– Aqui no es como en la Sagrada Familia, muchacho. ?Ves alla abajo? -senalo un terreno llano, a unos quinientos metros-. Ahora construiremos otra pista de tenis.
Regresaron a Gerona, contentos. Sobre todo, Cesar y Carmen Elgazu. Esta, mecida por el traqueteo del autobus, por un momento imagino a su hijo con sotana y una raqueta en la mano, luego rechazo el pensamiento por frivolo y se entretuvo recordando lo amable que habia estado el Director con ellos. Tambien pensaba: «A lo mejor Ignacio perdio la vocacion por eso, porque no se nos ocurrio traerlo aqui».
Solo una sombra se cernia sobre los resultados del viaje. Matias no queria hablar de ello con su mujer, porque veia que esta no mencionaba nunca el tema: el Gobierno de la Republica habia anunciado una serie de proyectos que implicaban el laicismo en la ensenanza, la secularizacion de los cementerios y la separacion de la Iglesia y el Estado. Azana habia dicho: «Espana ha dejado de ser catolica». Matias se preciaba de conocer a sus compatriotas y suponia que el porvenir de los seminaristas, aunque los llamaran «famulos», no se presentaba demasiado brillante.
Los gobernantes de la Republica parecian decididos a complicarle la vida a Cesar, pero a mejorarla, en cambio, a millones de espanoles.
Por de pronto, orden draconiana para el cultivo de tierras improductivas: ello proporcionaria trabajo a setenta mil obreros en paro, especialmente en Andalucia. Luego reglamentacion del Trabajo, que buena falta hacia. Seguro de vejez, reduccion del cuadro de oficiales del ejercito, que descenderia de veinticinco mil a nueve mil, y la creacion de siete mil escuelas en el territorio nacional.
– Blanca doble.
– ?Paso!
Un camarero se acerco a la mesa:
– ?No podrian ustedes hablar en catalan?
Matias se quedo perplejo. Aquel asunto se estaba convirtiendo en un verdadero problema, que a el y a muchos como el les impedia saborear a gusto las ordenes draconianas. Con la proclamacion de la Republica catalana los animos se habian exaltado hasta tal punto que ser manchego, andaluz o castellano iba suponiendo en Gerona, incluso para jugar al domino en el Neutral, un autentico problema.
El hombre no comprendia aquella situacion. Le parecia grotesco que la gente se arrodillara al oir tocar la Santa Espina. ?Y lo mas grave era que su propia mujer acababa de recibir de Bilbao una boina de tamano cinco veces superior al diametro de su craneo! ?Ella, que nunca habia leido el periodico, ahora esperaba los del Norte con impaciencia y nunca llegaba al final de la pagina sin soltar un
Y el problema no era solo catalan y vasco. Navarra elaboraba tambien su estatuto. Galicia seguia el ejemplo, Aragon, Valencia, Extremadura, Baleares y Canarias. ?Incluso Cadiz se disponia a pedir estatus de ciudad libre!
– Dentro de un mes -dijo Matias-, un telegrama dirigido desde el centro de Madrid a la Moncloa o Chamberi pagara tarifa del «Extranjero».
Toda la pena se echo a reir. Julio Garcia, el policia, tambien madrileno, se paso la boquilla de un extremo a otro de los labios. El empleado de Hacienda, don Agustin Santillana, se quito las gafas, las limpio y volvio a ponerselas. El tercer jugador era un desconocido, que hablaba con acento aragones.
Julio Garcia era amigo de la infancia de Matias Alvear, aunque un poco mas joven. Era hombre con cara de pequeno crimen pasional, pero que con aquel gesto de la boquilla inspiraba subitamente cierto respeto. Moreno, frente ligeramente abombada, daba la impresion de tener gran confianza en si mismo. Habia entrado en la policia al regresar del servicio militar y se decia que en la Direccion General de Seguridad habia obtenido exitos espectaculares. Habitualmente hablaba en tono un tanto ironico, y, en ocasiones, de repente se callaba, evidentemente dispuesto a no anadir una palabra mas.
Carmen Elgazu le tenia por hipocrita, pero Matias se ponia siempre de su parte, alegando que la vida a veces obliga a defenderse.
A Cesar nunca le hizo el menor caso; en cambio demostraba un gran interes por Ignacio. Se alegro enormemente de que el muchacho dejara la carrera sacerdotal. Julio habia recibido una educacion religiosa parecida a la de Matias Alvear, con la diferencia de que se caso con una mujer muy distinta de Carmen Elgazu. Vivian en un piso esplendido, cerca de la Plaza del Ayuntamiento. Don Agustin Santillana no comprendia como podia sostener aquel tren y Carmen Elgazu veia en ello algo misterioso; Matias estaba convencido de que Julio habia heredado algun dinero, y que no tener hijos permite muchas cosas.
Lo cierto era que el policia resolvia siempre las situaciones con sutil precision psicologica. El problema de la hostilidad catalana no le afectaba, por madrileno que fuera. Su actitud habia sido radical: darselas de mas catalanista que los propios catalanes. En la Rambla bailaba sardanas hasta quedar exhausto y pronunciaba el nombre de Macia en tono de visible emocion.
Fue con Julio Garcia con quien consulto Matias Alvear el ultimo problema que quedaba pendiente: el porvenir de Ignacio.
– Hay dos cosas -dijo Matias-. El muchacho quiere estudiar una carrera; por lo tanto, tiene que empezar el Bachillerato. Ahora bien -anadio-, yo necesito que trabaje. Hay que buscarle un empleo y que estudie en una academia nocturna.
Julio contesto:
– Casi toda la gente que ha llegado a ser algo lo ha hecho asi.
Matias continuo:
– Yo conozco aqui poca gente. Tendras que echarme una mano. Me refiero a lo del empleo.
Julio se ladeo el sombrero y se echo para atras en la silla.
– Nada facil.
– ?Por que?
– Nada facil no siendo catalan.
Matias replico:
– Ignacio lo habla perfectamente.
Julio dijo:
– Lo habla, pero no perfectamente. Y, ademas, no lo escribe.
Matias hizo un signo meditativo con la cabeza.
– ?Por lo tanto…?
– Por lo tanto… no habra otro remedio que emplearle en un Banco.
Matias le tendio el librillo de papel de fumar.
– ?Te parece… que hay probabilidad?
– Lo intentare.
Un Banco. Un Banco no estaba mal. Matias entendia que era un centro de experiencia.
– Tiene un inconveniente -explico Julio-. Se cobra poco. Sobre todo, al empezar. Pero… ya sabes que se cobra poco en todas partes.
Matias respondio:
– La cuestion es que nos ayude en algo.
Permanecieron un rato callados, fumando.
– Y… ?por que crees que hay una probabilidad?
– Pues… porque conozco a varios directores.
Julio anadio:
– Especialmente uno, el del Banco Arus.
– ?Banco Arus, Banco Arus…?
– Si. Esa Banca de la calle Ciudadanos. Poco espectacular…pero solida.
Matias asintio con la cabeza.
– Bien, bien. Lo dejo en tus manos.
Luego el policia le pregunto por el bachillerato.
– ?No crees que los cuatro cursos del Seminario podrian valerle?
Matias contesto:
– Pues claro. Mosen Alberto ha ido al Instituto. Le examinaran el dia quince, de tres cursos a la vez.