterior. Y se le veia la raiz del pelo completamente blanca. Ya no se mostraba tan agil, con tanta energia, ni segura de si. Era como uno de esos heroes que en un momento de su vida reaccionan con un acto de valentia, de fuerza o de agilidad sorprendentes, sobrehumanos y despues vuelven agotados a su estado anterior.
– En la otra vida reserve una mesa como esta -dijo Julia como quien ha regresado de un largo y exotico viaje y tiene tantas cosas que relatar que no puede evitar que vayan saliendo.
Conto lo que habia maquinado para que llamasen desde el restaurante a Felix al ver que unos clientes apuntados en el gran libro de la entrada no acudian. Felix y su madre la miraban sin comprender. Pero habia una explicacion. En su desesperacion al no poder comunicar con Felix, Julia penso que tal vez otra persona si pudiese y que Felix al recibir aquella llamada comprenderia que era una forma de darle una direccion para encontrarse con ella. En el razonamiento de los suenos nada es absurdo, no como en la vida real en que algunas cosas son absurdas y otras, no.
– Pero el
– Bueno, es lo que suelen hacer -dijo Felix-. Y te digo que en tu lugar, de haberme encontrado en esas situaciones tan dificiles, no habria sabido como reaccionar.
– Entonces me llego el olor de la tarta. Fue una gran idea -dijo Julia mirando carinosamente a su madre-. Una tarta encaja muy bien en un restaurante. Creo que me iba agarrando a todo lo que podia para encontrar la puerta del apartamento, que no era ni mas ni menos que la puerta a esta vida.
– Estoy muy orgullosa de ti -le dijo Angelita dandole enternecida un muneco a Tito-. Te las has arreglado muy bien y has sabido cuidar de ti. Pocos han pasado por algo tan duro.
Julia agacho la cabeza algo incomoda. Nunca le habian gustado las muestras excesivas de afecto procedentes de su madre. No estaba acostumbrada a ellas y no sabia que hacer con ellas, como corresponder, no tenian ese tipo de relacion tan expresiva. Y ademas, ahora segun le habia confesado a Felix la abrazaba y la estrechaba en cuanto la pillaba a solas en cualquier lugar del reducido apartamento, lo que le resultaba muy agobiante. No se podia pasar de estar completamente sola y en la indigencia a ser abrumadoramente querida, escuchada, atendida, comprendida y admirada.
De regreso al apartamento con el consabido atasco en la carretera del puerto, Angelita entretuvo a su nieto cantandole canciones infantiles. Era la primera vez que Felix la oia, quiza porque Angelita desde que el la conocia nunca habia estado tan contenta como ahora, y le sorprendio mucho lo mal que cantaba. Soltaba tantos gallos y deformaba de tal manera las melodias que a Felix le costaba trabajo reconocer las canciones. Jamas se habia topado con alguien con una falta tan absoluta de oido para la musica. Se habia quedado mas noqueado que si su suegra se hubiese arrancado con un aria perfecta. Para Julia no era ninguna novedad y siguio sumida en el paisaje y sus pensamientos. Iba ensimismada en el mar, en la oscuridad a veces brillante que se extendia hasta el horizonte. Hasta que en un momento determinado varias filas de apartamentos lo ocultaron, entonces solo llegaba el ruido de las olas, ritmico.
Al pasar junto a La Felicidad Julia le pidio que fuera mas despacio. Las potentes luces de sus letras oscurecian las estrellas. Le dijo que cuando dejasen a Tito y a su madre en el apartamento podrian volver a tomarse una copa alli, no queria regresar a Madrid sin bailar un poco. Angelita bajo el tono de sus canticos, desde luego sabria que no era Maria Callas, pero tampoco era completamente consciente de hasta que punto. La Felicidad empezaba a animarse a las doce, dentro de una hora, y a ellos les vendria bien un poco de diversion. Felix trataria de no aburrirse o por lo menos de disimularlo para que Julia fuera feliz.
Julia se puso un vestido largo, negro, con la espalda al aire. Le estaba ancho, pero el pelo al cepillarselo cobro tal protagonismo que todo lo demas paso a un segundo plano. En estos dias habia recuperado el brillo y los rizos grandes se le disparaban en todas direcciones, mientras que el volumen del cuerpo se habia reducido a la minima expresion. Parecia que hubiese salido del sueno con un aspecto mas irreal que al entrar en el. Se retoco a conciencia, se pinto los labios, los ojos y las unas de los pies. Se empeno en ponerse tacones a pesar de que aun no se encontraba bastante fuerte. Y se puso el anillo de su madre, el anillo luminoso como ella lo llamaba.
Al verla asi, a Felix le parecio un milagro que hubiesen abandonado el hospital para siempre y que esta Julia