me llaman solicopero.

No saben que acompanado

que estoy mas solo, es lo cierto.

Tambien estaba en el Juzgado Antonioel Faraon, corredor de vinos y con ciento veinte kilos de carne sobre su esqueleto.

– Me dicen que llamo el senor Juez.

– No,e sio yo que er seno Jue esta en Arcasa.

– ?Y que pasa?

– Fue na, que al Antonio l'han birlao un nicho.

– ?Como que le hanbirlao un nicho?

– Si, que le hanenterrao un forastero en su patrimonio… Vamo, que ya le van a roba a uno hasta la sepultura.

Plinio miro al Faraon con aire interrogativo.

Y Antonioel Faraon, sentado a horcajadas sobre una silla, sonreia con toda su cara.

– Que se lo cuente el – anadio el secretario quede vez en cuando corregia su pronunciacion andaluza.

– Pues nada – comenzoel Faraon con mucha prosopopeya -, que esta manana se les ha ocurrido a las mujeres ir a hacer una visitica a los muertos, a llevarles flores y esas cosas… Y han visto que mi nicho… vamos, el que tengo yo comprao y disponible, Dios quiera que para la suegra que todavia tengo en casa aunque de muy mal ver, pues que estaba tapiao. Claro, lo natural, como mi mujer y la chica no recordaban que hubieramos enterrado a nadie ultimamente, pues se han ido a ver al camposantero.

– Y el camposanteroin albis – corto el secretario.

– ?Que que me dice, Manuel? – pregunto Antonio con sorna.

Plinio hizo un gesto de escepticismo. Pero si don Lotario hubiera estado presente habria notado que en sus interiores la gozaba el Jefe, porque aquello olia a 'caso gordo'.

– Yo creo,Manue, que debe usted echa un vistazo por… aquer sitio – el 'Secre' era supersticioso como un gitano – y que er camposantero quite el tabiquillo a ver que hay. Si, cosa que no espero, hay fiambre, me da un telefonazo y nos personamo alli er Juzgao con el forense.

– ?Yo podre ir tambien? – dijoel Faraon intentando incorporarse.

– Naturaca – autorizo don Tomas.

– Avise usted a don Lotario a ver si nos lleva en su coche y nos ahorramos el paseo – anadioel Faraon, pensando en el gusto del veterinario, en la reaccion de Plinio y la comodidad de todos.

El Jefe, sin anadir palabra, llamo por telefono a don Lotario.

Fueron en el 'Seat 600' del veterinario. Como era tan poco coche para tanta mercancia, alFaraon tuvieron que encajarlo a empujones.

– Parece mentira, don Lotario, que siendo usted un hombre de carrera y con cuartos no tenga un auto mas senor – dijoel Faraon resoplando apenas arranco el coche, camino del Cementerio.

Pero don Lotario ni se tomo la molestia de contestarle, porque en aquel momentoPlinio le ponia en antecedentes del servicio que iban a hacer.

Al veterinario le olio bien el caso, como esperaba el Jefe, y conducia con la barbilla casi pegada al volante y los ojos entornados, como siempre que ponia mucha ilusion en algo.

– Desde luego, es que lo que me pasa a mi no le pasa a nadie, don Lotario – siguioel Faraon cuando vio a don Lotario enterado del negocio -. Un nicho no se lo han robado a ningun cristiano desde los tiempos de los godos.

– 'Oscuro y tormentoso se presentaba el reinado de Witiza' – dijo don Lotario a voces.

– ?Pero que dice este hombre?-pregunto extranadoel Faraon.

Plinio se rio con todas sus ganas.

– Siempre que se habla de reinados o de los godos me acuerdo de esa frase que decia un libro que estudie en la escuela – aclaro el veterinario.

– Pues anda con Witiza; pobre senor, las que debio pasar – comento Antonio.

Todos volvieron a reir y luego callaron unos segundos.

Hasta que rompio a hablar de nuevo don Lotario:

– Pero yo siempre he visto que los nichos libres estan tabicados.

– Si, senor; pero mi mujer, cuando lo compramos hace cosa de un mes, quiso que lo dejaramos destapado.

– ?Para que? – preguntoPlinio.

– ?Ah! Ella dice que para que se airee. Como cree que su madre va a hincar el pico de un momento a otro (cosa que yo no espero) y estas Calonjas son tan relimpias, pues quiere enterrarla con mucho aseo.

– ?Puneteras mujeres! – exclamoPlinio.

– Nunca se de que tienen hecha la cabeza – dijoel Faraon.

– Ni cabeza nina – siguio Plinio – son ingle sola.

– Eso de ingle es un decir.

– Es que Manuel, como es tan pudico, en vez de decir el sitio dice la vecindad.

Los paseos del Cementerio estaban desiertos. Bajo el cielo plomo de aquella tarde ventosa parecian mas de iras y no volveras que nunca.

Sacar alFaraon del 'Seat' fue obra de romanos.

– Yo no se como no haran los coches a la medida del hombre – rezongo mientras se componia el formato.

Como don Lotario, tan bajito y delgado, creyo una indirecta el dicho delFaraon, replico vivisimo:

– Es que tu no eres un hombre.

– Anda, cono, ?pues que soy?

– Un almorchon.

– ?Ay, que don Lotario este!

En el mismo zaguan del Cementerio el sepulturero Matias estaba sentado en un taburete concluyendo la masticacion de un trozo de queso manchego bastante duro. Al ver al Jefe y la compana, trago rapido en un fuerte estiron de las poleas del cuello y le dio un tiento a la botella de blanco que tenia bajo la corva.

– Que aproveche – dijoPlinio al saltar del coche.

– Es que, sabe usted, como tengo el estomagoechao a perder, si no como a menudo, me dan unas dolascas que me retuerzo.

– Pero si le sigues dando al morapio, por mucho que frecuentes el condumio, haces un pan como unas hostias – comento don Lotario.

– Tu, Matias, no le hagas caso, que eres criatura humana, y el es veterinario – comentoel Faraon.

– No crea, el vino no me dana. Lo tengo bien visto. Lo que me raja esla cona. Cuando estuve trabajando en la bodega de los Peinados, el senorito Leoncio, que en paz descanse, siempre decia que la cona lo curaba todo. Pero si, si, para mi es propiamente como si pariera cada vez que me acerco a ella.

– Pues el vino viene a ser poco mas o menos – insistio el veterinario.

– Pues ya ve usted. No lo siento. Ni ardor me da. Debe ser por la costumbre de tantos anos.

– Bueno, bueno, alla tu.

– Tu, tumbero, come y bebe lo que te siente – tercio otra vez Antonio – que medicos y veterinarios saben la mitad de la mitad. A mi me mandaron que me quitara de fumar y aina si me muero. Cada cuerpo tiene sus

Вы читаете El reinado de witiza
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату