– Claro que he vivido en los Estados Unidos. Bueno -rectifico-, en realidad no es que haya vivido sino que he viajado a Illinois donde tengo un hermano y he pasado unos meses con el. Por esto lo se, por esto lo digo y lo mantengo.
Recorde que ya me habia llamado la atencion la facilidad para los idiomas que tienen los arabes.
Quiza porque llevan generaciones teniendo que procurar comprender el de los ejercitos conquistadores que les han invadido en uno u otro sentido. Nadie que yo conozca podria hablar el ingles como este apasionado arabe con solo un curso de tres meses en Illinois. ?Ay!
?Cuanta razon tenemos los defensores del bilinguismo…!, me dije una vez mas. No solo nos es dado entender a mas gente y hacernos entender por mas gente que al fin y al cabo es de lo que se trata, sino que precisamente porque tenemos la capacidad de pensar y sonar en dos o mas lenguas somos mas capaces de entrar en una tercera o en una cuarta sin dificultad.
– ?No tienen pasado! ?No lo tienen! -seguia el imperterrito-, la taza mas antigua del pais no pasa de la edad de mi abuelo, bueno, de mi bisabuelo. Y lo que ocurre es que nosotros no queremos perder nuestro pasado. Un pueblo sin pasado no tiene donde apoyarse ni donde agarrarse. Un pueblo sin pasado esta a merced de cualquier demagogo.
?Caramba con el hombre!, pense.
No le falta razon. Y yo que creia que me habia topado con un pillo o con un loco.
– Los sirios ignoran que en Occidente se considera a los musulmanes un peligro y que se les juzga a todos por el mismo rasero excepto si son los paises ricos del Golfo, que entonces pueden ser todo lo integristas que quieran que no por ello van a perder el favor de Occidente. ?Les gustaria a ustedes que nosotros confundieramos a los finlandeses con los italianos, o los alemanes con los espanoles? Mas aun, ?a los nazis con los democratas? Pues esto es lo que hacen. Los hay que incluso hablan de los moros cuando se refieren a los iranies y cuando dicen arabes engloban a un conjunto de pueblos distintos entre los cuales se encuentra por ejemplo el Iran. Se confunde el musulman con el arabe, el arabe con el integrista…
Le interrumpi:
– Usted ?que piensa de los integristas?
– Son esa minoria radical de musulmanes -dijo como si fuera una cosa sabida por todos- que utiliza el terrorismo para conseguir sus fines, para conseguir que todos seamos como ellos creen que hay que ser. Y Occidente trata a los arabes como si todos fueramos integristas, terroristas. Pero yo pregunto, ?por que a todos los catolicos romanos, papistas me refiero, no se les juzga por el rasero del IRA irlandes por ejemplo, que persigue y ultraja, tortura y mata desde hace decenas de anos en nombre de la religion, o de la propia Iglesia que tiene en su haber a decenas de miles, millones de condenados a la hoguera, y que durante siglos e incluso ahora ha aplicado una doctrina mucho mas estricta e intransigente que los ayatolas?
– Oiga, es usted muy inteligente -le dije admirada.
– ?Lo cree de verdad? -habia cambiado y su cara habia perdido la solemnidad con que habia pronunciado el discurso anterior y afloraba de nuevo la mirada de pillo, casi infantil de cuando me habia ofrecido el te.
– Lo creo -dije y ya iba a continuar cuando se abrio la puerta y dos mujeres arabes entraron y se pusieron a hablar con el.
Yo aproveche para despedirme prometiendole que volveria por la tarde para negociar sobre el collar.
– Y para continuar hablando, no se olvide, para continuar hablando.
Lo mas importante es la comprension entre los pueblos. La estare esperando. ?Me lo promete?
Lo prometi.
Me habia impresionado ese hombre del que, una vez en la calle, no pude precisar si defendia a los integristas, si estaba o no a favor del regimen, si era o no era prooccidental. Un verdadero damasceno, me dije, un hombre que ha aprendido a discutir y analizar, sin atacar jamas de frente.
Fue una lastima que nunca cumpliera mi promesa.
La llamada a la oracion.
Desde la tienda y sin necesidad de atravesar la avenida Chukri al Quatli pase al Museo Nacional y pregunte por el director para quien llevaba una carta de recomendacion del presidente de la Fundacion.
Tenia la esperanza de que me indicaria algun funcionario del Museo con quien pudiera visitarlo al margen de los grupos de turistas y con un poco mas de conocimiento del que sacaria yendo sola. Pero el director no estaba y me dijeron que ya no volveria hasta el dia siguiente.
Me dirigia a la puerta de salida cuando lei en un tablon de anuncios que en el ultimo piso se exponian fotografias y maquetas de arquitectura de una exposicion llamada “New Museum Buildings in the Federal Republic of Germany”, y aunque comprendi que debia ser una muestra antigua, me dirigi a la escalera y subi los tres pisos del Museo. Sin embargo al ir a entrar encontre la puerta de cristal cerrada. Me asome al hueco y vi en un descansillo a un bedel que subia la escalera sin prisa. Espere a que llegara y le pregunte por senas si podia ver la exposicion.
– ’It.s closed’ -me contesto.
Al ver que hablaba un poco de ingles le pregunte si seria tan amable de dejarme pasar.
– ’Moment’ -murmuro y levanto la mano indicando que esperara. Y como si yo hubiera desaparecido, se quito los zapatos, se limpio las manos con un trapo que extrajo del bolsillo de su americana, hizo un gesto simetrico tocandose las orejas, o debajo de las orejas, se puso de cara a la pared, o mejor dicho de cara a unas cajas que segun supuse senalaban a La Meca, y comenzo a orar, fiel a su religion que llama a los creyentes cinco veces al dia sea cual sea el lugar donde se encuentren. Se arrodillo y se levanto varias veces, se concentro, se puso las manos en la cabeza, siempre con gestos muy estudiados pero en absoluto rutinarios, y finalmente se arrodillo y doblo el cuerpo hasta que la frente toco el suelo y estuvo asi por lo menos durante cinco minutos. Yo me habia sentado en el primer peldano dispuesta a esperar. Saque la brujula del bolso y comprobe que efectivamente el hombre estaba mirando al sureste. Cuando hubo terminado se levanto y se calzo. Se puso el reloj que habia dejado sobre las cajas y avanzo hacia mi. Yo me levante tambien. De pronto me di cuenta de que, asi, sin la majestad de su actitud y desprovisto del impulso interno que le llevaba a la oracion, parecia disminuido, bajo casi. Ya no tenia ese tono de seguridad con que habia dicho ‘moment’, sino que se habia vuelto mucho mas complaciente. No se excuso por haberme hecho esperar, pero me recordo que si necesitaba alguna aclaracion el estaba alli para atenderme. Abrio la puerta y se retiro tras las cajas donde se sento a esperar pacientemente a que yo acabara. Yo entre a ver las fotografias de los museos de Richard Meier, Mies van der Rohe, Gropius, James Sterling, Philip Johnson, Oswald Mathias Unger, Hans Hollein y Gottfried Bohm, y esos edificios lineales, armonicos, limpidos que, en este mundo oriental con el ruido de fondo de las bocinas y los almuedanos lanzando al aire su oracion, me parecieron representaciones de otro mundo, un mundo de extraterrestres inventados por mi fantasia.
El Museo Nacional.
Volvi al dia siguiente al Museo y el director, el senor Bachir Zuhdi, me esperaba ya. Era un hombre de mediana edad y de mediana estatura, con traje oscuro, camisa blanca y chalina, que tenia un gran bigote negro, el pelo rizado y enloquecido y pronunciadas entradas en la frente. Igual que Groucho Marx, con sus mismos ojos risuenos y vivos. Un hombre carinoso y entusiasta, enamorado de su trabajo y de su Museo, con mas de cien publicaciones en su haber y miles de articulos en revistas de todo el mundo.
Fue el quien a lo largo de una manana entera me conto la historia del Museo de Damasco y su propia historia tan ligadas que apenas se podria comprender la una sin la otra. Fueron horas deliciosas que no olvidare, porque la pasion de un hombre por su trabajo me ha producido siempre mas que entusiasmo, emocion. Y ya nunca podre separar la visita a este Museo y lo que contiene de los comentarios de ese hombre singular que hablaba de cada objeto, por insignificante que fuera, con la reverencia que le merecian las piezas unicas de tiempos pasados que a el habian sido confiadas, y a las que habia dedicado lo mejor de su vida, todo su amor y miles de horas de estudio.
Hasta 1918, me conto, no hubo en Damasco un museo como lo entendemos ahora sino solo un conjunto limitado de piezas y antiguedades que donaban a la ciudad las familias mas cultas y adineradas, porque todas las demas piezas habian ido a parar al Museo Nacional de Estambul o a otros museos extranjeros. En 1919, en el