que Clara recogio del hotel.
– Te he traido esto -Emilia echa mano al bolsillo lateral de su abrigo y extrae el sobre azul que la vispera se deslizo desde el ejemplar de
– ?Que es? -pregunta Clara abriendo el sobre. Cuando lo vio caer del libro penso que serian papeles sin importancia, nada relacionado con Eloy.
– Mi sobrina y tu hijo hicieron buenas migas. Emilia quiere estudiar medicina, no se si te lo dije. Eloy le conto tambien la historia del hombre sentado bajo el agua, y fue muy curioso.
– ?Que?
– Que Emilia, para algo es una nina, se lo creyo como el. Le parecio un cuento bonito, no le puso ningun pero. Eso si, cuando Eloy se fue se puso a investigar, y encontro esto. No pudo llegar a darselo, claro. Ahora es tuyo. Dentro del sobre hay dos hojas. Una es un resumen medico que Emilia saco de aqui y de alla. Por lo visto es imposible que un cuerpo humano se conserve bajo el agua cien anos, ni el esqueleto ni mucho menos la carne. Imposible.
Clara se desconcierta ante este repentino reves propinado por la estanquera, hasta ahora tan solidaria y optimista con su busqueda. Intrigada e impaciente, saca del sobre las hojas. La primera contiene, en efecto, una serie de textos en diferentes formatos y tipos de letra sacados de Internet. La segunda es una pagina web impresa. Emilia la detiene con un gesto.
– Leelo mejor cuando me vaya -dice con su sonrisa mas dulce mientras se sienta en el taxi-. Ya veras, Clara, ya veras… Las cosas imposibles tienen siempre otra cara.
El coche arranca y se aleja, elevando alrededor de Clara una suave nube de polvo. Es breve, inofensiva, le basta guinar los ojos para defenderse de ella. Y sin embargo, esa ingravidez que pronto regresa a su reposo sobre el camino le hace sentirse inesperadamente desvalida. Tal vez se debe a la partida de Emilia, a la evidencia de que se queda a solas con sus respuestas. El mundo, de pronto, lo componen su equipo de buceo y el mar maldito de amor bajo el acantilado. Tambien, y sobre todo, la pregunta crucial sobre quien fue Eloy en sus horas finales.
35
– Paso una manana de hace veinte anos. Yo empezaba a ser un viejo. Vera tenia diecisiete anos para cumplir dieciocho.
La voz de Julian, como el penultimo aliento de un desahuciado, resuena rasposa al atravesar la traquea hacia el aire frio, y se desmenuza en silabas apenas audibles al contactar con el. Su cuerpo, escorado hacia la derecha, fia todo el peso al baston, que contagiado de su quiebra moral podria partirse. Alrededor de sus piernas aletean sin brio los faldones de la gabardina, como banderas de un ejercito aniquilado. El viento, casi quieto, parece haber demorado su paso sobre el acantilado para escuchar al ex policia, que sin embargo se empena en hablar al vacio sobre el mar de tu a tu, con ensimismamiento solemne. Tal vez ve levitar entre las sombras del crepusculo que se apaga el espiritu de algun confesor dispuesto a absolver su pasado.
– Fue en nuestra playa, esa misma en la que anos despues nos encontramos para hablar de robos y crimenes, de matar y morir. Casi no tiene arena, nunca la ha tenido. El oleaje es fuerte, por eso suele estar desierta. Yo iba alli para pensar a solas. La madre de Vera habia muerto semanas antes y me sentia descolocado, sin saber que hacer, esperar un ascenso o probar suerte en la ciudad, aunque suerte de que… Todavia no habia aparecido Humberto en mi vida, en nuestra vida. Todavia era un policia municipal del monton. Honesto, aunque tampoco tenia opcion de no serlo. Mi sueldo y poco mas. Eso, y ganas de tener otras cosas. Aquel dia habia en la playa una mujer banandose a lo lejos. Parecia desnuda. Me acerque.
Bastian permanece atento, un metro por detras de el, listo para evitar su caida accidental o premeditada. No le importa que Julian viva o muera, pero quiere oir lo que se ha lanzado a contar. La masa del mar se desdibuja ante ellos, fundida con la primera oscuridad de la noche. Solo el susurro del oleaje recuerda que ahi mismo, a un paso, esta el abismo.
– ?Has pensado que una mujer desnuda, desnuda en el mar, es una de las cosas mas fuera del tiempo que existen? En una playa llena no, eso es distinto, ahi una mujer, que ademas no suele estar desnuda, pasa mas inadvertida. Se oye gritar a los ninos, la gente lee o pasea… Piensa un momento. La playa, normalmente, esta llena de las cosas que hemos creado en este mundo nuestro: los periodicos y los libros que leen los veraneantes, sus banadores, sus toallas, las sombrillas, los moviles sonando, las latas de refresco, hasta las risas parecen embotelladas, todas iguales… Pero una mujer que se bana desnuda entre la espuma, entre las olas, sin signos de civilizacion a la vista… Eso es otro asunto. Eso esta fuera del tiempo. Ves la escena y comprendes que puede ser de ayer mismo, de hace veinte anos o de hace quinientos, tambien de dentro de mil. Una mujer desnuda en el mar. Con ella no hay reglas, no hay leyes, ahi no entran Dios ni los curas.
La voz de Julian, al evocarlo, parece haber hallado aliento nuevo. Bastian tambien se extasio siempre ante el indomito paisaje que se domina desde este punto del jardin sobre el acantilado, sin otro vestigio de la mano humana que las lejanas torres de apartamentos. Aqui mismo sorprendio a Vera vigilandolos con los prismaticos, aqui empezo ella a contarle su plan falso, su premeditada mentira primera: «Quiero robar a Humberto, necesito que me ayudes»; aqui mismo podria Humberto haberlos espiado a ellos solo con estirar un poco el cuello.
– Yo tambien me desnude, ?por que no? Fue un impulso, seguramente tambien una osadia. ?Y que? La playa era tan mia como suya. Y al desnudarme fue como si la mujer se hubiera desnudado mas todavia. Saltaba y jugaba con las olas, energica, incansable, hermosa… No me habia visto aun. Senti que me habia quitado todos los lastres. De pronto no era un viudo aburrido, no llevaba uniforme, no tenia una hija adolescente y pesada. No era honrado, ni era bueno… ?Que magnifico instante! Nunca he sabido que pretendi. No era follar, ni provocar a la mujer, tampoco molestarla. Creo que solo queria eso, exactamente eso: sentirme libre de todo. Cuando comenzo a acercarse a la orilla, yo tambien fui hacia el agua. Enseguida dejo de nadar y saltar, puso el pie en el fondo y echo a andar hacia la arena, con las olas estallandole detras. Y entonces vi que era Vera. ?Te imaginas? Jamas me habia visto desnudo. Ni yo a ella desde que cumplio los doce o trece anos. No supe como reaccionar, me quede callado, esperando. Ella se enfado mucho. No es que estuviera avergonzada, o crispada. Estaba enfadada, muchisimo. Y retadora, lo vi en como cogia la toalla y se frotaba, gestos secos que cortaban el aire, parecia que queria despellejarse a si misma. Se vistio y se fue sin decir una palabra, clavandome los ojos cada poco, cada vez mas indignada.
Abajo, el agua invisible a causa de la noche debe de estar helada. La piel de Bastian se escalofria al imaginar la zambullida. De nino se figuraba que la soledad del naufrago en el mar debia de ser aun peor cuando moria el dia y venia la oscuridad. Y piensa en la mujer ciega, en su noche continua. Si es efectivamente Vera, ?que tristeza la invadira al anorar los dias en que su cuerpo pletorico y joven reinaba sobre este mar y esta tierra, sobre el?
– Y yo me quede alli, pasmado ante el mar. No dije nada, deje que se fuera sin decir nada. No hable, ni pense. Me quede quieto como un imbecil, hasta que el frio me hizo reaccionar y volvi a casa. Hara alrededor de veinte anos. Pues fijate que te digo: siempre he pensado que Amir o Amin, o como cono se llamase, murio aquella manana. Todavia no nos conocia, seguramente entonces era un chaval y estudiaba en el instituto. Pero aquella manana quedo escrito que yo acabaria matandolo. ?Te gustan las mujeres muy jovenes, chico?
Julian gira el cuello con pesadez rigida de hombre agotado o lobo viejo. Sin embargo, sus ojos entrecerrados todavia emiten chispas enrojecidas y humedas, lagrimas por el pasado perdido o por el presente interminable que destacan en mitad del rostro desdibujado por la proximidad de la noche. De no ser por la iluminacion tenue que les da la luna, en cuestion de minutos los dos hombres dejarian de verse, serian uno para el otro bultos informes, sostenidos frente a frente por el afan de saber de Vera. Bastian comprende que el ex policia no aguarda su