fijeza, cortando el cono truncado de la ceniza en el cenicero anadio-: Desde luego, si le molesta hablar de eso, no he dicho nada.
El primo de Ignacio levanto los hombros.
– ?Por que? Por mi, encantado. -Marco una pausa-. Yo soy de la FAI.
Julio enarco las cejas en expresion de sorpresa.
– ?Hombre, estupendo!
– ?Por que estupendo? -pregunto Jose.
– ?Que se yo! Siempre me han gustado los anarquistas.
– ?Ah, si…! ?Por que?
– Pues… ?Como se lo explicare! Ya lo sabe mi mujer. A mi… todo lo romantico me gusta.
– ?Vaya! -Jose se envolvio en humo-. Conque ?le parecemos unos romanticos?
– ?Y a usted no?
Julio se echo para atras en el sillon y dijo, como si la polemica hubiera llegado ya a un punto de madurez logica:
– ?Parten ustedes de un principio magistral: que el individuo es perfecto, y que por lo tanto puede darsele libertad absoluta!
– Exacto.
– Luego viene el individuo, que no es perfecto, y mata a su madre.
– ?Y que pasa con ello? -pregunto Jose.
– ?Que pasa…? Pues… ?nada! Que si el padre vive… ?pues se queda viudo!
Jose anadio que no habia que reparar en medios para conseguir la libertad. Destruir todo lo que la sociedad ha creado de ficcion y coaccion.
Julio, al oir esto, recobro los animos.
– Claro, claro -dijo, intentando elevar el tono del adversario-. Ustedes han leido en algun sitio: «?Hay que tener una mistica!» Y la han comprado en la primera esquina.
– Nada se consigue sin fanatismo.
– Si, es cierto. Pero… a condicion de contar con unos dirigentes… que sean frios.
Jose afirmo que ellos ya conocian esta regla desde ninos. Y cito como ejemplo lo que ocurria en su familia.
– Mi padre -dijo- es un fanatico del anarquismo. Todo Madrid le conoce; pues bien, nunca ha tenido cargo en la Federacion. En cambio yo, que aunque usted no lo crea, soy hombre frio, soy jefe de grupo en mi barrio.
Julio pregunto, sin inmutarse:
– ?Cree usted que un hombre frio declara que es jefe de grupo a un policia que acaba de conocer, y de provincia fronteriza por mas senas?
– ?Bah! ?En que puede perjudicarme?
– Por ejemplo, podria arrestarle por tenencia ilicita de pistola.
– ?Como sabe usted que llevo pistola? -pregunto Jose, con calma.
– Porque usted me lo ha dicho.
Jose se mordio los labios.
– ?Mira que tal! Le advierto que por mi barrio ya nadie cree en Sherlock Holmes.
– Hacen ustedes muy bien. Yo tampoco.
Ignacio iba poniendose nervioso. Todo aquello era interesante, pero el hubiera preferido cenir el tema. Le hubiera gustado oir a Julio exponer sus propias ideas.
– Espero que no van a discutir sobre eso -dijo-. Aqui lo interesante seria confrontar opiniones.
Julio hizo un gesto de asombro.
– ?Y que otra cosa estamos haciendo?
Ignacio ladeo la cabeza.
– Perdone… -dijo-, pero hasta aqui solo hay uno que ha expuesta las suyas: mi primo.
Dona Amparo Campo intervino.
– ?Uy, hijo! Yo llevo doce anos con el y todavia no se lo que piensa.
Jose aplasto de nuevo la ceniza en el cenicero.
– Pues yo creo que no tardaria tanto en saberlo -dijo, en tono que no disimulaba el resentimiento.
Julio le miro.
– ?De veras?
– Si. -Jose se dirigio a dona Amparo-. ?Me permite… que hable con franqueza?
Dona Amparo Campo se sintio halagada. -?Claro, claro que si!
Jose anadio, en tono que le salio inesperadamente duro:
– Usted es el clasico tipo que echa al ruedo a los demas y luego se come la liebre, ?no es eso?
Julio movio la cabeza.
– No creo que sea eso, la verdad…
– Si -prosiguio Jose-. Por ejemplo -reflexiono un momento-, creo que uno de estos dias va a haber huelga. Usted no dira nunca: «?Tienen razon; lo que cobran los ferroviarios es una verguenza!» Usted… criticara la manera de hacer la huelga, el dia que se ha elegido, y si tiene que tomar el tren y resulta que el tren no funciona, armara la de Dios es Cristo. Ahora bien… se aprovechara del caos… para pedir aumento de sueldo. Dona Amparo Campo no pudo reprimir una carcajada, lo mismo que Ignacio, porque Jose, al termino de la frase, habia parodiado con extrema gracia un pase de muleta. Julio, en cambio, saco otra botella del mueble-bar y se sirvio.
– En fin, si usted cree que soy asi, debe de ser cierto… -Marco una pausa-. Por nada del mundo me atreveria yo a dudar de la inteligencia de un anarquista.
A Ignacio le parecio que en el fondo Julio perdia terreno. Jose se habia echado para atras y paladeaba de nuevo su conac.
– De todos modos… -anadio Julio-. ?Me permite usted que le de un dato?
Jose no contesto, pero el anadio:
– Da la casualidad de que esta huelga -que sera exactamente el viernes-, la he aconsejado yo.
Ignacio semicerro los ojos.
– Si -continuo-. Conocen ustedes al Responsable, ?no es eso? Es muy amigo mio. Le dije: «Hazlo, es el momento. Los ferroviarios lo merecen». A mi siempre me ha parecido que el oficio de ferroviario es muy duro. Aunque tal vez el que ejerza Jose todavia lo sea mas…
Se callo. Sus palabras habian surtido efecto, sobre todo en Ignacio. Ignacio pensaba: «?Es cierto todo eso? Y si lo es… ?por que diablos se mete en esas cosas?»
Julio anadio, no queriendo dejar ningun cabo suelto:
– Y en cuanto a obtener aumento de sueldo, yo tengo mi criterio: ganarse por meritos un ascenso.
Dona Amparo Campo empezaba a sospechar que tendria que admirar a su marido. Pero Jose no se habia dejado amedrentar.
– Me sorprende que le interesen a usted los ferroviarios -dijo-. ?Por que sera? ?Le traen contrabando de Francia?
Julio se indigno. La salida era inesperada.
– Ni por casualidad uno de ustedes razona una vez con logica -respondio, conteniendose-. Si yo utilizase a los ferroviarios como contrabandistas, tendria interes en que ganaran poco sueldo, ?no le parece? ?Se da cuenta de lo equivocado que esta en todo?
Jose replico:
– Eso de equivocarse no se ve hasta el final. Es muy bonito contemplar a los demas como si fueran peces en un acuario. Pero no olvide una cosa: somos muchos miles, muchos miles. Con logica o sin ella, pero muchos miles. En Barcelona, en Madrid, en Andalucia…
Julio le interrumpio:
– En cambio, ?ve usted…? En Francia practicamente no hay anarquistas. Ayer se lo contaba al padre de Ignacio, hablando de un viaje que pienso hacer a Paris. ?Por que no son anarquistas los franceses? Porque son gente de metodo.
– ?Ah, ya…! Claro… Los franceses son gente de metodo porque tienen un suelo que da muchas coles. Aqui,