Despues de hablar con el Penumbra, llame a Cristi o, mejor dicho, al contestador de Cristi: «Ya tengo localizado al Penumbra y esta de acuerdo en todo. Llamame cuando puedas». Y me llamo. Y asi iba cerrandose el circulo, en el caso de que se pueda llamar circulo a una figura geometrica tan deforme.
«Escucha esto», y tia Corina me leyo lo siguiente: «Cerca del coro de la iglesia, a la derecha, bajando dieciseis escalones, esta el sitio en que nacio Nuestro Senor, que es un lugar bellamente ornado con marmol y pintado en profusion con oro, plata, lapislazuli y otros muchos colores. Cerca de alli, a tres pasos, se halla el pesebre del buey y la burra. Al lado esta el lugar en que descendio la estrella que habia guiado a los tres reyes magos. Estos tres reyes hicieron juntos el viaje por un milagro de Dios, pues se encontraron en una ciudad de la India llamada Cassak, que se halla a cincuenta y tres jornadas de camino de Belen. Sin embargo, llegaron a Belen al dia decimotercero de haber divisado la estrella. Fue al cuarto dia despues de haber visto la estrella cuando se encontraron en esa ciudad, y asi desde esa ciudad a Belen tardaron nueve dias, lo que fue gran milagro». Tia Corina me miro: «?De quien es?», por ese resorte que tiene de jugar a las adivinanzas bibliograficas. Me encogi de hombros. «Pues mira que es facil. De sir John Mandeville, que tanto divertia a tu padre con sus fabulaciones viajeras.»
Supongo que ustedes conocen mejor que yo la historia de este caballero, pero, por si acaso se les ha olvidado a causa de los muchos trajines del dia a dia, que tanto lastiman y desdibujan la memoria, me permito recordarsela de forma somera…
Para empezar, este sir John Mandeville no fue nadie, por raro que parezca. A pesar de no ser nadie, fue el autor de uno de los libros mas vendidos desde el siglo XIV al XVI. «?El autor fantasmagorico de un
Lo curioso es que, segun todos los indicios, sir John Mandeville, fuese quien fuese, no se movio jamas de su casa, y en eso se parece a Elias, el portero de nuestro edificio, victima tambien del sindrome del trotamundos inmovil, capaz de fantasear a capricho con la geografia y con la realidad, aun a costa de la realidad y de la geografia.
«?Cuando nos vamos a Paris?», me pregunto tia Corina de improviso. «?A Paris, para que?» Y para que iba a ser, claro esta: para visitar al Falso Principe, porque ella tiene a veces fijaciones. Recurri al argumento de la delicadeza de su salud, al del gasto que suponia aquel viaje, a la premura que me exigia Sam Benitez, pero ella tenia fe en la sabiduria practica de aquella alteza con corona de papel dorado y, ademas, me puso sobre la mesa un argumento razonable: de alli podriamos acercarnos a Colonia para esbozar sobre el terreno un plan de robo y poder meditarlo con tranquilidad y prudencia, en vez de improvisar a ultima hora. De modo que nos fuimos a Paris, reino por antonomasia de la purpurina, que viene a simbolizar -digo yo- una anoranza inconsolable del oro de las coronas reales.
9
El Falso Principe vive en un piso mediano de la calle de l'Ancienne Comedie, justo al lado del restaurante Le Procope, tenido por el mas antiguo de Paris y en el que de veras da la impresion de que si vuelves la cara vas a encontrarte a Voltaire -con la servilleta a modo de pechera y la peluca un poco ladeada- tomandose una sopa de cebolla e intentando definir el concepto de «angel» para su
El Falso Principe desemboco en Paris porque se caso a lo loco (barco, Pompeya, verano) con una viuda de alli de la que no tardo en enviudar y de la que heredo una tienda de bisuteria de pastiches
Tia Corina y el Falso Principe se abrazaron. Un abrazo que era muestra de una complicidad inviolable entre supervivientes de un mundo caduco, de una epoca que solo podian rememorar haciendo referencia continua a demasiados muertos: «?Te acuerdas de…?» Y enseguida el nombre de un cadaver, y una mueca de pesadumbre dulce y resignada, con la secreta coqueteria de seguir aun en pie.
El Falso Principe estaba muy mayor, aunque vigoroso y erguido, con los ojos nublados tras cristales muy gordos. Vestia un traje algo raido y con brillo de uso, aunque de corte excelente, y se permitia el dandismo nostalgico de lucir unos gemelos de oro en forma de gatopardo rampante. Tenia esa sonrisa placida, inmarchitable y cansina de quienes le han perdido el miedo a la muerte a fuerza de esperarla cada dia y hablaba con anoranza amable de esto y de lo otro, de brumas temporales, de difuntos, de golpes que alcanzaron celebridad entre los de la profesion por su planteamiento ingenioso, como aquel que dio Bernard Lorrain en 1954: robar la coleccion de ritones persas perteneciente a un conde alsaciano que se decia descendiente del papa Leon IX por la rama Eguisheim y dejar en su lugar, en las vitrinas y estanterias en que aquel caprichoso guardaba sus tesoros rituales, varios vasos de plastico llenos de vino de Burdeos.
«Explicale el caso», me indico tia Corina, de modo que le hice la narracion de nuestro plan y de nuestras dificultades al Falso Principe, que escucho todo con un asentimiento meditabundo, reflexiono luego durante un rato, se rasco una oreja y arriesgo al final la siguiente hipotesis: «Seguro que detras de eso estan los veromesianicos de Catania». La cara de tia Corina se ilumino, como suele decirse. La mia, en cambio, debio de ensombrecerse, porque la verdad es que no solo no tenia yo ni sospecha de quienes pudieran ser los tales veromesianicos de Catania, sino que ademas, fuesen quienes fuesen, di en alimentar el prejuicio de que no podia tratarse sino de una suposicion al tuntun, al ser ya el Falso Principe un oraculo fuera de onda.
«?Los veromesianicos de Catania, Simone?», le pregunto tia Corina, y el Falso Principe entro en detalles: «Una secta que distrae la fantasia de que quien logre reunir los tres objetos con que fueron enterrados los Reyes Magos propiciara el advenimiento del verdadero Mesias, ya que Cristo fue un impostor. Con arreglo a las supersticiones veromesianicas, los Reyes Magos murieron asesinados porque conocian esa impostura. Segun algunos, los mato con sus propias manos el apostol santo Tomas; segun otros, santo Tomas se limito a declararlos herejes y fueron pasados a cuchillo por una cofradia de fanaticos a la que repugnaba tanto cualquier tipo de herejia como le entusiasmaba el hacer correr la sangre heretica. Eran esos fanaticos los llamados esvatas, que surgieron en Siria y se expandieron luego por todo el Oriente, sembrando el terror durante mas de veinte anos en nombre de la ortodoxia». Tia Corina me miraba con ojos entusiastas, como si acabase de ganar a la ruleta. «?Y que objetos se supone que son esos con los que fueron enterrados los reyes?», le pregunte al Falso Principe por pura cortesia, por respeto a su pasado oracular, y me respondio que se trataba de una replica del anillo del rey Salomon hecha en el siglo I a. de C, de una llave en forma de ojo y de un reloj de arena.
Le comente que aquellos veromesianicos de Catania debian de ser muy candidos para suponer que, junto a los restos que se veneran en la catedral de Colonia, se conservan aun esas curiosidades. «No se trata de eso.