fuese la Julia de la cama que estuvo al borde de no despertar nunca. Hasta ahora no se habia atrevido a tocarla mas alla de abrazarla y besarla como un padre o un hermano, su fragilidad lo paralizaba en el terreno sexual. Tampoco podia olvidar que existia Marcus y que ella estaba enamorada de el. ?Para que mas? ?Para que enganarse? Lo unico que importaba unos dias atras era que volviera a la vida, ahora que ya estaba aqui todo habia cambiado aunque ni ella misma lo supiera.
– ?Sabes una cosa? -dijo Julia pensativa, dandole vueltas al anillo-. He aprendido a defenderme. Real o no he tenido un curso intensivo de supervivencia.
– Ya no necesitas defenderte, nadie va a hacerte dano -dijo Felix con tono de saber que eso era algo imposible.
Felix se puso la camisa de cuadros tostados que habian comprado en el supermercado. Puesta no parecia tan barata, y a Julia le gustaba, aunque eso ya poco importaba. El caso fue que entre unas cosas y otras llegaron a La Felicidad a la una cuando el ambiente ya se encontraba en su apogeo. El portero les dio las buenas noches. Julia cogio a su marido carinosamente del brazo. Estaba contenta. En la pista la gente se exhibia y se desahogaba. Se acercaron a la barra a pedir unas bebidas y buscaron un sitio para sentarse. Tuvieron suerte porque encontraron una pequena mesa en todo el meollo por asi decir, cerca de la pista, que era lo que ellos querian, sentirse rodeados de gente alegre y superficial a la que mirar. Parecian una de esas parejas consolidadas, que se conocen tan a fondo que se entretienen mas viendo lo que hacen los demas que haciendolo ellos mismos.
A Felix la musica y el alcohol le iban levantando el animo mas de lo esperado. Aun asi a las tres penso que seria una hora mas que prudencial para marcharse a casa, cuando una camisa roja se cruzo en su vision; su forma de moverse le resultaba familiar. La siguio con la vista haciendo un esfuerzo para no perderla en la distancia entre otras camisas, hasta que llego a un extremo de la barra y se coloco de frente observando el panorama. Era Marcus. Felix creia que ya se habria largado. Habia dado por supuesto que terminada la tarea que habia venido a hacer, se marcharia a cualquier otro sitio a fundirse el dinero que Felix le habia pagado. Un hombre como el podria sentir interes por lugares mas excitantes que Las Marinas, donde en el fondo imperaban los jubilados y las familias con ninos. Esperaba que Julia no lo descubriera, suponia que este no seria el mejor momento para un encuentro asi. Felix preferiria que Julia se sintiera mas fuerte cuando esto ocurriera y despues que hiciese lo que considerara mejor para ella.
Julia se levanto para ir al lavabo. Se notaba que disfrutaba de cada paso que daba, de cada cara y cosa que veia, de la musica, incluso de la conversacion de Felix. Cuando Felix hablaba, ella escuchaba atentamente como si cada palabra fuera decisiva para seguir viviendo. En algun momento de estos dias le confeso que todo lo que el solia contarle de su trabajo en la aseguradora y como lo interpretaba y sacaba conclusiones le habia servido de gran ayuda para avanzar y salir adelante. Y esto era algo que Felix jamas se habria esperado, ni de Julia, ni de nadie. No se tenia por una persona original, ni demasiado reflexiva, le aburria divagar sobre la vida. Casi todo lo que sabia con algo de certeza era fruto de la observacion, y la observacion le habia llevado a pensar que uno no debia hacer mas de lo que buenamente podia. Las mayores pifias las cometian los que se pasaban de heroes, de victimas, de salvadores o simplemente de listos. Era mejor no forzar nada, aunque si era sincero, el en la enfermedad de Julia habia sido demasiado osado. Pero ?y los de Tucson? ?Hasta donde habrian pretendido llegar los de Tucson?
Al rato, regreso Julia. No andaba con soltura, no estaba acostumbrada a los tacones tan altos, que se empenaba en ponerse en situaciones que consideraba importantes. Dejo el bolso en el asiento. Habia venido a decirle que el bano estaba hasta los topes y que tardaria en volver. Luego se inclino sobre el y le beso en la boca. Por un segundo el pelo de Julia le tapo toda la cara y le dejo a oscuras. Julia dio un sorbo al gin-tonic, lo que tal vez aun fuese una imprudencia, pero Felix no le dijo nada, se limito a seguirla con la vista hasta que desaparecio al fondo. Despues volvio la atencion a la barra. Se habian congregado tantos alli que no localizaba a Marcus. Ojala se hubiese marchado. Al menos Julia en el lavabo de mujeres estaria a salvo de tropezarselo.
Julia
Al ver a Marcus en La Felicidad el corazon le dio un vuelco espectacular. ?Que hacia este aqui? ?Y si ella seguia sonando? Tuvo que mirarle tres o cuatro veces para convencerse de que era el. La barba de dos dias, la mirada atormentada en sus preciosos ojos grises. Julia tenia este color tan metido en la retina que podia verlo a varios metros de distancia en la penumbra. Estaba detenida junto a una damisela de ceramica pegada en la puerta del bano. Julia se habia acercado por el lavabo, no por necesidad, sino por romper el maleficio de la pesadilla. Ya no se sentia peor vestida que las demas, ya era como todas, con dinero, un techo, una cama y un armario con ropa dentro. Sin embargo, tanto dormida como despierta, las cosas nunca salian como las tenia planeadas o como era razonable que salieran. Tal vez obedecieran a un plan, pero era un plan desconocido. Por supuesto el bano habia dejado de interesarle, ahora vigilaba los movimientos de Marcus al acecho de alguna posible presa. Lamentablemente conocia por experiencia como funcionaba Marcus. Tanto en el sueno como en la vida real el le habia echado el lazo para conseguir algo. Digamos que mientras dormia las piezas se habian armado de una forma un tanto burda para dejarle claro que era el quien habia robado la tiara de la novia en la vida real. Al robarle el coche en el largo sueno, se habia declarado como un delincuente de tercera y aunque podia tratarse de una exageracion propia de las pesadillas, Marcus no era un Marcus exagerado.
Casi podria jurar que al principio de conocerse Julia le habia gustado, hasta que sin darse cuenta la propia Julia le puso en bandeja la ocasion de hacerse con una joya tan valiosa, y el no resistio la tentacion. Lo conocio en la cafeteria del hotel. Le sirvio un cafe y una ginebra y charlaron un rato. Al dia siguiente tambien se dejo caer por alli y se tomo una cerveza. Julia le puso un plato rebosante de almendras saladas, y el le dio las gracias elevando hacia ella sus bonitos ojos. Esa misma noche cenaron juntos. Ella le hablo del intenso trabajo que tenia por delante porque era la encargada de preparar un coctel para los invitados de una boda casi principesca. Se casaba la hija de los duenos de una gran cadena de tiendas de ropa que estaban forrados. A el aquello le intereso aunque Julia estaba tan pendiente de gustarle que no se dio cuenta. En el fondo, todo estaba bastante claro. Siempre es uno el que se engana por no dar prioridad a las evidencias, como decia Felix, en lugar de a los deseos. Y se dejo llevar. Se enamoro de el, que era lo mismo que decir que Marcus se convirtio en una droga para Julia. Y era evidente que el se habia enamorado de ella. ?Evidente?, ?por que evidente?, ?desde cuando una ilusion era una evidencia? Luego vino el robo de la diadema y Marcus desaparecio. Y aparecio Felix, que trabajaba para la compania que habia asegurado la joya. En aquellos dias Julia se sentia mal por la ausencia de Marcus. Vivia pendiente de recibir noticias suyas y agradecio los locos dias de la boda en que empezaba a trabajar a las siete de la manana y terminaba a las once de la noche preparando cocteles con que aquellos ricachones agasajaban a diario a sus invitados. Entre unas preocupaciones y otras no se le ocurrio pensar que ella le habia contado a Marcus la conversacion que habia oido entre la novia y el novio sobre el sitio en que la chica pensaba esconder aquella diadema familiar que habian llevado su bisabuela, su abuela y su madre en sus respectivas bodas y que no queria ponerse ni muerta. Solo verla le daban ganas de vomitar, pensaba enterrarla en un enorme macetero con un bambu que habia en su suite y diria que habia desaparecido.
Y lo malo fue que cuando culparon al novio y tuvieron que confesar la verdad y sacaron toda la tierra del macetero para rebuscar en ella una y otra vez, la diadema ya no estaba alli. Y hasta que Julia no cayo dormida en Las Marinas y sufrio aquella interminable pesadilla no se le ocurrio sospechar de Marcus. ?Por que iba a sospechar de el? Estaba demasiado entretenida en desear verle entrar de nuevo en la cafeteria y luego en intentar olvidarle.
En el sueno descubrio quien era. Su inconsciente, mas calmado y libre de interferencias voluntarias, habia descubierto la verdadera naturaleza de este hombre miserable y mediocre. Aparecio un ano despues de que se largase tras el robo, cuando Julia ya se habia casado con Felix y estaba embarazada de Tito. Pero ?que es un ano cuando se trata de amor? Comenzo a verle. Tomaban cafe, daban algun paseo y con frecuencia subian a una habitacion del hotel.
Aprovechaban para estar juntos en el cuarto que ella y otros empleados usaban para descansar un rato cuando la jornada se hacia demasiado larga. Estaba en la planta baja y daba a un patio interior. No merecia siquiera la pena abrir la ventana, era menos triste con la luz encendida. No eran muchos los que la utilizaban salvo para darse una ducha. Si se echaban en la cama solian hacerlo sobre el cobertor, sin abrirla.
Julia en cambio tenia la costumbre de pedirle a la camarera sabanas limpias, que ella misma cambiaba. Despues de hacer el amor con Marcus las quitaba y volvia a poner las anteriores. Al principio el la ayudaba, luego, en lo que ella llamaba segunda epoca, se nego porque decia que ese ritual le deprimia y se marchaba enseguida, y entonces para Julia la habitacion se cargaba de una gran melancolia desagradable, no de la melancolia que a