– Y de escritores que necesitan un buen tema.
La contemplacion de su cascada rubia no solo me calma aun mas sino que estoy a punto de caer en la ignominiosa pregunta de si algo tan autentico mejoraria mas mi trabajo que lo que tengo en la oficina.
– Lo unico que has sacado hasta ahora es una paliza.
En vez de explicarle que cosas asi le vienen bien a mi novela, le doy un beso en la mejilla. Nos ponemos en pie y Elise abre mi cama con la ofrenda con que se abre una cuna, y toma la puerta con la recomendacion: «Ten cuidado».
Al desnudarme, de un bolsillo del pantalon sale un crujido de papeles: es el texto de Luciano.
Despierto con el brazo colgando fuera de la cama, la mano sobre los folios que no acabe en el suelo, porque precipitaron mi sueno, y consumida la vela de la mesilla. Al recoger los papeles compruebo que me faltaban ocho por leer; el sueno vino en mi ayuda.
Hoy, a Elise le tocaba coser fuera, en casa particular, y el dormilon de su hermano no la ve cuando se levanta. Bajo luz natural y con ama tomando posesion de todos los rincones, mis viajes por la casa son mas bien furtivos.
Llego a la libreria pasadas las once, y esta vez encuentro a Luciano dentro. Esta leyendo, de pie y frente a la Seccion, uno de sus titulos, que devuelve precipitadamente a su hueco en cuanto me ve. Koldobike se encoge de hombros y me lo senala con un gesto de impotencia.
– ?Noticia, Samuel! -prorrumpe el tipo viniendo hacia mi-. ?A Joseba Ermo le han abierto esta noche la cabeza y robado las cadenas que guardaba en su ferreteria!
«Las cadenas, otra vez», pienso. Koldobike y yo cruzamos nuestras miradas, y es como si encontrara en sus ojos una revelacion.
– Creo que se esta moviendo algo -digo, sin dejar de mirarla-. ?No lo comprendes? Hasta ahora solo fue ir de aqui para alla y hacer lucubraciones. El criminal se encontraba muy comodamente agazapado. Pero acaba de salir para mover ficha. ?Por que?
– No vueles, no vueles -dice Koldobike apartando los cabellos que le tapaban un ojo-. Al fin y al cabo, son cadenas que, a peso, tendran su valor. Y ladrones hay en todas partes.
– ?Son el arma del delito! Joseba Ermo las tenia bajo llave y el asesino las ha hecho desaparecer.
– En ese robo esta la mano del asesino, ?verdad, Samuel? -interviene el camisa azul.
– ?Y las hace desaparecer ahora, despues de haberlas tenido diez anos muertas de risa? Yo tambien suelo tirar cosas viejas a la basura -argumenta Koldobike en su habitual papel demoledor.
– ?Porque solo ahora se huele algun peligro! -exclamo.
– ?Nosotros somos ese peligro! -se atreve a soltarnos el tipo.
Me vuelvo a Koldobike.
– Y esta es la pregunta, muneca: ?que nos pueden decir esas cadenas? ?Que cono nos pueden decir?
– ?Muneca? -repite el azul.
– ?Donde esta Joseba Ermo? -le pregunto-. ?En el hospital?
– Hace minutos abrio su ferreteria con un duplicado de la llave.
– ?Como sabes todo esto?
– Eladio Altube me lo ha contado en su granja cuando he ido a…
– Si, ya conozco vuestros negocios. -Me vuelvo otra vez hacia Koldobike-. He de ir a esa ferreteria ahora mismo.
– Te acompano -dice el falangista. Y anade, al descubrir mi mirada-: Te he traido la noticia…, ?no merezco algun gesto por tu parte?
Me seguiria a cincuenta metros, en cualquier caso; necesita revolotear a mi alrededor por si desprendo algun polvillo negro aprovechable. No puedo evitar compadecerle, considerando que yo tambien procedo de un nivel tan infimo.
Luciano se apresura a abrir la puerta, esperandome en la calle, pero Koldobike me sujeta de la manga.
– A Joseba Ermo le han dado un sartenazo en la cabeza, como a los gemelos -dice.
– Los criminales repiten sus metodos.
– Alguien asegura que, a lo mejor, los gemelos se golpearon a si mismos, y si ahora Joseba Ermo se ha atizado en su propia cabeza, habra que pensar que a los de Getxo nos gusta esa diversion. Eladio, Leonardo, Joseba…, ?buenas piezas los tres! ?No es curioso que aparezcan juntos ahora?
– ?Adonde quieres ir a parar?
– Mira bien si el chichon de Joseba Ermo es de pega, y aprovecha la ocasion, ya que no pudiste ver los de los gemelos. Lo unico que te digo es que abras bien los ojos: a lo mejor, Joseba Ermo se ha robado esas cadenas a si mismo. Camino de la ferreteria, Luciano me envia su asombro: -Oye, esa chica tuya es un lince. Tendrias las cosas mas claras si fuera ella la que te escribiera la novela… ?Cuanto le pagas?