dio la bienvenida con el tradicional ‘Salam Alekum’ mientras los demas se volvieron hacia mi muy interesados por lo que iba a ocurrir. Cuando le mostre las gafas, el hombre, sin dejar de hablar en arabe con ellos, se interrumpia de vez en cuando para decirme que lo iba a arreglar en un minuto, pero que si no tenia prisa lo mejor seria que pidiera una patilla nueva a Armenia y en dos dias la tendria en Damasco.

– ?Por que en Armenia?

– Los armenios son expertos en optica, en fotografia, en mecanica.

Son buenos zapateros y en general se les dan bien todos los oficios manuales.

– ?A los musulmanes no?

– Los musulmanes son buenos negociantes y grandes expertos en artesania antigua. Ademas -anadio-, yo soy armenio, ?sabe?, y tengo buenas conexiones con mi pais.

Al decirle yo que no me parecia necesario, miro las gafas y se las dio a uno de los jovenes, que des aparecio por una estrecha escalerilla al piso superior. Siguieron hablando aunque de vez en cuando se interesaban por el lugar de donde yo procedia o que es lo que estaba haciendo en Damasco, pero seguian con su conversacion, tal vez comentando mis respuestas. Al poco rato, se acerco el otro muchacho con un platito de bombones envueltos en papel de plata de color de rosa.

Estaban rellenos de pistacho y eran exquisitos, asi que al cabo de un momento tome otro. Alguien me acerco una silla, me hicieron un lugar entre ellos y continuaron haciendo tertulia a mi alrededor.

Bajo el joven del altillo y el hombre con sus tenacillas remato la patilla torcida y, sin dejar de hablar, se la devolvio. Volvio a subir el chico las escalerillas y descendio al punto con las gafas arregladas. Yo me las guarde y pregunte cuanto debia.

– Nada, nada, por favor, ‘you are welcome’. Pero sientese, por favor, sientese un rato y descanse.

?Quiere una taza de te?

– Se lo agradezco, pero tengo un poco de prisa.

Los demas se rieron y siguieron con su tertulia. Yo me despedi de todos ellos, que me saludaron llevandose la mano al corazon, la boca y la frente, deseandome toda clase de venturas. Todavia los vi sentados en la misma posicion cuando una hora mas tarde, serian casi las nueve de la noche, volvi a pasar frente a la tienda camino de la residencia del embajador.

En la tienda contigua dos hombres jugaban al backgammon, la pasion siria. Parece ser que hay varias formas de jugar, distintas de la que conocemos nosotros. Se juega en los zocos, en las tiendas o bajo la sombra de un arbol en el mediodia sofocante mientras la ciudad duerme la siesta.

El cielo de Damasco al atardecer tiene una extrana luminosidad de color violeta. En el Casiun las luces brillan como estrellas y no hay en todo el vasto horizonte de la ciudad un solo anuncio de colores chillones que ensombrezca con su vulgaridad el panorama.

Cuando se imponga la publicidad, me temo que con el amor que los sirios tienen por los colorines, la vista de la ciudad de noche sera insoportable.

Deambulando en aquel primer crepusculo fui a parar a un barrio residencial de hermosas casas y jardines, tiendas de un lujo exagerado y cafes elegantes en cuyas terrazas repletas, hombres y mujeres bebian zumos de fruta o cerveza. Se habian encendido bombillas de colores que brillaban entre las hojas de los arboles dibujando cenefas y fosforescencias como si fuera Navidad.

Esta es en Damasco la hora del paseo y todo el mundo esta en la calle, la temperatura es suave y como las tiendas no cierran hasta mucho mas alla de las nueve, hay bullicio en todos los barrios, sean elegantes o populares. Pasan los coches llenos de mujeres y ninos, pasean las parejas y las mujeres, o los hombres en grupo con el rosario en la mano, comiendo pipas y helados o pasteles. Les encantan los pasteles y cuando uno se detiene ante una pasteleria se queda asombrado de la magnitud de las tartas.

No hay pastel de boda que pueda competir con ellas, son inmensas, cargadas de adornos con coronas de fresas, filigranas de albaricoque, florones de nata y hojas de azucar que envuelven las coronas, todo ello sobre unas monumentales tortas de bizcocho relleno de crema de pistachos. Tienen ademas toda clase de helados. Esa es la gran moda. En general solo los hombres van a los cafes, en muchos casos a fumar el narguile. Las mujeres occidentales entran en ellos pero no las mujeres sirias, no es costumbre por lo menos. Asi que han proliferado las pequenas tiendas de helados que en esta epoca del ano y hacia las ocho de la noche, hombres, mujeres y ninos desbordan la acera y apenas dejan pasar los coches. La costumbre exige que en cuanto se ha conseguido el helado, en lugar de continuar su camino, se apoyen los clientes en la pared, o en un tiesto o permanezcan de pie cada vez mas hacinados, charlando con la misma naturalidad que si estuvieran sentados en los comodos sillones de un antiguo cafe. Aunque tambien hay quien los come mientras camina por la calle, en un vaso que, me temo, ira a parar al suelo porque en esta ciudad apenas hay papeleras. Ni en esta ciudad ni, como habre de comprobar durante mis viajes, en este pais, de ahi que los suelos esten llenos de papeles y plasticos que el viento hace volar y a veces los detienen los arboles o los picos de las verjas donde permanecen para siempre.

En esto se parecen a la gente de Nueva York. Todos los envoltorios, los vasos y las bolsas de plastico negro o de papel, se amontonan en los rincones de las calles junto a botellas y latas vacias.

Me pregunto cuando va a tomar una decision la humanidad sobre el plastico, ese producto indestructible y viscoso que se deteriora sin envejecer ni morir, que en los dias de viento ensombrece la luz del sol, cubre las playas del Mediterraneo, ensucia los jardines y las calles de sus ciudades y deja el campo moteado hasta el horizonte.

Su unica finalidad parece ser acabar convertido en espantapajaros en el campo y quiza con el tiempo sirva de trampa para la pesca de altura, porque habra tanto plastico en los mares que las redes seran innecesarias. ?Que utilidad tiene ademas en la mayoria de los casos?

Ninguna mas que la de poner lo que se ha comprado en la bolsa para quitarlo al llegar a casa y echarla a la basura. En un mundo en el que tantas comisiones y organizaciones se crean, es dificil entender como no existe una con el unico mandato de erradicar el plastico para siempre. Y no entiendo por que no lo hacen los gobernantes cuya autoridad, como en el caso de Siria, es incuestionable. Del mismo modo que el chicle esta prohibido en Singapur o en Corea del Norte para que no deje las calles de las ciudades moteadas y pegajosas para toda la eternidad.

En Nueva York, un apostol solitario proclamaba con las grandes letras de sus pasquines fotocopiados y pegados en los cristales del autobus, los males a los que lleva utilizar plastico, conminaba a la poblacion a que renunciara a el comenzando por llevar cada cual su propia bolsa no desechable al hacer la compra y se negara a aceptar la que le ofrecia la cajera: ?No mas plastico!

La primera cena.

La residencia del embajador de Espana en Damasco esta situada en el corazon de la ciudad y tiene un recoleto jardin con altisimas palmeras, una rosaleda, un estanque y una escalera de piedra con balaustrada por la que se accede a la casa. Hasta la segunda o la tercera vez que estuve en ella, no me di cuenta cabal de la esplendida sala de musica, en el antiguo ‘liwan’ o recibidor, siempre con los sofas adosados a lo largo de las paredes, ni de las hermosas pinturas, miniaturas, esculturas y ceramicas que embellecen la escalinata, el salon y los recogidos aposentos con las paredes forradas de damasco que se abren sobre el gran comedor con la mesa de azulejos. El embajador habia invitado a Joseph Ghazi, director de la oficina de France Press en Damasco, y a su mujer, de quienes recibi esas primeras informaciones que por mas entusiasmo y atencion con que se escuchen, apenas caian en el entendimiento.

El embajador, un hombre muy amable, extrovertido e interesado por todo lo que habia a su alrededor, me prometio su ayuda, que nunca me falto, y se ofrecio a llevarme a visitar los Altos del Golan, y otro dia la mezquita de la sobrina del Profeta. Yo asentia a todo porque no tenia ni idea de como iba a organizar la estancia que, estaba convencida, se extendia interminable ante mi.

Eran mas de las once cuando llegue a casa. Me descalce al entrar porque, aunque Fathi me habia adiestrado, es tal la complicacion que se traen los arabes con los zapatos, que temia equivocarme.

Hay que ir con zapatillas cuando el suelo esta desnudo y descalzarse para caminar sobre las alfombras, pero como hay lugares alfombrados y otros no, se dejan las chancletas en los bordes de las alfombras y se vuelven a poner cuando se sale de ellas, lo cual no es nada facil.

Ellos lo hacen casi sin darse cuenta. Yo comprendi desde el primer dia que seria incapaz de aprenderlo, asi que tome la decision de quitarme los zapatos al entrar en casa, andar siempre descalza y llevar en la mano las

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