si, ya era una mujer. Y en San Feliu habia visto muchas cosas. Como vestian las chicas de Barcelona, con que gusto en todo, desde los bolsos de playa hasta las alpargatas. Se preocupaban mucho de la cintura, al parecer. Cenida, delgada. Claro, claro, la cintura era muy importante… Al guardar las trenzas en una caja de zapatos que le dio su madre, le parecio que entraba en la vida, que ya nunca mas ayudaria a Ignacio a pintar prados verdes y tejados rojos en los cuadernos.
En cuanto a Cesar, todo habia transcurrido en un abrir y cerrar de ojos. Hizo lo que pudo, se gano amigos. Al Museo fue muy poca gente; en cambio, para la calle de la Barca un hombre era poco… Se gano la amistad del patron del Cocodrilo, del gitano Manolo, de la hija de Fermin, de muchos chiquillos que continuaban recitando: «B, a: ba; b, e: be; cuatro por cuatro, dieciseis» y gritandole: «?Eh, tu! ?Dame un caramelo!» Cuando por la calle corrio la noticia de que Cesar se iba a marchar, hubo un revuelo de pena. Algunas vecinas dijeron: «?Que mas da? Para lo que les iba a servir saber de letra…» Otras comprendian que, de todos modos, el frio hubiera terminado por echarlos de la casa muy pronto; pero hubo dos mujeres que no querian que aquello quedara asi, y el 13 de septiembre le llevaron a casa, como muestra de afecto, una bufanda amarilla y colorada.
Aquella bufanda a Cesar le dio calor en el corazon. Al montar en el autobus, puesto que se vio obligado a ir arriba, se la puso alrededor del cuello. La ultima vision de Cesar que tuvieron los suyos fue esta: sentado entre maletas y soldados en el autobus, con la minuscula cabeza al rape y una bufanda amarilla y colorada.
Cesar llego al Collell satisfecho, porque ademas, en el fondo de la maleta, junto al estuche de afeitar, llevaba una Biblia… ?Pero resulto protestante! El profesor de latin solto una carcajada que aumento la indescriptible confusion del seminarista. «No te preocupes, anda, no te preocupes -le explico, al ver que estaba a punto de llorar-. No es culpa tuya. Los libreros lo hacen ex profeso. Ahora las dan muy baratas, ?comprendes?»
Por fin los periodicos anunciaron la fecha exacta: el 19 de noviembre, elecciones en Espana.
Como una sacudida electrica recorrio la ciudad. Todos los partidos se lanzaron al combate.
La CEDA desplegaba un gran aparato y el jefe, don Santiago Estrada, y sus colaboradores, asi como las senoras y jovenes del Partido no se daban tregua repartiendo folletos y exponiendo por todos los medios su programa. Insistian en lo de siempre: mantenimiento del orden, amnistia para los militares condenados, defensa de la religion, revision de la Reforma Agraria, que consideraban un monstruoso aborto, etc. El subdirector, apenas daba la hora en el Banco, se cambiaba el chaleco y corria como un gamo al Partido, a ayudar en lo que fuera.
Don Jorge se habia instalado en la Liga Catalana dando ordenes, y el notario Noguer cuidaba de que fueran puestas en practica. Los monarquicos rendian culto a sus convicciones, por boca de su jefe, don Pedro Oriol, padre del amigo de Ignacio que jugaba con este al billar.
Todos estos partidos daban la impresion de estar unidos, de perseguir el mismo fin y se hablaba de una alianza; en cambio, en el campo izquierdista las divergencias eran, al parecer, graves. Matias conto veintiun partidos izquierdistas que presentaban candidatura en Espana. Cada uno con promesas que ponian la carne de gallina a la gente de espiritu conservador.
En Gerona el partido socialista no dio entrada a dirigentes jovenes, como hubiesen deseado los empleados del Banco Arus. Un momento se hablo de un tipografo, Antonio Casal, muchacho de gran caracter, segun informes; pero finalmente volvieron a los viejos de siempre. Por boca de estos hablaba la UGT y su programa se manifesto violentisimo, con alusiones al control obrero en las Empresas.
Los industriales hermanos Costa representaban a Izquierda Republicana. Democratas por temperamento, mecenas del orden, del futbol y otros deportes, eran muy populares. Sus figuras eran un simbolo opuesto al que constituia don Jorge. Lo avanzado del programa socialista los obligo a excederse en sus promesas, por lo cual la clase media se asusto y echo un poco marcha atras. Los Costa se mantenian firmes, deseosos, ademas, de captarse el gran numero de anarquistas que tenian en sus propios talleres, y que se habian adherido a la huelga del Responsable. Y por encima de todo, sus grandes protestas de catalanismo les valian muchas simpatias.
Otra candidatura de extrema izquierda presentaba a los Costa como disfrazados paladines del capitalismo. Los radicales socialistas, que se reunian en un cafe donde jugaban al chapo, presentaron un candidato. Victor, el jefe comunista, encuadernador del Hospicio, reunio a los suyos en la barberia de siempre y decidieron no presentarse, de momento; en cambio, en Barcelona el partido comunista entraba en liza con brios.
Ignacio advirtio en seguida el cambio de tono con relacion a los mitines de unos meses atras. La moderacion habia desaparecido, dando con ello razon a las teorias del cajero. Sin embargo, los partidos derechistas tenian a su entender un punto antipatico: se limitaban a atacar al adversario, a poner de relieve la amenaza extremista que significaba la orientacion de los Sindicatos. Y se los veia ajenos por completo a los autenticos problemas de las clases necesitadas. Matias decia: «Si ganan las derechas, son capaces de rebajarnos el sueldo con la excusa de hacer economias».
A Ignacio toda aquella confusion no le asustaba. A gusto hubiera seguido paso a paso el curso de los acontecimientos con el fin de llegar a tener un criterio definido; pero no queria perder de vista sus problemas personales, especialmente el que le planteaban los estudios, obligado a encontrar profesores aptos para el sexto curso de bachillerato.
En el fondo, le hacia gracia la actitud del Responsable. Iba contra unos y contra otros y se desentendia de las elecciones. Como replica a los mitines politicos, el jefe de la CNT movilizo dos veteranos del anarquismo, que subieron a los escenarios a exponer sus doctrinas higienicas. Eran dos hombres muy conocidos por su austeridad de vida y por su desprecio absoluto de la civilizacion occidental. Hablaban con familiaridad de los yogas, de la respiracion ritmica. Su aspecto era de cuarenta y cinco anos y se calculaba que tenian sesenta. Alguien aseguraba que dormian sentados y que podrian permanecer enterrados dias sin dano alguno para su organismo. Sus conferencias y demostraciones llamaron mucho la atencion. Ni un atleta de la ciudad dejo de asistir a ellas. La Torre de Babel quedo muy impresionado y fue a consultarles algo con referencia a las posibles mejoras en su especialidad: triple salto. Los
Matias consulto con Julio el problema de Ignacio y el policia, despues de reflexionar, le pregunto:
– El programa es muy duro, ?verdad?
Matias contesto:
– Eso dice el chico.
– Pues… -anadio el policia- a mi me parece que valdria la pena hacer un esfuerzo y que fuera a clase con el maestro que conocisteis, con David.
– Pero ?David ensena bachillerato?
– ?Toma! ?Crees que el sueldo de la escuela les basta? El y su mujer dan clases particulares.
Matias movio la cabeza repetidas veces.
– ?Y por que dices que valdria la pena hacer un esfuerzo?
– Porque creo que la mensualidad que cobran es bastante crecida.
– Ya. ?Es… que son muy buenos? -se intereso Matias.
Julio dijo:
– Puedo darte un detalle: todavia no les han suspendido ningun alumno.
Matias alzo los hombros.
– Bueno. Eso… despues de la experiencia de la Academia Cervantes…
– No, hombre, no. Son muy buenos. Su mujer es casi mejor que el. Son muy inteligentes. -Y luego anadio-: Pilar sabria algo mas de lo que sabe si hubiese ido con ellos.
Ahi estaba el inconveniente, que Matias vio en seguida: las ideas de los maestros. Recordo que Julio le habia hablado a Ignacio del socialismo de David, de su sistema pedagogico, de que en la clase mezclaba ex profeso chicos y chicas… A el todo eso le tenia sin cuidado, pues para ensenar Ciencias a Ignacio una hora diaria por la noche no hacia falta hablar de Largo Caballero; pero Carmen Elgazu… Desde luego su mujer no sabia nada de cuanto Julio habia contado. Mas bien estaba predispuesta en favor del muchacho de la herida en el menton, pues le dio pena saber que el y su esposa eran hijos de suicidas.
A Ignacio la noticia de que David y su mujer ensenaban bachillerato le pillo de sorpresa. Se informo en el Banco y todos coincidieron en que tenian fama de excelentes maestros. El de Cupones sentencio: «Es muy