propia habitacion -si es que lo era o lo habia sido alguna vez- y si tenia la clase de aguante que hacia falta. Cuando finalmente se marcharon, no fue hasta casi la medianoche cuando pudo tocar la mancha de la pared y, finalmente, pasar unos dedos temerosos por el borroso contorno que se adivinaba debajo de la pintura. Era como contemplar las nubes, se podian extraer imagenes durante horas y horas.

Habia cuchillos en el aire. Todavia en la cama, Fruggy Fred musitaba en un sueno trufado de imagenes. Se agitaba con infrecuente urgencia, murmurando y buscando algo a tientas, implorando, como si estuviera dandole a Caleb alguna criptica advertencia. Algunas veces sollozaba hasta que tenia la barba empapada y pesada de sal. De tanto en cuanto sus manos se movian bruscamente y pronunciaba el nombre de Cal. El nuevo colchon parecia demasiado blanco debajo de el. Cal se pregunto que habrian hecho con el viejo.

Sono el telefono. Era Jodi, y antes de que pudiera decidir lo que iba a contarle sobre la peste de su cuarto y la nueva forma que el mundo estaba adoptando de repente, ella habia inhalado profundamente y supo que iba a gritarle. Resultaba agradable ser capaz de prepararse para ello. Se disculpo inmediatamente, prometio pasarse mas tarde y lo dejo estar.

– ?Luego? -pregunto ella-. Ya es medianoche. Llevo todo el dia buscandote. ?Donde has estado?

– Aqui.

– No, de eso nada. He pasado por ahi y la puerta estaba cerrada. He llamado media docena de veces durante las ultimas dos horas.

– Jesus, no digas eso. -No lo habia oido. Puede que lo que Fruggy habia estado diciendole fuera que contestara el telefono.

– Es nuestra primera noche juntos desde hace mucho sin que mis padres esten acechando, mirandonos como quebrantahuesos, y sin los crios por ahi. ?Que pasa? Estas raro.

– ?Ah, si? Lo siento. -Ahi estaba. No sabia nada del asesinato-. ?Que has hecho hoy?

– Soy yo la que lo siente, pero siempre estoy disculpandome por como te tratan. Y a mi.

Otra vez lo de siempre. Ella no podia librarse de su familia, como tampoco podia el hacerlo de la suya.

– No tenian por que aceptarme, pero lo han hecho durante algun tiempo. Eso es importante. -Habia aprendido a apreciar a aquellos que le mostraban alguna consideracion, aunque tuviera que cuidar a los hijos deformes de prostitutas y buscavidas drogadictos para merecerlo.

– Deberia serlo pero no lo es. Nos mantiene apartados, de una manera asquerosa. Hasta el momento ha sido una mierda de ano nuevo. Me han dicho que dos de mis clases no van a continuar. Ha pasado algo.

– ?No sera Filosofia 138 una de ellas? -pregunto. Era la unica clase que compartian y le habian dicho que el profesor Yokver era excelente. Etica debia de ser una maria y tenia la intencion de empezar con un semestre sencillo antes de salir a ser destrozado por el gran mundo.

– No, todavia no nos han quitado nuestras mananas juntos. -Su voz aspera, densa de sexo, le arrullo el oido, pero capto en ella la rabia subyacente provocada por su falta de entusiasmo. No habian estado en la cama desde hacia casi un mes. Ella queria saber por que demonios no habia estado acurrucado en la puerta de su cuarto, loco de lujuria, en el instante mismo en que habian regresado al campus. No estaba haciendo gran cosa para que se sintiera necesitada. Dijo-. Estare ahi dentro de cinco minutos.

Cal asomo la cabeza por la ventana, y la peste a almacen de carne volvio a caer bruscamente sobre el mientras Fruggy musitaba algo, mencionaba el nombre de Jodi con un suspiro y a continuacion emitia algunos de los sonidos que habia hecho mientras trepaba desnudo por la pared del dormitorio.

– Eh… mejor voy yo a verte, Jo.

Casi pudo ver como se le arrugaba el gesto.

– ?Por que? -le pregunto con un titubeo prenado mientras su mente recorria un sinfin de posibles problemas.

Era una larga lista. Estaba seguro de que Jo los estaba repasando, uno por uno, recordandolo tambaleante en el porche de su casa, con las muletas y las manos cortadas. O que su padre la habia llevado a la universidad hacia doce horas sin una palabra de despedida para el, dejandolo en el patio haciendo el equipaje, en medio de los ladridos de los chuchos devorados por las moscas y los gritos de los ninos. No era mas que la forma que tenia el hombre de hacer entender a Cal cual era el lugar de cada uno, sin necesidad de explicar nada, mientras los ninos hidrocefalicos salian y se columpiaban en el porche.

Johnny ya habia terminado de pintar los Toyota de color amarillo limon, y relucian orgullosamente a la luz del sol. Rusell habia llenado los asientos traseros de zapatos de mujer y radios-reloj y estaba sentado en el capo de uno de ellos, hojeando un Reader’s Digest y leyendose los chistes en voz alta.

Permitir que Caleb viviera en el patio no habia sido una invitacion; era una demostracion de poder. La madre de Jo se habia encarado con el en un par de ocasiones y puede que esa fuera la manera que tenia el padre de ensenarle que no podia tenerlo todo siempre. Jodi habia subido al asiento del copiloto mientras su padre encendia el motor y hacia un donut de barro en el patio. Los ninos retrasados habian corrido tras el.

– ?Pasa algo, Cal? -le pregunto Jodi, y de repente su voz sono metalica, zumbante.

– No, Jodi. -Su propia voz subrayada por los ronquidos de Fruggy, era firme y estable. Que raro que no sonara como si estuviera volviendose loco-. No pasa nada.

– ?Seguro?

Huerfano de nuevo, habia emprendido el penoso recorrido tres kilometros hasta la parada del autobus, mientras los ninos hidrocefalicos apoyaban sus hinchadas cabezas en la pintura descascarillada de la barandilla del porche y le sonreian, Johnny se levantaba en el portico y asentia y Rusell seguia tratando de recorrer las primeras paginas de chistes y no conseguia llegar muy lejos. Todos quebradizos, en acto de perecer.

Dijo:

– Es que Fruggy Fred se ha quedado aqui dormido y no creo que pueda volver a su cuarto esta noche.

– ?Bueno, pues echa a ese puto gordo de ahi!

– Creo… Esta enfermo y quiero estar seguro de que se encuentra bien.

– Llevalo a la enfermeria. Te pilla de camino.

– Sabes que no puedo, Jo. Seria como interrumpir la Misa del Gallo. Es un ritual sagrado.

– Me importa una mierda esa bella durmiente. ?Desde cuando eres el perro guardian de ese zombi?

– Vamos, no hables asi de el. -Ella no entendia que cuando Fruggy dormia, se movia e iba a sitios.

– Es un autentico producto de desecho al que llevas todo el tiempo tratando de poner en un pedestal, como si fuera una especie de mistico, un Buda bajo su arbol de Bo, como si en realidad estuviera meditando…

– Mira…

– … en lugar de estar sumido en… un tumulto de depresion siquica que lo deja casi en estado comatoso. Cuando uno pesa doscientos kilos y limita su orbita social a los pocos amigos que tiene, eso es lo que pasa. Deberia estar medicado y sometido a una dieta estricta, no arrullado por ti. -Trato de dejarlo estar y exhalo un largo suspiro por la nariz, que se prolongo bastante mas de lo que Caleb esperaba-. Olvidalo, solo ven a verme, por favor. Por favor, no quiero que nos peleemos.

Cuando llego alli y puso los ojos sobre ella, tras haberse llenado la cabeza de sangre nueva y vieja, su amor y su anhelo despertaron en su interior, anclados de alguna manera por su humillacion. Recordo su pena, y su pena lo recordo a el. Jodi apago la luz, lo abrazo, y bailaron con lentitud mientras la reluciente luna emprendia su ascenso sobre sus hombros. Arrojo las muletas a un rincon y se apoyo en ella, dejo que lo sostuviera.

– Creia que estabas enfadado conmigo -susurro Jodi-. Por algo. -Se mordio el labio inferior y adopto la expresion que, segun creia, era su mohin de nina pequena, pero que no tenia el menor parecido con lo infantil. Empezo a provocar cosas en el interior de Caleb.

– No.

– ?Ni siquiera por la espantosa temporada que has tenido que pasar en mi casa?

– No ha estado tan mal.

– Gracias por no denunciar a mis hermanos.

– Ya recibiran alguna vez lo que merecen. Las cosas son asi.

Ella no respondio, porque nunca era capaz de enfrentarse a su familia, la acojonaban demasiado.

– ?Y por alguna otra cosa?

– No.

– No estoy segura de creerte.

– ?Dudas de mi sinceridad? -pregunto Cal.

Вы читаете Clase Nocturna
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату