Llegue a Roma a la caida de la tarde. Hacia mucho calor, y a mi el calor me pone endeble y melancolico -de modo que prefiero no imaginar lo que me espera como la leyenda escenografica del infierno resulte ser literal.

Decia mi padre que Roma es algo asi como una gran dama que se tira un pedo en publico y sigue siendo una gran dama. Ya saben: el marmol y la mugre, la ruina prestigiosa y la chatarra, el capitel caido y la lagartija, las musas parnasianas y las monjas, los dioses olimpicos y los curas, la huella arquitectonica de Bernini y la de Mussolini… Y todo formando un todo, inseparable. Una constelacion en cuatro letras.

Cristi Cuaresma habia vuelto a citarme en el restaurante Da Luigi, de modo que para alla me fui en cuanto deje la maleta en el hotel Locarno, que es donde nos alojamos los de la familia desde siempre cuando vamos a Roma y que queda al lado de la plaza del Populo, con un vago aire art deco, ajado ya, sin figuras criselefantinas de silfides ni cuadros de ofelias adolescentes o de nayades cadavericas, pero grato y discreto, y silencioso, aunque para mi gusto un poco caro, porque dormir en Roma cuesta mas que vivir en el 80 % del resto del mundo.

Cuando entre en el restaurante Da Luigi y eche un vistazo a la clientela, comprendi que solo una de todas las personas que habia alli podia llamarse o hacerse llamar Cristi Cuaresma. Solo una.

– ?Es usted Cristi Cuaresma?

– ?Jacob? Te imaginaba mas…

Pero no termino la frase, de modo que me quede con la intriga de la indole de aquella expectativa defraudada, y supongo que mejor asi.

No se si este tipo de cosas deben contarse, pero no tengo inconveniente en reconocer que, en mis tiempos universitarios, cuando estudiaba Historia del Arte, me impresionaban las muchachas. Me sentaba en clase lo mas lejos posible de ellas, porque me inquietaba su cercania en la misma medida en que inquieta la proximidad de un abismo por el que no tienes valor para arrojarte. Me quedaba mudo en su presencia, hipnotizado ante esa aleacion de carnalidad y de magia. Supongo que por esa razon me menospreciaban. Pero lo curioso es que ya no me impresionan ni lo mas minimo. Ya no me duelen. (Vas a un museo, no se, y no te angustia el no poder ser dueno de esos cuadros magnificos, de esas esculturas suntuosas.) (Pues igual.) (Por otra parte, y en ultima instancia, recuerden: Club Pink 2. El museo abierto para ti de cuatro de la tarde hasta la madrugada delincuente, por minutos, a cambio del dinero que estes dispuesto a gastar en hologramas.) (Por cierto, no existio nunca el licenciado Vinuesa. La carrera la deje en el tercer curso, porque el estudio y valoracion del arte me lo impuso la vida como una disciplina laboral, y ya me entienden.)

Cristi Cuaresma era muy hermosa. Hermosa y aspera. A punto de entrar en la cuarentena al son de una marcha triunfal. Se le leia en la mirada que Federico Baluarte, el sicario colombiano, le habia hecho muchas perrerias psicologicas y sexuales, y tenia ademas en los ojos ese helor diamantino de quien ha visto lo que no debiera.

Nos sentamos. Cristi llevaba un vestido negro de tirantes y el pelo corto tintado de mechas purpureas. El hombro derecho lo tenia tatuado con volutas exoticas que formaban maleza, y una especie de lagarto de escamas de arabescos le descendia por el brazo.

«?Me has traido dinero?» Y le conteste que aun era pronto para resolver ese particular, pues nadie paga por nebulosas, lo que no le cayo bien, aunque parecio resignarse, que es virtud de los grandes sabios y de los grandes picaros. «Sam me ha dicho que tienes que darme doce mil euros», y le replique que los honorarios los fijaria yo una vez que el plan estuviese definido, lo que le cayo aun peor que lo otro.

«?Que coleccionas?», me pregunto, mientras desplegaba la servilleta, con la misma voz de quien he prometido no volver a mencionar. Le dije que nada. «?Nada? Yo colecciono historias que, a fuerza de ser sublimes, acaban resultando ridiculas.» Asenti, que es lo menos que puede hacer uno cuando descubre un engranaje defectuoso en la mente de la persona a la que acaba de conocer. «?Sabes cual es la ultima que he anadido a mi coleccion?» Y negue con la cabeza, que es lo menos que puede hacer cualquiera cuando una persona a la que acaba de conocer le propone orgullosamente un misterio idiota. «La de Madame d'Audiffret», y de nuevo asenti, aunque no se por que, pues de nada me sonaba esa madame. «?Conoces su historia?» Y le di la respuesta correcta. Saco del bolso un paquete de tabaco. «?Fumas? ?No? ?Que edad tienes?» Pronuncie una cifra desagradable. «?No crees que ya va siendo hora de que empieces?» Y volvio a lo de Madame d'Audiffret: de origen espanol, fue casada a los quince anos con un marques que, como regalo de boda, le dio unas munecas. De formacion muy religiosa y de natural muy libertino, en cuanto se aburrio de las munecas se hizo amante del principe monegasco de turno, de quien se dice que tuvo un hijo. Luego se arrojo a los brazos de Charles Haas (el modelo del Swann proustiano), de quien tuvo una hija. A la muerte de su marido, ingreso en un convento, arruinada y monogama de Cristo. «?Que te parece?» Y le dije que muy bien. «?Bien? Es una historia asquerosa», y de nuevo asenti, por no ocurrirseme otra cosa mejor.

«?Que vino te apetece?» Le dije lo unico que podia decirle. «?Que no bebes?» Y me miro como si acabara de asegurarle que el planeta Tierra tiene forma de sacacorchos. «No coleccionas nada, no fumas, no bebes… Seguro que ni siquiera te metes anfetaminas en las meriendas de cumpleanos de tus sobrinos.»

Bien esta. En esta profesion nuestra abunda la gente peculiar y pirada, demasiado peculiar y demasiado pirada a veces. (Ahi tienen ustedes a Sam Benitez, sin ir mas lejos.) Pero suele tratarse de gente peculiar y pirada que, por no se que paradoja venturosa del caracter, aplica la sensatez a las cuestiones relacionadas con los negocios. (Me acuerdo ahora, no se, de Chano Espinosa, que se transformaba en un mono destrozon cuando bebia, patoso como nadie y camorrista, y que nunca sabia con certeza con cuantos dientes ni con cuantas orejas iba a volver a casa, pero que jamas probaba una gota cuando estaba metido en algo.) (O de Chelo Ponce, que era temerosa de Dios, devota de las santas y los santos y admiradora conmovida de los martires, lo que no le impedia salir de cualquier iglesia con una saca repleta de custodias, portaviaticos, portapaces y navetas.) (O de Perro Contreras Suarez, indito de Cochabamba, difunto luego de carretera, que cogio la mala costumbre de quemar las discotecas y bares franceses en que le negaban la entrada por su pinta de antropofago hambriento, pero que fue capaz de organizar y ejecutar algunos de los mejores golpes que se recuerdan, como por ejemplo el de cambiar cuatro pequenos bronces de Degas, cuando estaban en un taller de restauracion, por replicas en estano, que son las que siguen exhibiendose en el Quai d'Orsay.) Pero Cristi Cuaresma me parecio, al pronto, una mera pirada, demasiado pagada de si misma, demasiado bravia para tener temple, impresion que vi reforzada cuando, despues de explicarle el asunto del relicario de los magos errantes, me dijo que queria trabajar con el Penumbra.

El apodado Penumbra es hijo del checo Honza Manethova, que tuvo mucho prestigio en la profesion durante la decada de los setenta hasta que murio de su muerte en un hotel de Helsinki, donde se hallaba trajinando la venta de una coleccion de incensarios de plata perteneciente a un obispo aleman que tuvo la insensatez de acoger como asistente a un efebo no recuerdo si palestino o turco que, al cabo de una semana, desaparecio al mismo tiempo que los incensarios, dejando maltrecho por partida doble el corazon de su ilustrisima.

A este Penumbra, que era un nino cuando murio Honza, se le acepto mas tarde en la profesion por respeto a la memoria de su padre y por compasion hacia su madre, que quedo desvalida en las cercanias de Waterford, alla en Irlanda, en una casa de pescadores junto al mar Celtico, donde a Honza le dio por localizar el sueno siempre postergado de dedicarse a la pesca con cana y a la meditacion, dos ilusiones que una vez tras otra acababan desbaratadas por su tendencia natural al poquer y a la asechanza de las mujeres, que era por donde desaguaban sus fortunas repentinas, sucesivas y fugaces.

Al dia de hoy, al menos hasta donde se, el Penumbra esta fuera del escenario, y las noticias que circulan en torno a el son mas bien de mala esencia, pero, hasta hace dos o tres anos, aunque muy de tarde en tarde, algunos profesionales serios le encargaban faenas de bajo nivel, casi siempre en calidad de figurante o de pinche, pues se gano fama de ser poco de fiar para empresas que requiriesen habilidades de pensamiento, dadas sus complicaciones de caracter, aunque, segun se cuenta, no existe nadie mas indicado que el para los asuntos relacionados con los muertos, al no tener reparo alguno en profanar una tumba a las pocas horas de ser sellada, habilidad que, por lo visto, le ha valido la confianza del escalafon mas bajo de los cobardes: el de los profanadores de tumbas de celebridades contemporaneas, pues, aunque resulte dificil de creer, existe un mercado boyante de reliquias de estrellas del cine, del rock y de las artes populares en general.

Vista asi la cosa, la propuesta -la exigencia mas bien- de Cristi Cuaresma pudiera parecer razonable, al haber reliquias por medio, pero lo que de ninguna manera resultaba razonable era que alguien mostrase empeno en trabajar con el Penumbra, que, como he dicho, es algo que siempre ha supuesto un engorro compasivo por fidelidad al recuerdo de Honza, que tan rumboso fue con las amistades, asi lo fuesen del momento, y que

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