– ?Y no quieres hablar de ello?

– Segun parece, ultimamente todo el mundo tiene algun secreto.

Willy asintio con un suspiro.

– El resto del mundo lo dificulta todo.

Dificulta era otra buena palabra para un tio con un nivel de lectura de octavo. Aparentemente era cierto que Howard se habia pasado bastante con el.

– Si, supongo que si. -Podia dificultarte las cosas en mitad de la noche, en tu propia cama. Podia atravesarte.

– Es nuestro sino por tratar de abandonar estas santeficadas estancias. La universidad se pone celosa.

– Santificadas.

– ?Que?

– Nada.

– Bueno, en cualquier caso, nos quedan pocos meses y pienso aprovecharlos al maximo, ?y tu?

– Tambien -dijo Caleb.

Se ducharon, salieron del gimnasio y fueron a ver a Rose al registro. Mientras Willy y ella reian y jugaban en la mesa, Cal entro en el ordenador y registro los archivos de los estudiantes buscando una copia de la ficha con las calificaciones y el expediente de Sylvia Campbell. No hacia falta ser un pirata informatico para encontrarlos. Escribio su nombre con lentitud, pidio una busqueda en todo el material universitario y observo el ESPERE, POR FAVOR con el que le respondio la pantalla… y que le decia, tranquilo, chico, ultimamente te lo tomas demasiado en serio… ESPERE, POR FAVOR… calmate, a fin de cuentas esto no es asunto tuyo, joder, y hasta has sacado un colchon nuevo, asi que, ?quien cono te crees que eres?… ESPERE, POR FAVOR… Si es lo que quieres, esta es la prueba de que tambien a ti te pueden degollar si estas en el sitio adecuado en el momento equivocado y si, podrias ser el proximo, sigue durmiendo ahi con la cabeza en la almohada, la almohada en la cama, la cama apoyada en la pared, la pared que han pintado… ESPERE, POR FAVOR, PEQUENO MIERDECILLA… ?Estas seguro de que quieres seguir con esto?

Y entonces el expediente de Sylvia Campbell aparecio en la pantalla.

Encendio la impresora y cogio las hojas sin mirarlas, las doblo y se las guardo en el bolsillo mientras Rose y Willy seguian besandose, sin enterarse de nada de lo que habia pasado, y el los miraba y se preguntaba como acabaria todo. Pasara la que pasara, habria problemas a montones. Podia imaginarse a Willy tirado en el suelo, con las manos en las tripas, y las visceras entre los dedos, y a Rose con el cabello revuelto y un cuchillo de carnicero en la mano, gritando:

– Asi que pensabas que esta era una relacion abierta, ?eh, capullo?

En cuanto regreso al dormitorio, abrio los papeles como un mono famelico pelaria un platano. Segun aquellas hojas, Sylvia Campbell se habia graduado en un instituto de la zona con unas calificaciones normales. Habia vivido en el pueblo toda la vida -?Por que entonces se habia perdido el semestre de otono? ?Es que no tenia dinero y habia tenido que ponerse a trabajar?-. Se habia matriculado en el curso de verano para obtener tres creditos en un proyecto independiente.

Con el profesor Yokver.

Caleb creia que solo se podian recibir creditos por proyectos una vez aprobado el primero curso. Reviso la direccion de su casa, comprobo el mapa y descubrio que se encontraba a media hora del pueblo, yendo a pie. Se dirigio alli con paso firme y sin las muletas. ?Que podia decirles a los padres de Sylvia? Senores Campbell, ustedes no me conocen pero… ?Como dice, senora…?No, no soy el vendedor de cepillos Fuller. No, no, tampoco un policia ni un periodista. Solo queria hablar de su hija, ya saben. La muerta. Vera, compartimos la misma cama. No, senora, eso no, veran, lo que pasa es que… Penso mucho sobre la locura y la genetica mientras recorria las calles empapadas hasta llegar a su casa.

?Se habrian puesto los polis en contacto con ellos? El nombre de Sylvia no habia aparecido todavia en los periodicos, al menos que el hubiera visto. ?Se encontraria cuando le abrieran a su madre, recien llegada de un viaje, de visitar a la tia Philimina en Wykosha, Georgia, de pie en el vestibulo, con dos maletas junto a las rodillas y el telefono en la mano, a punto de llamar a Sylvia para preguntarle que tal le iban las clases? ?Podria mirarle a la cara a la mujer?

Cuando llego al lugar, descubrio que se trataba de una estacion de servicio con un aparcamiento para camiones, a casi un kilometro de la autopista principal. Si hubiera mirado el mapa con mas atencion, se habria dado cuenta. Pero no se habia fijado.

Mientras regresaba a la universidad, aturdido, el viento helado le azotaba las rodillas. Entro en su cuarto y el olor a sangre le dio la bienvenida. En el telefono de su casa solo respondia una voz aflautada que decia, «el numero al que llama no se encuentra en servicio».

Crisantemos.

Sylvia Campbell, dieciocho anos de edad segun las mentiras que tenia en las manos, seguia viva ahora en su recuerdo. Los polis seguirian su rastro y descubririan que habia falsificado los datos de su expediente y que la universidad no se habia molestado en comprobarlos. Tendria que haber sido material suficiente para un pequeno reportaje de investigacion pero los periodicos no lo habian mencionado.

Regreso a la biblioteca, hizo algunas comprobaciones mas, y encontro tres articulos relacionados que antes habia pasado por alto porque se encontraban en la seccion virtual del periodico. Contaban que la falsificacion de expedientes empezaba a ser una practica bastante frecuente en el pais, en especial en los distritos escolares mas pobres, donde resultaba mas facil acceder a los archivos informatizados. Basicamente, los articulos culpaban a Sylvia por dificultar las labores policiales al haber falsificado su expediente. La conclusion implicita era que su acto criminal habia desencadenado su propio asesinato.

Malditos cabrones.

Caleb interrogo al administrador residente hasta que obtuvo el nombre del bedel que habia limpiado y pintado el cuarto. Descubrio donde se guardaban las propiedades de los estudiantes. La primera vez hizo saltar una alarma de incendios en el subsotano de la biblioteca y vago por los almacenes de los pasillos, comprobando numeros de habitacion, hasta dar con la que, segun el bedel, contenia los efectos personales de Sylvia.

Aquella noche, tras forcejear con la valla, dio varias patadas al marco de la ventana hasta que las guias se doblaron y el picaporte se partio. Alguien habia arrojado alli toda la vida y la muerte de Sylvia, como la basura que se echa a la papelera. Se pregunto por que no se habrian llevado los polis el resto de sus cosas como pruebas.

Sin entender del todo por que le importaba tanto todo aquello, empezo a escribir su tesis de graduacion:

La muerte de Circe.

Saco el titulo de la firma, el pequeno Sy. C. que le daba a la historia un poco de perspectiva, como si el hubiera escuchado la llamada de sirena de la hechicera en su propia odisea. Todo arte es metafora, habia dicho Frost, y no era posible escapar de esta verdad. Nunca encontraria cuadernos suyos, ni cartas o diarios, poemas, documentos, calificaciones estudiantiles. Ni una sola linea manuscrita, nada que hubiera salido de su mente salvo aquel dibujo. Si los polis lo tenian, no habian hecho nada con ello.

Tendria que averiguar el quien la habia matado.

El gris del exterior reflejaba su propio estado de animo. Lo justo es malo y lo malo es justo. El ciclo de sus suenos habia empezado y terminado una vez mas. Caleb no se dio cuenta de que habia dormido tres horas en el cuartillo, tendido en la mecedora.

?Que suenan los angeles? Estaba seguro de que ella le responderia si se lo preguntaba las veces suficientes.

Asi que volvio a preguntarselo.

Y otra vez.

Y otra vez.

Caleb salio de su ataud.

6

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