condiciona a los hombres.
Cuando Thumber regreso a la siguiente primavera, y descubrio la horrible soledad de todos los companeros muertos, destruido el poblado, incendiados los barcos, lloro por sus camaradas, aunque sentia la felicidad de que se hubieran ganado el Walhalla, donde se refugian los heroes, atendidos por las walkirias, junto a los dioses, destino feliz de los que han muerto gloriosamente.
No podia sentir odio por Avengeray. Nada mas logico, segun el entendimiento de un vikingo. De un leon como aquel solo cabia un furioso zarpazo de venganza como el sufrido. Lo que jamas pudiera comprender fuera la indiferencia o la cobardia, pues le habria despreciado. El mismo Thumber hubiera respondido de igual modo. Lo que nunca pudo prever fue que Avengeray conociera la situacion del refugio, utilizado tantos anos impunemente para desaparecer cuando sus enemigos le perseguian.
Parecia que el destino de Avengeray sufria una aceleracion, pues nada mas comparecer en la campana ya era coronado Rey del Norte, recuperado lo que le arrebataran en su mocedad. Habia contraido nupcias con Ethelvina y aquella union prometia ser eficaz en trascendencia politica. Boda que tampoco le sorprendio, pues nada mas aconsejable que amoldarse a las circunstancias, y, perdida la novia, nada cumplia mejor a su destino que unirse a Ethelvina, con lo que se aseguraba el doble reino, que prometia ser poderoso, segun la reconocida capacidad de ambos. Todo lo cual venia a demostrarle que Avengeray, al madurar se convertia en hombre practico, orientado claramente a la consecucion de sus metas. Thumber estaba seguro, y los hechos vinieron a confirmarlo, que aquel matrimonio habria de ser principio de una gran expansion, que culminaria con la conquista de los otros territorios, hasta unir bajo una bandera el Pais de los Cinco Reinos, el mas potente de toda la cristiandad, ante el cual no solamente los vikingos habian de adoptar precauciones, sino hasta los mismos musulmanes del poderoso califato de Cordoba, cuya fuerza se media en ejercitos de centenares de miles de guerreros.
Como el caballero habia reclutado una poderosa tropa, bien organizada y ejercitada, y construyera sin descanso baluartes y fortalezas para asegurarse la defensa de las costas y las fronteras del sur, cada vez representaba mayor dificultad lograr botin en sus territorios, perdido el efecto de la sorpresa: en todos los lugares se hallaban dispuestos para repeler los ataques de los vikingos. Con lo que Thumber paso el verano llevando a cabo rapidas incursiones en los reinos del sur, donde con habilidad y audacia manejaba la reducida tropa que habia traido, y logro un beneficio considerable, pues que aquellos reinos no contaban por entonces con una defensa eficaz. En los siguientes anos solo subieron a los territorios de Avengeray muy esporadicamente, si se presentaban muy favorables perspectivas de sorpresa y botin, pues resultaba tan arriesgado que toda prudencia era poca. Entonces Thumber procedia impulsado por su prestigio, no fuera a creerse Avengeray vencedor en la rivalidad que les enfrentaba por tanto tiempo. Ni pensaran los reyes del sur que carecia de fuerza para combatir al caballero, lo que hubiera reportado todavia peores consecuencias.
Hasta que Avengeray y Ethelvina se apoderaron tambien de los reinos del sur y quedo constituido en unidad el Pais de los Cinco Reinos. Lo que obligo a Thumber a precisar con agudeza toda su astucia para lanzar un ataque por sorpresa y retirarse con el botin antes de que le llegase la respuesta, que solian ser muy peligrosas y rapidas.
Mintaka ponia su mayor celo en instruirme en el arte de navegar. Me transmitia los valiosos conocimientos que habia acumulado en su larga vida y numerosos viajes. Especial empeno tenia en que aprendiera el gobierno de la nave, manejara el timon, marcara el rumbo que conduciria a todos aquellos hombres a nuestro destino, para que no existieran dudas sobre quien mandaba la expedicion. Y aun cuando todos conocian que mis ordenes me venian dictadas por el gran Mintaka, pensaban era virtud de un principe prudente aceptar las ensenanzas de tan destacado maestro. El cual siempre disimulaba su intervencion para que brillase solamente mi gloria. Me sentia grande, por vez primera lejos de la patria, al mando de una flota, aun cuando solo constase de dos barcos y ochenta hombres. Mucho mas de lo que cualquier otro neofito pudiera sonar. Y como todos los hombres me amaban, cuidaban de transmitirme sus experiencias, discretamente, pues deseaban sin excepcion que llegase a convertirme en un gran rey, confirmado en su dia por la Asamblea, cuando fuera el momento de suceder a mi padre. Para lo que no se me ofrecian mas que dos caminos: o ejercer un acto de fuerza contra la voluntad de todos, empeno dificil de lograr, o conseguir la aprobacion de la Asamblea, es decir, que el pueblo me proclamase rey. En cualquier caso, mis meritos deberian ser suficientes para inclinarles a mi favor. Pues de otro modo tambien me faltaria el apoyo de la estirpe, que, al decir de mi padre, renegaba, aunque todavia no abiertamente, de mi poca virilidad demostrada. Y si ninguna determinacion tomaran hasta entonces se deberia, sin duda, a considerar que todavia constituia una promesa, aunque a mi edad los otros jovenes ya tuvieran bien probada su valentia y arrojo en la batalla.
Eran duros mis viejos guerreros, incapaces de soportar la fatiga de una campana guerrera, pero conservando el vigor fisico y espiritual para considerarles todavia luchadores. Viajaban contentos, pues se sentian utiles, y aunque probablemente fuera su ultimo viaje, les resultaba un regalo de la providencia, que habia dispuesto acumular sus glorias para culminar una vida repleta de hazanas. Querian contar a sus nietos, al abrigo del hogar, que remataron con aquella ultima expedicion para acompanar al principe Haziel, glorioso rey de los vikingos para entonces. Que habian sido autores del porvenir, lo que sus nietos considerarian el presente. Por ello necesitaban que fuera valiente y arrojado, y poseyera todas las virtudes que deben adornar a un rey vikingo. Y todavia mas, cuando no lo era yo ordinario, por mi sangre y estirpe, sino obligado a superar a todos cuantos me precedieron. Y nadie esperaba menos.
Al principio todos intervinieron en la maniobra de perseguir las ballenas para conducirlas hasta una bahia previamente escogida, donde eran rematadas. Cuando me percate del arte utilizado para acabar con los monstruos marinos, tan abundantes en la zona, poblada por pescadores de todas las naciones, discretamente me cedieron el lugar de jefe para acometer la importante tarea de matar mi primera pieza. Lo consegui tras muchas fatigas, no pocos temores que hube de disimular, mientras con su experiencia suplian mis hombres las torpezas de mi aprendizaje. Mas recuerdo con amor que una vez rematada, al disponernos a sacarla a la orilla, Mintaka clavo en el lomo del animal una lanza con un gallardete en que aparecia bordada un aguila real, extendidas las alas en vuelo, y sujeta una gran serpiente entre sus garras. Senti gran emocion al darme cuenta de que era el emblema que mi madre destinara para mi, que, como cabia suponer, no se trataba de una alegoria vikinga. Me hizo pensar si lo seria del Pais de los Cinco Reinos.
Al superar aquellos primeros sentimientos me percate de que, tanto el bardo como todos los hombres, habian estado pendientes de mi reaccion, que les complacio. Mintaka confeso que ignoraba la intencion de la reina Elvira al escoger el simbolo, mas que tuviera en cuenta que no era una mujer vikinga.
Me pregunte si habria querido representar a Avengeray en el aguila, y a mi padre en la serpiente, que para ella significaban los emblemas del bien y del mal, tan presentes en su alma. Pues recordaba las furiosas protestas de mi padre cuando alegaba que ella pretendia cultivar en mi el espiritu anglio de la estirpe, mientras que mi madre le increpaba por todo lo contrario: que perseguia desarrollar unicamente el anima vikinga.
Para ella vikingo era sinonimo de salvaje y barbaro, como para mi padre anglio significaba flojon, ruin y despreciable, marica y civilizado. Y era curioso comprobar como la expresion «civilizado» tenia opuesta significacion entre ellos. Aun cuando mi padre siempre hiciera excepcion de Avengeray, quizas por su fidelidad al proposito de venganza, virtud que mas podia semejarle a un vikingo.
Lo que nunca llegaron a pensar fue que aquella competencia me desgarraba en lo intimo, pues que a ninguno me era dable renunciar: mi tragedia consistia en comprobar que una parte de mi ser se situaba en oposicion a la otra mitad. ?Y no podia despreciar ninguna de ellas! Aunque les pesase, habrian de aceptarle como era ya que me resultaba inevitable. Aun cuando nunca me atreviera, hasta entonces, a manifestarme tal cual era, sin duda por ser esta la primera vez que tales ideas se perfilaban en mi mente con absoluta claridad. Mintaka comento, cuando se lo expuse, que habia emprendido el sendero doloroso de la maduracion. Me produjo desconcierto descubrirlo, por el sufrimiento intimo que entranaba, ya que mi soledad era profunda, iluminada debilmente por la confianza y amistad con el bardo. Al preguntarle si la vida resultaba siempre tan dolorosa, replico que lo era mucho mas cuando el hombre gobierna el timon de su propia nave; al remero siempre resulta mas suave.
Cuando sacamos a la orilla cuantas ballenas precisabamos para acopiar aceite, salar carne y aprovechar todo el material que convenia, visitamos otras regiones donde abundaban las focas y las morsas, de las que cazamos tambien buenas cantidades para aprovechar su piel y marfil, que tan apreciados nos eran. Lo que nos proporcionaba abundante trabajo; dura y monotona tarea diaria la de preparar todo el material para alojarlo en las bodegas de nuestros barcos. Pero la caza resultaba excitante. Confieso que nunca antes me encontrara tan arrojado y compenetrado con aquellos hombres, que ya habia logrado fueran companeros y amigos. Lo que me producia satisfaccion al verles rebosantes de orgullo, pues hasta Mintaka blasonaba de no haber contemplado