– ?Acaso cree que he salido a la calle a comprarlo? -pregunto ella.

Danny se encogio de hombros y no pudo resistir el impulso de colocarse bien las gafas.

– Esta bien -dijo Marco-. Ensenales a estos senores el horno y despues ensenales donde esta la puerta.

Volviendose hacia Danny, anadio:

– No mas preguntas. Si vuelven por aqui, haganlo con una orden judicial.

Helen Grandfield se dio la vuelta y acompano a los agentes hasta la puerta. La siguieron por el pasillo y atravesaron las puertas que daban a la panaderia. El olor a pan cocido era fuerte, bueno y reconfortante.

– Elijan lo que quieran -dijo Helen mientras una docena de panaderos y ayudantes, todos ellos con delantales y gorros de papel de color blanco, les miraban y despues retomaban el trabajo.

Danny guardo panecillos y barras de pan en otra bolsa blanca de papel, despues dejo las dos bolsas en el suelo mientras recogia una muestra de harina de la mesa sobre la que reposaba la masa de pan sin cocer esperando para entrar en el horno. Introdujo la harina en otra bolsa.

– Gracias -dijo Danny pasandole su maletin a Martin y alzando del suelo las dos bolsas de papel con pan.

Martin se fijo en que el agente del CSI agarraba las bolsas con los dedos por encima del borde. Danny Messer queria conservar las huellas dactilares de Helen Grandfield.

– ?Eso es todo? -pregunto ella.

– Eso es todo -asintio Danny.

Fue hacia la puerta de la panaderia junto a Martin. Helen Grandfield no los siguio. Antes de salir, Danny escaneo de forma automatica las paredes, el suelo, escucho, olio… Habian recorrido unos cuatro metros del pasillo, dejando atras la puerta de la oficina de Marco, y se hallaban frente a otra oscura puerta de oficina, cuando Danny se detuvo y bajo la vista. Martin hizo lo mismo y vio como Danny apoyaba una rodilla en el suelo.

Habia dos oscuras lineas de unos treinta centimetros de largo y separadas por unos trece centimetros. Abrio su maletin e hizo unas cuantas fotografias de las marcas y despues tomo muestras del material de los aranazos.

Cuando ya casi habia acabado, se abrio la puerta de la panaderia al fondo del pasillo. Danny y Martin miraron a Helen Grandfield.

Ella miro a Danny a los ojos desde la distancia. A el no le importaba ser el primero en parpadear. No estaba para esa clase de cosas. Lo que le importaban eran aquellas marcas, que podian ser, debido al color, a la textura y al olor, las marcas de los tacones de unos zapatos.

10

Mac llego a la calle a tiempo de ver salir de la zona de carga y descarga, junto a una tienda, la pequena furgoneta blanca con las letras de la panaderia Marco impresas en la puerta de atras.

Echo a correr, casi resbalo al pisar la capa de hielo bajo la nieve, y llego a la zona de carga y descarga a tiempo de ver la pequena furgoneta blanca girar derrapando hacia la derecha en la esquina, a unos treinta metros de distancia.

Stella llego a su altura. Ninguno de los dos jadeaba, pero el aire frio les dolia en los pulmones. Ambos sabian que para cuando llegasen a su coche y salieran tras Guista, el les habria despistado.

Mac bajo la vista para fijarse en el trozo de calle sobre el que habia estado la entrada del conductor de la furgoneta. La mancha de sangre era del diametro de una lata de refresco. Guista sangraba ahora de manera mas abundante. Su carrera hasta la furgoneta habia empeorado el estado de la herida.

Stella llevaba un pequeno kit de trabajo en el bolsillo. Se agacho cerca de la mancha de sangre, tomo una muestra y la introdujo en un tubito. Hizo lo mismo con una segunda muestra y despues guardo los tubitos en su kit de bolsillo.

Varias personas se detuvieron para mirarles, pero solo durante unos segundos. Hacia demasiado frio.

– ?Y ahora? -pregunto Stella levantandose, intentando disimular que le dolian los brazos y las piernas.

– Telefonearemos a los hospitales -dijo Mac al tiempo que un coche con cadenas ilegales para nieve pasaba a su lado-. Llamaremos para que busquen la furgoneta.

– Esta sangrando mucho -dijo Stella observando la mancha oscura-. Tal vez no llegue a un hospital.

– Tal vez no lo intente -replico Mac-. ?Y Flack?

– Costillas rotas. Guista se le tiro encima. Estara bien. He llamado a una ambulancia.

– Voy con el -dijo Mac encaminandose al edificio de apartamentos-. Vuelve al laboratorio y haz las llamadas telefonicas. Yo…

El movil de Mac empezo a sonar. Lo saco del bolsillo y apreto el boton verde. Stella echo a andar deprisa delante de el hacia el coche, que estaba aparcado a una manzana de distancia.

– Si -dijo Mac.

– He encontrado la bala en el hueco del ascensor -dijo Aiden-. Tenias razon.

– Me pondre con eso en cuanto llegue.

– Eso no es todo -prosiguio Aiden-. Danny ha encontrado algo que te va a interesar.

– Dile que voy de camino -dijo Mac.

Se encontraron casi dos horas despues. Eran cerca de las siete. Aiden no habia podido ducharse. Dos bolsas de panecillos y pan de la panaderia Marco’s del Bronx descansaban sobre la mesa.

Despues de llevar a Flack al hospital para que lo examinasen con rayos X y le vendasen las costillas, Mac compro unos gyros y bebida en un restaurante griego cercano.

Comieron despacio, excepto Stella, que se limito a mordisquear la corteza de su pan de pita.

– Las marcas de los tacones que encontre en la panaderia pertenecen a los zapatos de Collier -dijo Danny-. Lo he comprobado. Debieron de estrangularlo alli.

Mac miro a Aiden.

– La bala que mato a Lutnikov es de un calibre 22 -dijo ella.

– Louisa Cormier tiene un 22 -dijo Mac.

– Pero no habia sido utilizado -respondio Aiden.

– Tal vez tenga otro -anadio Mac-. O bien se libro del utilizado y lo reemplazo por el que vimos.

– Cubriendose asi las espaldas -dijo Stella.

– Escribe novelas de misterio.

– Tendriamos que haber comprobado el registro de la pistola que nos enseno. ?Tenemos indicios suficientes para pedir una orden? -pregunto Aiden.

– No -dijo Mac-. ?Te fijaste en las manos de Louisa Cormier cuando hablamos con ella?

– Las tenia limpias -dijo Aiden encogiendose de hombros.

– Se las habia frotado -aclaro Mac-. Tenia las manos rojas. ?Por que?

Mac miro a su alrededor y espero.

– Lady Macbeth -respondio Danny.

– Escritora de misterio -dio Stella-. Residuos. Residuos de disparo. Temia que los encontrasemos.

Mac alzo el informe sobre residuos de disparo que Aiden habia preparado.

Durante un disparo, los gases que escapan dejan un residuo en la mano y la ropa de quien dispara, principalmente plomo, bario y antimonio.

– No pudo haberlo limpiado todo -dijo Aiden.

Todos sabian que podian tomar muestras de la piel de Louisa Cormier y despues examinarlas en el laboratorio de absorcion atomica con un microscopio electronico.

– Tal vez no sabe que no puede limpiarlo por completo -dijo Mac-. Si busca mas informacion en internet y empieza a escudrinar, probablemente haya quemado la ropa que llevaba.

– ?Entonces? -pregunto Danny-. ?Podemos obligarla a someterse a una prueba con GSR?

– No con las pruebas de las que disponemos -dijo Aiden-, pero tal vez podamos ponerla nerviosa para que cometa un error.

– ?Como? -pregunto Danny.

– Le mentiremos -dijo Aiden-. Mac es el mejor mentiroso que conozco.

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