Pero, ademas, lleno la vida de payasismo, de la misma manera que algunos de sus contemporaneos, porque era el unico recurso que tenia para implantar el reino de la libertad y el juego en mitad del rito.

Lo que mas admira Ramon del circo son probablemente los payasos. Quiso meter incongruencia en la vida y en la literatura, no por hacerse notar ni porque no sirviera para otra cosa, sino porque el orden establecido se le hacia invisible o se le hacia de hierro, alternativamente, como a Rimbaud o a Dylan Thomas, y entonces tenia que crearse su propio orden, que nacia del juego. Ramon disfruta una popularidad agresiva, en los anos veinte. Hace payasismo y ramonismo en la calle. En la escritura destruye el discurso y en la vida destruye el rito. Entre el payaso y el dandi, elige el tipo del payaso porque para dandi no sirve. Lo que hay en su payasismo, quiza, es un dandismo frustrado.

26. RAMON Y LAS MUERTAS

Cuando Ramon, el profesional del optimismo, decide enfrentarse al tema crucial, al tema de la muerte, escribe Los muertos y las muertas. El libro tiene algo del culto romantico a los cementerios, pero poco, ya. Ramon anda siempre por la vida buscando monografias para hacer sus libros, como hemos visto. Hay que suponer que, mas o menos desenganado de la novela, insiste en la monografia, que es lo suyo, y que mejor tema monografico que la muerte.

Los muertos y las muertas esta hecho con un gran acopio de citas funebres, lapidas y anecdotas de cementerio, asi como apelaciones frecuentes a los clasicos. En otro libro de Ramon, Senos, hay un capitulo dedicado a los senos de las muertas, capitulo que debiera figurar en el libro de la muerte, y que es de un lirismo espeso, logrado y sonriente.

El interes de Los muertos y las muertas esta en que nos presenta a Ramon, el profesional del optimismo, frente a la verdad decisiva y negra de la vida, frente a la muerte. Pero no hay que esperar que Ramon vaya a cambiar de postura ni de filosofia por eso. Ramon es un irredento en su optimismo. Del mismo modo que se le congela la tragedia de la novela mediante la expresion altamente estetica, como ya hemos visto anteriormente, se le congela el tema de la muerte en un repertorio de bellezas o bromas que estan muy lejos de las meditaciones unamunianas o de los misticos espanoles.

Ya al principio del libro dice Ramon una cosa definitiva: «Hoy dia no hay muerte; solo hay sepelios.» O sea que va a hablarnos de la muerte desde la vida, va a ver el aspecto costumbrista de la muerte. Esto no quiere decir que no pase mas alla, pues es muy escritor para quedarse en eso.

Sabe que es inevitable escribir de la muerte desde la vida, y trata repetidamente de darnos la muerte desde la muerte, pero asi como ha sido captador impar de la vida cotidiana, lo es de la muerte cotidiana. Cotidianiza la muerte, y no solo porque haga costumbrismo mortuorio, sino porque llega a reducir la muerte a un estado de reposo en el que nadie reposa, a una beatitud sin beato. En este enfrentamiento muerte/optimismo, la muerte sale optimizada por Ramon, naturalmente, y de tan vario, rico y desordenado libro se saca la consecuencia de que morirse no es una tragedia ni un transito, sino un gesto mas de la vida.

Ramon se ha planteado la muerte muy en serio y muy de frente, incluso su propia muerte, claro (solo puede empezar a entenderse la muerte a traves de la idea de la propia muerte). Pero hay dos cosas que le impiden hacer de la muerte una meditacion trascendental: la estetica y el optimismo. El esteticismo ramoniano, su plasticismo, su pensamiento figurativo solo puede entender la muerte como una figura o una teoria de figuras. La muerte, para el, no puede ser una abstraccion. Tiene que ser una cosa, un estado, una conducta, y por eso se le representa siempre la muerte como una variante de la vida. Luego, su optimismo, al que esta condenado, no le permite entender la muerte sino como un estado placentero. En Ramon no hay metafisica ni religion de la muerte, al menos en este libro. Hay hallazgos luminosos de lo que es la muerte para los vivos. Ramon consigue, mediante sensaciones plasticas que solo el puede madurar, transmitirnos lo que tiene que ser para un vivo prescindir de la vida. Pero eso no es exactamente la muerte.

Quiere decirse, en fin, que el gran optimista -el escritor mas optimista de nuestra literatura, el mas confortablemente instalado en la existencia- no le ha tenido miedo al enfrentamiento literario con la muerte, ya que este enfrentamiento tiene mucho de humoristico, aunque el no lo diga. Es un paseo por los cementerios del hombre saludable y con pipa que quiere disfrutar el pintoresquismo de la muerte. Tiene la honradez intelectual, naturalmente, de plantearse la idea de la muerte y del no-ser muy frontalmente, pero su pensamiento figurativo, ya digo, y su optimismo natural le dan de la muerte una imagen entre lirica y melancolica, a lo sumo. En ultimo extremo, Ramon, que ha ignorado siempre la muerte, la ignora mas que nunca en su libro sobre la muerte, porque ahi es donde la ha cazado como mariposa negra, como motivo estetico.

Esta incapacitado para pensar la muerte, como los primitivos y los ninos, como los animales. La vivencia de la muerte es un hecho cultural y antinatural a que el hombre ha llegado a traves de los siglos. La muerte ha sido el otro lado de la vida para todas las religiones y todas las culturas. La muerte esta amueblada de cosas humanas en todas las civilizaciones. La muerte esta colonizada por la fantasia del hombre. Solo algunos filosofos orientales y occidentales han llegado a decantar la idea de muerte sin fantasias. Pero esto es muy posterior, muy actual, muy de nuestro tiempo. El hombre ha tardado siglos en pensar en la muerte. Antes, solamente la dibujaba, la ponia en escena, la representaba. Ramon, anterior a la idea abstracta de la muerte (anterior como ser humano, que esto nada tiene que ver con la cronologia), tampoco va a darnos ya de la muerte una idea romantica y carnavalesca, sino que vuelve a incurrir en lo suyo y entiende la muerte a su manera, como todo: como una cosa cotidiana. La muerte, para Ramon, tambien es vida cotidiana.

De modo que su libro sobre la muerte se alterna en dos libros, en dos visiones, como todo Ramon: de una parte, la muerte como vida cotidiana, ya esta dicho, y de otra, la muerte como fantasmagoria. (En su ultima edicion, el libro que venimos comentando se titula Los muertos, las muertas y otras fantasmagorias.) La muerte, con sus fosos negros y desconocidos, permite a Ramon hacer ramonismo, o sea, un entreverado de surrealismo, vanguardismo, lirismo y humorismo. De este juego salen adivinaciones poeticas definitivas. Pero no sale la idea de la muerte.

Con la muneca de cera que fue su muneca- fetiche

La muerte como acontecimiento cotidiano y la muerte como acontecimiento lirico son las dos ideas de la muerte que nos da Ramon. Las que el puede darnos. Se ha sometido voluntariamente a la prueba de fuego de enfrentar su optimismo y su frivolidad con la muerte, y no ha salido ni triunfante ni cambiado. Ha salido el que era.

La muerte, como la musica, como el mar, como las golondrinas, como cualquier otra cosa, no hace sino poner en marcha sus facultades poeticas e ironicas. Esto es lo que le ocurre a todo escritor y a todo pensador cuando se enfrenta a un tema, solo que Ramon, por primitivo, deja mas al descubierto su juego. Nunca escribimos sobre lo que creemos escribir, sino sobre nosotros mismos. Platon despliega su elocuencia antes que una idea del mundo, y Shakespeare su retorica antes que una idea de los reyes. La muerte, para Ramon, es impensable, y sobre todo en este libro donde se dedica a pensarla.

Lo que mas nos descubre como Ramon se ha dedicado a humanizar la muerte, e incluso a erotizarla, es lo que escribe sobre las muertas, y mas que nada ese capitulo de Senos que, como digo, parece un capitulo perdido de Los muertos y las muertas. Para Ramon, la muerta no es una muerta, sino una atractiva y poetica variante de la vida, de las vivas, de tantas como ha conocido, pero en este juego vida/muerte, tan gustado por los poetas de todos los tiempos, llega a hallazgos a los que pocas veces se ha llegado. La muerte ha sido siempre para los escritores una camara oscura desde la que fotografiar mejor la vida.

En su biografia de Quevedo tambien ha dedicado Ramon un capitulo a la muerte. Quevedo es otro barroco espanol que hablo mucho de la muerte, pero que solo muy a ultima hora -como Ramon- llega a comunicarnos la cercania mortal, cuando realmente le alcanza en la carne.

«Despues de todo, la muerte es morirse», define Ramon en este libro. Es una de las cosas mas sencillas y verdaderas que nos dice sobre el tema. Es una vision existencial de la muerte. Es, como

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