El dentista era monarquico, y practicamente el brazo derecho de don Pedro Oriol, director del periodico. De unos cuarenta y cinco anos, resentido e interesado, contaba con pocas simpatias. Vivia solo, con una criada fiel, y se pasaba la vida entre su clinica dental, la redaccion del periodico, el cafe de los militares y el Casino. Se decia que en el Casino llevaba la voz cantante, mientras que en el cafe de los militares era un adulon.
Exhibia dos grandes sortijas en los dedos y la montura de sus lentes era de oro. Sus editoriales y articulos de fondo tenian fama en la provincia por su agresividad. Todo el mundo se preguntaba: «?Has leido lo que dice 'La Voz de Alerta'?»
Ante el triunfo derechista volvio a pasear por Gerona su sonrisita triunfal. El comandante Martinez de Soria le dijo: «Mi comandante, a ver si el Ejercito vuelve a ser lo que era».
El comandante Martinez de Soria parecia menos mordaz. Tenia poca confianza en la posible labor de los vencedores. En su opinion lo que fallaba era el sistema. «Una Republica en Espana es imposible», decia siempre. No obstante, siempre era mejor convivir con las derechas que con los otros. Y por lo demas, en un momento dado las derechas podrian facilitar las cosas.
El comandante era un aristocrata, alto, ligeramente encorvado, con nariz borbonica y cara enrojecida a causa del alcohol, del que abuso cuando la guerra de Africa. Vivia con su esposa y su hija en un piso esplendido -otros dos hijos estudiaban en Valladolid- sin contacto con nadie que no comulgara con sus ideas. Por ello era amigo del dentista, de «La Voz de Alerta». Su unico acto democratico consistia en ir a afeitarse de tarde en tarde en la barberia de Raimundo… a causa de los carteles de toros. El comandante era un apasionado de los toros; a Raimundo, al verle entrar le temblaban los bigotes. No sabia por que, pero el comandante le daba miedo.
Segun frase de «La Voz de Alerta» en el Casino, el comandante «amaba apasionadamente a Espana». Pero comprendia que con el ambiente de la Pena ciclista y los limpiabotas, lo que tenia que hacer era callarse. Sus aficiones eran montar a caballo, lo cual hacia en la Dehesa; y la esgrima, que ejercitaba en la Sala de Armas. A «La Voz de Alerta» le dijo: «No se haga usted ilusiones, que por ahora el Ejercito no volvera a ser lo que era».
Otro que irguio la cabeza fue el subdirector. El subdirector del Banco estaba tan contento que erraba todas las sumas. «Este ano me ha tocado la loteria», decia. La CEDA habia ocupado el primer plano de la actualidad.
El hecho de que Julio se hubiera abstenido de toda participacion en la propaganda electoral, se comento mucho en el Neutral… Y es que el policia vio claramente que las derechas iban a ganar y quiso salvar la fachada. Ahora decia: «No se lo que va a pasar».
En Bilbao estaban tristes porque las aspiraciones vascas tropezarian sin duda con serias dificultades, pero Carmen Elgazu se encogia de hombros. «La religion ante todo.»
En cuanto a los Alvear… solo se recibio una postal de Jose, dirigida a Ignacio, en la que aquel parecia satisfecho del resultado.
Esto era lo evidente en Gerona: el Responsable y los anarquistas en bloque estaban contentos, mientras por el contrario Izquierda Republicana, socialista y demas no podian quitarse de la cabeza que a los dos anos de haberse proclamado la Republica hubieran perdido.
La teoria del Responsable era simple: «Ahora las derechas abusaran. Nosotros seremos los primeros en dar la cara y nos ganaremos a las masas». Los dos anarquistas-yogas volvieron a subir a los escenarios a hablar de la respiracion ritmica y de las ventajas de dormir sentados. El Responsable dijo; «La CNT, como Sindicato, poco podra hacer por ahora… Ahora hay que dar impulso a la FAI». Contaba con varios anarquistas veteranos, como Blasco, su boina y sus mondadientes. Con su sobrino el Cojo, costras en los labios. Con sus dos hijas rubias, con el sargento novio de una de ellas, escribiendo en la mismisima comandancia de Estado Mayor… Con un muchacho de cara pecosa al que llamaban el Rubio, con otro al que llamaban el Grandullon. No obstante, al Responsable le hurgaba en la cabeza que necesitaba alguien de cierto prestigio: ?Si hubiera podido contar con Julio Garcia!
David y Olga reaccionaron en forma ironica ante el resultado. «Bien, bien. No nos tocara mas remedio que cantar en el Orfeon, o comprarnos un caballete e irnos a pintar.» En Estat Catala, el arquitecto Ribas, que no perdia nunca el buen humor, al verlos entrar puso en la gramola una Marcha Funebre.
Era evidente que la procesion andaba por dentro. Lo demostro el hecho de las caravanas que se formaron cuando, de pronto, murio en Barcelona el presidente de la Generalidad, Macia, simbolo de la region por sus anos de exilio y por su cabeza venerable. La compania de autobuses Vila anuncio: «Salida de Gerona para el entierro, a las siete y media de la manana. Regreso a la una de la madrugada, despues de los espectaculos». Seis coches llenos, y unas quinientas personas en tren, entre las que se contaron David y Olga… y Julio Garcia.
Todo el mundo regreso emocionado. El entierro constituyo una de las mas grandes manifestaciones de duelo conocidas en Barcelona. Los asistentes llevaban en la solapa temblorosas tiras con las cuatro barras de sangre.
En el fondo el golpe habia sido muy duro para cuantos habian confiado en que la Republica elevaria en pocos anos la nacion al nivel «de los otros paises democraticos de Europa». Porque, a su entender la intencion de las derechas se vio clara desde el primer dia. Alardeaban de republicanismo, pero volvian a todos los atrasos de antes, que llamaban «tradiciones». Y resultaba evidente que el ataque habia sido preparado concienzudamente. «Militares, financieros… y altas jerarquias de la Iglesia.»
Por lo pronto, aquellas Navidades no serian tan alegres como las dos anteriores en casa de los que habian empleado con frecuencia la palabra revolucion. Por el contrario otras personas volverian a comerse el pollo sin miedo a que les atragantara un hueso. Solo habia que ver por la Rambla a los hijos de las familias pudientes de la localidad internos en algun colegio. Llegaron a Gerona de vacaciones y practicamente agotaron los vermuts. Los dos hijos de don Santiago Estrada, muchachos algo mas jovenes que Ignacio, refiriendose a la Republica, pusieron de moda el estribillo: «Pobrecita. Era bonita y al ano y medio se murio».
Los hermanos de la Doctrina Cristiana estaban contentos, las monjas del convento del Pilar estaban contentas. Los ayos del Seminario, al salir de paseo jueves y domingos tenian un aire mas despreocupado y los seminaristas se beneficiaban de ello. Ignacio, que nunca podia tropezar con estos sin emocion, especialmente al ver a los de su curso -de sesenta y dos que habian empezado solo quedaban dieciocho-, pensaba: «Estan contentos, es natural. Y, sin embargo, lo que es ahora lo de la calefaccion…»
El partido monarquico organizo aquellas Navidades una tombola para la reconstruccion de varios edificios de Andalucia destruidos por los extremistas. La CEDA quiso estimular la construccion de belenes y anuncio un concurso con premios. Un jurado pasaria por los pisos a puntuar. Los vendedores de turrones se vengaban atando los paquetes con estruendosas cintas republicanas, y lo mismo los vendedores de loteria. Era la rueda del ano que seguia su curso, cenida a las mismas costumbres.
Lo que mas le llamo la atencion a Pilar fue el concurso de belenes. Queria inscribirse en el. Al contemplar el suyo en su cuarto, con el cielo pintado nuevamente, y una estrella colgando de unas rocas, estaba segura de sacar premio.
Matias la desanimo.
– ?No ves que no ganarias? Lo que mas cuenta es el portal y a ti te ha salido peor que el ano pasado. -Al ver el disgusto de la chica anadio-: ?No te lo tomes asi, pequena! ?No comprendes que se llevara el premio alguien de la CEDA?
A Ignacio, su caida con la mujer de Julio le habia desconcertado mucho mas que las elecciones. Al salir le habia entrado tal verguenza que quiso ir a confesar. Pero no lo hizo en seguida. Y luego le entro una extrana pereza y unas ganas de correr un telon sobre el asunto.
Claro esta, no podia a causa de la presencia de Julio. El policia continuaba mostrandose amable con el, como siempre; pero Ignacio no podia ya verle sin enrojecer. «?Que misterio era aquel que de repente uno perdia el derecho moral de estrecharle la mano a un hombre? Otra cosa resultaba evidente: no era cierto que los policias lo supieran todo…»
Ignacio inicio un movimiento de huida. Rehuia la presencia de Julio. En cambio dona Amparo Campo parecia tan campante.
La complicacion del muchacho era todavia mayor en su casa. ?Como arreglarselas para que su madre no se diera cuenta de que no iba a comulgar ni en la Misa del Gallo ni el dia de su cumpleanos?
El dia de su cumpleanos -dieciocho- no tuvo otro remedio que acercarse al altar como todo el mundo, simular que se mezclaba entre la gente y regresar al banco con los ojos bajos.
Y por la noche, 31 de diciembre, ultimo dia de 1933, con un frio intensisimo, los doce besos a las losas de la Catedral no fueron tan fervorosos como el ano anterior. Ni a la salida las estrellas tan hermosas.
Tambien le sorprendio comprobar la facilidad con que aceptaba la muerte de su amigo Oriol. Por lo visto, la