Por nada del mundo iba a cerrar los ojos, ni a perder de vista la puerta con los boj a los lados y la hornacina con la carta. No iba a permitir que desapareciera. Se oia a las gaviotas. Las gaviotas aun seguian con ella.

Felix

El hotel Regina dominaba toda la cala y a ciertas horas proyectaba su silueta en las aguas de alla abajo. Databa de los anos veinte y desde su posicion de dominio habia que reconocer que daba senorio al entorno. Sin embargo, Felix se encontraba mas comodo en un vulgar apartamento como los miles que se escondian entre las paredes y sombras de otros apartamentos a lo largo de la costa. Un apartamento era mas independiente y mas grande que una habitacion de hotel y sobre todo mas barato. Al hotel no le veia ninguna ventaja, a no ser que uno quisiera ir tropezandose a cada instante con gente. Y tambien Julia, al trabajar en un hotel, preferia alejarse de ellos en vacaciones. Sin embargo, Marcus alli estaba, gastandose los ahorros de Julia y Felix. Cuando llego, subio a su habitacion directamente. Se habia cogido una suite.

Al abrir la puerta y verle, le miro con insolencia. Acababa de ducharse y estaba con el albornoz y las zapatillas del hotel, queria disfrutar de todas las comodidades que le ofrecian.

– Imaginaba que eras tu. ?Quieres tomar algo? ?Quieres sentarte? -dijo senalando la terraza, en que el cielo y el mar se juntaban, el mar un poco mas oscuro que el cielo.

Felix como respuesta se limito a apoyarse en un escritorio de epoca, tan pequeno que como mucho se podria escribir en el una carta.

– He cumplido mi parte. Le he hablado. La he besado. No puedo hacer mas.

Felix se desplazo del escritorio a la chimenea. Marcus se sirvio una copa de vino tinto. Parecia la imagen de la buena vida.

– Siento que este asi -dijo-. Me ha impresionado y si crees que sirve de algo puedo volver manana otro rato, por el mismo precio.

– Creo que no sera necesario -dijo Felix mientras sopesaba la posibilidad de pegarle dos hostias. ?Y si le empujaba contra la chimenea de marmol? Podria golpearse tan fuerte en la cabeza que se matase. No seria tan dificil, Felix se consideraba mas fuerte que el y sobre todo tenia mas ira dentro y odio y desprecio. Felix tenia en sus manos un arma poderosa, el deseo de matarle, de hacerle desaparecer. Pero lo cogerian, asi que abrio la cartera y le pago. Un trato era un trato.

Julia

Sintio unas manos recorriendole las piernas y los brazos. Sintio aliento en el oido. Sintio que le removian el pelo. No hizo nada, permanecio quieta sintiendolo. Los espiritus habian vuelto con gran fuerza. A continuacion por la ventanilla entro una rafaga de viento caliente. Vendria del desierto.

No sabia que hora seria cuando vio salir por la puerta del restaurante a la que habian llamado Margaret llevando con mimo la que debia de ser la tarta empaquetada en una caja de carton. Iba en direccion contraria a donde estaba apostada Julia. Asi que busco nerviosa una manera de dar la vuelta con el coche. Cuando lo logro, Margaret continuaba alli con la caja de confiteria abriendo un coche y colocandola cuidadosamente en la parte de atras. Arranco, y Julia sin ningun tipo de disimulo empezo a seguirla a unos metros de distancia. Margaret en un momento determinado la observo por el retrovisor. Sin embargo, no intento despistarla, cuando se desviaba lo hacia suavemente, no le importaba que la siguiera. Y cuando esperaba en un stop, aflojaba la marcha para que Julia no la perdiese. Si era una broma del destino, el destino se habia molestado mucho con ella.

Por unos caminos que Julia no conocia llegaron a la carretera de la playa. Dejaron atras La Felicidad. Miro de reojo deseando que este odioso local hubiese desaparecido, pero ahi estaba enrojecido por el sol. Pasaron de largo La Trompeta Azul y lugares que habia visto una y otra vez, una y otra vez. Hasta que torcio por un camino angosto y desembocaron en la calle que le parecio la de Las Dunas. Era demasiado dificil estar segura de algo. Aparco detras de Margaret.

Margaret pulso un timbre. La puerta de hierro se abrio y entro. Julia la siguio. Margaret no le dijo nada, ni ella a Margaret, no queria estropear nada. Si llegado el momento Margaret le preguntaba por que iba detras de ella, Julia le contestaria la verdad con toda sencillez, hasta entonces permaneceria callada, como un duende, como los espiritus que ella probablemente habia creado en su imaginacion.

Pasaron junto a la piscina. Tom, el del mechon amarillo, regaba el cesped y le lanzo un beso con la mano a Margaret. Julia le iba a dar las gracias por el desayuno, pero dudo que algo asi fuese prudente en este momento e hizo como si no lo conociera. Del agua de la piscina se desprendio un aire pegajoso. Enormes monedas aceitosas temblaban sobre ella. Margaret se metio por un pasadizo que Julia ya no recordaba si habia explorado o no. Luego pasaron por otro y subieron escaleras. Ella era la sombra de Margaret. Margaret tenia unas pantorrillas potentes de haber montado mucho en bicicleta o de haber corrido maratones, pero le costaba respirar. Oia la respiracion fatigada de Margaret casi como si fuese la suya. Le daba la impresion de que respiraba a traves de los pulmones de Margaret y que tosia. Al llegar al final del todo, Margaret se detuvo ante la puerta azul y respiro hondo, muy hondo. Se volvio a mirar a Julia. Julia noto que le entraba una bocanada de aire en los pulmones.

Margaret llamo al timbre. Se oia ruido que venia de dentro, palabras sueltas. La puerta se abrio con suma lentitud. Entonces sorprendentemente Margaret se volvio hacia ella y le dijo, Lista. Y se aparto para que Julia pasara. No se veia a la persona que habia abierto porque el vestibulo estaba en penumbra. Olia al pastel de Margaret y de su madre. Los ruidos de un instante antes cesaron. La gente que habia dentro de la casa se callo.

Al principio no los distinguia, pero poco a poco empezo a entrar la luz. Cerro los ojos y los abrio con el riesgo de que las caras que la miraban desaparecieran. Eran los rostros de Tito, su madre, Felix y otras personas que no conocia. Sobre ella, en una bandeja con patas, habia una tarta cubierta de brillante chocolate. Julia estaba tumbada. Estaba en una cama. ?Que hacia en una cama?

– Bienvenida al mundo real -le dijo una mujer de gafas y pelo canoso.

Le costo darse cuenta de que era una enfermera. Le quitaron la tarta de encima y le colocaron a Tito. Pesaba mucho y no tenia fuerza en los brazos para cogerle. Le lleno la cara de babas. Parecia real, pero ?como podia estar segura? Tenia la misma sensacion que cuando despertaba de un sueno muy profundo y durante unos segundos se encontraba confusa, igual que si acabase de pasar de un mundo a otro, de una vida a otra. El calor y el olor de Tito eran estremecedores, grandiosos. Eran autenticos.

– ?Os he encontrado de verdad? -pregunto con el pensamiento.

Felix

Felix se quedo paralizado, no hablo, ni movio un musculo. Le aterraba que cualquier minimo movimiento pudiera asustar a Julia y volviera a cerrar los ojos. Angelita parecio pensar lo mismo. Se limitaba a mirarla angustiada. No querian cometer el error de la vez en que abrio los ojos y todos se precipitaron a ella y seguramente la alarmaron con las voces y gritos de alegria. Aunque no lo comentasen, siempre les quedo el remordimiento de por no controlarse haber arruinado aquella maravillosa posibilidad. Tito estaba medio dormido sobre el hombro de su padre. Felix lo habia estado paseando por el cuarto mientras Angelita la aseaba, peinaba y le ponia el camison de seda color melocoton. Queria celebrar aquella pequena fiesta lo mejor posible. A Felix le daba igual, eran gestos que hacia por hacer algo, para mantener en pie la ilusion, pero que en el fondo desanimaban. Cuando todo estuvo preparado, llamaron a Abel. Y Abel dijo que si se habia bebido un lingotazo de conac tambien podria tomarse un trozo de aquella magnifica tarta, cuyo aroma inundaba la habitacion, el pasillo y la entrada de los ascensores.

Solo dio tiempo a desempaquetar los platos y las cucharas de plastico, porque de pronto Angelita comenzo a mover angustiosamente los brazos como si se ahogara en una pelicula muda. Felix y Abel entendieron que algo ocurria y miraron hacia Julia. Se inmovilizaron, se convirtieron en estatuas. No querian que el momento se rompiera por ningun lado. De nuevo Julia tenia los ojos abiertos y los observaba asombrada.

Duro un segundo, pero ?que es un segundo? Puede que toda la formacion del universo durara un segundo, el mismo que Julia tardo en cerrar otra vez los ojos. Sin embargo, no les dio tiempo de apenarse porque enseguida volvio a abrirlos. Angelita se levanto y se situo junto a Felix. Julia volvio a mirarlos y tambien el resto de la habitacion. Parecia un poco asustada o desconcertada. Fijo los ojos en la tarta que le habian puesto encima con la intencion de que le llegara el olor y tuviera la sensacion de que la comia. Movio la cabeza y un poco las manos y las piernas. Daba la impresion de estar muy cansada. Les dijo algo con los ojos que no entendieron. Angelita salio al pasillo y volvio con Hortensia.

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