ese mismo ano. Tras la huelga, y la condena a cadena perpetua de los miembros del comite revolucionario, las Juntas de Defensa se crecen y desafian al gobierno de Dato. Llegan a dirigirse al rey, al que le plantean su voluntad de intervenir en politica «para salir de la somnolencia y evitar la ruina de la patria». Dato dimite y lo sustituye el liberal Garcia Prieto al frente de un gobierno de concentracion nacional, en el que las juntas imponen al ministro de la Guerra (Juan de la Cierva), y los partidos se reparten gobiernos civiles y ayuntamientos, quedando no pocos de ellos en manos republicanas. A Arizon se lo confirma al frente de la Guardia Civil, que tiene que actuar con sumo tacto en los convulsos meses que siguen, hasta la caida del gabinete en marzo de 1918. Para resolver la crisis se forma un nuevo gobierno de concentracion, presidido esta vez por Maura, y con Garcia Prieto en Gobernacion. Ese ano trae el armisticio que pone fin a la Gran Guerra y la mortifera epidemia de gripe, en la que los guardias han de trabajar a destajo para enterrar cadaveres, contagiandose en alguna comandancia todos los hombres. Tras la declaracion del presidente norteamericano Wilson a favor del derecho de autodeterminacion de las nacionalidades, el ex ingeniero militar Francesc Macia exige la libertad politica de Cataluna, hasta llegar a la independencia. Los nacionalistas vascos piden otro tanto.

El rey encarga formar gobierno al conde de Romanones, que cierra las Cortes para estudiar las peticiones catalanistas. Pero toma otra decision, que sera providencial para la Guardia Civil: sustituye a Arizon por el general Juan Zubia Bassecourt. Su largo mandato (setenta y seis meses, coexistiendo con nada menos que once gobiernos) atravesara anos tan dificiles como los precedentes, en los que sin dejar de enfrentar los multiples problemas de la gestion diaria, acometera reformas que seran determinantes para actualizar el cuerpo y reparar la erosion sufrida bajo el interminable y penoso ocaso del regimen politico nacido de la Restauracion. Si Ahumada fue el fundador, no pocos consideran a Zubia como el refundador de la Guardia Civil.

Nacido en Sevilla en 1855, hijo de un comisario de policia judicial, desarrollo su carrera militar en la tercera guerra carlista, en Cuba (donde mando columnas mixtas con guardias civiles, familiarizandose con su forma de ser y actuar) y en Marruecos, donde participo en la campana de 1911. Nada mas asumir el mando, tomo conciencia de que el principal frente lo tenia en Cataluna, y en especial en Barcelona, donde sus hombres, considerados como fuerzas de ocupacion, eran abiertamente increpados, y donde los anarquistas, nada disuadidos por anteriores reveses, y cada vez mas conscientes de su apoyo en las masas obreras, porfiaban en proseguir la revolucion con nuevos y mas eficaces metodos, como los sabotajes de servicios publicos y la accion de los pistoleros, orientada a los atentados contra personas escogidas (patronos o agentes del orden) y los atracos a mano armada. La intransigente respuesta de la patronal, que lejos de contemplar la posibilidad de acceder a alguna de las justas reivindicaciones obreras, incluia la contratacion de matones para practicar una suerte de contra terrorismo, no facilitaba las cosas. Y los guardias, atrapados en medio.

Pero sin descuidar las cuestiones operativas, de las que nos ocuparemos mas adelante, la gran aportacion de Zubia fue la profunda reorganizacion interna de la institucion, aunque al llegar al cargo, y entrevistado por la Revista Tecnica de la. Guardia Civil, declaraba: «?Reformas? ?Quien piensa en eso ahora? Mire usted, desde que estoy sentado frente al insigne fundador del Cuerpo y voy hojeando las sabias disposiciones que dicto, cada vez me convenzo mas de que debe uno mirarse mucho antes de querer reformar nada de lo que hizo aquel senor […]. Reforma desde luego, no. Adaptarse al medio actual, marchar al compas de tiempo, si. Pero muy despacio, meditandolo y pensandolo mucho, oyendo opiniones, informandose bien…»

Muchas cosas debian hacerse, sin embargo, y Zubia se puso a ello. Lo mas destacable fue el espectacular aumento de plantilla, impostergable para un colectivo agotado por la necesidad de multiplicarse para contener la conflictividad social violenta en las ciudades y al que, por otra parte, se le demandaba desde numerosas poblaciones que ampliar; la red de puestos repartidos por el territorio. En conjunto, el incremento acordado sucesivamente por el gobierno conservador de Dato y el libera de Garcia Prieto, fue de mas de 6.000 plazas, situando los efectivos totales del cuerpo en 26.000 hombres. Buena parte de estos refuerzos, vista si eficacia en el control de motines y levantamientos, se destino a la creacion de comandancias de caballeria, que en Madrid llegaron a formar un tercio propio, el primero enteramente montado. Se aumenta el numere de tercios y comandancias, que llegan en 1922 a 27 y 65 respectivamente, y el grueso del esfuerzo se traduce en el aumento de puestos, que alcanzan la cifra de 2.782. Se crea, por ultimo, el llamado Tercio Movil, con sede en Madrid y dos comandancias, que actua como gran reserva para el mando para casos de necesidad, a fin de evitar la continua distorsion de las concentraciones.

Otra importante innovacion fue la introduccion del generalato propio de la Guardia Civil, cuestion muy discutida y a la que se oponian desde otras armas y cuerpos del ejercito, alegando que la finalidad de la Guardia Civil no era la guerra. Finalmente se crearon cuatro plazas de general de brigada (una de las cuales la ocuparia el vilipendiado Narciso Portas, como secretario general del cuerpo) y una de general de division, que era ademas el subdirector. En escalones inferiores, y por encima del grado de sargento, se introdujo la figura del suboficial, que anos despues recibiria la actual denominacion de brigada.

Tambien se ocupo Zubia de la reforma de la uniformidad y armamento. Redujo el uso de la guerrera gris- verde, introducida en la reforma de uniformidad de 1911, y volvio al azul tradicional del cuerpo para la mayoria de los servicios, pero cambiando el tono originario por uno mas oscuro y sufrido y adaptando las prendas a las nuevas necesidades. El 18 de abril de 1925 se implantaria definitivamente como uniforme de diario el traje de color gris-verde. En Marruecos, por excepcion, los guardias civiles alli destinados vistieron uniforme del mismo color que el del ejercito: de rayadillo blanco y azul en las primeras campanas y caqui a partir de 1911, aunque, eso si, conservando el tricornio como prenda de cabeza. En cuanto al armamento, en 1921 se doto a los guardias de pistola Star de 9 mm., en sustitucion del revolver y, a partir, de 1922 del mosqueton Mauser modelo 1916 en lugar del viejo fusil de la misma marca. El gravoso esfuerzo que hasta entonces habia supuesto para los guardias la adquisicion y entretenimiento del uniforme vino a aliviarse con la creacion del fondo de Vestuario por Real Orden de 16 de abril de 1920, que suponia 7 pesetas mensuales para la tropa de infanteria y 7,50 para caballeria.

Fue justamente en este capitulo, el de las retribuciones, en el que Zubia hizo el esfuerzo quiza mas significativo, en tanto que suponia la dignificacion y el reconocimiento de unos servidores publicos a los que se recurria muy intensamente, cuyo servicio era fatigoso y sacrificado como pocos otros, y que padecian el agravio de vivir con sueldos de otro siglo y muy inferiores a los de otros colectivos con mucha menor exigencia (como los vigilantes municipales, sin ir mas lejos). Los premios de reenganche, de los que dependian para subsistir, se les pagaban con tal retraso que muchos guardias se veian obligados a vender dichos credito a usureros por menos de la mitad de su importe. Bajo la direccion d Zubia el cuerpo tuvo dos aumentos consecutivos de retribuciones, que situaron los salarios en terminos razonables, sin dejar de resultar modestos, y limaron en buena medida el abrupto diferencial que se habia venido manteniendo entre guardias y mandos, como imponia la logica para unos hombres que no eran simples soldados, sino profesionales llamados a ejercer la autoridad. A titulo demostrativo, en 1920 los sueldos anuales de los guardias quedaron fijados en 2.063,75 pesetas (171,97 mensuales), los de los sargentos en 2.400 (200 mensuales), los de los tenientes en 4.000 (333,33 mensuales) y los de los capitanes en 6.000 (500,00 mensuales). Contaban ademas guardias, cabos y sargentos con premios por constancia, que dependiendo de los anos de servicio aumentaban sus haberes entre 20 y 60 pesetas mensuales. La mejora salarial no iba a hacer que nadie se apuntara a la Guardia Civil por el afan de enriquecerse, pero permitia que los guardias dejaran de ser unos pobres de solemnidad.

Justo era este reconocimiento economico para unos profesionales cuya integridad y entrega quedaban una y otra vez de manifiesto en las ocasiones mas dificiles, como la que se dio en Ugijar en 1920, tras el asesinato de los guardias civiles Cristobal Ortega Rojas y Eduardo Guzman Gamero, cuando conducian presos a los integrantes del clan gitano de los Tartajas, habituales del robo de caballerias. Entre ellos habia varias mujeres, y una de ellas llevaba en brazos a una nina. El guardia Guzman, al percatarse del frio que iba pasando la pequena, desmonto y la subio a su caballo, donde la cubrio con su capote. Al coronar el puerto del Lobo, uno de los hombres aprovecho un descuido y se lanzo sobre el. El resto del clan reacciono y acabaron con la vida de los guardias, a los que mutilaron con sana. Pocos dias tardaron los companeros de los fallecidos en capturar de nuevo a los homicidas, a quienes hubieron de proteger, y protegieron, de las iras y los intentos de linchamiento por parte de los lugarenos, para depositarlos sanos y salvos en la carcel de Granada. Ni los malogrados Ortega y Guzman, ni sus companeros que preservaron a los Tartajas de la venganza popular, tuvieron poeta que los cantara, pero quede aqui su recuerdo para compensar, asi sea una pizca, otras visiones de la mitica rivalidad entre gitanos y benemeritos, donde, como suele suceder en toda pugna humana, ambos bandos pusieron victimas y victimarios.

Por lo demas, el prestigio de la Guardia Civil cruzaba fronteras. Guatemala, El Salvador y Colombia pidieron y

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