Desmonto el caballero, y para mi sorpresa, vino a postrarse reverente y puso su mano en mi sandalia, mirandome con arrobada contemplacion, murmurando que la profecia estaba cumplida, pues que el santo con aureola resplandeciente se le habia presentado. Inquiri la razon de sus palabras y de su conducta, y replico humillado que en suenos le anunciaron que encontraria la figura de un hombre entregado a Dios, que resplandeceria iluminado por un reflejo divino, y como desde la altura me habia contemplado rodeado de un nimbo de luz, el mismo que ahora brillaba en torno de mi figura, conforme el lo estaba viendo.

Baje de la mula para expresar al caballero mis dudas, usando de mucho tacto para no herirle con mi incredulidad, pues pensaba si los rigores de la lucha le habrian descabalado algun tanto el entendimiento y sonara con fantasmas, pero juiciosamente insistio, y aunque, al preguntarle al escudero, este negase ver nada, alego que la vision le estaba reservada a el y que nadie mas tenia por que distinguirla, que la profecia precisara que solo la contemplarian los elegidos, y que ello representaria haber quedado ligados nuestros destinos.

Milagro era, no cabia duda, por cuanto atravesaba un pais infestado de piratas que, agrupados en ejercitos o desbandados en grupos de merodeadores, saqueaban, incendiaban y asesinaban a cuantos hallaban a su paso, y ya me andaba por la mitad del pais vecino sin que nadie me estorbara el paso ni tropezara con nadie, a salvo de cualquier peligro, debido a que me guiaba la mano de Dios. Estaba cierto en la creencia. Y cuando era manifiesto que no precisaba ayuda humana aparecia el caballero asegurandome que sus tropas se hallaban acampadas en la otra ladera de la montana, en espera del momento de dirigirse contra el rey Thumber en cuanto lo localizase, que era escurridizo como anguila, y que en adelante estaria yo custodiado y protegido por el mismo y por todos sus hombres, y que pues todo se habia cumplido debia entender que nuestros destinos quedaban entrelazados para siempre y como tal, salvo mi mejor parecer y con todos los respetos por mi santidad y mi calidad de escogido del Senor, esperaba que yo le acompanase gustosamente.

Mucho me intrigaba que ninguna otra persona hasta el momento observara el dicho resplandor en derredor de mi persona, y ni siquiera el escudero aseguraba que lo distinguia, y esto me hacia pensar que, en efecto, alguna predestinacion quedaba establecida para que fuera exclusiva facultad del caballero. Y pensaba tambien que el halo, resplandor o nimbo, debia de ser originado por la reliquia de la Santa Cruz que conmigo llevaba.

Pero, al estar ya dicho lo principal, no era caso de prolongar la situacion, pues que me cogio de sorpresa y no acertaba a pensar cual habria de ser mi actitud y decision. Asi que, escoltado por ambos jinetes, uno a cada lado, cabalgamos todos tres hacia la montana para reunimos con la tropa que aguardaba en el campamento.

VII

Con ser tal la devocion que me dispensaba el caballero, pareciome villania ocultarle que no a santidad, sino a la reliquia de la Santa Cruz debiase la aureola que solo el habia distinguido en torno a mi persona. Y al mostrarle las sagradas astillas fuera destacable la uncion en postrarse de hinojos sin separar la pupila del iman que tan poderosamente le atraia, como tambien a los tanes que siempre le andaban en compania, y aun el mismo ejercito hinco la rodilla. Y sobre aquel mar de cabezas me parecio contemplar el Espiritu de Dios sobrevolando, reflejado en las lagrimas que surcaban los rostros endurecidos por el rigor de mil combates, transparentes por el fuego interno que les devoraba.

La emocion del momento nos penetro a todos. «Esta evidencia -comento muy seguro un tane- demuestra que nos guia la mano de Dios. Y que nuestro rey lograra la victoria.» «?Rey, decis?», inquiri. «No extranaos -replico orgulloso- que no a caballero, sino a rey servimos, que lo fue coronado por su padre antes de la muerte, aunque el juro no ostentar titulo de corona ni cetro hasta castigar al infame matador de sus padres, al cual persigue como rayo vengador. Y en cumplirlo apoyamos todos, que es cuestion de honor juramentado a nuestro antiguo senor, el rey difunto, renovado a este joven y nuevo senor por mandato de aquel.»

De mis tiempos de escudero aprendi a conocer los campamentos, sumidos los hombres en esa vaga irrealidad de las visperas de muerte, cuando todos rehuyen fijar el recuerdo en el presentimiento del manana. Atmosfera cada vez mas densa y deprimida hasta la ultima noche, cuando las hogueras, el vino y la cerveza caldean cuerpos y animas, hasta olvidarse de olvidar la batalla que les aguarda al siguiente dia, ya que nada hace tan feliz al hombre como trascordarse de lo que teme. Que unas veces el alcohol, otras el miedo, son fermento de heroes.

Nunca contemplara otro campamento igual, ocupados los guerreros sin descanso en unos u otros menesteres, entusiastas y conscientes de identificarse y participar con su senor, haciendo suya su venganza, con generosa contribucion de esfuerzo y disciplina a la eficacia de una maquina que ellos mismos constituian. Y asi sus jefes. Pues que el caballero exponia a los tanes el plan, reclamaba de ellos los consejos que su edad y bien probada valentia hacian de oro, aceptaban estos su mandato ultimo y lo transmitian a la tropa. Ensayaban de continuo tacticas y modos de guerra, que eran sin fin los entrenamientos, evoluciones, enfrentamientos incesantes del mismo ejercito dividido en facciones. Ensayos en que utilizaban mil estratagemas de engano, y planteaban un frente defensivo con murallas de escudos para abrirse repentinamente y dejar paso entre ellos a una segunda fila que arremetia ofensiva, incluso a los caballos, o retroceder para dejar frente al enemigo una fila de lanzas apoyadas en el suelo que les era imposible cruzar, antes bien dejaban sus cuerpos y sus caballos ensartados en las agudas puntas de doble filo.

Cada dia llegaban exploradores con la noticia de sus averiguaciones, y cada vez salian nuevos jinetes en busca de informacion, apoyados en las noticias ya recogidas, para intentar localizar al rey pirata. El unico y verdadero enemigo.

«Mucho trabajan vuestros hombres», Dijele al caballero.

Respondio laconico: «Astuto y fiero es su enemigo».

Pasaba las horas estudiando tacticas guerreras, transmitia ordenes, supervisaba todo cuanto importaba, procuraba la intendencia. Y sin preguntarlo adivine que se instalara alli fuera de las rutas normales para sustraerse a la localizacion del rey Thumber, quien no cejaria tampoco en averiguar la posicion de su enemigo para moverse de acuerdo con el territorio, elegir el lugar y atacar. Que el caballero conocia por experiencia cuan eficaz resultaba su rival en localizarle. Con lo que habia de jugar la partida usandole identica astucia.

«Debeis de odiarle profundamente», le comente una vez. Y como si juzgase llegado el momento de revelarme su intimo pensamiento, atencion que supe valorar en cuanto significaba hacia mi persona, me hablo con un acento pausado que revelaba serenidad y meditado juicio: «Os equivocais. Las pasiones debilitan y no puedo dilapidar mis energias. Al contrario, amo todo: la claridad de la luna, los ardores del sol, la oscura noche engalanada de estrellas. A mi ejercito. A mis amigos. Puedo amar hasta a un enemigo honrado. Como pagano, Thumber es un bellaco sin honor, un oso capaz de destrozarte con un abrazo. No conoce mas freno que los que el mismo se imponga. Pero si jura por Thor jamas quebrantara la palabra empenada. Como guerrero, en cambio, es el mas valiente que conozco. Cruel e implacable. Calculador, astuto, lleno de recursos; jamas se repite. Antes que odiarle le admiro, pues nunca supuse un tan digno contrincante. Como caballero cristiano, lucho contra los paganos que asolan nuestros territorios, asesinan a nuestros hombres, violentan a nuestras mujeres. Como hijo y guerrero me siento obligado a perseguirle con un solo empeno: matarle, o morir».

El continente desapasionado del caballero pregonaba un pensamiento impregnado de normas morales; afrontaba con hidalguia su destino prenado hasta entonces de contrariedades y fracasos, pero sin desmayar en su fe. Acumulaba experiencias que le condujeran hacia el cumplimiento de su destino, que no era otro que el de la justa venganza, hacia la cual se encaminaban todos sus mas intimos pensamientos y esfuerzos. Batalla sin cuartel que, al decir de los mismos tanes, que adoraban a su senor, enfrentaba a los dos mejores guerreros del mundo en una contienda que ya duraba bastantes anos, sin que jamas se inclinase a favor de uno u otro, pues que tuvieron muchos encuentros y alternativas, ninguna de ellas decisiva hasta entonces. Tal era la fuerza y la astucia de ambos que corria pareja. Lo cual servia de estimulo al caballero, que ahora veia acrecentada su esperanza al cumplirse la revelacion que le fuera hecha.

El caballero mantenia siempre una recta conducta, valiente sin temeridad, incapaz de felonia. Tanta constancia, distinguiendome con reverencia, no podia menos que agradarme, y asi le agradecia la insistencia en probarme que nuestros caminos se habian encontrado en cumplimiento de aquella revelacion, que aunque ignorase lo que pudiera suceder despues y cual fuera nuestro destino, sin duda que lo seria comun, pues que ya era significativo que solamente el distinguiera aquella aureola. Que si los demas me respetaban era por reflejo del comportamiento de su senor.

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