que mas seria respetada asi y puede que hasta acelerase, por celos, el matrimonio.

Con lo que, sin mas, pasamos a acomodarnos, sin que mediara esta vez favor alguno de Jordino.

Y quede aqui por ahora.

IX

Abiertos los oidos durante el viaje, lo iban conociendo en su peregrinacion por las cuatro ciudades del reino. Aun asi, cuando regresaron luego de dar sepultura a los cuatro obispos, se sorprendieron al comprobar cuanta prisa se dieran la senora y el senescal que el ejercito se hallaba reclutado, reforzadas las principales fortalezas, nucleos importantes de tropas eran instruidas en diversos lugares estrategicos del reino, y donde fuera preciso se levantaban nuevas defensas. En contra de lo que se esperaba, aplaudieron nobles y bastardos la diligencia y el empeno y ofrecieronse a trabajar en la comun tarea de asegurar la supervivencia de Ivristone, conscientes segun reconocian de interesar a todos resguardarlo contra la rapina de otros reyes y bandidos.

La sorpresa no fue menor para los que gobernaban, pues les sabian discolos y enredadores, mientras que ahora mostraban actitud franca y abierta, favorable a la senora, prodigos en alabanzas hacia el senescal, a quien reconocian que no quiso ocupar el trono cuando nadie era capaz de impedirselo. Contrariamente, su ejercito cerraba el paso en Oackland, salvando con ello el reino. Lo que demostraba su buena fe, por encima de cualquier sospecha. Y si todavia no bastaba, sus esfuerzos para organizar un nuevo ejercito y dotarle de instruccion y cuantos elementos fueran necesarios para transformarlo en operativo, construccion de nuevas defensas y reforzamiento de otras, incremento de guarniciones donde existia mayor riesgo. Nadie del reino estuviera mejor capacitado para lograrlo con tamana rapidez. Nadie, pues, mas obligado que los nobles a colaborar en tan magna tarea, de la que un extranjero les daba ejemplo, por lo que se sometian y quedaban dispuestos a lo que ordenase la Senora de Ivristone, de cuya habilidad como Regidora del Estado en nadie hubo dudas, que ya lo tenia bien demostrado. Y ademas, la fuerza que ahora representaba el senescal le permitia desarrollar sus proyectos con mayor eficacia y seguridad. Que nunca antes estuviera el reino en mejores manos para afrontar peligros presentes y la esperanza de un porvenir. Y nunca tampoco presentara mayor dificultad para las apetencias de aquella legion de aventureros y bandidos piratas de allende los mares, cuya ansia de poder y riquezas no parecia tener limites.

Transformarase tambien la corte, que recibio nuevo impulso con el regreso de los nobles, puesto que las damas ya no permanecian solas, y el tiempo transcurrido permitia una mayor vivacidad en las reuniones, conforme se aliviaba el luto. Y bien que lo notaba Monsieur Rhosse, mas ajetreado que nunca, pues jamas los acontecimientos fueron tan seguidos y afectaran mas al conjunto, para obligarle a renovar los vestuarios de las damas; todas querian sus nuevos modelos a tiempo, que cada una mantenia un taller en su casa, surtido con doncellas, bordadoras y modistas, a las que obligaban a trabajar sin descanso. Ya que, pues regresaban los caballeros al castillo al termino de cada jornada luego de ocuparse de los mil asuntos que les iban siendo encargados, gustaban de cortejar a las damas, las cuales deseaban aparecer cautivadoras. Siempre quedaba alguno lejos, revisando guarniciones mas distantes, o en misiones especiales, y el que mas deseado fuera de ver se llamaba Avengeray, que teniendo la mayor responsabilidad apenas si paraba por el castillo. Al que todos, sin excepcion, alababan como artifice del cambio: supervisaba en persona toda la preparacion y aun la instruccion de las tropas, punto al que prestaba atencion suma; les procuraba intendencia, materiales y armamento, y organizaba talleres de herreria y carpinteros, poniendo en marcha toda la maquinaria de guerra. Y todos estaban seguros del resultado, pues que su propio ejercito era el mas aguerrido, disciplinado y eficaz de cuantos se conocian, con tacticas nuevas y sorprendentes, que ya no luchaban en masa como se solia hasta entonces.

Las fatigas diarias hacian mas apetecible el entretenimiento, y asi la corte se afanaba en proporcionar solaz a los nobles cuando regresaban por la noche; las cenas resultaban mas animadas y divertidas y al tiempo ya se permitia algun juglar que cantara las glorias invisibles del rey Ethelhave, del que la senora guardaba y hacia guardar reconocida memoria, y asi ensalzaban los poetas igualmente la sabiduria y prudencia de la senora y la legendaria valentia del senescal, sin par Avengeray, de quien referian tantas historias como era capaz la imaginacion de concebir, y no tenian fin, que el mismo caballero se sorprendio alguna vez al escuchar proezas que jamas habia llevado a cabo, segun afirmaba modesto. Mientras Monsieur Rhosse presidia, organizaba, montaba distracciones para contentamiento de damas y caballeros, con musicos y bufones.

Prestigiabame, sin duda alguna, el favor con que me distinguiera siempre Avengeray, y asi me sentia por doquier colmado de atenciones y mimado por todos, centro de la vida religiosa y social del reino, y especialmente en el castillo nada trascendente se llevaba a efecto sin serme consultado por la senora, que ahora me convirtiera en miembro del Consejo de Sabios en razon de mi cargo, lo que representaba la cumbre de honra que podia alcanzarse.

No me faltaba el respeto y carino del caballero, que seguia siendo el unico en verme rodeado de una aureola luminosa, lo que le daba seguridad de reconocerse predestinado, animandole a soportar todas las fatigas y peligros, pues que le constaba hallarse en el camino recto. Y no escatimaba sacrificios ni esfuerzos, pues que luchando habrian de colmarse sus anhelos y deseos.

Me enervaba la regalia de aquella vida, que contribuia a despertarme sentimientos dispares y encontrados, entre los que uno destacaba con mayor fuerza, y era un cierto remordimiento por encontrarme alli, todas las noches, acomodado con la brava, reidora moza, que andaba dando celos al master corporal de la guardia con el que esperaba casarse, aunque, me aseguraba, esto no ocurriria antes de que yo consintiera, puesto que mientras me quedase un deseo insatisfecho estaba dispuesta a esforzarse en contentarmelo. Y a mis dudas de si cumplia refocilarme, siendo tal mi condicion, llevando una vida tan galana, me aseguraba un tantico burlona que no entendia mis preocupaciones y escrupulos pues que en el castillo, si me tomaba la molestia de recorrerlo por la noche, bien abiertos los ojos, apenas existia varon que durmiera con su esposa, y que los cambios eran tan sutiles y manosos que aparentemente todo estaba en orden, pero que siendo ella camarera doncella interviniera en muchas andanzas y prestase ayuda a muchos encuentros. Que mirase a las almenas y torres para ver como hasta los soldados entretenian sus largas guardias con las mozas que acudian a solazarlos, que no iban a ser menos que los senores. Y no fuera a creer que ella le permitiera al master corporal un tanto asi, que para eso era muy formal. Y hasta sospechaba la mozuela que se guardaria mucho de poner la mano en el fuego por la mismisima Senora de Ivristone, que se andaba con tal comedimiento por su altisima posicion que nadie pudiera comprobar las sospechas. Siendo tal su preocupacion y constante actividad por los asuntos del reino, llamaba a sus habitaciones, fuera por el dia o por la noche, que no distinguia, bien fuera a sus consejeros (y esto era cierto, que mas de una vez fui llamado), al senescal de banquetes, al oficial de guardarropia, al mariscal de caballerizas, y aun al caballero Avengeray, Gran Senescal de Guerra, y unos permanecian alli dentro mas que otros. Oportunidad tenia, y de la mejor, aseguraba la moza con cierta envidia en la voz. Y como me atreviera a renirla por la frivolidad de sus comentarios hacia tan altos personajes, no por el vocabulario un tanto soez que acostumbraba en hablando de estos temas, que era burlona y satirica en extremo, como si en las faltas de los demas justificase las propias, lo que es un sentimiento villano y de baja condicion, todavia anadio riendose de mi disgusto que algunas noches que el caballero rezaba por ausente acudia de incognito al castillo y por la escala que le era tendida subia al torreon donde la princesa Elvira se hallaba aposentada, y entonces se escuchaba el tanir de vihuela, que en ello el caballero era incluso mas habilidoso que Monsieur Rhosse, todo primor pero inutil para estos lances amorosos, que lo sabia ella muy bien, aunque solo de oidas, no fuera a pensar.

Otros derroteros tomaban las conversaciones en la corte, aunque siempre concluyesen en Avengeray. Y en apareciendo tomabanme como arbitro, pues que le conocia bien y me distinguia con su confianza, que eso lo sabian todos. Incluso con reverencia, que tal les imponia el nimbo de luz. Pero afinaban mas mis viejos companeros, los ancianos sabios del Consejo, quienes se preguntaban si la conducta de Avengeray estaria o no inducida por su odio hacia el rey del Norte, usurpador de su trono, aunque no el asesino de su padre, que todos sabian fuera Thumber quien lo hiciera de su mano. Y si ahora pretendia valerse de Ivristone para reconquistar su reino y el trono, verianse envueltos en una guerra, no en defensa de su libertad y de los propios intereses, sino de la ajena y privada venganza del caballero. Que publico y notorio era tal afan en su vida, a la cual venganza todo lo condicionaba. Y por ende pudiera resultar sospechosa tanta dedicacion y esfuerzo, que no paraba un instante, y cuando regresaba al castillo se le veia acudir a los aposentos de la senora cargado de mapas, que se pasaba alli muchas horas, si bien era cierto que la materia era de urgente necesidad y prioritaria. Sin embargo, nunca

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