mas espacio y, probablemente, otro cronista. Uno que escriba desde el exterior del tunel y que pueda indagar, sin la servidumbre que imponen tantas heridas todavia abiertas, en las razones y en las sinrazones de unos y de otros.

Capitulo 16

Del 23-F al 11-M

A las 18.22 horas del 23 de febrero de 1981, el teniente coronel Antonio Tejero Molina, al frente de un par de centenares de guardias civiles, irrumpe en el hemiciclo del Congreso de los Diputados, donde en ese momento se celebra la segunda votacion para la investidura como presidente del gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo, el candidato de la UCD para sustituir al dimisionario Adolfo Suarez. La operacion la han bautizado los golpistas con el nombre en clave Duque de Ahumada. Un muy dudoso homenaje para un hombre que jamas se alzo, ni paso por su mente hacerlo, contra el poder legalmente constituido.

Lo que a partir de ahi sucedio no es preciso referirlo. Ya lo registraron las camaras de Television Espanola en una grabacion que dio la vuelta al mundo. Ciento siete anos despues de que lo hicieran los guardias civiles del coronel de la Iglesia, siguiendo ordenes de Pavia, otros benemeritos entraban en el centro de la soberania nacional para acabar con el regimen y hacian uso de sus armas para intimidar a los parlamentarios. Con dos matices nada irrelevantes. Frente a la correccion del coronel de la Iglesia, Tejero iba a comportarse de forma despectiva y chulesca, llegando a la brutalidad matonil cuando intento derribar de una zancadilla al vicepresidente en funciones y teniente general Manuel Gutierrez Mellado, autentica bestia negra de los sectores ultras del ejercito por su estrecha complicidad con Suarez, el traidor que habia enterrado el Movimiento y, sobre todo, habia legalizado por sorpresa el PCE en la Semana Santa de 1977. En segundo lugar, Tejero no pretende desalojar sin mas a los diputados del hemiciclo, como hiciera de la Iglesia (cuyo jefe, Pavia, a diferencia de los espadones habituales en su siglo, tampoco ambicionaba el poder y en seguida dejo paso a otros). Su objetivo es mantenerlos secuestrados para con esa extorsion propiciar la entrega del poder a una suerte de directorio militar. En el imagina que se integrara el teniente general Jaime Milans del Bosch, a la sazon capitan general de Valencia, bajo cuyas ordenes y en combinacion con el cual actua. Se han conocido no mucho tiempo atras, pero a los dos los ha unido un mismo sentimiento de ira ante el curso que estan tomando los acontecimientos: evolucion politica del regimen, gestion de los asuntos militares, crecimiento incontrolado del terrorismo, quiebra de la unidad nacional con la puesta en marcha de las autonomias vasca y catalana y la imitacion de sus pretensiones por regiones como Andalucia y Galicia… Por otra parte, y como los dos se han significado por su ideologia, eso ha afectado a sus carreras. Tejero, que tras su apartamiento de la comandancia de Malaga urdio una chapucera conjura (la operacion Galaxia), por la que ha recibido una benigna condena, esta sin destino real. Milans, a quien han adelantado en los ascensos otros generales mas modernos, se halla aparcado en la capitania general de Valencia, poca cosa para sus meritos.

Sobre la trama de este golpe se han escrito muchos libros, y los que aun se escribiran. En sintesis, parece evidente que antes de aquel dia estaban en marcha varias lineas conspirativas, algunas de ellas implicadas de uno u otro modo en la erosion brutal a que fue sometido el presidente Suarez, incluso desde las filas de su propio partido, y que precipito su dimision justamente para evitar que lo derribara un golpe de mano. Tambien es mas o menos de general aceptacion que en la accion que al final se llevo a cabo convergieron, bastante mal encajadas, conspiraciones diversas, lo que probablemente produjo una serie de malentendidos, tanto sobre los objetivos finales como sobre los apoyos con que contaba la asonada. Si a eso se une el poco seguimiento que entre las propias filas militares tuvieron los golpistas, la firme reaccion de aquellos responsables del gobierno (todos ellos de segunda fila) que no estaban secuestrados y, en fin, la intervencion publica del rey Juan Carlos I, se entiende mejor el fracaso de la intentona.

Un tercer personaje explicaria la conjuncion tan variopinta de afanes y maneras que se produjo en aquella cuartelada: el general de division Alfonso Armada Comyn, un hombre de extrema proximidad al monarca (habia pasado muchos anos en su secretaria personal, desde donde incluso pudo redactar el primer discurso que leyo el rey ante las Cortes, el 22 de noviembre de 1975) y que lo siguio viendo con cierta frecuencia en los meses inmediatamente anteriores al golpe. Segun Milans, fue Armada quien le hizo sentir que todo contaba con el impulso de la Zarzuela; Armada lo nego, aunque deslizando alguna ambiguedad para la interpretacion libre de los malevolos. Si todo fue una mala apreciacion por parte de Milans, o si el malentendido lo tuvo Armada en sus conversaciones privadas con el rey, o si nadie malinterpreto nada y alguno o cada uno pretende haber jugado un papel distinto del que en verdad jugo, es todavia hoy asunto de apasionada discusion. De lo que no parece caber duda es de que el que lo entendio todo mal fue Tejero, enganado o no por Milans. Porque cuando Armada se presento en el Congreso y le hizo saber que iba a subir a la tribuna para proponerles a los politicos la formacion de un gobierno bajo su direccion y con participacion de lodos los partidos, comunistas incluidos, el vehemente teniente coronel lo mando «a tomar por culo» y le dijo que para eso el no habia tomado el palacio de las Cortes. Finalmente, le impidio dirigirse a los secuestrados y lo expulso de alli. Este enfrentamienlo representaba de la forma mas grafica la mayonesa sin ligar que aderezaba aquel golpe. Por un lado, el oleoso Armada, que buscaba (con presuntos alientos superiores, ya fueran reales o imaginarios) ser el hombre providencial que contendria la hemorragia que se habia llevado por delante a Suarez y el que, al frente de todas las fuerzas politicas, encauzaria la severa crisis economica e institucional que vivia el pais, para proseguir, una vez tapadas las vias de agua, con el programa democratico. En el extremo opuesto, el derroche de testosterona de Tejero, que solo queria barrer aquella inmundicia que habia traido la democracia para volver a las verdaderas esencias de la patria. Un taimado golpista decimononico de estirpe moderada, frente a un ultra nostalgico dispuesto a remedar, como si nada, julio del 36.

Y Milans, en medio de los dos. O no. Sea como fuere, en cuanto el rey le pidio que depusiera su actitud, se vio desarmado. Tambien cuando comprobo que la guarnicion de Madrid, y en particular su querida Division Acorazada (de la que habia sido jefe, y que intento sublevar a traves de oficiales afines a el) no daba el paso de secundarlo. Los tanques no salieron a las calles de la capital, como si hicieron en Valencia los que el tenia a sus ordenes. Para impedirlo fue decisivo el teniente general Guillermo Quintana Lacaci, a la sazon capitan general de Madrid: un militar leal, que defendio esa noche la legalidad constitucional aunque habia servido en la Guardia de Franco, como en un alarde de honradez les recordo a sus superiores, por si los disuadia, cuando iban a promocionarle. Un hombre a quien la banda ETA, con su particular criterio, acabaria asesinando tres anos despues, cuando, ya retirado, salia de su casa con su mujer para ir a misa.

Pero centremonos en el aspecto benemerito del golpe. De cara a la opinion publica, el protagonismo de los guardias civiles, gracias a las imagenes televisivas, es total. El tricornio que porta Tejero (no asi sus hombres, tocados todos ellos con la gorra de visera reglamentaria) deja grabada para la Historia una imagen que, junto a su zafio modo de expresarse y conducirse, causa un dano inmenso a la institucion. El gesto hosco de Tejero, su porte autoritario, incluso, por que no decirlo, el bigote, remiten al rostro mas atrabiliario de la Benemerita. Pero, mas alla de el, ?cual es la intervencion de la Guardia Civil en la intentona? Para empezar hay que decir que los ciento y pico hombres que Tejero ha reunido, con ayuda de una guardia pretoriana de oficiales afines, son ele ocasion, la mayor parte de ellos reclutados del parque de automoviles y de otros destinos no operativos. Muchos, ademas, acuden sin saber muy bien a que, arrastrados por los acontecimientos, como a menudo ocurre en esa clase de situaciones. Las imagenes de varios de ellos, al dia siguiente, descolgandose por las ventanas del Congreso, es bastante ilustrativa sobre su compromiso con el golpe.

No faltan, desde luego, entre las filas benemeritas, quienes simpatizan con un movimiento de ese tipo. La sangria del Norte pesa mucho y caldea los animos, y entre los integrantes del cuerpo, practicamente todos ellos incorporados a el bajo el regimen franquista, se deja sentir el troquel por el que se les ha pasado, que en buena medida es el de la refundada Guardia Civil al servicio y mayor gloria del dictador. De hecho, entre los guardias que en seguida moviliza el director general del cuerpo, el teniente general Aramburu Topete, para rodear el edificio,

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