– ?Ya, ya! -insistia Carmen Elgazu-. ?Todos los policias reciben, tanta correspondencia como el recibe, inclusive del extranjero…? Matias se reia.
– Y eso ?que tiene que ver?
A Carmen Elgazu le parecia que tenia mucho que ver.
– Y ademas… me obligareis a desembuchar del todo. En Madrid no mandan a las provincias fronterizas como esta a un cualquiera… ?No, no, si no he terminado! ?Quereis saber una cosa…? -Un dia miro a todos en senal de reto y solto-: Julio es especialista en suicidios.
– ?Especialista en…? -Varias voces repitieron la palabra.
– ?Si, si! Y tambien por eso se encuentra aqui. Porque en esta provincia hay muchos suicidios, aunque no lo parezca.
Nadie comprendio. Ignacio se encogio de hombros, aun cuando le costaba suponer que su madre erraba. Sabia que su madre no hablaba nunca porque si, que sus palabras arrancaban siempre de instintos muy profundos.
Matias acabo diciendo que, de continuar de aquella manera, se abstendria de contar en la mesa sus tertulias nocturnas en Telegrafos. Pilar protesto al igual que los demas, pues si bien la chica no entendia nada de politica, nunca faltaba entre dos replicas alguna agudeza, que luego le valia un exito entre las amigas.
Carmen Elgazu no dio su brazo a torcer e intensifico su labor informativa. Un dia en que Matias llego celebrando los dichos de Julio mas que de ordinario, puso cara de circunstancias, se arreglo el mono y solto la gorda. Dijo que Julio era, ni mas ni menos, el capitoste de los comunistas de la provincia.
Todo el mundo se quedo estupefacto. Matias la miro y, cambiando de expresion, repuso:
– ?No tantos vuelos, mujer, no tantos vuelos…! Anda, basta ya. -Luego anadio-: Julio… es un pobre hombre, como yo…
Y aquella frase desarmo a Carmen Elgazu.
Se acercaba Navidad y el cumpleanos de Ignacio. Con ello los turrones, los belenes y la loteria.
Pilar fue la encargada del belen. Se eligio su habitacion porque era la que ofrecia mas espacio libre y donde sus amigas Nuri, Maria y Asuncion podrian trabajar sin estorbar. Pilar comenzo el montaje utilizando una mesa espaciosa, plegable, que guardaba en el cuarto de trastos de la azotea. Pintaron un fondo de montanas y cielo azul. Para el portal, se guiaron por un plano que le habia hecho Cesar, ex profeso, fiel a la Biblia. Pilar hubiera querido algo magnifico, regio, con figuras de tamano natural; Ignacio les decia: «No seais tontas. Los belenes tienen que ser sencillos. Asi, con un rio de papel de plata».
De los turrones se encargo Carmen Elgazu, y fue mandado un paquete de dos kilos al Collell; de la loteria se cuido Matias.
Matias Alvear convencia todos los anos a la tertulia del Neutral para comprar, entre todos, un billete. Aquel ano faltaba don Agustin Santillana, pero le sustituyo el subdirector del Banco de Ignacio.
El director de la Tabacalera, que si tenia un pasar era gracias a la loteria, le pregunto a Matias:
– Asi, pues, ?que haria usted, Matias, si le tocara el gordo? Ademas de mandar a freir esparragos a los de Telegrafos se entiende.
Matias colgo el sombrero en el perchero del cafe y dijo, sentandose y pasandose las manos por los muslos:
– Pues…la verdad, lo primero cumplir una promesa que le tengo hecha a mi mujer: llevarla a Mallorca.
– ?Vaya! Segunda luna de miel.
– Eso. Luego… -continuo, arrellanandose en el sillon, y llamando al camarero- creo que iria a la barberia de Raimundo y me daria el gustazo de decirle: «Anda, haz lo que te de la gana». Me gustaria comprobar cuanto subiria la cuenta.
El camarero del Neutral se detuvo a escucharle, sonriendo, lo mismo que Julio.
– ?Y que mas, y que mas?
– Pues… no se. ?Podria uno hacer tantas cosas! Quedarse aqui, o estar pescando en el Ter o en el balcon durante anos…
El director de la Tabacalera le miro sorprendido.
– ?Continuaria usted pescando en el balcon?
Matias disolvio con parsimonia el azucar en el cafe.
– ?Por que no? ?Que querria? ?Que me fuera a pescar ballenas?
Matias aseguraba que a el el dinero no le haria perder la cabeza jamas.
El camarero quedo un poco decepcionado. Era un chico exaltado, Ramon de nombre, que siempre sonaba con aventuras inverosimiles.
– ?Y usted, Julio…? -pregunto Ramon al policia al ver que se habia hecho el silencio.
Julio se paso tambien las manos por los muslos.
– Yo…lo primero que haria es ocultarle a mi mujer que me habia tocado un centimo.
El camarero torcio la boca y se alejo. A todos les dio pena y, llamandole, le regalaron una participacion de cinco pesetas. Pero… de nada sirvio. Rodo la Fortuna y a la tertulia del Neutral no le toco nada, ni pedrea.
Sin embargo, Navidad llegaba para todos. En el piso de la Rambla estaban el belen, los turrones, una carta de Cesar dirigida especialmente a Pilar, a quien felicitaba por haber estrenado unas medias y a quien censuraba su proyecto de cortarse las trenzas. Carmen Elgazu hizo canelones. Luego hubo pollo y champana. Matias dijo: «Si quereis, puedo recitaros un soneto de Jaime.
Todos protestaron energicamente.
El 31 de diciembre, cumpleanos de Ignacio -diecisiete anos-, se invito a todas las amistades a tomar cafe. Pilar estaba muy contenta viendo a tantos hombres en casa. El unico que le daba miedo era mosen Alberto. Cuando este llego, la chica salio al balcon del rio, le hizo una sena a Nuri, que permanecia a la escucha tres balcones mas arriba, y a la media hora esta, Maria y Asuncion se hallaban reunidas en el cuarto de Pilar, parloteando, cambiando de sitio las ovejas del belen y mirando de vez en cuando al comedor por el ojo de la cerradura.
Pilar les leyo la carta de Cesar. Estaba muy orgullosa con ella.
Nuri le dijo: «Yo quiero que tu hermano me case». Asuncion, que cada vez que se acercaba a la cerradura, deseaba que el angulo visual comprendiera a Ignacio, dijo sonriendo: «Yo quiero casarme con tu hermano».
Pilar ocultaba a sus amigas que Ignacio no le hacia caso. En realidad, ella continuaba prefiriendole. Si Ignacio hubiese querido, la chica le hubiera seguido a todas partes. Aquel dia les decia a todas: «Diecisiete anos, y ya cobra cien pesetas».
Ignacio sostenia raramente una conversacion larga con su hermana. Excepto si le interesaba algo preciso, preguntarle detalles de las monjas o de sus amigas. Se interesaba especialmente por Maria y Asuncion, porque estas eran hijas de militar. «?Que cuentan de sus padres?» Le interesaban porque en el Banco se decia que los militares eran los verdaderos enemigos del progreso y de la Republica. Se hablaba con particular agresividad del comandante Martinez de Soria, monarquico recalcitrante. Pilar se encogia de hombros, ignoraba todo aquello. Se limitaba a decirle que a Maria y a Asuncion, lo mismo que a otras chicas que conocia, les gustaba mucho ser hijas de militar.
En el comedor se hablaba de lo importante que era aquella fecha, el ultimo dia del ano. De que la vida pasaba de prisa. ?Julio recordaba a Matias de pantalon corto -sin medias- correteando por Madrid!, mosen Alberto sus anos de Seminario, «cuando lo que ahora era patio en la Sagrada Familia era entonces huerta con coles y nabos y una acequia de agua clara», don Emilio Santos dijo: «Pues hoy hace quince anos que murio mi mujer». Todo el mundo guardo silencio un instante. Luego Carmen Elgazu explico que ella y Matias se conocian desde hacia veinticinco anos. «Nos conocimos en Bilbao. En un viaje que el hizo alli, nunca he sabido por que…»
– ?Por que fui a Bilbao…? -Matias solto una carcajada-. Pues ha quedado claro, me parece…
– ?Nada, nada! Ni siquiera sabias que yo existiera.
Este era el gran misterio, segun mosen Alberto. Que las personas se cruzaran a mitad de camino…
Luego se hablo de lo que cada uno haria aquella noche. Julio y dona Amparo Campo se irian al baile de Izquierda Republicana y se tomarian las doce uvas. Don Emilio Santos a dormir, lo mismo que Matias. Mosen Alberto tenia que terminar la Memoria anual de actividades del Museo. A Carmen Elgazu la horrorizo que alguien, en el momento de empezar el nuevo ano, se atreviera a estar en un baile y comer uvas. «Son costumbres de quien sabe donde», dijo.
– ?Usted que hara, pues? -le pregunto el policia.