lunes los peluqueros, los martes los museos, los miercoles cierran los de Homs, una especie de Lepe sirio que carga con todas las bromas y chistes, y los jueves cierran los drusos y se casan los musulmanes que han tomado de los franceses, y estos de los ingleses, la ruidosa costumbre de formar una caravana tras los novios pitando desaforados como si los impresionantes ornamentos de flores no fueran suficiente para llamar la atencion. Las floristerias exhiben en la calle modelos especiales de combinaciones florales para los coches y gigantescos ramos para regalar no solo a los novios sino a todo el mundo, una especie de mastodonticas cestas radiales de rosas colocadas con orden para formar un tejido de dibujos. Incluso los restaurantes tienen grandes hornacinas forradas de claveles rojos y blancos, dentro de las cuales se sientan los novios. La boda es lo mas importante de la vida social siria. Con la promulgacion de la ley que autorizo el comercio con los paises de Occidente, a raiz de la guerra del Golfo, termino la austeridad de los anos anteriores y ahora, una vez consolidadas sus fortunas, los mas ricos se han lanzado a la ostentacion mas desenfrenada y el precio de la ceremonia nupcial alcanza cifras que fascinan a los mas humildes. Hoy dia hay bodas que cuestan no menos de diez millones de liras sirias, me dijo Adnan, unos treinta millones de pesetas. Y el clamor del exito y del dinero es tan grande que del video de los ricos y famosos se venden copias para que todos puedan admirarlas y copiarlas. La reaccion no se ha hecho esperar: ha comenzado a resurgir la boda al estilo tradicional aunque con cierta influencia occidental. Para muchos sirios la vuelta a la tradicion de sus mayores supone una victoria sobre los que se dejan arrastrar por las corrientes que llegan de Occidente y menosprecian lo propio. Quedan lejos, afirman, los tiempos en que los sirios preferian lo occidental, porque hay marcas y productos sirios en abundancia y el papanatismo ha quedado limitado a muy pocas personas. Para otros, en cambio, la vuelta a las bodas tradicionales es una muestra de retroceso de la sociedad siria, una vuelta al fundamentalismo, al integrismo; mejor dicho, no una vuelta porque aqui nunca lo hubo, pero si una tendencia hacia las costumbres ortodoxas mas estrictas. Como en todos los estamentos de la vida siria, el dilema parece plantearse entre integrismo y occidentalismo, sin que hasta la fecha se haya encontrado otro camino propio que no sea el de America o el del Iran y de Arabia Saudi, aunque parece imponerse poco a poco el intermedio de Al Assad. De ahi la aceptacion que tiene en buena parte de su pueblo, aun a costa de imponer una forma de gobierno, la dictadura, que a Occidente le repugna solo desde hace algunos anos, dijo Adnan.

En cualquier caso los padres, sea cual sea su condicion social, gastan lo que tienen y lo que no tienen para mostrar su patrimonio.

Setrak, el chofer del primer coche que alquile al cabo de unos dias, me conto que habia roto con su hija -esta muerta para mi y para toda mi familia, decia con profunda conviccion- porque se habia enamorado de un armenio como ella y se habia casado con el en Armenia, no en Damasco como el habria querido para poder asi invitar a los amigos y parientes al festival nupcial para el que, muy probablemente, habia estado ahorrando toda su vida. Porque en una boda se invita a cientos de personas y a veces a miles, y las mesas de los banquetes estan repletas de todos los alimentos del mundo, hay flores por doquier, y los trajes de las novias son un alarde de fantasia de arabescos, lentejuelas, volantes, bordados con perlas y frunces, y faldas superpuestas, una exhibicion de riqueza que mantiene embobadas a las mujeres frente a los escaparates.

Al entrar en la ciudad antigua por Bab Tuma, nos encontramos la minuscula acera de la derecha llena de cestas de flores que apenas dejaban pasar. Tras ellas una escalerilla con exiguos escaparates a ambos lados mostraba una serie inacabable de esos trajes brillando bajo focos potentes que desafiaban la ultima luz del sol apenas visible en la umbrosa penumbra de las calles antiguas. Vestidos de novia, con bordados a mano y diminutas perlas cosidas formando cenefas que habrian ocupado durante meses a cientos de costureras, sepultadas en damascos, brocados, tafetan, cintas, lazos y flores de pedreria; vestidos para las invitadas, las madres, incluso las abuelas, en uno o varios colores tan brillantes que ni siquiera el arco iris en sus mejores momentos se le puede comparar. Verde esmeralda, rojo fuego, azul anil. Entramos y recorrimos esa casa antigua convertida en tienda que se inauguro ayer, nos dijo el dueno ufano, y que los vecinos y amigos habian llenado con los monumentales ramos de nardos y rosas cuya espesa fragancia invadia escaleras y aceras, para desear suerte y muchos anos de vida al propietario y a su nuevo comercio.

A la salida me llamaron la atencion varias mujeres vestidas de azul. Es el habito celeste de la Virgen Maria que algunas mujeres cristianas visten durante el mes de mayo, me dijo Adnan, lo que significa que durante todo el mes sus cuerpos no seran mancillados por ultraje alguno a su pureza. La Iglesia catolica, anadio, tampoco parece tener mucho aprecio por los dones naturales con los que nos ha adornado Dios. En esto y en muchas otras cosas es tan obcecada y puritana como los fundamentalistas.

Yamid el peluquero vivia a la entrada de Bab Tuma en una casa arabe de mil anos de antiguedad, me dijo orgulloso su inquilino. Constaba de un patio al que daban las habitaciones de la planta y la galeria porticada del piso superior donde se hallaban las viviendas de otros inquilinos, al que accedimos por una escalera lateral desvencijada. Eran habitaciones grandes abiertas a la galeria, de altisimos techos de casi cuatro metros, pintados y descascarillados que nadie habia retocado ni adecentado en varias generaciones. En la que vivia Yamid con un hermano y una hermana habia, ademas de dos sofas, un sillon, tres camas, una hornacina gigantesca donde descubri la television, tres aparatos de radio de distintos periodos, una plancha, un inmenso Cristo de metal dorado, libros por todas partes y varios electrodomesticos. Cuando llueve, me explico, entra el agua a cantaros, aunque tenemos suerte porque como el suelo de baldosas esta en las mismas condiciones que el techo, el agua no permanece sino que se filtra a traves del pavimento y desaparece.

Por las mananas Yamid estaba empleado en un banco y al ser cristiano los domingos tenia derecho a dos horas libres para ir a misa, las tardes las pasaba en la peluqueria del barrio cristiano, y al salir trabajaba de guardia jurado.

Ademas tocaba la guitarra, era poeta y adivinaba el porvenir. Hablaba frances con un acento peculiar, muy despacio, y como muchos arabes de Damasco lo hablaba mejor que lo entendia.

Salimos a la galeria, a la que, ademas de las habitaciones de otros inquilinos, se abria una cocina minuscula y un bano comunes. Yamid trajo sillas y una mesita y se fue a preparar el cafe. En un rincon junto a la barandilla y a la vieja y oxidada maquina de lavar, se amontonaban varias maletas, sillas sin patas y hierros retorcidos.

Era la hora mejor de Damasco.

El bullicio y la multitud de la calle tan cercanos en esa parte no cubierta de la galeria parecian estar al alcance de la mano y tenian el color de mil vidas superpuestas. El cielo estaba palido y habia comenzado a correr el aire.

Salio Yamid al cabo de un momento y me dijo que me sentara y que como su frances no era demasiado bueno hablaria en arabe y Adnan traduciria. Tome el cafe turco hirviendo, sorbiendo primero el vaho caliente para acostumbrar la boca a tan alta temperatura como me habia ensenado Fathi, y cuando no quedo mas que el poso, lo eche en el platito siguiendo las instrucciones de Yamid.

– Tu no crees demasiado en estas cosas, ?verdad? -me pregunto.

– Bien, no se, es la primera vez que lo hago, en realidad estoy esperando a ver que pasa.

Corria el viento mas ligero y senti frio.

El dejo la tacita boca abajo y se puso a hablar con Adnan en arabe.

– ?Que ocurre? -pregunte yo temerosa de que ante mi falta de fe hubiera decidido echarse atras.

– ’Cinc minutes’ -dijo el abriendo la mano para que yo viera los cinco dedos-, tiene que secarse el cafe para que pueda leer los dibujos que deja el poso en el fondo de la taza.

El cafe se seco por fin. Cuando tomo la tacita, la miro y comenzo a leer los dibujos; era casi de noche. Un cuarto de luna habia aparecido sobre el pedazo de cielo entre las casas, y el depauperado techo de la galeria con sus adornos damascenos en madera de mil anos se habia convertido en lujosa marqueteria que se recortaba en el firmamento a punto de oscurecerse. Comenzo por hablar del pasado en unos parametros extranos que sin embargo entendi con toda claridad aunque estaba mas interesada en descubrir la ley general que los regia, y que el habria de utilizar para que cupieran en ella todos los destinos del mundo, que en mi propio pasado.

Pero aun asi, me dejo atonita comprobar como habia penetrado en el reducto de mi intimidad y transitaba por el con la mayor naturalidad.

No se si porque todos llevamos escritos en el rostro nuestro interior y nuestra historia o porque el habia aprendido la antigua ciencia de la adivinacion o porque era cierto que los dibujos que el poso habia dejado en la taza eran escrituras abiertas que me delataban, pero no tuve mas remedio que admitir cuanto habia de cierto en todo lo que decia. Al oir a Adnan y Yamid repasando en arabe mi vida anterior, tan lejana de esa galeria damascena en el corazon de la antigua ciudad que a esa hora ya olia a menta, anis y rosas, me invadio una melancolia que apenas pude disimular. Sin el saberlo iba nombrando uno tras otro los errores del pasado que ya

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