A comienzos de agosto la huelga esta preparada. En Madrid se ha formado un comite revolucionario, cuyos miembros son los socialistas Besteiro, Largo Caballero, Daniel Anguiano y Andres Saborit. Se lanzan octavillas animando a atacar a los guardias para quitarles las armas, y tambien dirigidas a estos para que se sumen al pueblo y no defiendan mas «a los malhechores de la patria». La policia de Madrid detiene en pleno al comite revolucionario, pero ello no impide que comience la movilizacion. En la capital el ejercito ametralla a los huelguistas. En Bilbao estos hacen descarrilar un tren matando a veinte personas. En Cataluna los regionalistas y republicanos se muestran dubitativos (Lerroux ha huido a Francia), pero los anarquistas se lanzan a la calle con su acometividad proverbial, profusamente armados con granadas artesanales que no llegan a funcionar como se esperaba, lo que facilita el trabajo de los guardias. En Asturias, un joven comandante recien llegado de Africa y llamado Francisco Franco sale de Oviedo al mando de una columna de soldados y guardias para sofocar la revuelta en la cuenca minera, hallando esta en relativa calma. Aun asi la huelga general revolucionaria, que dista mucho de ser un exito, produce 93 muertos, cuatro de ellos en las filas benemeritas.

Para la Guardia Civil, empero, no todo es politica. En estos anos se producen tambien algunos de los mas famosos casos criminales que pasaron por sus manos. Como las primeras andanzas del bandido Pasos Largos, el siniestro asesino multiple de Ronda, veterano de Cuba y detenido por los benemeritos tras laboriosa batida en el verano de 1915. O el no menos llamativo crimen del Sacamantecas, cometido en Gador (Almeria) por el curandero Paco Leona, que secuestro, desangro y le arranco «las mantecas» al nino de siete anos Bernardo Gonzalez, para curar la tuberculosis al hacendado Francisco Ortega, apodado el Moruno por su aspecto atezado. En esta ocasion los guardias del puesto tuvieron que vencer los obstaculos que se les opusieron para procesar a un propietario influyente, como era el Moruno, pero acabaron llevandolo ante los tribunales, de los que resultaria su condena a muerte, como la de Leona y sus complices en el secuestro.

Aunque el que quedara sobre todo para los anales es archiconocido como el crimen de Cuenca. Una historia desdichada, provocada por la desaparicion del pueblo conquense de Osa de la Vega en agosto de 1910 del pastor Jose Maria Grimaldos, alias el Cepa, y por los rumores que en seguida corrieron de que lo habian matado el mayoral y el guarda de la finca en que trabajaba, Gregorio Velasco y Leon Sanchez, que al parecer lo hacian objeto, por su retardo mental, de continuas burlas y vejaciones. Tras llevarlos a la casa-cuartel e interrogarlos, los guardias pusieron a Velasco y Sanchez a disposicion del juez de Belmonte. Ante la falta de pruebas, quedaron en libertad pocas semanas despues. Pero dos anos mas tarde llego a Belmonte un nuevo juez, Emilio Isasa Echenique, que prestando oidos a la insistencia de la parentela de Grimaldos, manda detener otra vez a Velasco y Sanchez. Los guardias los llevan a su presencia y ambos quedan detenidos a disposicion del juez en el deposito municipal. En los interrogatorios reiteran su inocencia, pero Isasa insiste. Aqui es donde divergen las versiones. Segun los historiadores del cuerpo, que invocan la documentacion oficial del caso, los guardias han terminado su labor, y es el juez el que lleva el peso de los interrogatorios. Segun el relato que abrazaran sus criticos, a partir de los reportajes que hiciera para El Sol el entonces joven periodista Ramon J. Sender (y que luego recrearia, ya como novelista, en su libro de ficcion El lugar de un hombre), los guardias, azuzados por Isasa, se emplean con una violencia inaudita para arrancarles a los detenidos la confesion. «Son tiempos en que la Benemerita», dice una moderna cronista del hecho, siguiendo esta version, «se compone de agentes sin ninguna formacion. Muchos de ellos, como gran parte de la sociedad espanola de aquellos anos, se declaran analfabetos. Con un fusil en la mano se sienten los duenos del mundo. Espoleados, ademas, por el juez Isasa, que los arenga y que les marca personalmente la linea de accion, emplean todo tipo de presiones y de torturas fisicas para que Leon y Gregorio se declaren culpables de un crimen que ellos juran no haber cometido». Es de notar como este relato, que no cita sus fuentes, echa mano del falso topico del analfabetismo de los guardias para mejor denigrarlos, con sana que no extiende, dicho sea de paso, al muy alfabetizado y obcecado juez.

Ya sea gracias a las torturas policiales o por simple empecinamiento judicial, segun las versiones, el 1 de mayo de 1913 se procesa a los dos detenidos. Antes de salir hacia la carcel los reconocen dos facultativos, el forense del juzgado y el medico de Osa de la Vega, que atestiguan, segun informe que se conserva, que ninguno de los dos procesados tiene lesion ni senal «de ningun genero». Enviados a prision, y la causa a la audiencia, esta la devuelve al juzgado por no verla clara, pero el juez porfia y logra que se abra el juicio el 25 de mayo de 1918. En este, y aconsejados por sus letrados, ambos acusados confiesan y el jurado popular los condena a 18 anos de carcel, aunque saldran seis anos despues gracias al indulto general de Primo de Rivera.

En febrero de 1926, inopinadamente, reaparece Grimaldos. Sender se pasea con el por el pueblo, para que los vecinos vean que no es un fantasma, y comienzan a circular las acusaciones de tortura policial. Se abre por orden del Ministerio de Gracia y Justicia procedimiento para revisar la causa y depurar posibles responsabilidades penales, ya que, dice la orden, hay fundamentos para estimar que a los reos les fueron «arrancadas mediante violencia sus confesiones sumariales». De los guardias implicados en los hechos, solo queda en activo Telesforo Diaz, que se vera convertido en el chivo expiatorio. El 23 de junio de 1932, abrumado por el proceso en su contra, angustiado por la pobreza a que le abocaba el embargo de parte de su sueldo y la enorme fianza que habia debido pagar endeudandose (o segun otros, devorado por el remordimiento) se pega un tiro. Segun Aguado Sanchez, este suicidio inducido por la justicia es el unico y real crimen de Cuenca.

Alega el historiador del cuerpo (basandose en el estudio que del caso hizo el capitan Fernando Rivas Gomez) que los guardias, a la vista de las acusaciones del vecindario, tan solo se limitaron a entregar a los sospechosos al juez, y que a partir de ahi todo fue por impulso y a disposicion de la autoridad judicial, por lo que mal pudieron torturar a nadie. Es obvia su intencion apologetica, pero ahi esta tambien el informe de los forenses, de quienes no cabe presumir que tuvieran interes enjugarsela para proteger a unos simples guardias. ?O dieron en mentir a solicitud del juez? Imposible averiguarlo ya. La memoria de los hechos vino a complicarse con la pelicula que medio siglo despues rodo Pilar Miro, sobre guion de Salvador Maldonado (seudonimo de Lola Salvador), donde se daba rienda suelta a la recreacion visual de las torturas mas infames, ya popularizadas por la campana anarquista contra Narciso Portas, y muy singularmente el arrancamiento de unas. Segun el nieto de Leon Sanchez, su abuelo afirmaba en efecto haber sufrido este tormento, asi como que los guardias lo ataron por sus partes y lo mantuvieron durante dias sin agua y a dieta de bacalao seco. Fuera o no cierto, la reaccion desmedida de llevar a la cineasta ante un tribunal militar por su pelicula y secuestrar esta fue una torpe defensa de la Guardia Civil, y mas tratandose de hechos tan lejanos.

Al mando del cuerpo se suceden a lo largo de la segunda decada del siglo XX varios directores generales de heterogeneo perfil. Alguno dejo poca huella, como el ex ministro y teniente general Luque y Coca (el denostado autor de la Ley de Jurisdicciones), mucho mas atraido por la politica, o los efimeros Enrique Orozco y Antonio Tovar, que dirigieron la epoca de transicion entre 1915 y 1917. Mas peso tuvo y mas huella dejo el teniente general Angel Aznar Butigieg, que pese a mandar el cuerpo durante poco mas de un ano (de enero de 1912 a marzo de 1913), tomo una serie de medidas de perdurable alcance.

En los anos inmediatamente anteriores a su mandato ya se habian abordado algunas cuestiones apremiantes, como la adaptacion y simplificacion del vestuario (sesenta anos despues, el disenado por el fundador habia dejado manifiestamente de ser practico para el servicio, amen de resultar muy costoso de mantener) y algunas mejoras economicas, en forma de pluses y ayudas, que paliaron algo la penuria en que vivian los guardias (tambien con los haberes congelados desde su fijacion inicial). Por otra parte, el gobierno Canalejas habia aprobado en 1911 un incremento de plantilla de 800 hombres, hasta acercar el total del cuerpo a los 19.000. Aznar se ocupo de mejorar la formacion de los guardias y de sus familias: potencio el colegio de guardias jovenes de Valdemoro y fundo en Madrid el Colegio Infanta Maria Teresa, en el que se daba instruccion a los hijos del cuerpo y se les ofrecia residencia a los que destacaban para que cursaran estudios superiores.

Promovio ademas el estudio, primero en Valdemoro y luego en las comandancias, de las nuevas tecnicas dactiloscopicas y de identificacion, en las que los guardias fueron pioneros en Espana. Y abordo la renovacion sistematica del parque de casas cuartel, muchas de ellas inadecuadas o ruinosas, y otras en precaria situacion de uso, como revelo el episodio chusco de un rico propietario que al ir los guardias del pueblo a buscar a su hijo para que se incorporara a filas, reacciono airado exigiendoles que abandonaran el inmueble que habia cedido sin titulo alguno al cuerpo como casa-cuartel. Por ultimo, se le debe a Aznar una decision de corte mas simbolico, pero que tambien ha llegado hasta nuestros dias: la eleccion como patrona de la Guardia Civil de la Virgen del Pilar, proclamada el 8 de febrero de 1913.

La revolucion de 1917, con su resaca, le toco gestionarla al general Salvador Arizon, nombrado en julio de

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