En aquellas largas noches de Dahran Juan sonaba con Berta unas veces y con Pansy otras.
Veia a Pansy con el pubis depilado.
Toda ella se habia depilado.
Las piernas.
Las axilas.
La cabeza.
Todo el cuerpo de Pansy estaba perfectamente depilado.
Entonces Pansy se metia en la cama con Juan y el sentia un horror frio. Horror de clinica.
Luego Pansy se levantaba de la cama y se asomaba al rellano de la escalera del hotel y bajaba desnuda y depilada las escaleras deslizando lentamente una mano sobre la barandilla.
Desde abajo se volvia a mirarle.
Ahora ya no era el rostro de Pansy el rostro que veia Juan desde la puerta de la habitacion. No era el rostro de quien habia sido su mujer. Era el rostro deforme de su madre.
Pansy reposaba su mano en el ultimo pomo de la barandilla.
El pomo de la barandilla sobre la que Pansy descansaba la mano era la cabeza de Berta sin ojos.
Y Pansy besaba a Berta.
Cuando finalmente llego el zafarrancho ni el reportero que se hacia pasar por iman de todas las guerras ni Juan seguian en aquel maldito lugar donde no ocurrio practicamente nada.
Los iraquies lanzaban misiles contra Ryad. Pero eran interceptados en el aire. Lanzaban misiles contra Israel que en su mayoria tambien fueron interceptados a tiempo. Naturalmente en Israel habia otros reporteros dispuestos a exagerar historias de mortiferas explosiones en las calles de Jerusalen cuando los misiles pocas veces sobrepasaban Tel Aviv.
Los americanos machacaron en nombre del mundo libre Bagdad.
La guerra habia sido un alarde de exageraciones incontrolables propio del histerismo de los periodistas y del histrionismo de los militares. Una buena mezcla. Los periodistas tambien ansiaban ser heroes. ?Por que no? Estaban lejos de sus familias. En zona de peligro. Al alcance del fuego enemigo. De los gases venenosos. De las temibles cabezas quimicas. Los periodistas estaban secuestrados en un pais sojuzgado por un monarca multimillonario. Retrogrado. Corrupto. Despota. Pais aterrorizado por una policia religiosa amante del azote y la plegaria. Los periodistas tambien podian estar contrayendo extranas enfermedades que algun dia saldrian a la superficie. Tal vez cuando la guerra se hubiera olvidado. Y todo lo que iban a dejar impreso en las colecciones de los periodicos era la peor bazofia obtenida directamente de los jornaleros del fusil.
Sargento Compton ?por que se alisto en esta guerra?
Desde que iba a gatas me ha gustado el ejercito. Creo que puedo servir mejor a mi patria estando aqui que en Columbus limpiando los domingos los cromados de mi Harley Davidson. Prefiero que mi hermana se haga puta antes que verla montada en una moto japonesa.
El sargento Compton pertenece al 27 Batallon de Zapadores de Combate. Recomienda a sus soldados que tengan miedo. Miedo a morir. Miedo a quedar reventados en el desierto. Recomienda un miedo protector. El mismo miedo que le salvo la vida al sargento Bob Compton veinte anos antes en Vietnam. Porque Bob Compton es uno de los que hace dos decadas conocieron las trampas del Vietcong. De los que durmieron empapados por el susto y las borrascas y ahora han recalado en el arenal mas extenso y explosivo del mundo.
?Esta asustado sargento Compton?
Estoy muy asustado. Muy asustado. Pero quiero estar asustado porque el miedo me hace mantenerme alerta y la adrenalina se renueva.
?Que va a ocurrir sargento Compton?
Le aseguro que esta vez no ocurrira lo que paso en Vietnam donde ganamos todas las batallas pero perdimos la guerra. Ahora lo ganaremos todo.
Gracias sargento Compton.
Cada reportero buscaba a un jornalero del fusil para que le contara majaderias. Para poner en su boca frases que a un jornalero del fusil nunca se le ocurririan. Frases que el reportero necesitaba en su cronica. Frases de soldados valientes. Soldados de muchas guerras. Soldados que saben lo que es una guerra. Profesionales que estan ansiosos de volver a la guerra. Negros. Puertorriquenos. Los que no pueden matar en su pais aunque desearian matar en su pais. En su misma calle. En su misma casa. Ahora tenian la oportunidad remunerada de matar hasta hartarse en el extranjero.
Ante las camaras de todo el mundo el secretario de Defensa norteamericano Dick Cheney acaba de dedicar de su puno y letra la primera bomba de 1.000 kilos que va a ser arrojada sobre Irak. La dedicatoria es breve. Elocuente. A Sadam con mucho afecto.
Senor director de
Dios esta con nosotros segun el presidente iraqui Sadam Husein.
No entiendo nada.
?Donde cojones esta Dios?
Senor director de
Atentamente. Roman S. Gandeiro. La Coruna.
Uno dos. Uno dos.
Grabando.
Grabando la llamada de Berta. Retraso indefinido.
Increible. No sabes lo que ha pasado. No te lo puedes ni imaginar. Habiamos despegado a pesar de la huelga. Ya estabamos en el aire. Con mucho retraso pero por fin volabamos. Empiezan a servir las comidas. Reparten las primeras bandejas. Y ?te puedes creer que habia ratas? ?Salian ratas de las bandejas! ?Ratas en la comida! ?Ratas por el avion! Imaginate la gente subida en los asientos. De pie en los asientos del avion. Un caos. Y cuando la gente ya empezaba a tranquilizarse dijeron que ibamos a volver. Atencion por favor. En nombre del comandante les informamos que debido a un fallo tecnico nos vemos obligados a hacer un aterrizaje forzoso en aproximadamente veinte minutos. Permanezcan sentados.
Mantenganse en calma.
Las ratas son inofensivas.
Repito que mantengan la calma.
Pero era imposible mantener la calma. Nadie se creia nada. Tendrias que haberlo visto. Luego dijeron no fumen.
Aflojense el nudo de la corbata.
Desabrochense el cuello de la camisa.
Y que nos quitaramos todos los objetos cortantes y puntiagudos que llevaramos encima.
Lapices. Gafas.
Y los que lleven dentadura postiza que tambien se la quiten.
?Te imaginas a la gente abriendo la boca y quitandose la dentadura postiza? No. No tiene ninguna gracia. La azafata tambien nos obligaba a quitarnos los zapatos de tacon. Fue horroroso. Y empezaron a recoger a toda prisa las cosas que no podiamos guardar en la bolsa. ?Tu crees que eso era por las ratas? Eso era por alguna bomba. No lo dijeron pero cada cual se lo imaginaba. Esto ya no era un problema de ratas en el avion sino de una bomba en el avion. En seguida empezaron a repartir mantas y almohadas. Y siempre habia uno hablando por el microfono.
Junten las rodillas y pongan la manta y la almohada encima de las rodillas.
Dios mio. Me temblaban muchisimo las rodillas. No podia juntar las piernas. Pensaba en ti. En Viena. No queria pensar que igual ya no volviamos a vernos nunca. Que esto podia ser el final. Y entonces vino lo peor. Dijeron que empujaramos el respaldo del asiento de delante y que nos abrazaramos a las rodillas. Que metieramos la cabeza entre las rodillas. Sin movernos. Sin mirar ni siquiera cuando notaramos el impacto. Iba a haber un impacto. Apoyen la cabeza sobre la manta.
Apoyen todos la cabeza sobre la manta.