Intento ensenar catecismo. Al principio fue un exito. Varios de los pequenos le eran muy fieles, y a veces le acompanaban hasta el extremo de la calle. Fue alli donde una tarde les dijo:

– ?Vamos a ver! Sentaos aqui.

Los crios siempre jugaban por las escaleras de las iglesias sin cuidado ninguno, tirando piedras a los ventanales u orillandose en los muros. Cuando Cesar les explico que aquellos eran lugares santos, presididos por un Ser bueno y omnipotente, que era el que habia creado aquel cielo, el Onar y todo, primero le miraron con escepticismo, pero de pronto uno de ellos, que adoraba a Cesar, se levanto y echo a correr.

– ?Eh, Pedrito…! ?Donde vas? -le pregunto Cesar.

El chico no contesto. Pero fue a la fachada de San Felix y borro como pudo, frotando con su camisa, una luna sonriente que el dia anterior habia dibujado con la tiza de la escuela.

Sin embargo, al dia siguiente el seminarista recibio la visita de un peon ferroviario y dos o tres desconocidos, que le amenazaron con tirarle al rio si tocaba aquel asunto.

– ?Aqui, letra y numeros! Lo demas, mutis.

El buen tiempo habia traido consigo el florecimiento de las manifestaciones artisticas regionales. Matias decia, al regresar de Telegrafos: «No se puede negar que esto es un pueblo de artistas».

Con ello no se referia solamente a los sonetos de Jaime, quien continuaba buscando palabras nuevas durante la noche; se referia a los conciertos al aire libre que daba el orfeon, a la multitud de ejercicios de piano que se oian gracias a los balcones abiertos, y, sobre todo, a la invasion de pintores aficionados.

El arquitecto Ribas, Jefe de Estat Catala, y su intimo colaborador el arquitecto Massana llevaban meses organizando en el salon anexo a la Biblioteca exposiciones de pintura regional. Desde retablos antiguos, traidos de Barcelona unos, prestados por mosen Alberto otros, hasta las escuelas modernas, todo habia desfilado por la ciudad.

En El Democrata intentaban, por medio de la critica, orientar a la opinion, sin conseguirlo. Porque por un lado loaban todo cuanto fuera vanguardista -y ahi estaban en la Gerona moderna los edificios que daban testimonio de ello- y por otro se extasiaban ante la pintura costumbrista y hogarena -la vieja hilando, el payes bebiendo en porron y el paisaje relamido.

La opinion acabo tomando partido de acuerdo con su gusto personal; y lo tomo por la pintura costumbrista y el paisaje relamido. En las exposiciones se oian frases que ponian los pelos de punta a Julio Garcia, que tenia la casa llena de reproducciones impresionistas. «?Mira, mira ese vaso! ?Se puede coger con la mano! ?Mira esa vaca, que bien esta!» Las esposas de los arquitectos Ribas y Massana suponian que era imposible pintar mejor.

El buen tiempo desencadeno un alud de imitadores. El Estat Catala en pleno, con sus jefes al frente, se lanzo a la Dehesa y al valle de San Daniel todas las tardes despues del trabajo y todos los domingos por la manana, dispuestos a captar la naturaleza con el maximo verismo posible. El paisaje era realmente hermoso. Arboles altos, prados frondosos, cielo de luz pura y diafana, suficientemente matizada para no matar el color. El arquitecto Ribas, con una visera y un taburete portatil que se impusieron como prendas oficiales, decia, mientras mojaba su pincel: «Acabaremos creando una Escuela Gerundense». Julio Garcia, que se paseaba mirando de caballete en caballete, comentaba: «Yo creo que verdaderamente ya la tienen ustedes creada».

Los mas audaces pintaban figuras y escenas locales: el mercado, una audicion de sardanas, gitanos alrededor de un carro. ?Y la Catedral! La Catedral y San Felix reflejandose en el rio, con los balcones y las ventanucas colgando. Era el tema inevitable. No habia cuadro en que no apareciera el balcon desde el que Matias Alvear pescaba, y mas de una vez, en las exposiciones, Pilar habia dicho a Nuri, Maria y Asuncion: «?Mira, mira, esa ropa tendida es la nuestra; la combinacion de mama, la camisa de Ignacio!»

El orfeon… tenia gran exito. Se llamaba «Gerunda» en honor de los que estudiaban latin. El director era un hombre salido del Hospicio, cuadrado y de gran melena, cuyo retrato deseaban hacer todos los pintores. La masa coral se componia de sesenta y ocho voces, mixtas, obreros en su mayor parte; excepto el tenor, cartero socialista al que Matias siempre tomaba el pelo, y varias voces de bajo, entre las que se contaban personas como Raimundo el barbero. La aficion de aquellas sesenta y ocho voces y de su director -compositor al mismo tiempo- era ejemplar. Vivian para el orfeon. Muchos obreros se pasaban la jornada de trabajo canturreando el repertorio, para tenerlo a punto en el ensayo. El cartero utilizaba su poderosa voz para advertir a las vecinas que tenian carta. El dependiente de Raimundo les decia a los clientes: «?Ven…? Eso de cantar, el patron lo hace sintiendolo. No es un embuste como su aficion a los toros». La base de la masa coral era el folklore, con incursiones en motetes religiosos, que los anticlericales del «Gerunda» cantaban con sorprendente seriedad. La pena del Neutral no se perdia concierto del orfeon. Don Emilio Santos, a quien el canto enternecia, al terminar se acercaba siempre al tablado y ofrecia al director el mejor puro de la Tabacalera. Julio Garcia aplaudia freneticamente. Matias escuchaba, bien mirando al cielo o al techo, o con los ojos fijos en la abierta boca de su amigo Raimundo, cuyos bigotes molestaban a los vecinos. «Me dan ganas de hacerle cosquillas en la laringe», decia a veces. El silencio del auditorio era tambien entranable. El Democrata escribia: «Un pueblo que canta, no puede morir. Un pueblo que canta es un pueblo pacifico». Mediado el concierto, las chicas del orfeon clavaban banderitas catalanas en la solapa.

A medida que el buen tiempo desembocaba en el implacable sol del verano, la faz de la ciudad cambio. Empezo el exodo en masa. ?Las vacaciones! Todo el mundo dejo el pincel, guardo las partituras. Los Sindicatos habian conseguido que todas las Empresas, sin excepcion, concedieran vacaciones retribuidas a sus obreros. Gracias a ello, al llegar agosto la ciudad quedo desierta; por el contrario la costa, la Costa Brava, muchas de cuyas playas desde la creacion del mundo eran privilegio de sus habitantes y de algun hacendado, recibieron las primeras oleadas de turismo popular.

Los pudientes de la localidad preferian la montana. Don Jorge se fue con su familia a una de sus propiedades de Arbucias, don Santiago Estrada se despidio del subdirector. «Dejo la CEDA en sus manos. Nos vamos a Puigcerda.» Los trenes hacia el mar, abarrotados, ?y las caravanas de la Pena Ciclista! ofrecian poco atractivo para ellos. Ademas de que consideraban que la montana era mucho mas sana. Don Jorge siempre decia que los medicos que habian puesto de moda los banos de sol o eran unos ignorantes o era gente de mala fe.

Otras personas aprovecharon para hacer viajes que tenian pendientes. ?Julio tomo billete para Paris! Ignacio se dio cuenta una vez mas de que el policia realizaba siempre cuanto prometia.

– ?Y para que va usted a Paris, si se puede saber?

– A ver las francesitas, chico, a ver las francesitas.

Mosen Alberto tuvo una idea mas espectacular aun: el jubileo de Roma. Era ano jubilar en Roma. Convencio al notario Noguer y a su esposa para hacer el viaje conjuntamente, partiendo hasta Genova en barco. Ninguno de ellos habia estado nunca en Roma.

Cuando Cesar, con los ojos humedos, le despidio en la estacion, mosen Alberto le dijo:

– A ver al Santo Padre, chico, a ver al Santo Padre.

– ?No lo olvide! -le pidio Cesar-. Una bendicion para mi.

A Ignacio le hubiera gustado cualquiera de los itinerarios: Roma, Paris, la montana y el mar. Pero los ocho dias de vacaciones a que todavia tenia derecho no podria disfrutarlos hasta octubre, los demas empleados tenian prioridad en la eleccion de turno.

En cambio, Matias Alvear tuvo, de un tiron, los quince reglamentarios. Y ahi llego lo inesperado en la familia. Coincidiendo con una advertencia del medico con relacion a Pilar, que andaba llena de granos y molestias, Matias decidio alquilar una casucha, por dos semanas, en San Feliu de Guixols.

Ignacio no acertaba a comprender.

– ?Pero… y el dinero?

Carmen Elgazu tuvo entonces una sonrisa maliciosa:

– Tu tio de San Sebastian -explico.

– ?Como…?

– Cuando le toco la loteria, nos mando un pequeno regalo…

– ?Vamos! ?La primera noticia!

Matias anadio:

– ?De donde crees que han salido tus matriculas? ?Y la montura de plata de Cesar? ?De las cuarenta pesetas que te han aumentado?

– No, no. Muy bien, muy bien. Tanto mejor.

Fue un acontecimiento. Pilar saltaba de gozo. ?El mar, los veraneantes! Se decia que estos organizaban carreras de balandros… ?Nuri, Maria y Asuncion ya se habian marchado y ella temia ser la unica que no pudiera

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