– Seis pequenos pedacitos de papel, blancos, como confeti. Los encontre en la moqueta frente a la puerta de Louisa Cormier.
5
En la mesa frente a Stella y Flack reposaban el bote de pastillas, la ventana del lavabo y el vaso con restos de alcohol que habian traido del dormitorio de Alberta Spanio en el hotel donde habia sido asesinada.
Stella habia buscado huellas dactilares. En el vaso y en el bote encontro tres bastante claras, todas pertenecientes a la fallecida. No habia huellas en la ventana del lavabo, pero Stella no la habia llevado al laboratorio esperando realmente encontrar huellas razonables. Lo que queria eran respuestas razonables.
– Esta es la cara exterior de la ventana. ?Ves el agujero? -le dijo a Flack.
Senalo hacia un punto de la ventana. Era dificil pasarlo por alto. El corte, de unos tres centimetros, tenia forma de cometa y era del color de la madera en crudo.
– He comprobado el interior del agujero -dijo ella-. Es el surco de un tornillo. Atornillaron algo en esta ventana y la rasgaron, dejando una marca como de cola en la madera. -Con ayuda de unas pinzas extractaras, Stella habia sacado unos restos diminutos.
En ese momento, Danny Messer, ataviado con una bata blanca de laboratorio, entro con dos placas para microscopio y se las entrego a Stella diciendo:
– Lo que saque del agujero de tornillo en la ventana.
Stella inserto la primera placa en el microscopio y lo examino mientras Danny decia:
– Oxido de hierro. Fuera lo que fuese lo que atornillaron, era de hierro, y casi nuevo.
Stella se hizo a un lado para que Flack echase un vistazo por el microscopio. Asi lo hizo y vio unos pequenos fragmentos oscuros sin forma definida. Cuando se aparto del microscopio, Stella inserto la otra placa, la que habian tomado de la habitacion que estaba encima de la de Alberta Spanio. Mas pedazos, pero parecian diferentes a los de la otra placa.
– Acero -dijo Danny-. Extraido de las particulas que el detective Flack saco de la ventana del otro lavabo. No coincide con el hierro de lo que atornillaron en la ventana del lavabo de Alberta Spanio.
– ?Y que podemos extraer de eso…? -pregunto Flack.
– Nada mas que quienquiera que colgase ese objeto de acero de la ventana -indico Danny- debia de tener algo bastante pesado en el otro extremo para hacer una hendidura como esa en el alfeizar.
– ?Un nino?
– ?Descolgaron a un nino hasta la ventana, entro en la habitacion y acuchillo a Alberta Spanio en el cuello? - pregunto Stella.
– He conocido a ninos de la calle que lo harian por unos pocos cientos de dolares -dijo Flack-. O tal vez fue una mujer, menuda, quiza drogadicta, capaz de arriesgar su vicia por algo de dinero para drogas.
– ?A ver que os parece esto? -dijo Danny-. Alguien descolgo una cadena desde el lavabo que hay encima del de Alberta Spanio con un garfio en el extremo. El garfio se engancho en otro garfio o aro que habian atornillado en la ventana del lavabo de Spanio. Abrio la ventana y siguio tirando hasta que el aro salio, dejando el agujero.
– ?Y entonces alguien descendio por la cadena? -pregunto Flack.
– Es posible -dijo Danny-. O lo bajaron.
– Peligroso -replico Flack-. Bajar por una cadena de acero.
– Durante una tormenta de nieve -anadio Danny.
– Y despues volver a subir o que lo subiesen a traves de la ventana -dijo Flack-. Dificil para un nino o para una drogadicta.
Stella se sentia debil, cansada. Queria apoyar la cabeza en la mesa y dormir durante una hora. En lugar de eso, dijo:
– Vayamos a echar un vistazo pormenorizado a la habitacion que hay encima de la ventana del lavabo de Spanio.
Tendido sobre la mesa de acero inoxidable frente al doctor Sheldon Hawkes estaba el cuerpo de Charles Lutnikov. El hombre presentaba una larga incision desde la garganta hasta el extremo del vientre. La carne estaba levantada a lo largo de la incision, dejando a la vista las costillas.
Las visceras estaban al descubierto, la cavidad pectoral rajada y abierta como un libro. La luz brillante que colgaba justo encima del cadaver no creaba sombras, podia verse con total claridad cada giro del intestino, cada curvatura de los huesos y cada arteria.
A Mac la sala le parecio ligeramente mas fria de lo habitual, lo cual le hizo sentir agradecido. El aroma de lo que hubiese comido aquel hombre esa manana o la noche anterior campaba por el aire. Mac miro a Hawkes, quien tenia las manos sobre la mesa frente a el.
– Comio pizza para desayunar -dijo Hawkes-. Albondigas, berenjena y cebolla.
– Interesante -dijo Mac.
– Empecemos por lo facil -dijo Hawkes-. ?Que sabes de nuestro hombre?
– Sus huellas dactilares figuran en la base de datos del ejercito. Lutnikov sirvio cuatro anos en la Policia Militar del ejercito de Estados Unidos. Participo en la primera Guerra del Golfo. Corazon Purpura.
Hawkes senalo hacia la cicatriz que tenia el cadaver en la pierna, justo por encima del tobillo.
– Es posible que se la produjera una mina terrestre -dijo-. Todavia quedan algunos fragmentos de metralla. La cirugia sin duda habria resultado ineficaz y le habria causado mas problemas. Una buena decision, probablemente.
– ?Que me dices del disparo que le mato?
Hawkes estiro el brazo y cerro la parte izquierda de la cavidad pectoral como si se tratase de la cubierta de un libro.
– La herida que le mato la causo una pistola. A juzgar por el tamano de la herida, se trata de un calibre pequeno, probablemente un 22. La bala le llego directamente al corazon, casi sin trazar angulo alguno. Probablemente estaba de pie frente a quien le disparo, alguien que o bien sabia donde apuntaba o tuvo suerte.
Mac asintio y se inclino hacia delante para examinar la herida.
– Aiden encontro una mancha de sangre en el suelo del ascensor -dijo Mac-. Sangre de la herida que cayo a un metro cuarenta.
– El muerto mide algo mas de un metro setenta y cinco.
– Asi pues, dado que la bala entro recta y que Lutnikov estaba de pie…
– ?Si?
– Si quien le disparo estaba frente a el con la pistola en la mano… -prosiguio Mac.
– Quien le disparo debe medir un metro cincuenta y cuatro o cincuenta y cinco -Hawkes acabo la frase-. ?Quieres saber como fue la trayectoria de la bala?
Mac asintio.
– La bala llego al corazon, giro, impacto contra una costilla, dio la vuelta y salio a escasos centimetros de la herida de entrada.
Con una pequena varita de metal, Hawkes reprodujo la trayectoria como un mago, insertandola en la herida de entrada.
– Como ya he dicho, y segun confirma el examen de la mancha de sangre, fue directa.
Hawkes saco otra varita que inserto por la herida de salida formando un angulo agudo hacia arriba, siguiendo con mucho cuidado el camino de la bala a traves de la cavidad pectoral.
Despues saco las varitas y dijo:
– ?No habeis encontrado la bala?
– Todavia no -confirmo Mac-. ?Has encontrado algo mas?
Hawkes busco bajo la mesa y saco una pequena bolsa de plastico. Se la entrego a Mac, quien la alzo y despues le miro.