hecho no le paso inadvertido a Azana, que pronto tuvo ademas informacion directa de los movimientos de Sanjurjo, a traves de Lerroux, amigo personal del general, que traiciono su confidencia por creer que le debia mas lealtad a la Republica. Sanjurjo, por lo demas, constato en sus viajes las dificultades que entranaba su aventura. Pese a su ascendiente sobre la Guardia Civil, ni siquiera esta se manifestaba resuelta a alzarse contra las autoridades republicanas, salvo el 4o Tercio, con sede en Sevilla, que fue el lugar que escogio para lanzar su rebelion el 10 de agosto. Lo acompanaba el teniente coronel Verea, jefe de la comandancia, que como capitan persiguiera anos atras al Vivillo y al Pernales. Sanjurjo arengo a la tropa con palabras inequivocas: «Soy un general sublevado contra el gobierno y me dispongo a perderlo todo para procurar un beneficio a Espana. Ya me conoceis como militar y como director vuestro que he sido. Si confiais en mi, seguidme. Si me creeis un traidor, fusiladme». Los guardias estallaron en vitores al general, y con su apoyo Sanjurjo logro hacerse sin dificultad con la capital andaluza y Jerez. Pero su golpe fracaso en el resto del pais, especialmente en Madrid, donde los guardias civiles, dirigidos por el coronel jefe del 27° Tercio, Jose Osuna Pineda, hicieron frente con determinacion a los militares sublevados, obligandolos a rendirse.

Azana ordeno que el grueso de las tropas marchara sobre Sevilla. Sanjurjo, viendo que solo contaba con los guardias sevillanos para defender su causa, comprendio que la lucha no tenia sentido y se entrego al gobernador civil de Huelva. En el juicio al que se lo sometio (y que termino con una condena a muerte de la que seria indultado con el voto en contra de Casares Quiroga y el favorable de Azana y Prieto) dejo una de esas frases para la historia, y que quiza retrate como pocas otras la realidad incierta y convulsa del pais en que le toco vivir. A la pregunta del juez de con quien contaba para su rebelion, repuso Sanjurjo: «Con usted el primero, si hubiera llegado a triunfar».

La neutralizacion del golpe llevo, entre otras cosas, a una reorganizacion del cuerpo. El 4o Tercio fue disuelto, y muchos de sus oficiales encarcelados o deportados a Villa Cisneros (entre ellos, Lisardo Doval, que en coherencia con su trayectoria como azote del anarquismo andaluz se habia unido al golpe de Sanjurjo). En cuanto a la Direccion General de la Guardia Civil, quedo suprimida. Sus funciones se transfirieron a una Inspeccion General encuadrada en el ministerio de la Gobernacion, lo que dejaba clara la voluntad del gobierno de reforzar la vertiente civil del cuerpo, frente al militarismo que representaba Sanjurjo. Cabanellas, que no habia querido seguir a Sanjurjo en su intentona, pero mostro su disgusto con estos cambios, fue cesado y sustituido en la Inspeccion General por Cecilio Bedia, un general de brigada, lo que rebajaba notablemente el rango militar de la jefatura del cuerpo, que desde 1873, y con la sola excepcion del propio Cabanellas, solo habian desempenado tenientes generales. La intencion de irle restando espacio a la «monarquica» Guardia Civil, y potenciar paulatinamente la «republicana» Guardia de Asalto, era patente.

Pero para desgracia de esta, a comienzos de 1933 los anarquistas, inasequibles al desaliento, lanzaron una nueva ofensiva en el campo andaluz. Y la llamada prendio con especial intensidad en el pueblo gaditano de Casas Viejas, de apenas 1.000 habitantes abocados al hambre por la negativa de los terratenientes a dejarles cultivar las tierras. El 10 de enero, dirigidos por el viejo jornalero Francisco Curro Cruz, conocido por el apodo de Seisdedos, por tener esta peculiaridad fisica, proclamaron el comunismo libertario. Salieron a la calle con sus escopetas, colocaron banderas anarquistas por todo el pueblo y se dirigieron al alcalde para que ordenara a los guardias civiles entregar las armas. Pero el sargento Manuel Garcia Alvarez, comandante del puesto, se apresto con sus tres hombres a defenderlo. Los anarquistas se lanzaron al ataque. Con sus perdigonazos le reventaron un ojo al guardia Roman Garcia y alcanzaron en la cabeza al sargento. Los dos moririan dias mas tarde, pero antes de perder el conocimiento ayudaron a sus companeros a resistir. Estos, Pedro Salvo y Manuel Garcia Rodriguez, aguantaron hasta que llegaron los guardias civiles de Medina Sidonia, que dispersaron a los atacantes; unos huyeron, y otros se refugiaron en sus chozas. Entre estos ultimos, Seisdedos con su numerosa familia, hijos y nietos, adultos y ninos. Dispuesto a plantar batalla.

Para rendirlo, el gobernador civil envio un contingente de guardias de Asalto mandado por el teniente Fernandez Artal. El teniente destaco a un emisario, el guardia Martin Diaz, para parlamentar con el viejo anarquista. Pero un tiro proveniente de la choza acabo con su vida. En la manana del dia 12, noventa guardias de Asalto mandados por el capitan Rojas Feigenspan se personaron en el lugar. Segun declararia, traia ordenes terminantes del director general de Seguridad, Arturo Menendez, de actuar sin contemplaciones. Luego se dijo que esas ordenes provenian del propio Azana, que presa de la colera habia llegado a pedir que se les apuntase a los anarquistas a la barriga, para que no hubiera supervivientes. Sea como fuere, el capitan Rojas prendio fuego a la choza y ordeno disparar contra ella. Acabo asi con toda la familia, salvo la pequena nieta de Cruz, que logro escapar de las llamas. A continuacion registro choza por choza el pueblo y detuvo a catorce campesinos, sospechosos de haber participado en la revuelta. Los alineo junto a las ruinas de la choza de Seisdedos, al lado de los cadaveres calcinados y el cuerpo del agente Diaz. Y dio la orden de fuego. Los fusiles tronaron. Catorce muertos mas en Casas Viejas

El hecho causo comprensible horror en la opinion publica. Ramon J. Sender viajo al pueblo para investigar los sucesos, lo que dio como fruto una serie de reportajes, como los que anos atras hiciera sobre el crimen de Cuenca. Recogidos luego en su libro Viaje a la aldea del crimen, no solo denuncian la brutalidad vengativa de los guardias de Asalto, que demostraron carecer de la serenidad y proporcionalidad que precisa quien se enfrenta a una alteracion del orden publico como aquella, sino que tambien dan testimonio de la sensatez de los guardias civiles que se encontro sobre el terreno, y que se ofrecieron para protegerle tanto de los animos exaltados de la gente del lugar como de las amenazas que recibiria de los responsables de la masacre.

La matanza de Casas Viejas precipito la caida de Azana y en ultima instancia la convocatoria de elecciones en noviembre de 1933. En ellas votaron por primera vez las mujeres, conquista que le debieron a la republicana liberal Clara Campoamor, y frente a la que se situaria, por ejemplo, la ya mencionada Margarita Nelken, por entender que muchas votarian lo que les mandaran sus confesores. Si lo que temia la beligerante dirigente socialista (y como dato curioso, primera traductora de Kafka al espanol) era que ganaran las derechas, no anduvo descaminada. De aquellos comicios salio un gobierno presidido por Alejandro Lerroux (dudosamente la opcion de los confesores, tras haber declarado en su juventud que a todas las monjas habia que «elevarlas a la categoria de madres») y respaldado por la coalicion derechista CEDA. Se abre asi lo que los historiadores de tendencia izquierdista llamaran bienio negro, y que en efecto lo fue, por muchos motivos, aunque no lodos imputables a quienes alcanzaron el gobierno. Con las derechas en el poder, se recrudecio la revolucion, a la que se sumaron los sectores socialistas mas radicales, encabezados por el antiguo consejero de Estado de Primo de Rivera, Francisco Largo Caballero. Pretextos no les faltaron. La derecha triunfante no se privo de rehabilitar generosamente a los jefes militares implicados en el golpe de Sanjurjo, y opto en cambio por postergar a los que se habian significado en defensa de la legalidad vigente. La percepcion en amplios sectores de la izquierda era que de la Republica se habian apoderado sus enemigos (aunque en puridad, pocos espanoles podian exhibir una ejecutoria republicana tan larga y perseverante como el nuevo presidente del gobierno) para emprender una suerte de contrarreforma que anulara los logros del bienio anterior. Si estos eran insuficientes, para la idea de la justicia social que animaba al movimiento revolucionario, menos aun prometia el gobierno radical-cedista. La hora de salir a conquistar los derechos de los trabajadores por la fuerza habia sonado. La ofensiva que se produjo durante las ultimas semanas de 1933 dejo ochenta y seis muertos, entre ellos nueve guardias civiles, elevados por el gobierno Lerroux a la categoria de martires de la Republica.

Pero lo peor vendria en 1934. Hubo un aviso en la primavera, en tierras de Extremadura, donde numerosos cuarteles de la Guardia Civil fueron atacados. En Montemolin, cuyo nombre resultaba de nuevo adverso a los benemeritos (ironias del destino: el mismo de aquel torpe pretendiente al que derrotaron una y otra vez), el guardia Emilio Martin fue muerto a hachazos y posteriormente mutilado por negarse a entregar la correspondencia oficial que portaba. Sin embargo, la verdadera prueba iba a llegar en octubre, cuando la UGT de Largo Caballero, ante la posibilidad de que Lerroux incorporase al gobierno a ministros de la CEDA, lanzo una revolucion que estallo con fuerza en la cuenca minera asturiana (no asi en el resto del pais, donde fracaso) y que pillo completamente desprevenidas a las autoridades.

El primer objetivo de los revolucionarios fueron las casas cuartel. Estas, segun se decia en sus instrucciones para la sublevacion, eran «depositos que convenia suprimir». Y se aconsejaba que se estudiaran sus caracteristicas defensivas para encontrar el mejor modo de acabar con ellas. Los revolucionarios estaban bien surtidos de dinamita, y este fue el medio principal para demoler la resistencia que los benemeritos, como en ellos era obligado y habitual, opusieron a la revuelta. A lo largo del dia 5, noventa y ocho casas cuartel fueron

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