58.

– Buen sitio -dijo Mac-. Una pregunta mas. ?Tiene alguna idea de por que habia restos de sangre de Lutnikov en la moqueta frente a la puerta del ascensor en su planta?

– No. Realmente soy sospechosa, ?no es cierto? -La posibilidad parecia agradarle.

– Si -dijo Mac-. Como lo son todos los vecinos.

– Gracias por el cafe -dijo Aiden recogiendo su maleta.

– Vuelvan cuando quieran -dijo Louisa acompanandoles hasta la puerta-. Me encantaria saber como va su investigacion. Voy a llamar a mi agente y a contarle todo esto.

Cuando llegaron hasta el ascensor, Aiden dijo:

– ?Bajamos al sotano?

– Tendras que ir tu sola -dijo Mac-. Stella me ha dicho que han encontrado muerto a Cliff Collier.

– ?Collier? ?El policia encargado de Alberta Spanio?

– Estrangulado.

– ?Donde?

– En un callejon en Chinatown.

Aiden asintio y contuvo un suspiro. Tendria que ir sola en busca de la bala. No era la primera vez que habia tenido que meterse en huecos de ascensor. Siempre resultaba interesante. Nunca era agradable.

Mac observo las hojas de papel que llevaba en la mano.

Aiden y el pensaron lo mismo.

– ?Una orden de registro? -le pregunto a Mac.

Nego con la cabeza.

Louisa Cormier habia mentido. Aiden y Mac lo sabian, pero no sabian respecto a que habia mentido; seguramente, en lo relacionado con los restos de sangre. Raro era el sospechoso que no mentia sobre alguna cuestion, incluso siendo completamente inocente.

– No hay caso -dijo el.

– Podemos preguntarselo amablemente.

– Y ella puede decirnos «no» amablemente y llamar a su abogado.

– ?Que hacemos entonces?

– Tenemos que encontrar mas pruebas -dijo Mac.

8

– ?Hecho? -pregunto el hombre.

– Hecho -contesto Big Stevie Guista.

Big Stevie llamo por telefono desde un bar en la misma calle que el Zabar’s. Llevaba una bolsa de ropa llena de comida -salchichon, panecillos, quesos-, un buen trozo de queso gorgonzola, varios de sus pates favoritos de especias, refrescos y galletas espolvoreadas con azucar.

Su plan era montar una mini fiesta de cumpleanos con Lilly, la nina que vivia al otro lado del rellano, frente a su apartamento. Su madre estaria trabajando.

Si Big Stevie se hubiese casado alguna vez y hubiese tenido hijos, sus nietos serian de la edad de Lilly. Tal vez. Era una buena nina. Compartiria la fiesta con ella, quiza verian un rato la tele. Manana dormiria hasta tarde. Feliz cumpleanos, Steven Guista. No podia quejarse.

– Bien -dijo la voz al otro lado de la linea.

Tanto aquel hombre como Stevie sabian que era mejor no decir nada mas. Colgaron.

La furgoneta de reparto de Stevie estaba aparcada de forma ilegal frente a una boca de incendio, de la que apenas se veia la parte superior entre la nieve. No encontro ninguna multa bajo el limpiaparabrisas cuando monto. Nunca le multaban. La policia y la gente que veian aparcada la furgoneta solian pensar que estaba de reparto, que era lo que el siempre decia si alguien se quejaba. Aunque muy pocas personas sentian el impulso de discutir con Big Stevie por nada.

Stevie salio de donde estaba aparcado muy lentamente, mirando por encima del hombro, lo cual entranaba cierta dificultad porque su cuello era mas bien corto.

La caja de carga de la furgoneta estaba vacia, los cables de los colgadores no tenian nada. Habia dejado el cadaver del policia en el callejon hacia mas de dos horas. No olia a muerte, solo al inconfundible y familiar aroma de pan.

A Stevie le gustaba ese olor. Le gustaba mas cuando era de pan recien hecho. De vez en cuando, a Stevie le gustaba ese trabajo.

El cuerpo yacia junto a un contenedor de basura en un callejon detras de Ming Lo’s Dim Sum en Chinatown. El que habia sido Cliff Collier estaba tumbado boca arriba, con las piernas estiradas, los brazos cruzados sobre el pecho y la cabeza colocada en un extrano angulo, como si mirase hacia un lugar ubicado detras de el.

Stella habia comido en el Ming Lo’s al menos una docena de veces, siempre en domingo al mediodia, siempre con algun familiar de paso en Nueva York deseoso de ver algo de la ciudad. La entrada de Ming Lo’s, que estaba en el otro lado del edificio que daba a la calle Mott, tenia unas brillantes luces de neon, y una gran escalera mecanica tras las puertas de cristal. En lo alto de las escaleras habia un enorme salon repleto de mesas. Los camareros y camareras chinos empujaban carritos con entremeses para los clientes, la mayoria de ellos chinos, que seleccionaban entre docenas de posibilidades, y comian con palillos o directamente con los dedos. Los familiares de Stella siempre quedaban impresionados.

Se pregunto hasta que punto les impresionaria a esos mismos familiares ver a un hombre muerto en el callejon.

«Esto es lo que yo hago», dijo imaginando una posible conversacion con una tia o un primo. «Le hago preguntas a gente muerta.»

La idea de los entremeses chinos, que por lo general le daban hambre, le hizo sentir unas ligeras nauseas. Tenia el estomago revuelto. Stella se acuclillo junto al cadaver. Danny ya habia tomado fotografias del muerto, de la pared y del contenedor de basura.

Don Flack estaba cerca de la puerta trasera del Ming Lo’s, hablando con el operario de la cocina que habia encontrado el cuerpo. Claramente asustado, el corpulento hombre respondio en chino, por lo que tuvo que traducirle una joven ataviada con un vestido de seda que temblaba al hablar.

Flack se saco el abrigo y se lo coloco a la joven sobre los hombros. Ella asintio a modo de agradecimiento. El hombre corpulento hablaba muy rapido, nervioso.

– Sabia que el hombre muerto no era un indigente -tradujo la joven-. Estaba demasiado bien vestido y llevaba el pelo bien cortado.

Flack asintio con su libreta en la mano.

– ?Vio algo, oyo algo? -pregunto Flack.

La joven tradujo. El hombre corpulento nego enfaticamente con la cabeza.

Flack volvio a mirar el cadaver. Habia conocido a Collier, no demasiado bien pero lo suficiente para llamarle por el nombre y sentirse comodo a su lado al preguntarle por la familia. Don recordaba que Collier no tenia familia, pero su padre y su madre vivian en Queens. El padre de Collier era un policia jubilado.

Danny, Stella y Don se percataron del olor, una mezcla de calor, aroma salado y dulce tipico de la cocina china. A Danny le habria gustado pedir wonton frito o algo de eso que tan bien olia. Tal vez podria proponerle a Stella que, cuando acabasen con lo de fuera, entrasen, hiciesen algunas preguntas y comiesen algo.

Stella toco con cuidado el cuello del muerto y volvio el cuerpo ligeramente. Habia poco espacio tras el contenedor, pero logro estirar la mano para hacerse con su pequeno aspirador de mano y usarlo sobre la chaqueta de la victima, el cuello y el cabello.

Flack no pensaba en comida china. No es que no le gustase, pero no dejaba de pensar en el muerto.

– Gracias -le dijo a la joven.

Ella no tuvo que traducir. El hombre corpulento le echo un vistazo al cadaver y volvio al interior del

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