– ?Y la CEDA?

– ?Uf! Es una especie de Balneario.

– ?Y Liga Catalana?

– ?Liga Catalana…? Un despacho de notario… ?Bueno, no! Tambien saben divertirse, cuando quieren.

– ?Y los comunistas?

– ?Oh! Esos… peor que la CNT. Se reunen en una barberia.

– ?Vaya! Con el retrato de Stalin y demas.

– No se. No lo he visto nunca.

– Pero… ?y que sabe el barbero de comunismo?

– No se. Ya te digo. -Ignacio se echo a reir-. Ahora recuerdo que la Torre de Babel un dia fue alla y se encontro en pleno jaleo. Miraban una revista antigua en que se veian unos oficiales rusos y el barbero decia: «?Eso es pelo bien cortado y no lo que hacemos aqui!» Y todos los clientes asentian con la cabeza.

Jose no reacciono como Ignacio habia supuesto. Se detuvo un momento en el centro de la Rambla, precisamente frente al cafe de los militares, y le dijo:

– Aqui tomais a los comunistas un poco a broma, ?no?

Ignacio se detuvo a su vez.

– ?A broma? Chico, no se. A mi me parece que si peco por algo es por tomarlo todo demasiado en serio.

Jose continuo mirandole e insistio:

– ?Tu conoces algun comunista?

– Pues… no. Creo que no. Conozco uno… que desde luego siempre lee a Marx y cosas por el estilo. Pero no se si esta afiliado o no.

– ?Y que tal?

– Es un companero de trabajo. Del Banco.

– ?Vamos!

Ignacio anadio:

– Desde luego, alli es el que tiene mas personalidad.

Jose sonrio: -?Mas que el subdirector…?

Ignacio reflexiono.

– Entiendeme… Segun lo que entiendas por personalidad.

La Rambla estaba abarrotada de estudiantes. El sol caia vertical.

Ignacio dijo:

– ?Toma! Eso significa que es la hora de comer.

Jose se volvio de repente, se acerco a una muchacha que pasaba sola.

– ?Te vienes conmigo, chachi?

Habia algo que Julio Garcia no podia soportar: la fanfarroneria. Dividia los actos en utiles e inutiles. La fanfarroneria la consideraba siempre inutil. Sentarse en el coche del tren y desplegar el periodico como si uno estuviera solo, lo consideraba un acto inutil. Ello era tanto mas sorprendente cuanto que Matias, que tenia fama de certero, hablando del policia decia siempre: «Solo tiene un defecto: que es un fanfarron».

Julio Garcia, durante su infancia, en Madrid, no tuvo hermanos, como Matias, que le acompanaran en sus andanzas. Tuvo que arreglarselas solo. Estuvo mucho tiempo pensando, cada vez que recibia un par de bofetadas injustas: «Ese hombre acaba de ejecutar un acto inutil». Pero un dia se dio cuenta de que a fuerza de actos inutiles el projimo acabaria por aplastarle la nariz. Y entonces decidio pegar el primero.

Sin que ello le reconciliara con la fanfarroneria. De ahi que cuando, en el mitin de la CEDA, vio a Jose con su aire de perdonavidas y supo que no solo el habia sido el primero en armar escandalo sino que habia tumbado de un punetazo a un pobre panadero que habia perdido la calma, se dijo: «A ese mocito le doy yo una leccion». Y por eso le invito a tomar cafe, junto con Ignacio.

Por el fisico de Jose y sus metodos directos dedujo que se trataba de un ser primitivo, del clasico mozalbete de la FAI dispuesto a tirar un petardo en un desfile o a pegar una paliza al primero que defendiera la conveniencia de las Aduanas. Pero Matias, en el Neutral, habia dicho: «Te equivocas. Jose, a su manera, esta muy documentado. Se ha leido mas de un libro. Me parece que es muy capaz de sostener una controversia».

Julio habia exclamado:

– ?De veras…? Tanto mejor. Lo que yo daria para que fuera un autentico teorico del anarquismo.

Matias le pregunto:

– ?Bah! ?Por que te interesa tanto este asunto?

– ?Por que? Pues porque si. Porque estamos en el pais del anarquismo.

– ?No crees que hay anarquistas en todas partes?

Julio hizo un gesto de desolacion.

– Matias… siento decirtelo, pero anarquistas ya solo quedan en Espana, y en algunos paises de la America del Sur.

Por su parte Ignacio habia advertido a Jose de que Julio era un hombre bastante complicado, del que nunca se sabia si decia todo lo que pensaba o solo la mitad.

– Especialmente en cuestiones politicas, siempre habla en terminos vagos. Esta muy enterado, ?sabes? Quiero decir que los hechos, los conoce al dedillo. Cuando las cosas se ponen oscuras es cuando el tiene que dar su opinion. «Claro, claro, quien sabe…» «Si, la Republica es siempre algo.» ?Te das cuenta?

Jose se habia quedado inmovil, mirando a Ignacio.

– ?Que periodicos lee?

– Chico, yo creo que los lee todos.

Jose dijo, bruscamente:

– ?Vamos, vamos a conocer a esa fiera! -Y al saber que le daria un excelente conac, en el camino entro en un estanco y se compro un cigarro habano.

A Carmen Elgazu aquella visita no le habia hecho ninguna gracia. «Ignacio entre dos fuegos», penso. Una vez mas le habia advertido que a todas las teorias que oyera les hiciera poco caso. «Ya sabes que solo hay una verdad, hijo: ser bueno. Y tu lo eres.»

Les abrio la criada y los hizo pasar a la sala de estar, en la que Julio se hallaba esperando. Al verlos, se levanto en seguida y por su actitud creo un clima de confianza.

– ?Caramba! A eso se le llama puntualidad.

Estrecho la mano de Jose y al mismo tiempo el antebrazo de Ignacio.

– ?Sentaos, sentaos! Encantado de teneros aqui. En seguida viene mi mujer y tomaremos una copa. ?Usted que prefiere, Jose? -Viendo que Jose se mordia los labios para reflexionar, Julio apreto un boton de un mueble que tenia al lado y en el acto aparecio, rutilante, toda una licoreria.

Aquel mueble-bar encanto a Jose. Por su colorido y exuberancia. Y en cuanto entro dona Amparo Campo, con bata verde y encarnada, penso que se parecia mucho al mueble-bar.

– Senora… -Jose parecia enteramente un caballero. El cigarro habano le daba un aspecto sorprendentemente burgues.

Las frases de tramite duraron poco. En cuanto todo el mundo estuvo servido, Julio dijo:

– Jose, no crea que este usted aqui por lo del mitin… Les dije que vinieran para charlar un rato, simplemente.

– ?Ya, ya! Ya lo supongo.

Julio se tomo el cafe de un sorbo. Luego, reincorporandose, prosiguio:

– De todos modos, me va a permitir una pregunta. Por lo que vi -esbozo una sonrisa- los de la CEDA no son santos de su devocion, ?verdad?

– ?De mi devocion? -A Jose la presencia del conac le habia producido un efecto saludable. Habia enrojecido un poco, y se veia que se hallaba a sus anchas-. ?Que le parece, madame? -anadio, dirigiendose a dona Amparo Campo-. ?Tengo yo cara de ser devoto de la CEDA?

Dona Amparo Campo contesto:

– No se, no se. ?Por que no?

– ?Vaya!

Julio continuo:

– No. Desde luego, no tiene usted cara de la CEDA. -Luego anadio-: ?Socialista…? -Al ver que Jose miraba con

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