No miren cuando se produzca el impacto.

Y entonces se puso el comandante. Casi no se le entendia. Dijo que habria varios impactos hasta que el avion se parase del todo. No se muevan hasta que el avion haya parado del todo.

Cuando el avion haya parado completamente se desabrocharan los cinturones y se dirigiran a las salidas que indique la tripulacion. ?Suerte!

Al final hubo suerte.

Al final dice Berta que fueron dandose porrazos por la pista sin ver nada hasta que otra azafata grito ?esto es una emergencia! senalando las salidas de emergencia para que todos saltaran del avion.

No quiere volver a subir a otro avion. Le he dicho que debe subir en el primer avion que encuentre plaza. Lo antes posible. No por mi sino por ella. Antes de que el panico se aduene completamente de la situacion. Pero esta demasiado aterrorizada. Repite que el vuelo lleva un retraso indefinido. Se va a casa a tomarse un somnifero. A dormir. Si es que puede dormir. Dentro de unas horas llamara.

Esto no es igual que en Nueva York.

Ratas a bordo.

La dentadura postiza.

Rata de primera clase.

Rata de clase preferente.

Rata de clase turista.

?Vendra a Viena?

Cuando el director de Damas y Caballeros venia a Nueva York se alojaba en el Algonquin. Le llamaba por telefono.

Juan ya estoy aqui. Juan te espero a cenar.

Y Juan acudia al hotel. Tomaban una copa en el salon de los timbres atornillados a las mesas y el director le preguntaba que tal iban las cosas por aqui y quien creia el que iba a ganar las proximas elecciones. ?Los republicanos? ?Los democratas? Luego hablaban del trabajo.

?Has pensado en un tema que sacuda a la opinion publica? Una historia muy fuerte. Dale vueltas. ?Que te parece el reportaje de un condenado a muerte? Eso tiene pegada. Podriamos arrancar en primera pagina y volver a la primera pagina la vispera de la ejecucion. Ese dia hariamos un gran despliegue. Pero hay que asegurarse de que lo ejecutan. Si se aplaza la ejecucion pinchamos. Que eso no falle. Si eso falla y no se lo cargan por la razon que sea es preferible no meterse en esa historia.

Luego pasaban a cenar al restoran del Algonquin donde un camarero ligeramente jorobado se acercaba como un cebu tirando del carro del asado. El director le preguntaba al camarero lo mismo que le preguntaba a Juan. ?Quien ganara las proximas elecciones? ?Los democratas? ?Los republicanos?

Juan le presto poca atencion. Recordaba la primera noche que ceno con Berta en este mismo lugar. Su mesa estaba ahora vacia. Berta habia ido a verle a Nueva York despues de muchos anos sin saber nada el uno del otro y recordaba que cuando acabaron de cenar subieron a la habitacion que por cierto no era de las mejores del hotel. Le costo abrir la puerta. Estaba muy nervioso. Los dos estaban nerviosos. Estaban muy emocionados. Se quitaban atropelladamente la palabra. Igual que luego se quitaron muy deprisa la ropa. Demasiado deprisa. Y se metieron en la cama del Algonquin que hacia ruidos de cama antigua. La primera vez que se acostaban juntos. La primera vez que se veian desnudos. La primera vez que se acariciaban todo el cuerpo.

Pero el director de Damas y Caballeros seguia haciendole preguntas imbeciles y repetia esas preguntas sin darse cuenta de que ya las habia hecho mas de una vez. El alcohol le iba haciendo perder la compostura.

?Tienes que hacer lo del condenado a muerte! ?Y pronto joder! ?Parece mentira que no se te haya ocurrido antes! ?Has de meterte en el corredor de la muerte! ?Y contar como cono es eso! ?En este pais matan a un negro cada quince dias!

Aparto su copa de vino y pidio un whisky.

Un negro. ?Sera negro verdad? Elegiremos un negro.

El camarero jorobado le puso el plato con la carne a la parrilla. El director acerco la nariz para aspirar su aroma.

Y conviene que sea en la silla electrica. Es el tipo de ejecucion mas americano. El mas tradicional. Porque la inyeccion letal es bastante menos impresionante. Y no digamos la camara de gas. Mucha gente se muere en sus casas por culpa de una intoxicacion de gas. Al gas le falta morbo. En cambio la silla electrica sigue siendo el procedimiento mas brutal y al parecer el mas utilizado. Decididamente nos conviene un negro y la silla electrica.

El director empezaba a tropezar con las palabras. Se dio cuenta. No era tonto. Acabo la bebida de un trago y se puso de pie. Luego abrazo a Juan frente al ascensor. Mantenia con dificultad el equilibrio. Le deseo suerte con la historia de la ejecucion de un negro en la silla electrica.

Negro y silla electrica. Y que no haya la menor duda de que se lo cargan. ?De acuerdo?

Desaparecio sonriente y patetico hacia su habitacion.

De vuelta a casa recordaba Juan el dia que fue contratado por el director. Su primera visita a Damas y Caballeros. Aquel edificio clasico de cuatro alturas en el centro de Madrid. La bandera espanola ondeaba sobre las iniciales del periodico esculpidas en piedra entre los dos balcones del primer piso. Al otro lado de esos balcones estaba el despacho del director forrado de madera oscura. Al final de la escalera de marmol las mismas iniciales D v M se repetian en las vidrieras y en las puertas de caoba asi como en las mesas de nogal de los ordenanzas y en los cuellos de los uniformes de los ordenanzas y de los botones. En todas partes aparecian la D de Damas y la C de Caballeros recordando a todas horas y a todo el mundo el historico nombre del periodico mas antiguo de Espana fundado por un antepasado del actual director. De espaldas a aquellos dos balcones se situaba la descomunal mesa del director con una bateria de telefonos. El sillon frailuno del director con un cenicero. El tresillo de cuero del director. Otra gran bandera espanola especial para el director. Y el busto de bronce del fundador del periodico rodeado de macetas con geranios.

Pero lo mas llamativo no era ni el edificio ni la decoracion. Tampoco la abundancia de ordenanzas uniformados que merodeaban por alli. Ni siquiera era el director con su voz atiplada y sus gestos afeminados. Lo sorprendente y original era un semaforo que el mismo director se habia hecho instalar junto a la puerta de su despacho y que el accionaba discretamente con unos pedales. Un pedal encendia la luz verde. Otro la luz ambar. Y el tercero la luz roja. De este modo jamas se producian accidentes entre las visitas del director. Nunca chocaban dos redactores jefes en el estrecho pasillo que conducia al despacho del director. Nadie tenia dudas de que al director no se le podia molestar cuando el semaforo estaba rojo. Nadie tenia dudas de que era arriesgado meterse alli con el semaforo ambar. Y nadie tenia la menor duda de que solo cuando la luz se ponia verde el acceso estaba autorizado.

Uno dos. Uno dos.

Grabando.

Grabando la cinta numero tres.

Habitacion 108.

Hotel Domgasse.

La calle de Mozart.

Si dejo de hablar un instante el Olympus L200 Microcasete Recorder se para en el acto.

Vuelvo a hablar y arranca.

El sonido lo activa. Cualquier sonido. El ruido de las herraduras de los caballos de los coches de caballos con turistas que van sobre el empedrado hacia la casa de Mozart hace funcionar el aparato. La pata de un caballo pone en marcha el motor de la grabadora igual que lo pone en marcha mi voz. No hay diferencia alguna entre la pezuna animal y la voz humana.

La herradura de un asno y la voz de Pavaroti.

La coz de un percheron y la voz de Placido Domingo.

El goteo de la cisterna del vater y mi voz llamando a Berta.

En un hospital de paraplejicos ya instalaron un sistema que permite mover infinidad de aparatos con la voz. Se llama el Controlador de Entorno por Voz. El paraplejico dice buenas noches y las luces de su habitacion se apagan. El paraplejico dice subidme la sabana y el aparato

Вы читаете Cruzar el Danubio
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату