acuerdo en todo lo que haga Pardo, pero no voy a tomar ninguna decision sin consultar a mi subordinados. Asi es que te ruego que esperes aqui». […] No se cuanto estuvo fuera, porque perdi la nocion del tiempo, y entonces volvieron ya, formaron un poco en plan militar, se cuadro Tejero y me dijo: «Mira, aceptamos las condiciones totales que ha puesto Pardo menos una. […] Que aqui el mas antiguo soy yo y el ultimo que sale soy yo».

El teniente coronel Fuentes acabo ideando una solucion para resolver aquel absurdo escollo: como el palacio tenia dos puertas, que cada uno saliera el ultimo por una de ellas. Asi fue como a las 10 de la manana del dia 24 los guardias abandonaron el Congreso. Antes de la salida, hubo momentos de nerviosismo, entre los que se precipitaron y los que no querian rendirse asi como asi. Uno de los guardias se quejo de que fueran a entregar las armas «sin limpiar a Espana de cuatro». Pardo se le encaro y le pregunto si era militar. Al responderle el guardia que si, le dijo: «?Y para que tenemos nosotros las armas? Para usarlas cuando nos atacan. ?O es que nosotros somos ahora los que pegan un tiro en la nuca?» Los guardias que los rodeaban, los hombres que la vispera habian tomado el Congreso y puesto en jaque a la democracia, rompieron a aplaudir al oir aquellas palabras del comandante.

Ese dia, el ejercito y la Guardia Civil dieron un paso de gigante para incorporarse con normalidad a la Espana democratica. El precio fue alto, sobre todo en terminos de imagen y en lo que toca singularmente a la Benemerita, cuyo tricornio quedo como icono de aquella aventura disparatada. Pero esta supuso, en cierto modo, el haraquiri de los restos que quedaban en el cuerpo de aquella version refundada y anomala que habia alumbrado el regimen anterior. No es que quedaran del todo extirpados, pero si inutilizados, y los guardias civiles, definitiva e inequivocamente al servicio de la legalidad constitucional. Un ano despues, seria un sargento del cuerpo, destinado en el CESID, el que interviniera la documentacion que permitio desmantelar la intentona golpista conocida como el 27-0, por estar planeada su ejecucion para el 27 de octubre, a fin de impedir que gobernara el PSOE, que habia vencido de forma arrolladora en las elecciones. De dejarse utilizar por los enemigos de las libertades, aquel 23-F la Guardia Civil pasaba a estar en vanguardia de la lucha contra la involucion.

No nos resistimos a transcribir las palabras de. un alto jefe del ejercito, que resumen de manera certera como fue posible, tras el fracaso del golpe del 23 de febrero, que los uniformados aceptaran la supremacia de la autoridad civil (consumada por la reforma militar del ministro socialista Narcis Serra), renunciaran a las pretensiones de autonomia y de mantenimiento de su influencia (o vigilancia) que tan torpemente habian exhibido los miembros de la cupula militar en los primeros anos de la Transicion y, en suma, se acomodaran a un regimen democratico concebido sobre premisas muy distintas de las que regian la vida del pais cuando se incorporaron a filas. Y para mas inri, bajo las directrices de un gobierno formado por el PSOE, siglas que remitian a la revancha de los perdedores de la guerra que esos mismos militares, o aquellos de quienes eran herederos directos, habian ganado.

Dice este anonimo general, en testimonio recogido de nuevo por Francisco Medina en el libro antes citado:

El militar, lo sigue siendo ahora, es una mezcla de derechas en su ideologia, es bastante catolico practicante, es muy patriota, pero luego tiene la justicia metida en el cuerpo… y es un poco socialista en algunas cosas.

Rota pues la identificacion biunivoca entre ejercito y Franco, con la llegada al poder del PSOE comienza el normal itinerario de los militares, y entre ellos los benemeritos, al servicio de la nueva Espana democratica. Es un camino en el que, en estos treinta anos, muchos han sido los acontecimientos, y no pocas las dificultades de toda indole, en especial las que tuvieron que ver con la lucha contraterrorista, que siguieron sometiendo al cuerpo a una presion que no siempre gestionaron debidamente todos sus integrantes. La poca distancia temporal que nos separa de este ultimo periodo impide referirlo con perspectiva historica, y tampoco es afan de quien esto escribe ser demasiado prolijo acerca de hechos que, por recientes, estaran en buena medida en la memoria del lector. Importa mas bien senalar la tendencia, de consolidacion, profesionalizacion y puesta al dia, de un cuerpo que, en el momento de escribir estas lineas, puede considerarse totalmente homologado con el resto de policias de los paises desarrollados.

Un primer paso dentro de este proceso lo supone la Ley de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, elaborada por el gobierno socialista y aprobada por las Cortes en el ano 1984. En ella se sientan las bases que regulan el funcionamiento de la Guardia Civil y de los restantes cuerpos policiales, con respeto pleno de los principios derivados del nuevo ordenamiento constitucional, y en especial, su papel primordial como garantes de los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos: como corresponde a una policia que debe preservar el equilibrio entre libertad y seguridad, y que tiene como mision proteger a la ciudadania en vez de mantenerla bajo control. Un texto legal no resuelve los problemas (ni impide los abusos y desviaciones), pero su existencia, y mas cuando se impone a un cuerpo esencialmente disciplinado como la Guardia Civil, forjado durante siglo y medio en el servicio de la ley, ya supone un importante avance. Es de notar que el debate, que tambien en este momento se planteo desde algunos sectores, sobre la posible disolucion de la Guardia Civil, o al menos su desmilitarizacion, se resolvio conservandola, con su denominacion y uniforme (tricornio incluido, aunque del uso diario se desplazara a favor de la teresiana) y dejando intacto su caracter militar, aun subrayando su dependencia de Interior para el servicio y encomendando a Defensa las cuestiones de personal. Regresando, en suma, al esquema originario que planteara el duque de Ahumada, tras la etapa de intensificada militarizacion que habia supuesto el franquismo.

Tampoco es ocioso subrayar que esta decision la tomo el gobierno del PSOE y de Felipe Gonzalez, un socialista que sin embargo dio el dificil paso de distanciarse del marxismo. Un heredero, por tanto, de aquel espiritu moderado de la 11 Republica que, tras el ejercicio del poder, troco su desconfianza hacia los guardias en aprecio y hasta en fascinacion por su aptitud para contribuir a la gobernacion del pais. Una vez mas, los antiguos enemigos del cuerpo se convertian en sus valedores. Era el PSOE de Besteiro, que pedia a Azana que no lo disolviera, sino que antes bien lo potenciara, y no el de Largo Caballero, que llevo su liquidacion en el programa electoral de febrero de 1936 y acabo consumandola, tras el estallido de la Guerra Civil, pocos meses despues. Habra de observarse, ademas, que de este mantenimiento de sus senas de identidad no se beneficio la Policia, cuyo nombre y uniformidad se cambiaron (incluso el color, del gris al marron y de este al azul actual) para distinguirla de la Policia Armada y de aquella policia de paisano que tanto se habian significado en la represion tardofranquista. Y aun seria objeto de otra redenominacion, anos despues. Lo que indica no solo el diferente grado de consolidacion de las dos instituciones, sino tambien la capacidad de una y otra, por su cultura y trayectoria, de sobreponerse al estigma del regimen autoritario.

Por la direccion general pasa despues de Aramburu el teniente general Saenz de Santamaria, que regresa asi al cuerpo en cuyo Estado Mayor estuvo destinado anteriormente, y cuya gestion impulsa con brio la modernizacion de la Guardia Civil. Durante su mandato, de 1983 a 1986, potencio las unidades aereas y creo la Guardia Civil del Mar. Tambien convivio, en el debe del balance, con el oscuro episodio de los atentados del GAL, respecto de los que siempre nego cualquier conexion mientras estuvo en el cargo, aunque anos despues llegaria a admitir que durante esos anos no siempre se habia mantenido la accion policial dentro de la ley, sino que en ocasiones se habia estado en el borde: «a veces en el de dentro, a veces en el de fuera». Y aun fue mas claro: «En la lucha contraterrorista, hay cosas que no se deben hacer. Si se hacen, no se deben decir. Si se dicen, hay que negarlas». Fue muy criticado por ello, aunque no tuvo efectos penales para el.

Saenz de Santamaria dio el relevo al primer civil que desempenaria la direccion general del cuerpo: Luis Roldan. Un falso ingeniero (luego se supo que habia amanado su curriculum) cuya gestion no pudo ser mas contradictoria. Por una parte, movilizo grandes recursos economicos para el instituto, tanto en material de todo tipo como en infraestructuras, acometiendo una intensa renovacion del deteriorado parque de casas cuartel. Como consecuencia de estos esfuerzos inversores, mejoraron mucho las condiciones de trabajo de los guardias, y tambien su imagen ante la ciudadania. Ademas, siendo el director general la Guardia Civil cosecho su mayor exito en la lucha antiterrorista, la detencion de la cupula etarra en Bidart en marzo de 1992. Momento mas que oportuno para descabezar a la banda, en visperas de las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla, que transcurrieron con toda normalidad. En otro orden de cosas, bajo su mandato se tomo una decision de gran trascendencia, que liquidaba el ultimo anacronismo que impedia a la Guardia Civil insertarse de modo pleno en la sociedad: la incorporacion a sus filas de la mujer, en 1989, despues de 145 anos de mantenerse como un cuerpo exclusivamente masculino (con la excepcion, mas bien marginal, de las matronas, auxiliares que entre otras cosas servian para practicar registros fisicos sobre mujeres). A lo largo de los veinte anos transcurridos desde entonces,

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