El joven campesino, ignorando que fuerzas oscuras puede convocar esta maga salida del infierno, recuerda como su padre le tiene dicho que no conviene irritar a la gente poderosa y por eso, para congraciarse con la misteriosa mujer que acaso ya no le escucha, se esfuerza por ser amable y condescendiente.

– Si, senora, miercoles 4 de septiembre de 1951.

Sera por haber pronunciado esta fecha que el joven, al contar en los dias y semanas y meses siguientes su encuentro con la mujer arrebatada que buscaba la casa del acantilado, podra recordarla. Dos dias antes, se pudo cotejar luego, habia huido la pobre loca del manicomio, y por esa significativa coincidencia fijaron las habladurias comarcales en ese 4 de septiembre el inicio de la leyenda de Leonor la de la Ene, con su arrebato de amor y su vestido blanco manchado de barro.

Pero ella sera ya ajena a toda esa especulacion. Ha oido la fecha, 4 de septiembre de 1951, y un rescoldo de lucidez le permite hacer el calculo mientras recorre los cientos de metros que la separan de Padros, que atraviesa despues impunemente, amparada por la temprana hora del amanecer: han pasado casi cincuenta anos desde el dia en que su bebe le fue arrebatado, desde el dia en que desaparecio Gabriel… Hoy, ahora toma sentido el poema que el comenzo a escribir. Ciertamente, todo ha sido tiempo fluyendo. Cuarenta y nueve anos, dos meses y tres semanas, se deleita en precisar todavia un poco mas cuando avista el caseron del acantilado. Sonrie por primera vez en todo ese tiempo, y le sorprende ver que sigue recordando como se hace. Sonrie orgullosa, porque nadie ha sido capaz de doblegar su voluntad ni la fuerza de su afan. Y al fin aqui esta, decidida y valiente, tan ansiosa por abrazarse a su destino durante largo tiempo arrebatado que no se demora un solo segundo en contemplar el escenario donde se desencadeno y tuvo lugar la tragedia, sino que llega a la cima sobre el acantilado, inspira con toda la fuerza de que son capaces sus viejos pulmones ansiosos de libertad, busca por ultima vez apoyo en el rostro del espejo y se arroja pletorica y feliz al mar donde Gabriel y Damian llevan cuarenta y nueve anos, dos meses y tres semanas aguardando que vaya a reunirse con ellos.

37

Apenas ha visto a Julian confundirse con la noche, Bastian, solo y perdido tambien en la inmensidad oscura como aquel naufrago con el que, asustado, sonaba de nino, avanza poco a poco, pisando con cautela porque apenas ve sus propios pies, y llega hasta la entrada del caseron. El instinto ante la oscuridad impulsa su mano hacia el interruptor de la luz una vez se encuentra en el salon principal, pero no llega a encenderla. Sin saber muy bien por que, opta por buscar el sofa a ciegas, tanteando entre la quietud de los muebles amarilleados por la luna. Se planta ante el y, acaso porque entiende la trascendencia del acto minimo que se dispone a emprender o quiere provocarla, toma aire hasta el fondo de sus pulmones. Solo entonces se sienta en el sofa.

Sabe de pronto que acaba de cerrarse el circulo abierto cuatro anos atras, cuando se levanto de este mismo sofa, espoleado por el pistoletazo de salida de su carrera hacia ninguna parte.

Los circulos vitales se cierran con un vertigo intenso; de lo contrario, o no son circulos o no son realmente vitales, y Bastian siente moral y fisicamente el que ahora le corresponde experimentar, como un erizamiento extranamente sereno de la piel producido mas alla del punto donde los cientificos, los filosofos o los embaucadores encuentran explicacion a las cosas. Y cuando el escalofrio concluye, el se encuentra ya en otro lugar nuevo. Es un hombre distinto al de un segundo antes. Con repentino buen humor, inimaginable un minuto atras, se pregunta si debera cambiar otra vez de identidad y de nombre, y decide posponer la cuestion. Una lucidez repentina le permite verse a si mismo y ver tambien, sin revancha alguna, a los fantasmas del pasado. Le parecen de pronto fragiles y melancolicos, como solitarios viajeros esperando en el anden, cualquier frio anochecer de lluvia, al tren que se los llevara para siempre. Es mas largo el adios de los fantasmas que el adios de los muertos, e infinitamente mas peligroso. El tiempo de los fantasmas es de goma. Las agujas de su reloj estan hechas de sentimientos, el engranaje que las mueve es un corazon muerto tiempo antes que todavia sufre y las horas que marca van hacia atras, a veces a saltos… La mano de Vera, trazando letra a letra las once palabras sobre su vientre, sobre su sexo. Todo es nada, todo es a lo sumo tiempo que fluye. Fue en la hora ciento seis cuando Vera, juguetona y manipuladora, impregno el papelito con los rastros del semen de Sebastian en los labios. ?No equivalio aquel gesto a fundir el lacre que sellaba su destino?

Esta es la hora ciento ochenta y ocho de las ciento ochenta y siete horas, y siente cansancio fisico, el sofa casi lo invita a estirarse sobre el, a permitir al cuerpo que duerma. Normal que tenga sueno, llevo ciento ochenta y siete horas sin dormir. Otro destello de humor, el segundo en poco tiempo. Bastian lo celebra con una sonrisa minima pero larga, que se adhiere a sus labios y permanece ahi. El primer minuto de la hora ciento ochenta y ocho, su primer segundo, la frontera fisica con el futuro inmediato, una orden de libertad condicional para la obsesion y el delirio, que desde hoy tendran que buscar donde dormir. El entierro del semen seco, para el que Bastian decide oficiar un funeral significativo sin miramientos con la solemnidad. Saca el papelito de la cartera, lo palpa. En la oscuridad parece inofensivo, podria ser el envoltorio de un caramelo o un recibo de la tarjeta de credito olvidado en el bolsillo. No se sospecha por su tacto que contiene muerte, dolor y miedos multiples, tampoco que resume cuatro anos de inexistencia.

Se incorpora en el sofa para arrodillarse en el suelo ante la chimenea. Ha sido un movimiento veloz ejecutado en dos movimientos precisos, de intencion nitida. ?Cuanto tiempo llevara la chimenea apagada? La ultima vez que la encendio tuvo que ser en el invierno previo a la irrupcion de Vera, pero no logra verse amontonando las astillas para prender el fuego. Coloca el papelito sobre la reja metalica de la base de la chimenea y al caer en la cuenta de que no lleva encendedor prueba suerte con la caja de cerillas que debe de llevar ahi desde la ultima y lejana vez, esperando quiza este instante. Toma una e intenta prenderla sin demasiadas esperanzas, pero inesperadamente surge una efusion amarilla y azul que chisporrotea hasta quedar convertida en una serena llamita, de algun modo milagrosa. Las cosas mas simples pueden vivir mas que un ser humano: un trozo de papel, una cerilla, esta llama… La aplica sobre el papelito sin odio, como el jardinero primoroso que fumiga contra las plagas su flor favorita. El papelito, acaso correspondiendole, arde sin sentimentalismos, y no le da tiempo a desarrollar metaforas sobre el hombre que vuelve a sentir calor ante la hoguera de la vida: en el soplo de dos o tres instantes, el papelito se ha convertido en ceniza que una corriente invisible absorbe por el tiro de la chimenea hacia la noche exterior. La llamita, cumplida su funcion, muere tambien. ?Tan facil era?, piensa Bastian mientras, ahora si, se tumba a lo largo del cuerpo del sofa. Meticulosamente, evita convocar pensamiento alguno. Quiere que fluyan las sensaciones, los instintos. Pero una somnolencia calida que le parece hecha de aceite le masajea el cuerpo y, sin poder ni querer evitarlo, se queda dormido.

No suena con espectros de vaginas jugosas ni con alfileres puntiagudos esgrimidos por hombres sin rostro, solo duerme. Duerme y, cuando despierta, se ve rodeado por la luz del dia. Alguien, a lo largo de la noche, le ha arropado con la gruesa gabardina. Algun fantasma carinoso o el mismo, en gesto inconsciente.

La clarividencia de sus pensamientos es tan grande e intensa que va por delante de los miembros adormilados, y tiene que retenerla un momento mientras acaba de sacudirse el sopor. Hay un orden mental sin lugar para las dudas que magicamente se ha establecido dentro de su cabeza. Los primeros pasos de su nueva vida han de darse en Madrid; todos, excepto uno.

Se pone en pie y sale al exterior. El jardin muerto contiene mas vida, con todos sus hierbajos y barrizales secos, que el escenario etereo y negro donde la vispera escucho la confesion de Julian. Ese fantasma se fue de su vida la noche anterior, y el no le va a dejar opcion de regresar. ?Y Humberto, muerto practicamente desde que por primera vez oyo hablar de el y durante tanto tiempo sustento de sus pesadillas? Sus huesos son reales, y esa calavera en silla de ruedas dificilmente va a sustentar a espectro alguno. Murio viendo como follaba la mujer amada y odiada, y ahi se torno esqueleto. Cuando Sebastian Diaz, dueno de la casa y otra vez de su vida, regrese al caseron en las proximas semanas llamara a la policia como tenia que haber hecho cuatro anos atras. No, ese fantasma tampoco va a volver a molestar.

Solo queda Vera.

Bajo el acantilado yace la playa, lejana e indiferente a el. Estaria tambien desierta de no ser por una silueta negra que se halla plantada ante el mar. Bastian, a pesar de la distancia, cree reconocer el traje de buceo que la vispera vio agitarse colgado de la terraza del hotel como si lo habitara un ser invisible.

Clara.

Al entender que es ella le asalta una emocion intensa surgida de la realidad, sin espacio para vuelos fantasmales: Clara, la resuelta y triste y valiente Clara va a sumergirse en busca de los vestigios de su hijo a

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