mas viva por la que Ramon llegara a la mujer viva no metaforica ni metaforizada: la via de la cotidianidad, como siempre. En Senos, uno de los breves capitulos se titula «Los senos de la que va por cafe». Al principio hemos resenado la pasion ramoniana por las hijas de las porteras. Ramon, el hombre que se ha propuesto ser feliz, como proyecto vital, y serlo a nivel de cotidianidad, sin alardes, excesos ni riquezas, encuentra en la mujer el unico paraiso natural posible y perdido que nos queda.

Esas mujeres cotidianas de Ramon, que van a por cafe, que asoman sus senos a la ventana, que tienen senos de nadadora o senos de hastio, que son ninas de Conservatorio, que tienen senos de viuda o senos endomingados o senos de enferma grave, las criadas, las ennoviadas, las madres, las tenderas, las tontas, las cursis, las amantes del escritor, en fin, son las mujeres de verdad, son la mujer, la otra mitad de la vida, lo que el ha descubierto como circunferencia preferida -la mujer si que es una circunferencia- para estar dentro del tiempo. Por debajo del mito literario de su epoca, por debajo de la mujer-metafora, Ramon, con su sentido de lo cotidiano, encuentra la mujer real, la companera, el ambito unico de todos los asentimientos, que es el cuerpo femenino. Lo otro, la mujer-metafora de los surrealistas, se le queda en mujer de cera. La muneca de cera con la que ironicamente convivio unos anos.

28. EL ORIGEN PEQUENOBURGUES

De todo lo que llevamos escrito en este libro me parece que se deduce una bipolaridad en la vida de Ramon: el tiron de lo insolito y el tiron de lo cotidiano. ?Vivir en lo insolito, vivir en lo cotidiano, vivir en lo alto de un elefante, vivir en un piso bajo de la madrilena plaza del Dos de Mayo?

El origen de esta bipolaridad habria que buscarlo en la infancia pequenoburguesa del escritor. El payasismo de Ramon, del que ya hemos hablado, quedara explicado asi a otra luz, aun. Y su sentido de lo cursi, tambien. Antes payaso que cursi. Porque en aquel hogar pequenoburgues en que nace y crece el nino Ramon, lo cursi ronda de cerca y deja con frecuencia su perfume triste. Ramon viene al mundo en la madrilena calle de las Rejas, en 1888, como hijo mayor de un matrimonio en que el marido, el padre, se va a mover timidamente hacia la politica, desde la abogacia, como tantos otros espanoles, con poca fortuna, con mas pena que gloria.

Destinos a provincias, cambios de piso en Madrid, siempre en ese descenso escalonado hacia la mediocridad que se signaba antano por la calidad, progresivamente inferior, de las casas y de los barrios. Era patetico seguir la historia de una familia por la historia de sus pisos y de sus barrios, el lento desplazamiento desde las zonas de la alta burguesia a los reinos de lo menestral. El facil alquiler de los muchos pisos vacios daba mejor que nada esta movilidad en uno u otro sentido que iba situando graficamente a las familias en una u otra clase. El nino Ramon observa que sus padres mantienen con esfuerzo un medio abono a la Opera, y reflexiona: «Los pobres padres aun querian ser lo que habian sonado ser.»

Los tios, las abuelas, las primas, todo el coro triste y largo de las familias burguesas, las infinitas ramificaciones de la pobreza, esa viuda en cuya casa juega el nino algunas tardes, entretenido con las cruces y medallas del difunto. Ramon, asomado durante toda la infancia a balcones altos y populares -«yo era pescador de balcon»-, ve los mansos rios de la vida madrilena transcurrir por las calles, y siente a su espalda esos interiores de sombra y escasez que dejan escalofriado para siempre al chico de clase media.

Ha tomado conciencia, como todos los espanoles de su clase y su edad, de que la vida familiar es triste, monotona, mentida. De que la pequena burguesia es una clase que vive de anhelos y resignaciones. De esta conciencia de clase media han salido todos los rebeldes, todos los revolucionarios de derechas y de izquierdas, y la mayoria de los genios, porque lo que se propone el adolescente, si tiene una minima capacidad de reaccion, es abolir eso para siempre, luchar, salvarse, suprimir en su vida, y a ser posible en la vida, esa farsa de la pobreza que se cree o se quiere sublime, y da en cursi, porque lo cursi, como ya hemos apuntado en otro capitulo, es la miseria que se piensa sublime, asi como lo canalla es la miseria que se piensa fascinante.

Ramon, carente de instinto politico, decide quiza vivir en lo insolito, y toda la abundante e inedita produccion teatral en que rompe a escribir, y que es practicamente teatro de infancia, esta llena de crimenes insolitos y movida inconscientemente, sin duda, por el sueno de la gloria y el dinero del teatro, que era uno de los senuelos de la epoca. Antes payaso que cursi, ya lo hemos dicho. Ramon se habra sentido cursi muchas veces, habra advertido con desencanto la cursileria de sus padres, y decide muy pronto marginarse, «entrar en fuego», segun el titulo de su primer libro, hacer anarquismo, bohemia, lo que sea. Unos escapan hacia la politica y otros hacia la literatura. La cuestion es huir de prisa de la sordidez de unos hogares intransitables del perfume antiguo de la frustracion.

Pero tambien ha aprendido Ramon, en la minucia de la vida pequenoburguesa, a observar lo cotidiano del vivir, de modo que sera para siempre un indeciso entre lo insolito y lo cotidiano, entre la liberacion por la imaginacion, que le es la unica posible, y la sumision dulce en poder de lo sabido. Tardara muchos anos en madurar en el aquella frase que ya hemos citado y que ahora da toda su hondura: «Lo cursi abriga.»

Hemos dicho que sera el indeciso entre lo insolito y lo cotidiano, pero la indecision no es ramoniana, y el, extravertido y picnico, o introvertido hacia afuera, resuelve la indecision poniendola en agua, pasando sin solucion de continuidad de lo insolito a lo cotidiano y viceversa. Su virtud de primitivo tambien le ayuda aqui a cambiar de nivel sencillamente, sin transiciones. Toda su vida persigue y cultiva lo insolito, para salvarse sin duda de la mediocridad pequenoburguesa, pero toda su vida es sensible y receptivo a las dichas menores de lo cotidiano.

En algun momento de este libro he dejado escrito que prefiero el Ramon de lo cotidiano al Ramon de lo insolito. El, sin duda, se creia muy dotado para lo insolito, y, efectivamente, tiene hallazgos en vida y obra que le acreditan como un genio de lo insolito. Por ejemplo, la anecdota y el reportaje de la visita nocturna al Museo del Prado, que ya hemos descrito. Pero muchas veces, en Ramon la ideacion insolita da en pueril o esta resuelta sin conviccion, y esta es otra de las debilidades de su novelistica. En cuanto al payasismo de su vida, tampoco es siempre afortunado. El payaso viene del bufon como el dandi viene del principe. Son los parasitos de dos parasitos. Charles Chaplin, en tiempos de Ramon, supo reunir en una sola imagen al dandi y al payaso. Tanto el uno como el otro son opciones para huir de la mediocridad pequenoburguesa.

En el cine de Chaplin vemos bien a ese pobre tipo -tan universal- que ensaya la opcion del dandismo o la opcion del payasismo, alternativamente, para sublimar su condicion pequenoburguesa. Hitler, personaje de la misma epoca, sublima esa condicion, en si y en millones de alemanes, por la via de la milicia. (El dandismo tiene algo de la austeridad de la milicia, segun Baudelaire.)

La gran burguesia industrial y el proletariado subsecuente han dejado en medio esa zona ancha, gris y lamentable de la pequena burguesia que vive de pequenos empleos, con modestas ilusiones politicas o sociales. Es lo que anos mas tarde se llamaria sociedad de consumo y, a nivel de individuo, hombre unidimensional, en palabras de Marcuse.

Solo muy vencido el siglo XX, pues, la pequena burguesia se ve falsamente redimida por el consumo, y tiene la ilusion de haber salido de su mediocridad sin hacer la revolucion social o politica. Pero en la infancia y juventud de Ramon, de Chaplin, de Hitler, no habia otras opciones que la revuelta politica o la imaginacion. Millones de jovenes, en toda Europa, optaron por la revolucion de izquierdas, por el marxismo. Hitler y sus alemanes optaron por la revolucion de derechas, por el nazismo. En el encarnizamiento de Hitler y sus servidores contra los judios, puede que hubiese mucho de un resentimiento pequenoburgues contra el prestamista y el comerciante que habia empobrecido a las familias de la burguesia alemana. De una manera simplista y grafica, era facil ver como culpable de la mediocridad familiar -siempre hace falta un culpable, y casi siempre lo hay- a la figura enlutada y sigilosa del prestamista judio.

Ramon y Chaplin optan por la imaginacion (Chaplin, ademas de eso, se haria comunista). Chaplin viene de la miseria directamente, ya lo sabemos, pero conoce la mediocridad de un hogar de comicos pobres y borrachos. El que Ramon y Chaplin coincidan algunos anos mas tarde como miembros de un club internacional de humoristas, es la corroboracion anecdotica de lo que venimos diciendo: ambos huyen de la sombra fria de un hogar pequenoburgues sin mas alternativas que la cursileria.

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