En efecto lo necesitaba, aunque no me parecia prudente fiarme de un desconocido tan desconocido. Aun asi, cuando al cabo de ‘quelques minutes’ como habia ya anunciado, me dejo en la avenida Ez Taura, frente a la entrada del zoco Al Hamidie y se despidio con mucho calor y mucho agradecimiento por haberle permitido que me acompanara, anote su direccion y telefono en la primera pagina de la agenda que habia comprado con esta intencion.
Como ya he dicho, atravesar una calle en Damasco es dificil, pero parece casi imposible cuando se trata de la calle que esta frente al zoco. Se diria que pasan por ella los 11.007 taxis, los 40.540 coches privados, los 5.931 coches oficiales y los 2.014 autobuses que habia en Damasco en 1991 ademas de los que se habran importado desde entonces. El guardia hace las veces de semaforo y de vez en cuando avanza con el pito en la boca silbando con una fuerza que nada tiene que ver con la parsimonia con que camina ni con su indiferencia ante la desobediencia general. Como si fuera pensando en sus cosas mientras los coches juegan a pasarse unos a otros en ambas direcciones, ajenos a el y a los peatones que sortean los vehiculos.
El calor a esa hora del mediodia es inaudito, la barrera infranqueable y yo pense que jamas iba a llegar a la otra orilla. Pero si pasan los demas, me dije, yo tambien pasare.
Quiza antes de lanzarme al torbellino de coches hice un gesto de duda, o estuve un momento inmovil para armarme de valor, como el nadador antes de echarse al agua helada, porque no habia tenido tiempo Samir de desaparecer aun, cuando ya se habia acercado otro voluntario dispuesto a ayudarme: esta vez era un ingeniero de las refinerias de Homs, una ciudad industrial al norte de Damasco. Me conto en ingles que habia venido a una reunion de petroleros y se intereso muy de veras por todo cuanto me concernia no solo en Siria sino tambien en Espana. Debia de tener unos veinticinco anos. Me ayudo a atravesar haciendo el gesto de cogerme muy someramente por el codo aunque evitando todo contacto y me acompano a la entrada principal de la ciudad antigua. Luego se inclino, me dio la mano y se despidio despues de preguntarme si necesitaba algo mas.
El zoco Hamidie.
La ciudad antigua esta amurallada y contiene la mayor parte de los monumentos y maravillas que el turista quiere ver. Pero Damasco no ha llegado aun a los extremos de Marrakesh o El Cairo, y los zocos siguen siendo un verdadero mercado donde compran los ciudadanos y los que vienen del extrarradio o de las afueras. Es facil pasearse por sus callejas y exceptuando a la entrada de Al Hamidie apenas nadie persigue a los extranjeros. Se limitan a mirar, como nosotros les miramos a ellos, porque tanto los hombres como las mujeres lucen en esos mercados la mas variada coleccion indumentaria: turbantes, chilabas, tunicas, velos y mantos, mezclados con la version arabe de la vestimenta occidental, y las amorfas gabardinas cruzadas hasta el suelo con el panuelo anudado bajo la barbilla que visten las mujeres integristas.
El zoco Al Hamidie es sin duda uno de los mas hermosos del mundo. Una larga galeria pavimentada y ancha, con una cubierta de hierro en forma de cupula, que el tiempo y la intemperie han ido desgastando, jalonada de minusculos agujeros que se convierten en pequenos puntos de luz, como un lejano cielo estrellado en pleno dia.
Las tiendas se suceden a ambos lados, repletos los escaparates con ese sentido de la acumulacion que solo se encuentra en un mundo de mercaderes. Por la calzada avanzan apretujados en ambas direcciones hacia sus quehaceres los aguadores con sus antiguos y complicados depositos de laton como insolitos instrumentos musicales repletos del agua que ofrecen en vasos por unas monedas a los sedientos, los vendedores ambulantes, los mulos cargados de sacos de aromaticas especias, hombres y mujeres con ninos o solos, musicos callejeros, comerciantes. Muchos de ellos pasean con calma y se detienen a charlar, o se apostan en la puerta de un almacen a contemplar ese rio humano, esperando pacientemente la llegada del cliente.
En este zoco, tan distinto de otros zocos de la ciudad antigua, como el de las telas, el zoco Al Zurie de especias, condimentos y pasteleria, el zoco Al Salie de frutas y legumbres, se pueden encontrar joyas y bisuteria, sedas y alfombras, utensilios de cobre, laton y artesania en general, dispuesto gran parte de ello esperando la llegada en verano de los clientes extranjeros que poco a poco van desplazandose de los peligrosos Egipto y Argelia en busca de lugares exoticos que ellos mismos diluiran y desharan como se deshace en la mano el hielo bajo el sol.
En 1991, rezan las ultimas cifras disponibles, contra los 762.098 sirios que salieron del pais, llegaron a Siria en viaje de turismo 437.186 extranjeros, de los cuales 1.697 eran espanoles, 13.383 sovieticos, 212.975 turcos, 119.624 iranies, 4.132 britanicos. Y ademas 390.156 jordanos, 86.898 saudies y 526.609 libaneses, y unos pocos miles de otros paises. No hay mas que pasearse por el zoco de Hamidie, o entrar en los museos y los hoteles para comprender que el turismo aumenta y que de continuar la situacion del norte de Africa como hasta hoy, es muy posible que en un par de anos se haya multiplicado por diez.
Ralph: de la Mezquita de los Omeyas al Cafe Naufara.
Llevaba mas de dos horas paseando con el plano de la ciudad en la mano para descifrar el laberinto de calles y callejuelas, barrios y zocos, cuando me detuvo el paso, inmovil ante mi, el mismo muchacho rubio con quien me habia cruzado ya dos o tres veces, en el barrio cristiano, en los pasadizos que llevan al restaurante de los Omeyas, y en una calle cuyo nombre y situacion ya no podia recordar.
Estabamos en la puerta oeste de la gran mezquita frente a las dos unicas columnas, unico vestigio del templo romano de Jupiter del siglo III. Llevaba tambien un plano en la mano y de pie ante mi sonreia.
– Llevo dos horas dando vueltas por el zoco -dijo en ingles-, y por lo que veo tu tambien. Debemos de ser los dos unicos extranjeros que van solos. ?Por que no vamos juntos?
Por lo visto aqui no hay que temerle a la soledad, tuve tiempo de pensar, pero ya el sin esperar mi respuesta se presento:
– Soy aleman, de Schomberg, estudiante en ciencias politicas y estoy de viaje por el Oriente Medio. Solo - anadio-, voy solo.
Si, todas las dudas del mundo me asaltaron. ?Sera cierto que es un estudiante? ?O tal vez sea un espia? ?Que hace un estudiante viajando en pleno mes de mayo? ?O no es mas que un pelmazo que me fastidiara el dia? Pero ?que puedo perder? Si no me gusta no tengo mas…
– Yo tambien voy sola -oi mi voz impaciente y desobediente que pasaba sobre la reflexion y se manifestaba-. Y me gustaria saber por donde se entra a la mezquita, porque por esta puerta principal no dejan.
– Esto lo se -dijo muy contento-. No la he visitado aun, asi que si quieres podemos comenzar por ahi. Aunque despues tengo mucho interes en buscar la ventana por la que escapo san Pablo. Es una historia que me contaba siempre mi abuela que es catolica y no quiero irme sin encontrarla.
Pasamos la puerta lateral de la mezquita reservada para los extranjeros y entramos por la puerta norte, junto al mausoleo de Saladino -de 1193, leyo Ralph en la guia en medio de un umbroso jardin y contemplamos junto a el la tumba moderna, en marmol que, anadio, el emperador Guillermo II regalo al pueblo de Damasco durante su visita en 1898.
Nos pusimos un manto negro, Ralph porque llevaba pantalones cortos, yo solo por ser mujer.
Atravesamos el inmenso atrio porticado donde paseaban grupos de hombres y mujeres junto a la fuente de las abluciones. Nos acercamos a la cupula del tesoro donde antiguamente se guardaba el dinero publico, decorada con mosaicos. Y al entrar en el ‘haram’, la sala de la plegaria, nos quitamos los zapatos y los dejamos en el suelo junto a los de los visitantes y oradores.
Ralph siempre leyendo. Asi me entere de que la mezquita fue desde el primer milenio a.C. -y hay indicios de que muchos siglos antes un templo que los arameos habian levantado en honor de Hadad, el dios de la tempestad, y que sigue enterrado bajo todos los templos y murallas de los conquistadores que les sucedieron. Que en el siglo III los romanos construyeron sobre todos ellos un gigantesco templo dedicado a Jupiter, que en el siglo IV los cristianos lo convirtieron en basilica, que cuando entraron los musulmanes en el 636 transformaron la parte este en mezquita y dejaron la parte Oeste para el culto cristiano hasta que en el ano 705 el sexto califa omeya decidio “construir una mezquita como nadie haya construido ni construira jamas”. Las obras duraron diez anos y se emplearon mas de mil obreros, y el dinero necesario para pagar el edificio lleno cuatrocientos arcones que contenian diez mil dinares. Se necesitaron dieciocho camellos para transportar las pilas de hojas en las que se habian anotado los gastos de la mezquita. Se arrasaron las casas romanas y bizantinas contiguas y los antiguos zocos. Fue la primera mezquita con alminares, pulpito y sala de abluciones, caracteristicas que ahora se