– Proviene de la primera herida -dijo Hawkes-. Pequenos pedazos de papel sanguinolento.
– Aiden recogio algunos mas de estos fragmentos en el escenario del crimen -dijo Mac-. La bala debio de atravesar papel antes de matar a Lutnikov.
– Mucho papel. Dando por hecho que parte del papel se quema ante el impacto y que todavia quedaban los restos que encontro Aiden y lo que yo he sido capaz de sacar.
– ?Un libro? -pregunto Mac.
– Ese es tu problema -dijo Hawkes volviendo a abrir el pecho de Lutnikov-. Pero algunos de esos fragmentos tenian tinta. Oh, si, la sangre de Lutnikov y la muestra que recogiste frente al ascensor en la planta del apartamento de Louisa Cormier: coinciden perfectamente.
Cinco minutos despues, sono el telefono movil de Mac Taylor mientras echaba un vistazo sobre el hombro de Aiden en el laboratorio: estaba estudiando los fragmentos de papel con sangre en el microscopio.
– Taylor -dijo Mac al responder a la llamada.
– Senor Taylor, soy Wanda Frederichson de nuevo. Lamento molestarle, pero he hablado con el senor Melvin en la oficina y me ha dicho que el lunes es imposible. No podremos disponer de un equipo quitanieves, y los caminos de entrada estaran…
– ?Y que pasa si alguien muere? -pregunto Mac.
Aiden alzo la vista del microscopio. Mac se aparto y se fue a la otra punta de la estancia.
– ?Perdon?
– ?Que hara usted si alguien muere entre hoy y el lunes?
– ?Realmente cree…?
– Si.
– Mantendriamos los cuerpos refrigerados.
– ?Y los judios?
– ?Judios?
– Ellos entierran a sus muertos en un plazo de veinticuatro horas, ?no es asi? -dijo.
– Tendre que consultarlo con nuestro director judio, el senor Greenberg.
– Me gustaria hablar con ese senor Greenberg.
– Por favor, senor Taylor -dijo Wanda Frederichson con mucha paciencia-. Se que…
– Detective Taylor -replico-. ?Puede darme el numero del senor Greenberg?
– Puedo pasarle con el -dijo ella con un suspiro.
– Gracias -respondio Mac mirando a Aiden, quien se esforzaba para no atender a aquella conversacion.
Escucho un doble tono y despues otro y, finalmente, la voz de un hombre.
– Arthur Greenberg, ?en que puedo ayudarle?
Mac le explico la situacion y Greenberg le escucho en silencio.
– Dejeme comprobarlo -dijo Greenberg-. Deme unos segundos para echarle un vistazo a mi archivo del ordenador. Normalmente, no tendria que estar aqui en Shabbat, pero tenemos un… Veamos. Nunca hemos tenido… Si, senor Taylor, estoy leyendo las circunstancias en nuestro archivo. Lo haremos.
Mac le dicto a Greenberg el numero de su telefono movil, le dio las gracias y colgo. Se acerco a Aiden.
Ella alzo la vista y le miro, mostrando su curiosidad. El la ignoro.
– ?Que tenemos? -pregunto Mac.
– ?Estas bien?
– Estoy bien. ?Que tenemos?
– Lo que no tenemos es el arma o la bala -dijo ella-. Lo que tenemos son pedazos de papel blanco DIN A4 de 80 gramos, sin acido. Coinciden con el papel del apartamento de Lutnikov.
– Y parte del papel que tu y Hawkes encontrasteis en la herida de entrada tenia tinta. ?Que hay de los fragmentos de papel que encontraste fuera del apartamento de Louisa Cormier?
Aiden asintio y dijo:
– Coincide. Eso no demuestra que ella le disparase, pero sugiere que cabe la posibilidad de que el disparo que mato a Lutnikov se realizase frente a la puerta del ascensor en la planta de Louisa Cormier. Pero esos seis fragmentos pudieron llegar a la moqueta del rellano de Louisa Cormier de distinta manera. Tal vez incluso los llevamos nosotros en la suela de los zapatos.
– No -dijo Mac.
– No -accedio Aiden.
– Pero, un buen abogado…
– Y Louisa Cormier puede permitirse el mejor.
Mac asintio y dijo:
– Un buen abogado podria dar un monton de explicaciones. A ver si puedes hacer coincidir alguna de esas manchas de tinta con la maquina de escribir de Lutnikov.
Permanecio callado durante unos segundos antes de volver a hablar.
– ?Cuanto crees que mide Louisa Cormier?
Aiden alzo la mirada, reflexiono un momento y dijo:
– Un metro cincuenta y cinco, mas o menos. ?Por que?
Antes de poder responder, ella anadio:
– La mancha de sangre.
– La mancha de sangre -confirmo el, y empezo a contarle la conversacion que habia mantenido con Sheldon Hawkes y las conclusiones respecto a la herida.
– Lutnikov llevaba consigo papeles mecanografiados cuando le dispararon -dijo Mac-. La bala atraveso el papel. Lo llevaba abrazado contra su pecho.
– Para protegerse -dijo Aiden.
– ?Contra una bala?
– Era lo unico que tenia.
– Tal vez estaba intentando proteger lo que habia escrito -replico Mac-. Tal vez lo mataron por eso.
– Entonces, ?donde esta lo que escribio? ?Y donde esta la bala?
– Y el arma -anadio Mac-. ?Sabes que es lo siguiente que vamos a hacer?
Aiden se puso en pie.
– Me pondre el abrigo, ire hacia el norte y regresare con la cinta de la maquina de escribir.
– Y… -empezo a decir Mac.
– Mas muestras del papel que Lutnikov tenia en su apartamento. Muestras en las que hubiese escrito.
– Llevate un aspirador. Recorre todas las plantas, junto al ascensor, en busca de restos.
– Ya lo hicimos -respondio ella.
– Pero ahora sabemos que buscamos.
Aiden asintio.
– El arma del crimen, la bala que mato a Lutnikov, lo que llevaba consigo cuando le dispararon y…
– Un motivo -concluyo Mac.
– Sera mejor que me marche.
6
La mujer de la limpieza confirmo que el hombre que habia alquilado la habitacion por una noche no habia usado la cama, y que ella no la habia tocado esa manana. Stella Bonasera observo la cama, mientras Danny Messer estaba arrodillado en el suelo, y penso que el hombre ni siquiera se habia sentado alli.
Los dos examinaron el escaso mobiliario de la habitacion -cama, silla y pequeno escritorio, mueblecito con tres cajones y un pequeno televisor en color encima-, el pomo de la puerta, e incluso la barra y los costados del pequeno armario. No encontraron lo que buscaban.
Stella se dirigio hacia la ventana.
Don Flack habia interrogado al resto del personal del hotel, incluido el tipo que habia estado de turno el dia