El rey no aspiraba a conquistar otros reinos, ni tampoco en Ethelvina parecian anidar proyectos de tal magnitud, y asi todos los esfuerzos fueron encaminados a conservar la paz, que la logro efectiva por bastantes anos, pues los otros reyes respetaban la fuerza que habia conquistado, ya que siempre inspira respeto.
Hasta que los bastardos crecieron pasando los anos y, alentados por nobles ambiciosos y enredadores, al amparo del rey pusilanime, dieron en crear problemas y dificultades, suscitar envidias y conspiraciones, tachando a la madrastra de usurpadora y autoritaria. Y nunca el padre supo atajar a sus hijos, fuera ello flojedad del caracter o excesivo amor que les tuviera. Que siempre fue un enigma, pues tanto o mas amaba a su reina Ethelvina como a su hija Elvira.
Considerabanse los bastardos herederos del reino a falta de hijos legitimos, y llegaron a enfrentamientos, apoyados por unos y otros, disputandose los derechos a la sucesion, pues cada uno se creia digno de la primacia. Extendieron sus ambiciones hasta coquetear con otros reyes; en especial con el del Reino del Norte, que por serles fronterizo ambicionara siempre extender sus dominios hacia el sur, desde que ocupara el trono matando al padre de nuestro caballero Avengeray, de quien entonces era el reino. Pero la habilidad y diplomacia de la reina logro siempre superar la inquina, hasta conseguir el apaciguamiento de todos, y con el tiempo parecieron olvidar las rivalidades, aplicandose mas a disfrutar las ventajas de su posicion, que no ofrecia reparos. Pues ni el sueno les era espantado por preocupaciones de Estado, ni se ocupaban de otra cosa que no fueran cacerias, amen de cortejar a las damas y ejercitarse en los torneos. Quizas influyera la prodigalidad con que les regalaba Ethelvina a cambio de su avenencia. Y asi habian permanecido hasta el momento en que el rey tuvo que acudir al estuario con todo el ejercito disponible para enfrentarse a la invasion capitaneada por el rey dane, Horike, apoyado por Oso Pagano, el rey Thumber, aliados para perdicion del buen Ethelhave, cuyo cuerpo conduciamos junto con el de los cinco obispos, hacia el castillo de Ivristone, tras haber enviado por delante mensajeros que informaran a su esposa de los tragicos acontecimientos, y aun le anadieran que el caballero Avengeray salvara el reino quedando por dueno del campo, y que antes que pensar en proclamarse rey, ya que ninguna fuerza existia que pudiera oponerse a su voluntad, iba a someterse como servidor, con todo su ejercito, si por tal era admitido.
Avengeray no olvidaba que Ethelvina era solo reina en funcion de su esposo, y que fallecido este no resultaba heredera obligatoria, antes bien se consideraba que el trono lo ocuparia siempre un varon que pudiera afrontar las graves responsabilidades del Estado y atender a la guerra. Mas, se percataba de que nadie habia en el reino mas capacitado para gobernar que Ethelvina, segun tenia demostrado muchos anos atras, y deseaba no existieran problemas en la sucesion, pues que con ello solo apoyarian a sus enemigos, que eran muchos, y se encontraban indefensos por el momento. Que cuando hay disputas internas en un reino los vecinos sienten la necesidad de devorarlo. Y bien se conocia Avengeray la rivalidad que existia con los bastardos, que ahora pudieran luchar todos por el trono. Por ello le causo gran alegria recibir a los mensajeros de vuelta, con la noticia de que Ethelvina se habia proclamado Senora de Ivristone y Regidora del Estado, y que como tal les daba la bienvenida y les aguardaba; aceptaba la sumision ofrecida y le prometia distinciones y recompensas. Y refirieron despues con cuanto interes habia preguntado Ethelvina a los mensajeros cuanto se referia a la batalla, a la alianza, al propio caballero, a sus tanes, a quienes destacaban en el ejercito, interesandose por como una tropa tan reducida pudiera conseguir un triunfo tan notorio y providencial. A lo que comento Avengeray, para que le fuera transmitido, que la fuerza de nuestro ejercito se debia a que eramos muchos mas que dos mil guerreros: ?eramos uno solo! Lo que Ethelvina entendio muy bien, pues que pasando el tiempo se lo escuche comentar con elogio algunas veces.
Cuando llegamos a cierta distancia del castillo, tuvo Avengeray el cuidado de dejar apostado el ejercito, pues no deseaba llegar a Ivristone con ostentacion de fuerza para no malquistarse voluntades ni levantar recelos. Asi que alli quedaron los hombres y proseguimos con solo un tane y sesenta guerreros, para dar cumplida escolta a los muertos y a los vivos.
La guarnicion del castillo, mas bien escasa de numero, nos esperaba en la pradera cercana, y tras los saludos se unieron a nuestra marcha, hasta formar filas para que penetrasemos por el puente levadizo. En el patio interior nos esperaba la senora, acompanada de su hija, y a continuacion todo el sequito de damas y caballeros del reino, que lucian de gala para tan senalada ocasion, siendo evidente en las damas la mano de Monsieur Rhosse, quien las habia provisto de modelos exclusivos para testimoniar su duelo por el fallecimiento del rey, con lo que se transformaron en un cortejo de viudas negras, con el solo fanal del escote mostrando la color rosada de sus tentaciones, que bien evidentes me quedaban desde la altura del caballo, y no fuera sincero si ocultase que me complacio el panorama, abundante en numero y variado en la forma.
Descabalgamos cumplidamente ante la senora, apresurandose Avengeray a hincar la rodilla ante ella, en lo que le imite, pues que me llevaba a su lado y presidiamos la cabalgada, que el caballero me hacia ese honor. Muy gentilmente sonrio la senora a Avengeray y se dejo besar la mano, complacida por la humildad del renombrado caballero, al que invito a levantarse y le titulo Gran Senescal de Guerra, lo que implicaba acceder al mando supremo del ejercito, aunque no lo hubiera disponible por entonces. Pero evidenciaba la generosidad y buen animo de la Senora de Ivristone, quien recompensaba de inicio al valeroso y perfecto caballero que habia salvado el reino y le traia el cuerpo sin vida de su esposo para que recibiera los honores debidos. Y formulados los cumplimientos al caballero volviose la senora y me invito: «Adelante, senor obispo», lo que me produjo un sobresalto por lo inesperado. Que no acertaba a pensar si se hallaba confundida, ignorante de mi condicion, por lo que declare: «No soy mas que un humilde monje peregrino, altisima senora». «Lo erais antes de pisar el puente de este castillo; al penetrar en Ivristone lo habeis hecho como obispo, que en virtud de mis prerrogativas con Roma os confiero el nombramiento y la sede.»
Tan alejado de mi animo permaneciera todo aquel tiempo, en que la accion de guerra atrajera mi interes, que oirme titular de obispo me resonaba en los oidos como una cancion extrana, y tan tardo me hallaba en entenderlo que mas bien me sentia confuso. Hasta que poco a poco me acudio la realidad ante los ojos, y me pellizcaba para estar seguro de que no se trataba de un sueno, y asi crei oportuno manifestar que me sentia muy honrado por su generosidad, pero que cumplia a mi senor Avengeray autorizarme a recibir tan alto don. «Tiempo ha que hubiera yo concedido este titulo- replico el- de alcanzarme la prerrogativa. Pero mi Senora de Ivristone viene a remediar mi falta, y asi os ruego acepteis tan alto honor como os ha sido dispensado.»
Aqui vino Ethelvina a aclarar que eran cinco las sedes vacantes, y me aconsejaba tomar la de Ivristone, que sobre exigirme vivir en el castillo, era sede primada y por tanto regia toda la Iglesia del reino, con lo que incluso habria de proveer el nombramiento de las otras sedes vacantes por la muerte de los obispos, cuyos cuerpos acompanaban al del rey, y a todos ellos habian introducido en el patio interior y quedaban situados con la escolta en espera de las disposiciones del caso, que fue llevarlos a la regia capilla y colocarlos en tumulos que con anterioridad habian sido prevenidos.
Cuando la senora y el caballero me lo permitieron, por hacer un aparte para tratar sus problemas, que eran los del reino, aparteme yo mismo con el dean secretario, que ya asistiera a cuatro obispos anteriores y conocia cuanto hubiera de conocerse, y aun tengo para mi que alguna punta de mas en asuntos religiosos, pues no existian para el secretos. Lo primero fue llevarme al guardarropa del difunto obispo y ayudarme a cambiar mis toscos ropajes por los que correspondian a mi nueva funcion y dignidad rectora de la Iglesia. Ya revestido de morado y ufano por la transformacion, que a no dudarlo me resultaba grata, inquiri del secretario cual debia ser el orden para comenzar mi actuacion concertadamente, segun se esperaba. Replico con sosiego que, ante todo cumplia legitimar mi nombramiento de obispo y a continuacion confirmar los titulos a la Senora de Ivristone, pues se encontraba en regimen de provisionalidad hasta cumplirse los ritos eclesiasticos, es decir, que entre tanto todo existia en el fondo pero no en la forma, que en materia del mundo esta ultima es lo mas importante. «?Como asi -argui-, mientras permanecen muertos insepultos en la capilla?» A lo que respondio que los muertos no suelen tener prisa y que lo importante era conformar a los vivos. Y al presentarme relacion de todos los religiosos del reino entre los cuales debia escoger los cuatro nuevos obispos, me sugirio le tuviera a el en cuenta, pues mucho tiempo lo esperaba y meritos tenia acumulados como para ostentar preferencia ante cualquiera de los alli senalados por la senora.
Me acudio rapidamente la inspiracion, pues entendia, siendo yo lego en la materia, que con los deberes de primado debia ahora ocuparme de lo concerniente a la Iglesia del reino, que nada de provecho alcanzaria sin la asistencia de aquel viejo dean secretario que llevaba la curia en su cabeza, y le exprese mi disgusto por pedirme marchar en el punto en que acababa de tomar posesion, cuando le estimaba mas que a ningun otro por las acaloradas alabanzas que de el me hiciera la senora, y me atrevia a recomendarle que no aspirase a nada que no fuera menos de la sede primada, a la que podria acceder algun dia, cuando yo me ausentase. Que mas util podia serle al reino y a la Iglesia actuando ahora de dean secretario como hiciera con mis antecesores, que