– No es nada, lo oi en una pelicula -dijo sonandose la nariz-. ?Que sabemos de ella?

– Lynn Contranos, tambien conocida como Helen Grandfield -dijo-. La fiel ayudante de Dario Marco.

Stella asintio.

– Pero eso no es todo -dijo Danny ajustandose las gafas, inquieto-. El nombre de Helen Grandfield, antes de casarse con Stanley Contranos, era Helen Marco, sobrina de Anthony Marco, el protagonista de nuestro juicio. Ergo, Dario Marco es su padre.

– Todos los caminos llevan a la panaderia Marco -dijo Stella-. Hagamosles otra visita.

– ?Nos llevamos a un par de agentes de uniforme con nosotros? -pregunto.

Stella asintio y se metio la mano en el bolsillo, en busca del bote de aspirinas que Sheldon Hawkes le habia dado hacia menos de una hora.

– Es posible que te hagan sentir mas cansada -le habia dicho Hawkes-. Pero te aliviaran.

Abrio el bote.

El nombre del joven que confeso ser el asesino de Charles Lutnikov era Jordan Breeze, y vivia en la tercera planta de la torre Belvedere, en un estudio. Breeze, licenciado por la Universidad de Drexel, era programador informatico para una compania hindu ubicada en la calle Cincuenta y cinco. Su trabajo consistia en crear programas de software para trazar mapas del universo.

Mac alzo la vista de la carpeta que sujetaba en las manos para mirar a Jordan Breeze a los ojos; despues volvio a mirar la carpeta. Breeze nunca habia tenido problemas con la policia, no pertenecia a ningun grupo radical. Tras interrogar a los vecinos, Mac habia llegado a la conclusion de que se trataba de un inquilino tranquilo que siempre saludaba a los demas. Sin embargo, le habian visto con menos frecuencia en los ultimos meses. Varios vecinos le habian visto en la cafeteria Starbucks, a un par de manzanas del edificio, trabajando con su ordenador mientras se tomaba un cafe con leche. Mac puso en marcha la grabadora.

– ?Esta seguro de que no quiere un abogado? -pregunto Mac.

– Si -respondio Breeze.

– ?Por que lo mato? -pregunto Mac.

– Me llamo maricon -dijo Breeze-. No solo una vez. Muchas veces. Sentia un escalofrio en la espalda cuando salia de mi apartamento por las mananas o cuando regresaba por la tarde temiendo encontrarme con el. Podia ver lo que pensaba en sus ojos.

– ?Y que pensaba? -pregunto Mac.

– Que yo era gay -dijo Breeze-. No lo soy, pero varios de mis amigos si lo son, y no voy a sufrir las locuras de los homofobos. Llevaba un ano aguantandolo.

– Y por eso lo mato. ?Como lo hizo?

– Con una pistola -dijo Breeze-. Estaba en el ascensor. Podria haberle evitado subiendo por las escaleras, pero me habria visto.

– ?Llevaba la pistola encima? -pregunto Mac.

– Si.

– ?Tenia pensado matarlo la siguiente ocasion que se cruzase con el?

– Si -respondio Breeze-. Subimos al ascensor. Las puertas se cerraron. El empezo… Me llamo mariquita. Llevaba la pistola en el bolsillo exterior de la bolsa de mi ordenador. Hay cosas que no estoy dispuesto a aguantar.

Mac asintio, miro de nuevo su carpeta y despues otra vez a Jordan Breeze.

– ?De donde saco la pistola?

– Era de mi padre -dijo Breeze-. Murio hace unos anos, de cancer.

– ?Que clase de arma era?

– Una 22 milimetros.

– ?Que hacia en el ascensor de los pisos superiores?

– Segui a Lutnikov cuando salio para cambiar de ascensor -dijo Breeze-. Parecio sorprendido.

– ?Subio usted al ascensor porque tenia planeado matarlo? -dijo Mac.

– Si.

– ?Que hizo con el arma despues de matar a Charles Lutnikov?

– Salir del ascensor y enviarlo hacia arriba. Despues caminar con dificultad por la nieve hacia el East River, donde la tire al rio -dijo Breeze-. Atraveso una fina capa de hielo. Tambien tire los guantes que llevaba puestos. Temo que me acusen de homicidio y de contaminar el rio.

– ?Cuantas veces disparo a Lutnikov?

– Dos -dijo Breeze-. Una cuando estaba de pie y otra cuando cayo.

– El portero no recuerda haberle visto salir -dijo Mac.

– Espere hasta la tarde, cuando entra y sale un monton de gente.

– ?Conoce bien a Louisa Cormier? -pregunto Mac.

– Nunca me la han presentado -dijo-. Ni siquiera se si la he visto alguna vez en el edificio. Se que vive en el atico. No llevo tanto tiempo aqui.

– ?Le importa si le echamos un vistazo a su apartamento? Podemos conseguir una orden judicial.

– Por favor -dijo Breeze-, examinen el apartamento todo lo que quieran y tambien el cuarto trastero que tengo en el sotano.

Breeze sonrio con mucha calma, una sonrisa parecida a la que lucen los miembros de un culto convencidos de conocer la verdad sobre la vida y haber reducido sus misterios a una simple cuestion de lealtad.

Mac apago la grabadora, se puso en pie y camino hacia la puerta. Cuando la abrio, Breeze se levanto con piernas temblorosas.

Cuando se llevaron a Jordan Breeze, Aiden entro en la sala de interrogatorios donde Mac habia vuelto a sentarse y golpeteaba suavemente con el dedo la carpeta que tenia sobre la mesa.

– ?Crees que lo hizo? -pregunto Aiden.

– Lo comprobare. De no haber sido el, alguien le ha proporcionado mucha informacion sobre el asesinato - dijo Mac-. Y seguiremos con la investigacion sobre Louisa Cormier.

– Podrias estar equivocado -dijo ella.

– Podria estarlo -convino Mac.

12

Stevie no pudo poner en marcha el primer coche con el que probo. Hacia casi cincuenta anos desde la ultima vez que habia robado un coche. A veces, es posible olvidar como se monta en bicicleta.

El coche era un Ford Escort verde aparcado a media manzana de distancia de donde habia dejado a los dos hombres de la panaderia, uno doblado por la mitad a causa del dolor, el otro intentando cortar la hemorragia de su nariz. Se aseguro de hacerles el dano suficiente para que no le siguiesen. Se planteo la posibilidad de matarlos a los dos, pero eso habria supuesto dos cadaveres mas. Lo mejor era dejarlos hechos polvo.

El problema era que Stevie tambien estaba bastante hecho polvo. Sangraba de forma abundante mientras intentaba pensar adonde podia ir.

Una de las puertas traseras del Escort estaba abierta, con la cerradura reventada. Deberia de haber sido facil. Pero Stevie no tenia a mano un destornillador ni tampoco un cuchillo. Nada que pudiese usar para robar un coche.

Salio del vehiculo y miro hacia el portal en el que habia dejado a los dos hombres. Esperaba que se hubiesen recuperado lo suficiente para ir tras el en lugar de largarse cojeando. Stevie se habia quedado con la pistola de uno de ellos, al que habia golpeado en primer lugar. Limpio sus huellas dactilares del arma y la tiro por encima de un muro de ladrillo de un metro y medio de alto. Sabia como emplear sus manos. Sabia que se le daba mucho mejor que emplear el cerebro.

El segundo coche con el que probo, un Oldsmobile Cutlass Calais blanco de 1992, casi renovo su fe en Dios. La ventanilla cedio con la presion hasta que pudo meter el brazo, a duras penas, y abrir la portezuela. Se sento al volante e intento imaginar que tenia que hacer.

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